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Capítulo 89

Todos despertaron ya avanzada la mañana después de la fiesta, a excepción de los niños que ya habían desayunado y estaban esperando a sus padres en compañía de Dorotea.

De a poco, comienzan a llegar los adultos al jardín para desayunar en la pérgola donde la mesa ya estaba preparada para recibirlos. Jamal y Víctor hablaban animadamente sobre la fiesta de anoche. Amelia comentaba lo maravilloso que fue ver los fuegos artificiales, Perla por su lado, no decía nada, se notaba indispuesta, probablemente estaba enferma. Al último llegaron Celenia y Agustín, ambos estaban de muy buen humor esa mañana, más unidos que nunca, como si aquella noche hubieran renovado sus votos matrimoniales.

Agustín había prometido llevarse mejor con Jamal, pero le era tan difícil, ya solo verlo le provocaba desagrado, escucharlo hablar o reír le molestaba... definitivamente detestaba al hombre y sería muy difícil cambiar su pensamiento. Todo se vuelve peor, cuando Jamal le hace un gesto a Celenia y esta sonríe y afirma con la cabeza, como si tuvieran mensajes ocultos que se transmitían y nadie más que ellos sabían de qué se trataba.

Celenia le hace un gesto de gratitud a Jamal y le sonríe cuando se sienta a la mesa. Él tenía razón, un poco de celos para Agustín hicieron reavivar el fuego de sus pasiones.

— Papá, ¿Dónde estabas anoche?... quería mostrarte cuantos socios conseguimos — comenta Víctor al ver a sus padres llegar.

— Es verdad, no los vi para los fuegos artificiales — agrega Amelia.

Agustín toma una galleta de mantequilla para untarla en el café

— Estábamos cansados, fuimos a dormir — responde Agustín

— Sí, se nota. Por eso despertaron tarde — ríe Perla.

— Sí, pero créanme que hoy se ven radiantes — concluye Víctor con una risita.

— No les quise molestar pensando que estaban indispuesto — comenta Dorotea que vigilaba a los niños.

— Gracias Yoyi por quedarte con los pequeños — dice Celenia.

— Mi querida Celenia, me habría gustado bailar contigo anoche... cuando fui a buscarte, ya no estabas — dice Jamal de manera galante, como era su costumbre al hablar con una dama.

El buen humor de Agustín estaba desapareciendo, pero trata de respirar profundo y ser calmado con aquel hombre, pero le era tan difícil

— Solo los esposos bailan juntos — responde Agustín.

— Es verdad Jamal, al menos que uno de ellos permita el baile con otro — intervenía Víctor.

— Lo mismo ocurre con los paseos, por eso está muy mal salir con la esposa de otro a solas — la voz de Agustín cada vez se volvía más severa. Se lo decía por las veces que Jamal invitaba a las damas a dar un paseo, sobre todo con Amelia, ya que su hijo era muy despreocupado en dejarla a solas con él.

— Hem... sí, pero en eso no es una regla a seguir — agrega Víctor al comentario de su padre.

— ¡Eso es ridículo! El matrimonio es una prisión... perder la libertad en nombre del amor, no lo puedo entender — comenta Jamal con real asombro y desagrado.

— Por supuesto que no lo entiende, es difícil hacerlo cuando no se es íntegro o no se entiende el concepto de fidelidad — responde Agustín.

— Ah, sí... fue maravilloso el espectáculo de pirotecnia — intervenía Víctor. Quería desviar la conversación para que los comentarios no se volvieran en una discusión.

— Hermoso, realmente lo más lindo que he visto... — Amelia ayudaba a su esposo, ya que Jamal se veía notoriamente molesto.

Nuevamente Agustín estaba atacando a Jamal de manera verbal, pero él no podía aceptar que específicamente Agustín le diera clases de moral, ya que, de todos en esa mesa, él era el que estaba más sucio.

— ¡Oh!, quizás me puedes ayudar Agustín con eso de ser íntegro y fiel, ¿Es ser como usted en su matrimonio?

— Exactamente

— Ah muy bien, entonces ser fiel, ¿es estar casado con una hermosa mujer, mientras dejas esperando a un niño a su sirvienta?

Lo que después ocurre es muy rápido y confuso. De un momento a otro Víctor detenía a su padre que quería golpear a Jamal, este se había levantado invitándolo a que lo haga, el desayuno que estaba en la mesa ahora estaba en el suelo y se escuchaban los gritos de todos, de los varones, las mujeres y los niños que lloraban porque estaban asustados.

Agustín tenía los dientes apretados y forcejeaba con Víctor que lo sostenía abrazándolo.

— Víctor suéltame, suéltame... ¡SUÉLTAMELE! — gritaba Agustín enfurecido

— YA PAPÁ, PARA... — Víctor ocupaba todas sus fuerzas por contener a su padre, pero era tan difícil, puesto que estaba hecho una furia.

— No lo sueltes, si me pone una mano encima no respondo — advertía Jamal y le señalaba en tono de afrenta.

— YA BASTA POR FAVOR — súplica Celenia, soltando el llanto.

— ESTÁN ASUSTANDO A LOS NIÑOS — grita Amelia malhumorada.

Dorotea toma a los niños para tratar de sacarlos de ahí, ya que gritaban al ver la pelea

— Papá... Papá... buaaaa — lloraba Sebastián casi sin aliento.

— No papá... aaahhhh — Sergio luchaba para quedarse ahí y esperar a que todos sean amigos nuevamente.

Víctor empuja a su padre para alejarlo mientras seguía luchando por liberarse. Estaba completamente escolarizados, la tensión que existía entre su amigo y él ya no podía contenerse, fue un absurdo intentar de que sean cercanos, debió alejarlos antes de llegar a este punto.

— YA BASTA... NO QUIERO ESTO EN MI CASA — grita Víctor.

Agustín deja de forcejear y levanta las manos de manera molesta.

— ESTÁ BIEN... TE ENTIENDO COMPLETAMENTE VÍCTOR, PREFIERES DEFENDER A ESTE INSOLENTE ANTES QUE A Mí... NO TE PREOCUPES, YO ME VOY — grita Agustín ofendido y se dirige a su esposa — Celenia, toma a Sebastián... nos vamos.

— Don Agustín, no es eso lo que intentó decir Víctor, solamente que... — trata de decir Amelia, pero es interrumpida por su suegro.

— Solo te daré una advertencia Víctor... saca a este hombre de tu casa, destruirá a tu familia.

Jamal sin contenerse a ese comentario que lo enrojece de ira, vuelve a hablar.

— También podrías enseñarme Agustín a cómo mantener una familia unida... como hacer que tu hijo termine escapando de casa por obligarlo a cometer tus mismos errores.

— YA CALLATE JAMAL — suplica Víctor — por favor, a los dos, ¿podemos hablar como personas maduras?

Agustín se da la vuelta, camina y toma a Sebastián, quien lloraba a gritos para marcharse.

Víctor sale detrás de sus padres que se marchaban de su casa. También Amelia les suplicaba en que solucionaran los problemas, pero Agustín solo les advirtió que no regresarían a su casa, hasta que el árabe se marche.

— Muy bien Jamal, has logrado destruir una familia — dice Perla, quien se mantenía en la mesa sentada, tomando su taza de té con leche que logró salvar antes de que se cayera.

— ¿Por qué soy yo el culpable? Estaba tranquilo, pero ese hombre no sabe mantener la boca cerrada

— Lo has estado fastidiando desde que llegaste...

— Por favor, no discutan ustedes ahora — interviene Amelia, que había regresado de tratar de convencer a sus suegros de no marcharse

— Amelia... ¿También me regañarás? — pregunta sorprendido Jamal.

Amelia le sonríe de manera cariñosa y le acaricia un hombro.

— Claro que no Jamal... no tengo por qué hacerlo. Pero debes tener más cuidado con lo que dices

— No dije nada que no fuera verdad... si esa verdad le duele, ese es su problema.

— Lo sé y lo entiendo, pero al hacerlo también has lastimado a Celenia con tus comentarios y ella no tiene la culpa de sus conflictos.

Jamal respira profundo y medita en lo que dice Amelia.

— Tienes razón, me disculparé con ella, si es que algún día la vuelvo a ver

— Ah... pero qué desastre — comenta Víctor, que también regresaba a la pérgola, mirando el desayuno que estaba regado en el suelo.

— No tenía intención que discutas con tu padre, me hospedaré en otro lugar... — comienza a decir Jamal.

Víctor suspira y comienza a reír.

— No seas bobo, tú no iras a ningún lado. El ambiente está muy tenso, así que vamos a divertirnos

Jamal y Víctor se marchan para pasar el día juntos realizando actividades divertidas que no habían podido hacer por el trabajo.

— Bien, yo también me voy — comenta Perla y se levanta con dificultad, dando pequeños pasos y sosteniéndose la cintura.

— Perla ¿Qué te pasa?... te he encontrado muy extraña esta mañana ¿Estás enferma? — pregunta asustada Amelia.

Perla da un suspiro.

— Solo te diré... jamás cuestiones las capacidades de un hombre en la cama y luego permitas que te demuestre cuán poderoso es, eso no sale nada bien.

***

Agustín cumplió su promesa y no volvió a casa de su hijo, tampoco permitió que Celenia y Sebastián fueran de visita, así que todo se mantenía más tranquilo en la mansión Fortunato.

Víctor ahora tenía más tiempo para compartir con su amigo. Daban largas cabalgatas y paseos, charlando sobre sus asuntos.

Jamal en aquel tiempo, ya tenía formado un harén en casa de Víctor con las sirvientas, esto trajo muchos problemas con el servicio.

— Nuevamente las sirvientas están peleando por su invitado — informa el Ama de Llaves a su señora, que estaba en el salón de costuras.

— Ay, señorita Carmen, ya sabe que nuestro amigo es algo... "Especial" — daba un suspiro Amelia.

— No se lo digo por su amigo, lo menciono por las mujeres. Constantemente tienen discusiones por los celos, hasta han llegado a los golpes.

— Pero no puedo despedirlas, ellas de cierta manera no tienen culpa de ello.

— Propongo hacerme cargo del servicio de su invitado, así las sirvientas no estarán a solas con él y los problemas en algo disminuirán.

— Pero los trabajos domésticos no le corresponden, señorita Carmen, siento que eso es una gran carga para usted

— No siempre haré el trabajo yo, pero vigilaré a las sirvientas — dice Carmen con seguridad, una que le ha dado sus tantos años de servicio.

— De acuerdo... es usted muy amable señorita Carmen y le estoy agradecida.

Con estas medidas se pudo mantener en calma la situación con las sirvientas y los días se mantenían tranquilos.

Víctor había retomado el trabajo con su padre y nuevos problemas en las minas hicieron que debieran viajar a Arger, puesto que hubo una explosión de gas que derrumbó una parte de los túneles. Afortunadamente ocurrió durante la madrugada en la sección más profunda y no había trabajadores en el lugar.

— Deberemos ir a Arger para ver con los ingenieros la seguridad de la mina, además ver que ha pasado, se supone que usan canarios, esa acumulación no fue de un momento a otro. ¿Cómo pudo existir sin que nadie se diera cuenta? — menciona Víctor.

— Terrible, pero deberás evaluar que ha pasado — advertía Agustín.

— ¿No vendrás con nosotros?

— ¿Aún sigue él árabe en tu casa?

— Si

— Entonces iras solo tú. Ni te creas que dejaré a Celenia a solas aquí con ese tipo

— Pero papá, él no quiere quitarte a Celenia

— Ese hombre me ha fastidiado lo suficiente y no permitiré que esté cerca de mi familia — Agustín había comenzado a elevar la voz, efecto que le producía al hablar de Jamal.

— Pero tú también has sido grosero con él

— ¿Volverás a defenderlo? Aún pienso si soy significativo para ti en tu vida, más que un extranjero

— Ay papá... no quiero discutir contigo. Iré yo a las minas.

— No dejarás a Amelia sola con ese hombre, debes de proteger a tu esposa

Víctor da un suspiro cansado y se presionaba la frente, ya que le volvería un dolor de cabeza por seguir en esa discusión sin sentido.

— No papá, ya sabes que Amelia me acompaña en los viajes, recuerda que ella está a cargo de los alquileres y el bienestar de las ciudades.

Esa noche Víctor le había preguntado a Jamal si quería acompañarlos a la ciudad de Arger a lo que su amigo rechaza la invitación, ya que no tenía ánimos de viajar y quedarse solo en un lugar donde sabía que Víctor estaría ocupado la mayor parte del tiempo y Amelia estaría en reuniones tediosas con miembros de la ciudad.

Durante la noche, Amelia estaba con Víctor haciendo dormir a Sergio, mientras conversaban por el viaje a la mina de Arger.

— Dejaremos a Sergio en casa de tus padres con Yoyi — comenta Amelia — Ya tengo listo los dineros para la construcción de los caminos, pero veré el asunto de contratar trabajadores, aunque en la ciudad, sus representantes ayudan bastante, así que...

Víctor interrumpe a su esposa, y hace un gesto con la mano para que deje de hablar.

— Querida, me encuentro en un dilema. Jamal no quiere ir de viaje a Arger y tiene razón, ha venido a visitarnos después de mucho tiempo y solo me dedico al trabajo, no he podido atenderlo como se merece, siendo que él fue tan cortés conmigo en mi estadía en Arabia.

— Oh, es verdad, ¿pero qué harás?

— Ese es mi problema y quiero que me ayudes. Viajaré solo, tú quédate aquí por favor y hazle compañía.

— Pero Víctor... es nuestro tiempo a solas cuando viajamos a las ciudades

— Lo sé, pero no podemos dejar a nuestro invitado solo aquí

— Lo sé y lo entiendo, pero es que él ha venido a visitar a su amigo, no a mí

— Es lo que me mortifica, llegó en un periodo donde estamos muy ocupados con mi padre por la llegada de los inversionistas. Pero Amelia, si me ayudas te recompensaré, además me tomaré unas vacaciones y podré tener más tiempo para pasar con Jamal

— Está bien... Jamal me simpatiza, no creas que no quiero hacerle compañía porque tengo algo en su contra, es solo que no me gusta estar separada de ti. Avisaré a Celenia que Sergio se quedará aquí.

— Ese es otro favor que debo pedirte... deja a Sergio con sus abuelos. Mi padre le tiene tanta rabia a Jamal que, si se entera de que se quedará a solas contigo, hará un escándalo, no quiere acompañarme a las minas para no dejar a Celenia sola y que Jamal se pueda aparecer... bueno, tú ya entiendes eso.

— ¡Oh Víctor! — Amelia lo dice malhumorada

— Perdón, Perdón... ayúdame, ¿sí? — suplica Víctor juntando sus manos en forma de ruego.

— Te pediré algo realmente grande cuando regreses — Amelia cubre con mantas a Sergio, que ya se había dormido.

— Solucionaré todo rápidamente y regresaré en un par de días, te lo prometo.

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