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Capítulo 91

Amelia acompañó a Jamal para ver un terreno un poco alejado de la ciudad, era un espacio amplio y muy hermoso. Luego visitan una mansión que estaba cercano a la zona centro de la ciudad, el lugar era lindo, pero no tan grande.

— Jamal ¿Quieres comprar una mansión? ¿Por qué?

— Te lo diré a ti, pero no se lo comentes a Víctor. Quiero mudarme a este país y traer mi flota de barcos completa a sus puertos.

Amelia estaba gratamente sorprendida y sonríe muy feliz.

— Oh Jamal, eso es maravilloso. Pero ¿Por qué no quieres que se lo diga a Víctor?

— Tú mejor que yo, sabes que es muy obsesivo, si le digo que deseo mudarme aquí, preguntará todos los días para cuando será. Además, que estoy seguro de que no dejaría marcharme.

— Sí, tienes mucha razón. Eso quiere decir que ¿te gusta el país o es por qué son mejores las inversiones aquí?

— Ambas, y también es porque tengo muchos enemigos en Arabia, aquí solo tengo a tu suegro y creo que a Perla — ríe Jamal.

— Mi suegro es porque le hablas de manera provocadora a Celenia, y Perla no creo que sea tu enemiga, pero se debe a que eres provocador con todas las demás.

— Pero no es que lo quiera ser, yo soy seductor por naturaleza — volvía a reír Jamal.

— Conmigo no lo eres

Jamal sonríe y se acerca a Amelia.

— Mi querida Amelia, no sabía que estabas celosa, pero eso lo podemos solucionar.

— Jamal, eres nuestro amigo y en este tiempo que estás con nosotros te aprendí a conocer muy bien, así que no tienes que actuar conmigo. Pero es verdad que mi suegro no te perdonará fácilmente las ofensas.

— Bueno, él es un tema aparte, pero quiero confesarte algo.

— Sí, dime

— Eres la primera amiga real que tengo, me gusta tu compañía y no tengo dobles intenciones y sé que tú tampoco. Es muy grato poder hablarte despreocupadamente.

Amelia sonríe alegre.

— Gracias por decirlo, también te considero que eres un buen amigo.

— Y con respecto a los sitios, ¿Cuál te gusta más?

— Ninguno de los dos, el primero, queda muy lejos y está es pequeña. Espera un poco, existe una gran mansión cerca de aquí, su dueña está agonizando y no tiene herederos, estoy segura de que será rematada.

— Pero no estaré aquí para cuando eso ocurra

— Pero me tienes a mí, investigaré un poco más y si veo un mejor lugar te aviso.

— No me avises, solo cómpralo... dentro de poco deberé retornar a mi país natal, pero en un par de meses regresaré.

Ambos se organizaron esa mañana sobre los trámites que debían realizar y dineros que Jamal dejaría en el banco para la compra de su nueva casa a cargo de Amelia.

Quedaba poco para que Víctor regresará de su viaje. Amelia había formado una linda amistad con Jamal y esa noche quería llevarlo a una fiesta campesina que realizaban en la ciudad vecina. También llevaría a Perla, que sabía, le encantaban estas celebraciones y de esa manera hacer que sus amigos se lleven mejor.

Amelia y Jamal estaban en los establos buscando caballos para montar, puesto que no podían ir en un carruaje que llame la atención en una fiesta de gente humilde.

Jamal mira al caballo negro de Víctor luego de haber escogido al potro que lo llevaría.

— Tu marido debería dejar de montar a esta yegua, está a punto de morir por la vejez

— No seas cruel, él ama a ese caballo — decía Amelia ocultando una risita.

— Te lo digo, un día este caballo lo arrojará, es peligroso salir con un caballo tan viejo

Perla ingresa corriendo a los establos muy feliz, pero su expresión cambia cuando ve a Jamal.

— ¿Qué hace él aquí?

— Iremos con Jamal — informa Amelia.

— Pero pensé que iríamos solas para divertirnos las dos.

— Pero Perla, nunca iría a una fiesta sola sin compañía de un varón que nos proteja — comenta Amelia de manera alegre — siempre hemos ido con Víctor y ahora él no está, además que lo pasaremos muy bien todos juntos.

— Mi querida Perla, ¿Por qué tanto rencor? — pregunta Jamal con tono amable.

— No es rencor, es solo que fastidias a todos, solo has traído problemas a mis amigos. No te has dado cuanta que Amelia se tuvo que quedar aquí y no ir con su esposo, porque tú no te llevas bien con nadie y solo causas problemas — responde malhumorada Perla.

— Perla, no digas eso... solo quiero que pasemos un buen momento todos.

— ¿Acaso no es verdad? — pregunta Perla haciendo caso omiso a su amiga.

— Por favor Perla, busca un caballo para que nos marchemos — pide Amelia.

— No sé montar bien, llévame tú

— Pero yo tampoco sé hacerlo muy bien como para llevarte

— Te puedo llevar yo, aun con riesgo a que te ofendas — Jamal le estira la mano a Perla para ayudarla a montar, pero esta lo rechaza y se sube al caballo con Amelia.

Cabalgaron tranquilamente hasta la pequeña ciudad que estaba a las afueras de la Capital. Amelia y Jamal charlaban por el camino, pero Perla guardaba silencio, ya que estaba molesta por no haber ido sola con su amiga.

Jamal comienza a reír cuando al borde del camino ven a un caballo muerto.

— Mira Amelia, el caballo de tu esposo — señala Jamal.

— Ah, pero qué asco — comenta Perla con desagrado.

— Ja, ja, ja... qué malvado — reía Amelia.

— Víctor debería buscar a otra y desechar a esa yegua vieja. Le traeré de regalo caballos de mi nación, esos caballos son hermosos.

— Víctor no necesita eso... no cambia a las personas o los animales como si fueran desechables, no como tú — dice Perla con resentimiento.

— Yo no desecho a las personas — se defiende Jamal.

— Claro que sí... por eso eres un promiscuo. ¿Sabías Amelia que este es el hombre más fácil del mundo? No mira a quien, parece un animal.

— Ay Perla, no digas eso que es muy feo — dice Amelia avergonzada por el comentario de su amiga.

— Más feo es como actúa él ¿Sabías que se ha acostado con casi todas tus sirvientas, incluso con las que están casadas?

— Lo que yo haga en intimidad no te debería de importar — interviene Jamal, ya sin una sonrisa en el rostro, estaba molesto de que Perla arruine el momento de diversión que tenían esa tarde.

— Pero me importa, porque haces tus porquerías en casa de mis amigos. En cualquier momento vendrán mujeres de otras partes a solicitar favores a este hombre, porque él no discrimina a nadie.

— ¡Ya cállate Perla! — advierte Jamal.

— ¿Sabías Amelia que hasta ha estado con el ama de llaves? El muy asqueroso, no me sorprendería que incluso lo haga con otros hombres o con animales...

— YA CÁLLATE, CÁLLATE... QUIEN TE HAS CREÍDO QUE ERES PARA HABLARME ASÍ — grita Jamal. Estaba furioso, por decir esas cosas y estar incomodado a Amelia, eso no se lo permitiría.

— ¿ACASO NO ES VERDAD?

— DEJA DE FASTIDIARME POR TUS CELOS. Sé que estás molesta por qué querías tener una relación formal conmigo, pero entiende que nunca me enamoraré de ti ¡NUNCA!

Amelia estaba tan incómoda por lo que decían sus amigos. Solo quería que se llevasen bien, pero fue a peor.

Se notaba que Perla estaba celosa porque guardaba las esperanzas de tener un romance con Jamal, pero en todo el tiempo que él ha estado aquí, no consiguió nada más que ser una de las tantas mujeres que pasan por su cama. Víctor tenía razón, él no es de una sola mujer y probablemente nunca lo sería. Amelia sentía pena por él, ya que siempre sería un hombre solitario con muchas aventuras de una noche.

Al llegar a la fiesta, inmediatamente Jamal y Perla se separaron dejando sola a Amelia y esta no sabía a cuál de los dos seguir, de ir con uno ofendería al otro. Amelia odiaba estar en medio de las peleas. Ahora entendía muy bien cómo debía sentirse Víctor en tratar de cuidar su amistad y la relación con su padre. Ya su esposo le había dicho que Jamal era complicado, pero agradable, y tenía razón, le agradaba mucho estar con él, pero a su vez, él era un dolor de cabeza.

Amelia miraba los bailes y como jóvenes sacaban a bailar a niñas en edad de comprometerse, esto le recordaba a la época en que Juan se le declaró y ella lo rechazó, ya de eso han pasado 9 años.

Perla ya estaba en la pista de baile muy divertida y Jamal estaba mirando un juego de apuestas.

— Vamos a bailar, no esperarás quedarte sentada toda la fiesta — Perla llega riendo donde se encontraba Amelia.

— No Perla, ve tú — Amelia estaba atenta para ver donde se encontraba Jamal, algo que advierte Perla.

— Olvídate de ese maldito hombre, pronto se perderá en la arboleda con alguna mujer.

— No seas así, ambos son mis amigos y me duele que estén disgustados.

— Yo no estoy disgustada con él, simplemente no es de mi agrado.

Un hombre se acerca para invitar a bailar a Amelia, pero está lo rechaza e inmediatamente invita a Perla que se levanta rápidamente para ir. Durante esa noche, varios hombres se le acercaban a Amelia para bailar o tratar de hablar con ella. Pasado unos minutos, llega Jamal con dos vasos de licor de manzana.

— Gracias, ¿Cómo lo estás pasando? — pregunta Amelia recibiendo el vaso que le ofrecía.

— Ahora mejor. Tu amiga me hizo enfurecer, lamento que hayas escuchado eso.

— Jamal, ella te quiere, pero está decepcionada porque juegas con todas. ¿Por qué no te dedicas a conocerla?

— También te gustaría que estuviese con ella, ¿verdad?

— Me alegraría que mis dos amigos se hagan compañía, eres un hombre solitario... estas con varias, pero en realidad no estás con ninguna, date la oportunidad de amar.

Jamal no responde y queda pensativo. Pasado unos minutos vuelve a habla.

— Víctor me dijo que tenías un prometido, antes de que escaparas con él.

— Ah sí... Juan, era un chico muy bueno, lo lamento tanto por él.

— Todos le querían y esperaban que te casaras con él, también me dices que era un buen hombre ¿Por qué no le querías?

— Por qué no estaba enamorada de él, solo amaba a Víctor y... ¡Ohhh! — Amelia exclama al entender que Jamal le está respondiendo en su propia respuesta. El corazón no responde razones, actúa solo — Ya entiendo, discúlpame si te he puesto incómodo.

Jamal sonríe y se levanta

— Ven, vamos a divertirnos — le ofrece el brazo a su amiga para caminar.

Jamal estaba muy divertido en los diversos juegos que tenía el festival, reía y bebía licor de manzana. Amelia estaba preocupada, ya que Jamal estaba bebiendo demasiado de aquel licor tan fuerte.

— Amelia, me voy — anuncia Perla al llegar donde estaba su amiga después de estar buscándola por el festival.

— ¿A casa? ¿Te has aburrido?

— No. Es que un hombre me está invitando a caminar por el río, regresaré más tarde, ¡ah! Y me llevaré tu caballo.

— Está bien, regresaré con Jamal

— Ten cuidado con ese hombre, está bebiendo demasiado... me preocupa que pueda propasarse contigo.

— Perla, no sigas con eso.

— Bien... me voy — dice Perla que no deseaba discutir por aquel hombre. Le da un beso en la mejilla a su amiga y se marcha.

Perla tenía razón y Jamal estaba bebiendo mucho, ya que varios hombres le invitaban los tragos al estar jugando con todos a las vencidas y obviamente estaba ganando.

Amelia se acerca al oído de su amigo y le habla.

— Jamal, ese licor de manzana es un destilado muy fuerte, no bebas tanto.

— Calma... estoy acostumbrado a beber licor fuerte y esto es solo un jugo de fruta — ríe Jamal sin mirarla.

— Por lo mismo, ese licor es engañoso... por favor, deja de beber.

— Sí, sí... solo jugaré un poco más y vamos a bailar.

Amelia estaba furiosa, quería darle un coscorrón y tirarle una oreja para sacarlo de ahí, quizás no fue buena idea haberlo traído a esa fiesta, sin Perla, sería un caos llevarlo de regreso a casa si se emborrachaba, pero estaba segura de que no sería así y Jamal tendría autocontrol.  

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