Capítulo 10: Cómplices del crimen
—¿¡QUÉ!? —le grite— eso es ilegal.
—Que importa si es legal o ilegal si nuestras vidas están en riesgo —se desesperó.
—Pero... ¿le vas a borrar toda la memoria? —cuestione dudosa.
Ella podía ser la persona más malvada del mundo, sin embargo, yo no podía hacerle o desearle el mal a nadie.
<<Ya le has dicho a Belcebú que se lo lleve el diablo>> me recordó mi conciencia.
Bueno, no le podía desear algún mal a alguien, a excepción de Belce.
—No ángel, solo vamos a borrar lo que acaba de pasar. —dijo con más calma.
Suspire.
—Bien, sígueme.
Belcebú cargo a Alba para seguirme. Yo lo guie a un lote baldío, que, por cierto, su acceso es un poco complicado, así que era muy difícil que alguien pudiera encontrarnos.
Belcebú coloco a la espía sobre el suelo.
—Toma mi mano —me la extendió— ¿Recuerdas lo que sucedió cuando hicimos el trato?
—Como olvidarlo —dije con sarcasmo.
—Bien no tienes que soltar mis manos, ángel —su agarre fue más firme.
—Espera —lo corte— ¿Ya has hecho esto antes? —lo interrogue ya que no quería que pasara algo malo.
Belcebú se pasó una mano por su cabello rubio.
—Obvio, ya le he borrado la memoria de muchas personas —me miro con un tono de ojos rosado intenso— ¿Qué crees que soy ángel?
—Un demonio entrometido y mentiroso. —le sonreí.
—Eres un ángel, pero la maldad recorre tus venas —mi miro con los ojos estrechos— además solo te mentí una vez.
No pude evita reír, estábamos a punto de borrarle la memoria a alguien y nosotros haciéndonos bromas.
—¿Lista?
—Siempre.
—¿Confías en mí? —Belcebú estaba loco, después de todo lo que hemos pasado tiene esta tonta duda.
—No —mentí.
—No importa cuánto lo niegues, sé que sí. —Sentenció.
Belcebú cerro los ojos y con la mano libre la puso en la cabeza de Alba, diciendo palabras en otro idioma, que repito, se escuchaba muy gracioso.
A nuestro alrededor se formó un remolino con nos rodeaba y cada vez se hacía más estrecho, como si nos quisiera exprimirnos.
Cuando Belcebú abrió los ojos se cayó sobre su trasero, golpeándose.
Vi como comenzó a mirar de lado a lado y no entendía que pasaba, tenía una expresión de terror en el rostro.
Me agache para tratar de hacerlo reaccionar.
—Belcebú —tome sus hombros para estremecerlo— ¡Belcebú! —le grite.
Fue unos minutos después que reacciono, apretó sus ojos con fuerza para tratar de enfocar mejor.
—¿Qué pasa? ¿estas bien? —le pase una mano por la frente para quitarle algunos cabellos.
—Sí, estoy bien, ángel —me sonrió— parece que me paso algunos recuerdos.
—¿Cómo? O sea que borraste otros recuerdos —pregunte preocupada.
—Creo que sí, tranquila.
—¿Cómo qué crees? —me cruce de brazos.
—Bueno —comenzó a juagar con sus dedos demoniacos— te mentí, pero si no lo hubiera hecho no hubiera dejado que le borrara la memoria.
Empuje su hombro con fuerza, molesta.
—Eres un tonto y mentiroso —le grite— vas a dormir en el armario.
—No, no, no —se levantó para agarrarme el brazo— ángel no seas mala —dijo suplicante.
—Dormirás ahí por una semana —comencé a caminar— y trae a Alba.
Comenzamos a caminar y al llegar al estacionamiento pudimos ver como algunos amigos de la espía estaban ahí.
—Déjala en un lugar donde la puedan ver —le susurre Belce.
—Okey, ángel —comenzó a caminar sigilosamente.
Belcebú la puso en el piso con sumo cuidado, luego lanzo una piedrita para que se dieran cuenta que ella estaba ahí.
—¡Ahí está! —señalo uno de sus amigos.
—Parece que bebió demasiado —dijo otro chico.
Desde nuestro escondite vimos como poco a poco Alba se recuperaba del desmayo.
—Chicos, ¿qué hago aquí? —le pregunto a sus amigos.
Solté el aire que estaba conteniendo, al menos si era cierto que no había borrado otros recuerdos.
—Lo ves ángel, te dije que todo salió bien.
Caminamos lejos de donde estaban ellos, para ir hacia el auto de Belcebú.
—Sí, igual de bien que el trato —puse los ojos en blanco.
—Confía en mí, ya has visto que nada ha salido mal —suplico.
—Está bien, Belce, voy a confiar más en ti —le sonreí.
—¡Bien! —hizo un pequeño bailecito de triunfo y lo mire raro— ¿Qué? ¿Tú no tienes un baile del triunfo?
—No, eso es raro —lo mire mal.
—Claro señorita normal —se acercó a mi— recuerda que todo en mí es raro.
—Tu cuerpo no, parece el de un humano normal. —dije antes de que pudiera retener ese vomito verbal.
—Oh, claro, no recordaba que siempre me miras como si fuera una galleta.
—¿Una galleta? —puse mala cara, él no podía dejar de pensar en comida.
—Sí, me miras como yo miro a las galletas —me miro perversamente— con ganas de devorarla.
Me quite mi zapato y se lo lance.
—Yo no te miro así —me cruce de brazos.
—Claro que sí —saco las llaves de su bolsillo para abrir el carro— la próxima vez que salga de bañarme te grabare. yo mentiroso no soy.
—¿Disculpa? l—o mire indignada— Ya me has mentido dos veces.
—Pero fue por una buena causa —se apresuró a decir.
—Sí claro, una buena causa —repetí con sarcasmo.
—Sí, ¿O acaso quieres morir? —cuestiono.
—Vuelves a mencionar la muerte y tendrás que conseguir tu propio departamento.
Cuando le dije eso, me di cuenta que él había comprado un auto, así que podía alquilar su departamento, pero esa conversación quedaría para después.
—Uy —belcebú hizo como si cerrara su boca con un candado imaginario— no volveré a decir eso.
Me subí al auto para recostarme contra la ventana, al alcohol estaba haciendo efecto.
—Sabes ángel, siento que te quiero.
Escuche eso a lo lejos, como si yo estuviera bajo el agua.
—Yo...yo no —sentencie antes de caer en los brazos de Orfeo.
—Sé que sí, acabas de sonreír.
¡Hi, aqui Ale!
Me divertí y emocione escribiendo este capítulo, espero y les guste.
Estoy trabajando en "¿Cómo enamorar a Laia?" Para corregirlo y traerles una nueva versión, así que con escribir, corregir y el colegio estoy acabada.
¡No se olviden de darle amor a la historia votando y comentando!
Los quiere
Ale🕯
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