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A la Deriva


Un niño de 10 años se encuentra viendo con asombro la inmensidad del mar mientras su pies se encuentran en el agua, el viento hace que su copete flote y el sol da luz desde lo más alto, el ruido de las olas inundan sus oídos cautivándolo y haciéndolo disfrutar de este momento.

María: -¡Hijo!- le grita al niño a lo que voltea a ver a su madre -¡Tengan mucho cuidado con las olas!- le advierte mientras otros niños y un perro van corriendo hacia él.

Héctor: -¡Sí mamá!- responde a su llamado y llegan sus amigos.

Gabriel: -Solo no tenemos que irnos tan al fondo- le aconseja un niño de 13 años mientras Paulina con 10 años empieza a salpicar agua hacia Héctor.

Héctor: -¡Oye!- le devuelve el agua y en el fuego cruzado también le dan a Gabriel mientras Ares se divierte saltando sobre el agua alrededor de ellos.

-¡Ven Daniel!- le invita a unirse al verlo en la orilla donde casi no llega el agua.

Daniel: -¡Yo los veo desde aquí, voy trayendo las cosas para los castillos!- dice sin interés de meterse al agua un niño de 11 años.

Paulina: -¡Vamos a hacer castillos de arena!- toma de la muñeca a Héctor para llevarlo a donde estan dejando las cubetas.

Héctor: -¡Ok, haremos el castillo más grande que se haya visto nunca!- exclama emocionado por la idea.

Van llenando las cubetas de agua y arena con ayuda de Gabriel, mientras que María y su esposo se quedan abajo de una palapa vigilandolos y pidiendo bebidas tanto para ellos como para los niños.

Ven como su hijo con ayuda de Paulina llevan juntos una cubeta con agua y se lo arrojan a Daniel mojándolo por completo haciéndolo enojar mientras Gabriel se ríe al igual que Héctor y su cómplice.

Va pasando el tiempo y ya llevan una parte del castillo y ahora están construyendo un muro para evitar que pase el agua, pero en eso Daniel se acerca y con dramatización patea el muro lentamente como si fuera un gigante queriendo entrar, a lo que Héctor y los demás le siguen la corriente apresurando la reconstrucción.

Luego de eso se ponen a jugar con el perro estando más en el agua chapoteando por el lugar mientras las olas van chocando contra la orilla. Héctor va por un frisbi y lo empieza a lanzar hacia sus amigos, primero se lo lanza a Paulina, luego ella a Gabriel, de Gabriel a Daniel y por último regresa a Héctor mientras el perro va persiguiendo el disco y de vez en cuando salta y lo logra atrapar haciendo que los niños lo correteen. Pero eventualmente Ares se cansa y decide dejar jugar a los niños tranquilamente.

Alejandro: -¡Ya vengan para acá, ya va a estar la comida!- le notifica a los niños a lo que todos se voltean.

Héctor: -¡Ya vamos!- contesta a su padre y decide lanzar el disco por ultima vez, pero lo lanza con demasiada fuerza tomando por sorpresa a Paulina y haciendo que se le escape llegando al mar flotando en una parte un poco más profunda. 

-¡Yo voy!- se apresura antes de que Gabriel fuera a por él, por lo que el grupo va regresando con lo padres de su amigo. Héctor va entrando más y más mientras las olas van chocando contra él pero no lo derriban, llega al disco volador y lo agarra pero apenas se da cuenta que el agua le llegaba al estomago y en ese momento ve una ola grande llegar.

Rápidamente se dirige a la orilla nadando pero la ola lo alcanza y lo arrastra mar adentro hasta que se encuentra con una corriente marina llevándolo bajo el agua mientras mantiene la respiración lo más que puede.

Los demás niños llegan con lo papás y María se da cuenta que su hijo no está con ellos.

Maria: -¿Y Héctor?- pregunta a los niños preocupada.

Daniel: -Fue por el frisbee...- voltea y no lo ve e incluso tampoco ve el disco en el agua a lo que los demás niños también voltean por el silencio que tuvo y se dan cuenta de lo pasó.

Rápidamente Alejandro corre hacia el mar mientras María empieza a gritar el nombre de su hijo. Se va metiendo al agua y llega a donde supuestamente estaba Héctor pero no lo ve cerca, se zambulle en el agua y empieza a buscar bajo ella pero tampoco lo ve y empieza a nadar más adentro hasta que escucha ladrar a Ares.

Voltea a verlo y lo ve nadando contra las olas aun superándolo en tamaño por lo que se acerca rápidamente con él. Al llegar solo lo ve agarrando el frisbee buscando con desesperación a su amo mientras pedalea en el agua.

Decide agarrar al perro y llevarlo de vuelta a la orilla donde están los demás para luego volver al agua y seguir buscando rechazando la idea de que el mar se lo tragó. María llama las autoridades con desesperación, Paulina se pone a llorar pensando que es su culpa por no haber atrapado el plato, Daniel se preocupa de que su amigo se muera ahogado y Gabriel se encuentra destrozado por no haber ido por el juguete en vez él.

De vuelta con Héctor...

Finalmente lograr salir a la superficie tomando un gran respiro y se encuentra muy lejos de la orilla.

Héctor: -¡MAMÁAA!,¡PAPÁAA!- grita a todo pulmón mientras intenta estar a flote -¡HEYYY!- levanta los brazos para que alguien lo vea pero vuelve a hundirse, por lo que decide dejar los brazos en el agua para flotar. Sin embargo, ya se encuentra cansado y no cree aguantar mucho tiempo, por lo que empieza a buscar a su alrededor algo en lo qué flotar.

Localiza un bote grande de plástico y nada hacia ella, al llegar lo usa como flotador y así mantenerse a flote más fácilmente pero no quita el hecho de que le de frio al tener su cuerpo todavía en el agua, así que sigue buscando más objetos que floten.

A cabo de unos minutos encuentra otros envases de agua grandes y los enreda con redes de pesca y anillas  de cerveza que rompe con los dientes para hacer tiras largas, de las muy pocas veces que agradece a la contaminación. Pero aun no logra subirse a la balsa improvisada y por si fuera poco se aleja más y más de la costa.

Finalmente al atardecer del día se puede subir a la balsa pero sigue inestable y no puede moverse mucho, pero al menos ya no tendrá contacto con el agua, además de que muy a lo lejos se ve la costa pero al mirar alrededor divisa un barco turístico a lo que empieza a hacer señales.

Héctor: -¡OIGAAAAN!, ¡AQUÍIII!, ¡AYUDAAAAA!- la balsa se vuelca arrojándolo otra vez al agua y sin querer respira un poco de agua. Vuelve a subir a la balsa mientras tose el agua salada y el barco se aleja regresando a la costa.

Llega la noche y ya ha logrado hacer una balsa estable con las pocas botellas que se ha encontrado, por ahora puede estar tranquilo pero ahora el frio de la oscuridad es el problema.

Se hace bolita para mantener el calor y tiembla al intentar dormir pensando que así se acabará esta pesadilla, desafortunadamente se encuentra en la misma situación al despertar en la mañana del siguiente día.

Pasan los días y no ha bebido ni comido nada, ya que los pájaros huyen de él o directamente prefieren ir a otro lugar para descansar, y no los juzga por no querer estar parado en un montón de basura flotante con apenas estabilidad y con un niño hambriento.

Está totalmente cansado y aunque ha visto varios barcos en el camino no ha podido llamarlos ni hacer señales con las manos debido a que su cuerpo se encuentra muy débil y cada vez pierde la esperanza de que sea rescatado.

Luego de 10 días se encuentra acostado boca abajo rodeado de la misma vista por días sin ganas de moverse mientras mira por el horizonte con ojos cansados y con un poco de esperanza de ver tierra. 

*No quiero morir* se dice a si mismo en su mente, *No todavía, aun hay muchas cosas que quiero hacer con mi familia* sale el poco agua que le queda de su cuerpo por los ojos, *Ayúdame papá, mamá, vengan por mi por favor* sabe en el fondo que no podrán encontrarlo pero es lo que desearía un niño en estos momentos.

Cierra los ojos por un momento y se queda dormido durante un rato soñando con que lo rescatan la tripulación de un barco y lo regresan a su hogar con su familia, perro y amigos.

Vuelve a abrir los ojos para ver la cruel realidad, pero para su fortuna ve algo distante a los lejos. Es una isla, finalmente se encuentra con tierra y por la emoción ocasiona que se mueva un poco.

*No voy a morir aquí* se dice mientras pone un brazo en el agua e intenta impulsarse hacia la isla, *No lo haré, no lo permitiré todavía* se sigue negando mientras se va acercando a la playa del lugar, *Voy a salir de esta, voy a regresar aunque me tome años conseguirlo, no importa cómo, no importa cuándo, pero no me rendiré, no pienso rendirme* se dice determinado a lograrlo y finalmente llega a tocar arena.

*Voy a volver papá, mamá, ya verán cómo su hijo regresa a casa* lo primero que hace al llegar es asegurar la balsa y abrir cocos de las palmeras para luego saciar su sed y comer la parte interior de esta. Luego al ver que la noche ya viene empieza a juntar madera y hierbas secas para hacer fuego, durante el proceso se lastima las manos pero sigue intentando a pesar del dolor. Logra encender el fuego y empieza a soplar para que aviva.

-¡SIII!- festeja alzando las manos al encenderlo pero no desperdicia tiempo y empieza a lanzar piedras hacia las aves del suelo dándoles en la cabeza.

Les quita las plumas y las pone a cocinar en el fuego a la vez que se construye un refugio con las hojas de las palmeras y palos de árboles pequeños. Al terminar se da un festín de pollo con agua de coco y de postre la carne del coco. Al final descansa bajo su refugio acompañado del calor de las llamas de su fogata. 

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