Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 3

Es tanto el tiempo sin asistente que aprendí a conocer el sitio de trabajo, de las mujeres con quien debería pasar el 50% del día. Era precisamente ese tiempo el que se convertiría en mi mayor tormento. Ser cortes en algunas ocasiones era mal interpretado, la que no se lanzaba hacia correr en la empresa historias sobre idilios nuestros.

Algunos de ellos llegaban a Ainice (cuando era mi novia) y para evitar conflictos acaba por despedir a la chica. Otras sencillamente no soportaban la carga laboral o mis exigencias. Como fuera, la que más a durado a mi lado lo hizo por tres meses, las otras un mes o menos.

—Le mostraré las instalaciones de este piso —hablo guardando distancia.

Su comportamiento me recuerda al de un animal herido, cada que paso cerca de ella se encoje o retiene el aire. Que retrocediera al verme en pie, fue la primera alarma, ella era víctima de violencia yo mismo presencia una de ellas. En lo que siguió del recorrido, tuve especial cuidado de no rozarla o estar cerca.

—Lleva mucho tiempo trabajando en la destilería.

—Cuatro años.

—Se ve joven ¿Qué edad tiene? —son las típicas preguntas que todo jefe haría, espero no hacerla sentir incomoda.

—Veinticuatro, empecé a estudiar muy joven y papá era muy estricto con aquello de las notas —la llevo al sitio de descanso y me detengo en la puerta.—es amigo de Robert, por él conseguí el empleo.

Afirmo y me hago a un lado, dándole espacio a ella. Cuando pasa por mi lado, siento el dulce aroma a frutas de su perfume y mi piel se eriza de una manera extraña. Entra mirando a todos lados con curiosidad, su nariz pequeña y labios rosados llaman poderosamente mi atención

¿Cuánto tiempo llevas sin sexo? Pareces un puto adolescente, me reprendo.

—En esta área puede preparar un café, té, calentar comida en caso que traiga de casa —empiezo a describir señalando cada cosa —hacer una siesta o simplemente hablar en privado por teléfono.

—¿Por qué solo un piso para usted? —su pregunta la hace mirándome de reojo sin alzar el rostro.

Esta ubicada a mi lado, teniendo cuidado en marcar distancia. Anteriormente en ese mismo piso funcionada el área contable. Cuando se agregaron las demás sedes a este, hubo que pasar esa área a un solo piso. Me escucha en silencio y asiente cada cierto tiempo.

—¿Tendré que viajar con usted?

—En algunas ocasiones, no siempre y será por corto tiempo. —guarda silencio siguiendo mis pasos al salir del sitio y entrar a los archivos. —creo que no es necesario decir que es este lugar —su sonrisa es genuina al ver los estantes repletos de carpetas, encima de cada uno los años y meses.

—Lo mismo para los demás según pude leer al entrar —afirmo saliendo y mostrando las placas en cada habitación.

Me sigue a pocos pasos con una libreta en una mano y un bolígrafo en otra. De vez en cuando anota algo de lo que digo o le muestro. No dejo de ver las marcas claras de dedos en su mano ¿Fue el hombre con el que la vi hablar el que le hizo eso? Aquel miserable que la golpeó contra la pared y el que no pude devolverle el favor por que Slade me detuvo.

—Área de copias y almacén. Usted es la encargada de enviar a presupuesto mes a mes lo que necesite, en base a lo que esté en existencia. Las direcciones, teléfonos, pisos de cada dependencia están en un archivo en el PC, llamado directorio y en una agenta con el mismo nombre que encontrara en su escritorio. Vayamos a su oficina.

—¿Hay cambios en los horarios? Necesito saberlo... —se apresura a decir y niego viéndola solo un instante.

—El mismo horario de todos los demás, en algunas ocasiones se extenderá o saldrá antes —confieso deteniendo mis pasos frente a su sitio de labores y tomando mi agenda personal.

¿Será su esposo? Ante esa pregunta y entregándole la agenda aprovecho para ver sus dedos. La ausencia de anillo no es de ninguna manera que sea soltera. Laura Fletcher tuvo esposo desde los 15 años, aunque ese miserable no era digno de ese título.

—Esta agenda debe permanecer en su bolso y no ser mostrada a nadie más que a mi —recalco cada frase y la observo ver la cubierta en cuero negra. —Sólo usted y yo, tenemos acceso a este libro y a las llaves de este piso. La única persona distinta a los dos sería Slade, mi jefe de seguridad que ya tendré oportunidad de presentarle y sería solo si mi seguridad lo requiere.

—Entendido —responde en un hilo de vos.

—¿Alguna pregunta?

Toma la agenda y la deja en el escritorio, abre el bolso sacando un manojo de llaves y una en solitario con un juguete en forma de caballo como llavero. Vigila de reojo mis movimientos, lo sé porque cada que me muevo o hago algún gesto ella retrocede o se exalta.

—Son las llaves de la bodega —empieza a decir y alza el rostro enfrentándome por primera vez desde que iniciamos el recorrido.

Tiene los ojos verdes, bastante claros que al reflejarse la luz adquieren tonos grises. Pasa saliva y humedece sus labios nerviosa, ese gesto ocasiona en mi pecho cierto placer.

Nunca he sido tan conscientes de la soledad y tristeza en un ser humano como lo percibo en Cara Murphy. Jamás he tenido deseos de protección por una desconocida como con ella. Baja el rostro al notar que la veo fijo y sonrió al ver que se ha sonrojado.

—Se lo dará a Robert mañana —comento intentando que mi tono de voz no salga ronco pues no deseo asustarla.

Avanza hacia el escritorio abre uno de los cajones y mira en su interior. Una vez se incorpora descubre que observo el gesto curioso y se encoje de hombros.

—No me llevo las llaves de la bodega, no me gusta tentar al diablo. —aclara —por lo general la dejo en el escritorio de la bodega y solo me llevo esta.

—¿Cómo tentar al diablo?

—Papá tiene cierta inclinación a la bebida —se apresura a decir y afirmo.

¿Seria su padre el hombre? De serlo, el hombre la tuvo bastante joven, pues aun esta en sus papeles.

—Pienso que usted debería tenerlas. Total, no creo que regrese.

—Si es lo que desea —comento recibiendo el juego de llaves.

Alza el llavero hacia mí y la escucho decir que no se trajo sus cosas. Robert había prometido traerlas, pero le sería imposible sin la llave de su escritorio. Solo cuando se sienta y se abstrae, me doy cuenta que habla con sigo misma. Ella ha levantado un muro extraño sentada en ese escritorio y dando un orden distinto a todo cuanto hay encima de él.

—La dejo instalarse —digo, pero ella esta ajena a todo.

—Su padre tiene cierta debilidad por el alcohol y a Cara Murphy, no se le ocurrió un mejor lugar en donde trabajar si no en una destilería... Eres muy coherente Cara.

Me cruzo de brazos apoyando mi cuerpo en uno de los muros divertido por su sermón. Soy un intruso en su mundo, pero me resulta atrayente el color de su cabello, mismo que cae en su rostro cubriendo parte de este y lo lanza hacia atrás de un manotazo molesta. Tiene pecas en su pequeña y respingada nariz, al igual que en sus pómulos. Su piel rosada similar a la porcelana luce perfecto con el color rojizo de su cabello que cae en hondas hasta su cintura.

Su padre le gusta un poco más de lo normal. Mi yo antes de escuchar esa conversación entre mamá y tía Veruzka me diría que un padre no maltrata de esa manera a su hija. Después de ese día supe que son capaces de cualquier cosa, el alcohol hacía cualquier cosa posible.

Hasta los actos más atroces.

Doy un paso lejos del muro y regreso a mi oficina, desde mi escritorio puedo verla sacar todo el contenido de su sitio y ver cada cosa con ojo clínico.

En las horas que siguen, descubro, ella no sólo tiene marcas en su brazo, también en su cuello y niego sin poder creer que alguien desee hacerle daño a una ser tan hermoso.

La iluminación en mi móvil que reposa justo frente a un portarretratos me hace verlo. La luz ilumina la foto de mis padres el día de su boda. Cometí el error de acostarme con Ainice, tras nuestra ruptura en un par de ocasiones y tras coincidir en varias oportunidades en las ciudades. Ya no en el plano de novios, le dejé claro no había posibilidad de algo serio.

Solo fue un par de ocasiones, las suficientes para hacerle creer que aun la amaba. No he hablado con ella en mas de un año, no le contesto el móvil, ni mensajes, la he dejado esperando.

Nada de eso ha dado resultado.

El móvil se ilumina una y otra vez siendo en todas las ocasiones ignorado por mí. Me abstraigo en los inventarios antiguos, comparando entradas y salidas, ventas y existencias en bodegas. No hay manera de seguir sin el inventario actual, al caer la tarde me doy cuenta de ello.

La hora en mi reloj dan las cinco de la tarde cuando doy por terminado mi día. Estresado ante la idea que hay un ladrón dentro del grupo. Recojo el saco contemplando a la mujer que detrás del ordenador mira la pantalla con rostro preocupado. Está tanto su estado distraído que no nota mi presencia y de nuevo esa sensación de ser un intruso en su mundo.

—Señorita Murphy —la llamo y alza el rostro en mi dirección y puedo ver la preocupación en su rostro —¿Todo bien?

—Si. ¿Necesita algo señor?

Ese si no acaba de convencerme y aunque es demasiado pronto para que confíe en mí, me enoja que no diga que le pasa. Mirando su brazo le digo que ha terminado el día y que debe pasar por personal para el cambio de contrato.

—Puede irse a casa después. Que tenga buenas noches. —termino de decirle dando media vuelta ya.

—Lo mismo señor —afirmo caminando hacia el ascensor.

Dentro de la caja metálica me llega un mensaje de Isabella, que leo con una media sonrisa, misma que de borra al leer el contenido.

"Se supone es una sorpresa. Tus padres van en camino por motivo de tu cumpleaños. No me preguntes como lo sé, pero Ainice tuvo la misma idea que ellos. Es decir, festejar tu cumpleaños desde hoy. Esta en tu habitación negligé negro. Te quiere Isabella. "

—¡Maldita sea! —exploto dando un puño al ascensor y está vez si levanto la llamada a Ainice pues no cesa de llamarme.

—¿Te demoras?

—¿Que mierdas haces en el faro Ainice? —interrumpo saliendo del ascensor y yendo directo al auto.Con ese comentario enciendo el auto y me adentro en la vía.

—Soy tu novia cielo...

—Tú y yo... —inspiro fuerte con la vista fija en la vía colgando la llamada.

Ella no va a entender con palabras bonitas, además que tengo la culpa. ¿Para qué cojones me seguí acostando con ella? Ahora está en el mismo lugar que mamá y Laura no es delicada con ella. No lo fue antes, menos ahora que sabe la verdad.

El camino a casa es con más estrés, acabaré loco entre el inventario que no llega, las cifras que no concuerdan, la nueva asistente y Ainice. Mi hogar está a hora y media de la ciudad, en la cima de un risco, sin vecinos, periodistas, chismes y con el mejor de los paisajes.

Mar, cielo, verde y más mar se mezclan de manera conjunta y única. En blanco y gris con escalones para llegar al mar, de dos plantas y más de diez habitaciones todas ellas habitables.

El que ha sido mi hogar por tres años es mi paraíso secreto. Hasta hace un par de horas, solo mi familia tenía acceso a ese lugar. Como siempre, la mujer que en algún momento creí sería mi esposa lo ha jodido.

Decido marcar a Slade antes que nada y me contesta al primer tono.

—¿Quién la dejó entrar? —es lo primero que pregunto.

—Amenazó con despedirlos si no lo hacían, mostró fotos de ustedes en sitios públicos, páginas sociales. —resoplo enfadado al escucharle decir tamaña estupidez —no has logrado alejarla ¿Cómo pretendes que haga tu trabajo sucio?

—Te pago para evitarme estos "Incidentes" Slade—le recuerdo.

—¿Qué quieres que haga ?

Mi mano sostiene con fuerza el volante, estoy bastante lejos de mi sitio de morada ¿Cómo dio con ese lugar? ¿Quién carajos le ha dado esa ubicación?

—Lánzala del risco, del faro, por una ventana al mar, tírala al retrete y hala de la cadena... Lo que se te de la maldita gana Slade, pero sácala de mi habitación y de la casa antes que mi madre llegue. —inspiro fuerte controlando los deseos asesinos al ver a mi hombre de confianza burlarse de mi y del problema en el que estoy metido.

No es un problema real, porque seria la mejor manera que ella entienda lo nuestro se acabó. Ella se encargó de matar el poco amor que le tenia cuando tras cada separación corría a los brazos de su ex.

—Ha asegurado no se irá porque ambos tienen que enfrentar a la señora Laura.

¡Hágame el bendito favor!

Ella se cree con autoridad para enfrentar a mi madre.

(...)

Me bajo del auto con la tranquilidad que me da, mi madre aun no ha llegado. Están de compras en Dublín, han decidido traer todo para efectos de la velada del día anterior. Han llegado con Gianni, Maissa, papá y el pequeño Giacomo.

—¿Cómo se enteró Isabella? —pregunto a Slade.

—Yo se lo dije y solo porque creí ella podría convencerla de salir de casa.

—¿Imagino no resultó? —niega en silencio e inspiro todo el aire que puedo.

—Solo logró que se vistiera y te esperara en la sala.

Isabella tiene esa particularidad de hacer amigos en todos lados y con Slade no fue la excepción. Es extraño que Gadien no le haga escenas de celos y hasta le divierta las locuras de su esposa quien ha insistido un día de estos se lanzara al mar desde el sitio mas alto del faro.

Recibiendo los pormenores de la entrada de Ainice a mi casa la veo salir (vestida por fortuna) y cruzarse de brazos en la entrada de la casa.

—Tienes veinte minutos para sacarla —comenta Slade mirando el móvil —tu hermano no ha podido hacer más por ti.

Afirmo caminando hacia ella, no hay manera de evitarle a mi madre este conflicto. Decido enfrentar mi error tal cual ella me lo ha enseñado y me instalo frente a ella.

—Creo que no darte el lugar de mi hogar debió ser suficiente para ti —empiezo a decir —no eres bienvenida en mi casa Ainice, este sitio es únicamente para mi familia.

—Seré tu esposa, soy tu novia Guido...

La mujer que tengo frente a mí me resulta extraña y lejana de la adolescente que conquistó mi corazón. Esta demasiado maquillada, vestida y muy distinguida ¿Es nuevo ese aire de superioridad al ver a mis hombres? Es probable que no, que vea sus defectos es un claro indicativo que no la amo.

—No somos nada Ainice. —corrijo—No volveré a pedirte matrimonio quedó claro cuando recibí la joya familiar—controlo las ganas de arrastrarla hasta el auto y pedirles a mis hombres que la saquen de allí.

Yo le di el poder que hoy cree tener al tener sexo con ella. Solo han sido un par de ocasiones y solo cuando coincidimos en alguna ciudad, ni siquiera es en Escocia o Irlanda.

—Permíteme demostrarte que te amo, de luchar por ti —inspiro sacudiéndome de su caricia y aprieta las manos ante mi rechazo —¿Crees que no sé, es por tu mamá que me has dejado?

Su acusación me obliga a verla y alejar la vista de los autos que empiezan a entrar a la zona. Mi madre a llegado, solo espero que esto no acabe mal.

—Reprueba mi profesión, porque para ella es indigna —habla en voz alta mirando por encima de mi —¿No era ella una repostera?

—Cuidado con lo que dices—le advierto—puedes decirme lo que se te la gana a mí, acepto que no debí darte esperanzas.... Pero mi madre no tiene que ver.

—A tu madre no le gusto, no le caigo bien, no estoy a su altura —reclama ya en medio del llanto —se que me quieres Guido ¿Por qué debemos separarnos? ¿Por qué mi profesión? Puedo dejarla, solo debes decirlo...

—Ainice, si es verdad que alguna vez me has querido te ruego por favor te alejes de este lugar...

—¿Estuvo casada con el hombre que mató al padre de su esposo y mi carrera es indigna? Ocultó información importante que soltó cómodamente cuando "lo recordó" y ¿Se atreve a señalarme?

Su llanto va en aumento, al mismo nivel que mi ira al escucharla despotricar contra mi madre. Ella a escogido la peor de las defensas. Solo tengo hoy día a mis 33 años una debilidad.

Laura Doyle. Estoy dispuesto a ir al mismo infierno por ella. Sus ojos azules adquieren un tono oscuro al señalar a mi madre quien ignorándola entra a la casa saliendo minutos después con un bolso lujoso que lanza en mitad del jardín.

—¿Negaras que terminabas con mi hijo para estar en brazos de tu ex? —la enfrenta y giro brusco pidiendo que se calme, pero es imposible —Estas aquí rogándole porque te ha dejado... se regodeó con tu fama y hoy que ya estas en el declive regresas a buscar a mi hijo, al que usas y tiras ¡Como se te da la gana! ¿Qué esperas que te diga Ainice? ¿Gracias por hacer de mi hijo el cuernudo del año en Escocia?

Cierro los ojos porque no quería que esto llegara a estos extremos. Ella debería entender que mis negativas de verla hacen más de un año era el final. La dejé plantada en varias ocasiones y eso hasta donde se es la peor ofensa.

—Jamás te he sido infiel ella solo desea vernos separados....

—Ainice, ya no importa... te lo aseguro. Esto se acabó hace años y lo sabes.

Es verdad, no duele lo que debería. Mi vida ya no gira entorno a hacerla feliz, mis prioridades han cambiado y me han transformado en un ser diferente, pleno y feliz.

Gianni y su familia están dentro, mi padre al lado de su esposa controlando que no se lance sobre Ainice. Me alejo varios pasos hasta quedar al lado de mis padres y les indico a seguridad sacarla.

—Le voy a demostrar cuan equivocada esta señora y todo lo injusto que han sido conmigo —recalca señalando a cada uno hasta que su dedo recae en mi —no pienso alejarme porque te amo y sé que tú a mí.


Si esto es una pesadilla, que alguien por favor me despierte. Por fortuna da media vuelta recoje el bolso y se sacude del agarre de Slade quien la escolta hacia un auto.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro