Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 92

 Jamal estaba completamente ebrio y se afirmaba en un árbol. Amelia había traído al caballo y un par de hombres se acercaron para ayudarla a subir al caballo a su esposo, refiriéndose a Jamal, a lo cual estaba muy agradecida, pero su amigo no ayudaba.

— Amelia, este viejo estúpido, cree que soy tu esposo — carcajeaba Jamal apuntando al hombre.

— Cállate, necesito que me ayuden a llevarte, así que súbete al caballo — susurraba Amelia.

Jamal con mucho esfuerzo se sube al caballo, pero su cuerpo se ladeaba a un costado.

— Quiero que sepan, que si esta mujer fuera mi esposa... ya le habría dado veinte hijos — dice Jamal a aquellos hombres, con la seguridad que le daba la embriaguez.

— YA CÁLLATE JAMAL — grita Amelia sin paciencia

— No te enojes conmigo, tú no te enojes, todos me odian... no me odies tú, por favor — decía Jamal realmente triste, prácticamente suplicante.

Ya Jamal no controlaba lo que decía o lo que hacía, sus emociones estaban extremas, por momentos se reía, luego enfurecía para finalmente deprimirse y nuevamente reiniciar el ciclo.

Los varones ayudaron a Amelia a subir al caballo junto con Jamal para marcharse, mientras los que le veían, se reían de la ridícula escena.

Amelia realmente lo estaba pasando mal, Jamal recargaba todo el peso de su cuerpo sobre su espalda, mientras reía y cantaba una canción en árabe. Luego de un rato, ella también comienza a reír, ya que Jamal cantaba muy desafinado y eructaba cada tanto.

Cuando pasan por el camino donde estaba el caballo muerto, Jamal vuelve a carcajear.

— Su caballo lo va a matar algún día

— Si Jamal... ya lo dijiste

Amelia solo asentía lo que le decía su amigo, puesto que estaba segura de que él estaba divagando y realmente no estaba consciente de lo que decía.

— Cuando Víctor muera, te haré mi esposa — decía Jamal con la cabeza apoyada en el hombro de Amelia.

— Gracias por tu propuesta

— Para que esperar... hagamos el amor aquí

— No creo que sea conveniente — responde de manera cansada Amelia.

La risa de Jamal desaparece y es cambiada
por preocupación.

— No le digas a Víctor que te dije eso... yo le quiero mucho.

— Está bien

— Pero te puedo besar, si tú quieres

— Basta Jamal

— No pienses mal de mí... yo te respeto porque eres la esposa de mi amigo

— Ya lo sé

— Pero si no lo fueras... iría todas las noches a tu habitación — nuevamente Jamal pasa de la risa a la preocupación — a ti no podría hacerte eso, al menos que tú lo quieras ¿Quieres?

Para Amelia era agotador tratar con un borracho, y ya prefería no contestarle. Ahora entendía tan bien por qué las mujeres que tenían un esposo adicto a la bebida, los golpeaban en casa al llegar en esas condiciones.

Jamal volvía a cantar y lanzar maldiciones, por momentos se dormía en el hombro de Amelia y se despertaba con un sobresalto y comenzaba a gritar en árabe como si estuviera riñendo con alguien invisible.

— Amelia... quiero orinar...

— Jamal, nos falta poco para llegar

— Amelia — volvía a llamarla.

— ¿Qué?

— Quiero orinar

— Jamal... no te puedo bajar aquí, aguanta un poco, que la casa está cerca.

— Aguanto... te pareces a mamá ¿Quieres ser mi madre?

— Lo pensaré

— Amelia

— ¡¿QUE QUIERES?! — Amelia lanza un resoplido de furia.

— ¿Sabes a quién te pareces?

— A tu madre, que ya me lo dijiste

— Quiero orinar mamá

— ¡¡Oh maldición este hombre!!

Diciendo esto, Jamal deja de hablar y pasado unos segundos comienza a reír muy divertido.

— Ahora, ¿por qué te ríes?... Jamal... ¿Jamal?

Amelia no recibe respuesta, solo las risitas que daba su amigo en su espalda. Al poco rato, Amelia entiende por qué Jamal está riendo al sentir en su espalda baja algo cálido y húmedo.

— ¡AY NOOO!... PERO QUE ASCO

Pasado unos minutos llegaron a la mansión, y Amelia tuvo que hacer gala de todas sus fuerzas para bajar a Jamal del caballo, pero era un títere de lo que alguna vez fue un hombre, quien diría que este era el galán que tantas mujeres deseaban, ahora verlo de esa manera daba vergüenza. Amelia maldecía su suerte por tener que cargar con él para llevarlo a su habitación, mañana le daría una reprimenda.

Amelia ya había logrado llevar a Jamal hasta la habitación, y este estaba intentando quitarse sus pantalones torpemente.

— ¡Ay!... deja eso — le regaña Amelia enojada.

— Pero están mojados — Jamal seguía tratando de quitarse los pantalones.

— Te dije que dejes eso. Ay, Dios mío, dame paciencia

Ella lo toma de un brazo para lanzarlo en la cama.

— Tienes muy mal carácter para ser tan linda

Amelia trataba de quitarle las botas para arroparlo, pero siente que Jamal le estaba acariciando el trasero.

— ¡YA BASTA CON ESO!

— Amelia, que sucia... te has orinado el vestido

— Eso me lo hiciste tú

— Eso no es verdad

Amelia le quita la última bota y lo arropa con las sábanas para que pueda dormir

— Duerme conmigo, ¿Sí?

— Si claro... voy a ver afuera si los cerdos están volando y vuelvo

— Sí, enciérralos para que no escapen... te esperaré aquí

Amelia sale de la habitación y cierra la puerta. Estaba completamente agotada, al menos no estaba Perla ahí para decirle un "Te lo advertí".

Como cotidianamente ocurría por las mañanas, la rutina en la mansión Fortunato iniciaba y todo se mantenía tranquilo por los largos pasillos que daban a las habitaciones. Jamal abre los ojos ante aquel silencio, la luz del día le molestaba y le dolía la cabeza. No recordaba que había pasado la noche anterior, solo que había estado jugando con unos hombres a las vencidas y un juego de puntería para lanzar unas monedas, además de Amelia que le decía que deje de beber... "¡Ah! El maldito licor de manzana", ahora tenía un gusto amargo en la boca.

— ¿AMELIA? — Jamal se sobresalta al recordar a su amiga y se sienta en la cama rápidamente, eso fue muy malo, ya que el dolor de cabeza se le incrementó y cierra los ojos por el dolor. Nuevamente abre los ojos y mira su alrededor, estaba en la casa de sus amigos, eso quiere decir que Amelia debió haberlo llevado anoche, probablemente con Perla, pero tenía que asegurarse de que ambas estaban bien.

Jamal trata de levantarse y se da cuenta de que estaba vestido con las mismas ropas de ayer, alguien le había sacado las botas para subir a la cama, posa su mano para acomodarse en el colchón y siente algo baboso en la almohada, era vómito, también estaba en el suelo al borde de la cama, probablemente vomitó mientras dormía.

Jamal tenía tanto asco, además olía mal... era primera vez que había perdido la compostura de esa forma y lo que era peor ¿Quién lo vio de esa manera? Estaba tan avergonzado que quería morir. Se levanta rápidamente para limpiar el suelo y quitar las sábanas de la cama, pero al verse nuevamente, descubre que sus pantalones, que estaban a punto de caer, estaban manchados de orina. Jamal ya no soportaba la vergüenza, si Amelia lo vio así ¿Qué pensará de él? Y ¿Qué hizo o dijo anoche?

El Ama de llaves toca a la puerta y habla desde afuera de la habitación.

— Señor, hemos traído el desayuno

Jamal corre a la puerta y le hecha llave para impedir que entren en la habitación y vean el desastre.

— No es necesario, bajaré a desayunar

— La señora Amelia pidió que le preparen en baño de tina. Necesitamos entrar para sacar el agua de la bañera y cambiarla por agua caliente — insistía Carmen, quien hablaba a través de la puerta.

— ¿Dónde está Amelia?

— Abajo en el Jardín, desayunando.

— No se preocupen, necesitaré un cambio de sábanas, las dejaré en el cuarto de baño con mi ropa, y no se preocupen, usaré el agua que ya está en la tina para mi baño.

— Pero esa agua está fría

— Ya puede retirarse, gracias.

Carmen estaba sorprendida de que aquel hombre no les permitiera ingresar, además que se escuchaba notoriamente angustiado. Se da la vuelta y se marcha con la sirvienta que traía la bandeja con el desayuno.

Adentro de aquella habitación, Jamal abría las ventanas para que la peste saliera, sacaba las sábanas y limpiaba el piso de los rastros que dejó su contenido gástrico. Al terminar, ingresa en el cuarto de baño, y con mucha dificulta ingresa en la tina que tenía agua fría de su baño de ayer, frota con una esponja su piel, para quitar el hedor de su cuerpo. Finalmente, luego de salir de la tina, toma las sábanas, su ropa y comienza a lavarlas en la misma agua de la tina, para quitarle las manchas y ocultar los rastros de su delito.

Amelia estaba en la pérgola, leyendo la novela que la había cautivado. Ya había desayunado hace más de una hora, pero por lo que le dijo Carmen, decidió esperar ahí a Jamal que vendría a desayunar. No paso mucho más y Jamal llega rápidamente donde se encontraba ella, se sienta en la mesa algo nervioso, aún tenía el pelo mojado y desordenado. Por primera vez no sabía cómo hablarle a una mujer, estaba avergonzado y de seguro hizo cosas humillantes.

— Buenos días, ¿has dormido bien? — saluda Amelia sonriente, pero notaba a su amigo nervioso, ya que ni siquiera la miraba a la cara, esto provocó en ella una explosión de ternura, puesto que nunca lo vio así.

— Ah sí... bien — responde Jamal. Una sirvienta le trae un vaso con jugo de tomate y lo deja en frente de él — ¿Qué es esto?

— Un remedio que te ayudará con la resaca

Jamal le toma el olor, le da un pequeño sorbo y hace una expresión de asco.

— Sabe muy mal

— No lo saborees... solo trágalo de una vez

Jamal hace lo que dice, presionando fuertemente los ojos y conteniendo la arcada, tragándolo rápidamente y tosiendo al finalizar. Inmediatamente después, bebe un vaso de agua que estaba en la mesa y come una galleta para quitarse el mal sabor de boca.

Amelia ríe suavemente al ver la expresión de su amigo y continúa leyendo su libro. Pasado un minuto siente la mirada de Jamal en ella y gira la cabeza para verlo, puesto que estaba muy callado. Al cruzar miradas, inmediatamente, Jamal desvía la vista asustado y al tratar de tomar un frasco de mermelada de manera torpe, y lo voltea por el nerviosismo.

— Jamal... ¿Qué pasa?

Jamal da un suspiro, mira a las sirvientas que estaban de pie al servicio de la mesa, mira nuevamente a Amelia y le habla en voz baja.

— ¿Qué paso anoche?

Amelia le da órdenes a las sirvientas que estaban en el lugar para que se marchen, y al hacerlo, vuelve a mirar a su amigo riéndose.

— Ay Jamal, te dije que dejes de beber ese licor

— Perdón... ¿Me trajiste tú anoche?... te he hecho pasar un muy mal momento, estoy avergonzado

Amelia le contó con lujo de detalles todo lo que ocurrió la noche anterior, lo que hizo y lo que dijo y como se esforzó por llevarlo a la habitación. Jamal ocultaba su rostro en sus manos, apoyándose en la mesa, solo pedía disculpas con cada nueva cosa que le decía su amiga y las carcajadas que esta daba al contar ese relato.

— ja, ja, ja... y tratabas de quitar tu pantalón orinado... ja, ja, ja... me seguías llamando madre cuando me fui, te escuchaba desde afuera de la habitación...

— Por favor... dime que eso fue todo

— Sí, eso fue todo — Amelia secaba una lágrima que se escapaba por el esfuerzo en reír tanto.

— Me siento tan avergonzado, lo lamento tanto

— Ya pasó y ahora que lo pienso, fue una muy divertida historia de borrachos.

— No, no es divertido cuando tú eres el bufón

— No te angusties, realmente me siento como tu madre, cuidarte y tener que cargarte hasta tu cuna... ja, ja, ja

— Por favor... no le digas a nadie

— Claro que no... será nuestro secreto

— Otro más, ya te pedí que guardes el secreto de mi traslado a este país y ahora esto... creo que te he obligado a que seas mi confidente

— Bueno, para eso somos amigos...

Jamal recupera su buen humor y habla sonriente.

— Gracias Mamá

— De nada hijito... pero no lo vuelvas a hacer o te golpearé con la correa

Ambos reían ahora divertidos y nuevamente bromeaban. Mañana regresaría Víctor y ya estaban planeando que actividad divertida podrían hacer todos juntos.  

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro