Capítulo 14
Paris, Francia
Dos meses después...
Guido
Solo pude posponerlo dos meses, en espera que ella se recuperara del todo, pero no fue posible. El golpe recibido por el daño a su apartamento la deprimió logrando que recayera.
En búsqueda de respuestas, y creyendo que el objeto a buscar era la llave dejada por su padre, decidió abrirla. Nada más lejos de la verdad, en ella, sólo encontró la realidad sobre su padre, algo de lo que yo ya tenía idea.
No se extrañó al saber quiénes eran sus abuelos, estos habían muerto tres años atrás y (la herencia había sido entregada a una tía de Julius) o que su madre vivía en la misma ciudad. Según sus palabras, para ella su única familia era su padre y eso no lo iba a cambiar ningún documento.
Lo que, si le extrañó, fue que su padre no fuera militar o que recibiera media pensión por invalidez. Su padre había estudiado desde pequeño en una escuela militar. En pocas ocasiones estaba con su padre y siendo golpeado por ambos constantemente.
Julius Murphy no podía ser un buen padre, ya que no tuvo un modelo de uno a quien seguir. Aprendió todo lo que sabía a los golpes y transmitió eso mismo a su hija. Nunca recibió un abrazo, no tiene registros de ser besado u abrazado.
En búsqueda de aprobación por parte de su estricto padre, se esforzaba en los estudios. Los básicos los acabó a temprana edad y fue enviado a la escuela de derecho, promediaba a el segundo año allí cuando conoció a la madre de Cara, de quien asegura creyó enamorarse perdidamente. La libertad que sentía con ella, le hizo creer que era amor y hoy día tiene sus dudas.
La presentó a su padre a quien desde el primer día les disgustó la diferencia de edad y lo "Interesada" que se veía desde el primer momento en la fortuna y negocio familiar.
La sentencia llegaría cuando se enteró que estaban esperando un bebé. Confiado en que la mujer se alejaría al desheredar a su hijo lo hizo. La negativa de Deidre Fleming de seguir el embarazo obligó al chico a querer casarse. Era según sus palabras su única salida para salvar a su hija y que su padre notara que su relación era sería.
Lo que siguió después es una crónica de un matrimonio disfuncional, con una mujer amargada por no obtener lo que quería y un chico inmaduro incapaz de aceptar la derrota. Entregó lo poco que tenía para que le entregaran a la niña, creyendo que con ello la mujer volvería alguna vez, pero no fue asi.
En cuanto al supuesto dinero recibido por el ejército... era el enviado por la tía que heredó toda la fortuna, misma que dejó de cobrar cuando Cara empezó a trabajar y le dejó a su hija un poder para disponer de esa cuenta.
No lo quiso y regresó todo lo encontrado al casillero, me entrego las llaves asegurando que su padre necesitaría más de eso que ella. Todo eso, sin saber si quiera el valor de lo entregado. Al final el detalle del asalto llegó.
No era fácil viajar dejando a Cara tan delicada y vulnerable, pero no tenía opción. He llegado hace una semana, el tiempo a durar en cada ciudad fue estipulado de diez días, eso me daba un promedio 33 días restantes para llegar a casa.
—Estoy bien no te preocupes por mi —la escucho decir —todos me tratan bien y Larissa me ha prometido en dos meses me entrega el apartamento.
—¿Fuiste al doctor? —insisto viendo el reloj y la sala de juntas vacía.
—Si, ya me dio de alta, puedo regresar a trabajar. También a la policía y no hay nada hasta ahora, no existen un Jethro y Nicole...
No me extraña que no existan esos nombres y tampoco quedaron registrados en cámara, las del viejo edificio solo estaban para espantar a ladrones y en los locales a su alrededor las evadieron. Conocían el área y el sitio de cada cámara a esa conclusión llegó Slade.
No existía un motivo para destruir su hogar de esta manera y para dañar los pocos recuerdos que tenia de su padre. No había nada que robar, la llave que me había entregado solo contenía el nombre de sus abuelos y quien era su madre.
Solo el diario de ella y la única foto que tenía de su padre sonriendo al lado de unos amigos. Bastante estúpido era, que de todo cuanto había esa chica se llevara solo eso.
—¿Y tú como estas?
—Extrañándote...
Su risa debería ser suficiente para que mi frustración baje, pero no es asi. La presencia del primer grupo me obliga a colgar no sin antes decirle que la extraño y escuchar ese yo también que me alienta a terminar mi viaje.
—Perdón por hacerlo esperar.
—Acabo de llegar.
Jolie Fleury, y los juristas amigos de mi hermano en Estambul y aquellos tipos locos que se adentraron con él en cuanto pueblo le decían la habían visto se sientan frente a mí. Bajo el lema de "los amigos de mis amigos, serán también los míos" y con una deuda de gratitud que no se puede pagar con dinero los escucho.
Los abogados han pasado a Paris, en búsqueda de unir fuerzas para lograr que Edimburgo suelte los embarques. La antigua enemiga de Louise ocupa el mismo puesto de todos estos días y sede la palabra a los abogados.
—Esto son los registros reales de lo que llegó y lo enviado—Bora me entrega un folio que tomo sin ver —Su asistente hizo este trabajo extraoficial, aquí tiene el dato certificado por aduanas.
—El Embarque robado era el 60% nuestro, por lo que entenderá las bajas en las ventas —sigue Ahmed.
—Edimburgo no soltará una caja, hasta que no corroboré lo que han enviado —empiezo a decirles —antes de Robert, partíamos sobre la base en la buena fe y lo excelente empleado. Confiábamos en los datos enviados por medio digital y no lo corroborábamos.
—Eso nos pone en desventaja —habla por primera vez Candan la persona a cargo en Estambul y mira a la señorita Fleury.
—El abogado tiene razón...
—Candan —corrige mirando fijamente a la mujer y noto la tensión entre ambos.
—El señor Candan tiene razón — sigue diciendo arqueando una ceja irónica hacia el abogado —nos exigen cierto grado de rentabilidad, pero ello no será posible si no hay desembarcos. Como se lo demostré tenemos pedidos atrasados y clientes que amenazan con irse a otro lugar si no se cumple.
—Los Le Blanc —le recuerdo.
—La mejor cadena de restaurante de la ciudad—corrige —que su pasado no lo opaque señor Doyle —insiste y admiro la vehemencia con la que defiende su puesto.
¿Por qué es no ganó? Me preguntó si su pasado con Louise y los gemelos tuvo que ver...
—Puedo entender todo lo que ha pasado, solo espero lo tengan en cuenta en función de rentabilidad y ventas al final de año.
—Le aseguro que sí. —Candan tiene su cuerpo tenso y no parece bajar la guardia —sé que no es justo para sus puertos, pero no escribí las reglas, las hago obedecer.
—El Custodio es un hombre exigente y desconfiado. Esperamos la investigación arroje el resto de culpables.
—Lejos de Estambul.
—Y Paris, que no rueden cabezas solo por cumplir. —la señorita Fleury sonríe y le imito.
Gino tiene su fama, una que se ha creado desde hace doce años cuando ocupó el cargo. Sin embargo, no le considero un tipo injusto y es claro de este lado del telón solo hay víctimas.
—¿Espero no sea necesario dejar lo dicho aquí por escrito? —pregunto dos horas después dando por terminado la reunión a lo que los tres niegan.
—Con su sola palabra basta...—con esas últimas palabras doy por terminado mi día.
Salgo del edificio y niego a Slade quien me abre las puertas del auto. Necesito caminar, respirar aire puro y encontrarme a mí mismo. Por algunas horas me veo caminando sin rumbo.
El peso de los recuerdos de esta ciudad me agobia y acabo sentado en aquella banca con la imagen de la torre Eiffel detrás de mí. Me río ante lo estúpido que fui en aquella época, agradarla de todas las maneras posibles y quererla a mi lado casi que a cualquier precio.
Apoyo todo mi cuerpo en la banca y los recuerdos se agolpan en mi mente. Me parece estarle escuchando.
Flashback
—¿Ya? —pregunta ansiosa.
—Aun no, ya casi.
Algunos turistas se quedan viéndonos con curiosidad y otros simplemente pasan por nuestro lado indiferente. La gran mayoría debe estar acostumbrado a ver a las parejas pedir matrimonio cerca de la torre Eiffel.
—Te he demostrado que confío en ti.
—Ajam...
Se ha subido a un vuelo privado sin ver o saber a dónde nos dirigíamos. Se bajo con los ojos vendados y a esperado paciente por más de una hora.
Si, no hay dudas que confía en mí y que es la mujer indicada. Sonrío a los padres de Louise, los encargados de organizar la velada y ambos me muestran su dedo pulgar. Me señalan al mesero a pocos pasos con el champagne en sus manos y en espera de indicaciones y sonrío.
Su cuerpo va pegado a mí y se sostiene de mis manos mientras avanza. Algunos hombres se la han quedado viendo al reconocerla y yo puedo decir con orgullo ¡Es mía!
—A la una, a las dos y .... —descubro el pañuelo con esto último y la sonrisa que la ha acompañado por largo tiempo se borra, en cambio hay una mirada aburrida a su alrededor.
—La mesa es perfecta, la bebida y sé que la comida esta deliciosa, pero .... ¿No tuviste algo mejor? no tienes idea de todas las veces que he estado aquí Guido en una mesa parecida y fingiendo recibir una joya...
Mi sonrisa se esfumó con esas palabras y al escuchar nombrar a todas las joyerías a las que ha hecho innumerables fotos.
Fin del flashback
Dos manos que cubren mis ojos me traen de vuelta a la realidad. Con la duda de quien puede ser alejo las dos manos y las veo un instante antes de ver a su dueña. Los largos dedos rosados, uñas cortas y manicura trasparente tienen una sola identificación.
—Cara —susurro.
Se aleja de mis manos, rodea la banca en la que estoy sentado y lejos de sentarse a mi lado se arrodilla fingiendo darme un anillo. Ella tiene un anillo artesanal en madera según lo puedo ver desde donde estoy.
—Siempre quise hacer esto —comenta orgullosa y niego divertido observando sus ademanes exagerados.
—En mis tiempos el hombre era el que pedía matrimonio...
—Los tiempos han cambiado y las mujeres tenemos el poder —aprieta los labios y alza sus dos brazos fingiendo sacar músculos.
Viste un traje rosa, con pequeñas flores azules, no tiene maquillaje y no lo necesita pues sus mejillas están rosadas, sus labios rojos y jugosos. Me pongo en pie y hago que ella lo haga para alzarla en brazos. Sin poder creer que este allí conmigo, justo en el momento que más le necesito.
—¿A quién debo agradecer? —pregunto alejándome un poco para verla mejor y señala detrás de ella,
—A Slade. Hubieras entrando al carro la sorpresa seria allí.
—Lo tendré en cuenta —comento acercando mi rostro al suyo —acepto ser se novio señorita Murphy o su esclavo, de usted depende.
Y mientras uno esperan que llegue el momento perfecto, otros toman el momento y lo hacen perfecto.
Narrador
Su esquema de seguridad había cambiado, su misma familia era la encargada de cuidarle. Ainice le había seguido desde que salió del hotel, había esperado pacientemente y creyó ver el momento perfecto cuando decidió caminar.
No pudo seguirle a pie, pues descubrió que su seguridad le seguía a pocos pasos a pie y el auto igual. Guido Doyle tenía casi que el mismo nivel de seguridad del custodio, el respeto y hasta el mismo cariño.
Algo dentro de ella se estrujo al verlo sentarse en aquella banca. Había cometido muchos errores, alguno de ellos para no perderlo, subestimar el esfuerzo cometido por él en esa ocasión fue una de ellas. No era lo mismo fingir una toma para una joyería a ser protagonista real de una pedida de mano.
No obstante, sabe que el que esté allí es una muestra que aun siente algo por ella y que no todo este perdido. Es el mejor lugar para pedir perdón, en el sitio en donde empezó a perderlo.
Confiada sale a la luz y empieza a caminar, pero se detiene al ver a Slade y a la chica que le acompaña. Cabello escandalosamente rojo, no rizado, liso que no se molesta en recoger. Un vestido simple, de esos de baratas en los grandes almacenes, sin maquillaje y zapatos deportivos finalizan el outfit de la que según Joel es su rival.
—¡Que insignificante es! —comenta sonriendo y dispuesta a pedir que los deje solos, sigue avanzando.
No se molesta por ella allí, ni siquiera cuando la ve caminar con sigilo o cubrir su rostro. La alerta más grande fue al verle alejar la mano y sonreír llamándola "Cara", reírse a carcajadas y mirarla con ternura cuando ella hace el ridículo arrodillándose ante él. Esta tan abstraído con la mujer y el ridículo que está haciendo que no nota su presencia.
—¡Esto no puede estar sucediendo! —habla perdiendo los estribos.
Su presencia es descubierta por Slade quien se burla de ella sin disimulo. Solo es un cambio de planes, es cuestión de esforzarse un poco más. insiste en que de ninguna manera esa chica es un rival.
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