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Capítulo 81

Víctor despierta en una habitación a oscuras, sin entender qué había pasado. Trata de levantar la cabeza, pero no podía, se sentía muy fatigado y miraba cómo entraba un poco de luz del exterior por las cortinas de la ventana. Aún estaba aturdido, sentía que todo lo que había vivido fue una horrible pesadilla. Con mucho esfuerzo se voltea en la cama y vuelve a dormir.

Nuevamente Víctor abre los ojos, estaba mareado y tenía sed. Alguien había dejado una pequeña lámpara de aceite con la luz tenue en una mesa que tenía una jarra con agua, además de frutas y algunos pastelillos. Lo que ocurría era confuso, soñaba que había comido mucho de esos pastelillos y panes que estaban ahí colocados. Vuelve a despertar con sed y toma del vaso con agua que estaba en esa mesa, su boca estaba llena de migajas, eso quería decir que, si había comido sin darse cuenta, pero su mente no relacionaba que era real y que era un sueño. Vuelve a dejar el vaso en la mesa, pero este cae al suelo rompiéndose en varios cristales, pero el estrépito de ese sonido no lo perturba y regresa a la cama para seguir durmiendo. En ese momento el dormir le provocaba mucho placer.

Víctor se sobresalta al despertar, mira en dirección a la ventana donde se colaba una pequeña luz anaranjada. Ya estaba bien despierto para entender que había dormido demasiado y esto lo asustó, ¿Por qué lo habían sedado? ¿Era para ocultarle algo importante sobre Amelia? Salta de la cama, abre la puerta de la habitación y sale al pasillo. Le toma un par de minutos entender en qué parte de su mansión se encontraba. Cuando se ubica en el espacio, hecha a correr a su cuarto en donde se encontraba Amelia.

Víctor abre la puerta del dormitorio estrepitosamente, asustando a quienes se encontraban ahí. Hace caso omiso a las miradas de todos y corre donde se encontraba Amelia, quien seguía en cama aun sin despertar, pálida, pero al tocar su rostro se da cuenta de que su piel estaba más cálida que antes y sus respiraciones eran más profundas. Suspira aliviado al ver que estaba mucho mejor y posa ahora su atención en aquellos que estaban en la habitación y dirige su ira al Doctor Patrick.

— ¡CÓMO SE ATREVE A DROGARME!

— Mi tesoro, estábamos preocupados por ti... — alcanza a decir Celenia antes de ser interrumpida.

— ¿POR QUÉ? ¿ACASO YO LES HE PEDIDO AYUDA?

— Víctor... — dice Teodoro.

— NO, NO QUIERO ESCUCHARLOS

— Pero Víctor... — intervenía Perla.

— QUIERO QUE TODOS SE MARCHEN

— Cálmate y escucha — dice Agustín tratando de acercarse a su hijo.

— ¡No!, SALGAN DE AQUÍ...

Mientras Víctor descargaba su frustración contra todos los que estaban ahí, siente que algo jalaba de su manga y una suave y débil voz le habla.

— ¿Por qué estás enojado?

Escuchar nuevamente la voz de Amelia, le trajo a Víctor nuevas fuerzas y todas sus preocupaciones desaparecen. Víctor deseaba hablar, pero la emoción se lo impedía.

— Ame... Ame... Ameli...

Él abraza a su esposa, sentir sus manos que le acariciaban nuevamente, provoca que estalle en un llanto inconsolable que le ahogaba la respiración.

— Te queríamos decir que ya había despertado y que solo estaba durmiendo... pero como buen hombre nunca escuchan — reclama Perla.

— Ya, ya... todo está bien — Amelia sonreía y acariciaba el cabello de su esposo, mientras él tomaba bocanadas de aires para seguir llorando y limpiarse de todo el sufrimiento que debió de pasar en esos días.

Cuando Víctor se calmó y su llanto pasó a pequeñas risitas de satisfacción al ver a Amelia que ya estaba fuera de peligro, Celenia se le acerca para frotar la espalda de Víctor y hablarle con una voz maternal.

— Amor, llévale a Amelia su hijo, para que ambos lo disfruten

Víctor se había olvidado de su hijo por todas aquellas preocupaciones, ni siquiera se había preguntado por él, esto hizo que sintiera un profundo pesar y culpa que debía remediar. Fue hasta donde se encontraba su suegra, quien lo tenía en brazos y esta se lo entrega sonriente. Su hijo estaba durmiendo tranquilamente, y llega con él hasta Amelia, sentándose a su lado, ya que esta aún se encontraba débil para cargarlo en sus brazos

— Hola Sergio... tus padres ya estamos aquí y no te dejáramos solo nunca más

Amelia toma la mano de su hijo, tenía dedos tan pequeños y le producía ternura

— Es tan adorable, lo amo... te amo a ti Víctor... amo a nuestra familia...

Víctor seguía mirando a su hijo y a Amelia como sostenía esa pequeña manito y le sonreía. Al fin su corazón volvía a tener paz. Levanta la mirada y ve como todos los miraban sonriente, pero ninguno se acercaba, solo se mantenían desde la distancia observándolos.

— Discúlpenme... fui insolente con todos, mi comportamiento fue deplorable — habla Víctor con la voz aún congestionada por el llanto.

— Lo sabemos... nadie te ha culpado — responde Mariana

— Estamos muy felices de que ya estén bien — sonreía Dorotea

— Solo espero que Sergio no tenga tu carácter — ríe Agustín.

— Yo no te perdono — dice Perla — quiero una fiesta de disculpas, con asado de lechón y pasteles de chocolate.

— Opino lo mismo, todo quedará olvidado con un asado de lechón — carcajea Teodoro.

Celenia se acerca a su hijo y apoya la mano en su hombro.

— Todos sabemos que estabas asustado y te entendemos

— Aun así, fui tan injusto con todos. Perdóneme.

Diciendo esto último, todos se acercan para poder estar con la familia y disfrutar del recién nacido, ya podían celebrar la alegría de aquel nuevo integrante que se unía al imperio de los Fortunato.

— Bien, me retiro. Vendré mañana — se despide al Doctor Patrick al ver que ya todos estaban bien.

— Doctor espere — Víctor deja a sus familiares con Amelia y Sergio, para poder hablar con Patrick — Doctor, perdone por todo lo que ha pasado, no era real lo que le dije, además que...

Patrick lo detiene con un gesto de mano.

— No es necesario que se disculpe, yo entiendo...

— Por favor, necesito disculparme con usted, si no fuera nuestro médico y hubiera actuado a tiempo, quizás Amelia ya no estaría con nosotros. Descargue mi frustración en usted y solo hizo lo que debía hacer

— Está bien... acepto sus disculpas, pero le comprendo y no lo juzgó, si alguien de mi familia estuviera en aquella condición, probablemente actuaría de la misma manera — Patrick le da unas palmadas en el hombro, una sonrisa y se marcha.

Pensaba Víctor que si no tuvieran al Doctor Patrick o si hubieran nacido Sergio en la época en la que vivían en la Ciudad del Puerto y sus condiciones financieras eran precarias, probablemente, Amelia sería otra de las tantas mujeres que fallecen al dar a la luz.

***

Amelia cada día se recuperaba más, su condición hacía que pueda estar con su hijo, tomarlo en brazos, caminar con él y si bien, aún no podía alimentarlo completamente porque su producción de leche era escasa, tenía ayuda de una nodriza.

Por su parte Víctor formó apego con su hijo, cada vez que podía lo llevaba en sus brazos, cuando lloraba, inmediatamente se lo entregaba a Amelia o a la nodriza, por las noches jugaba con él y luego aprendió a cómo hacerlo dormir. Además, peleaba con Amelia por cambiar su pañal, ya que no le daba asco, sentía que este acto era una entrega completa de amor e intimidad con su pequeño.

El matrimonio decidió no ayudarse de las sirvientas para cuidar de su hijo. Ambos deseaban ser padres de tiempo completo, a pesar de que de noche no les dejara dormir.

Ya habían pasado 7 semanas, y tanto la madre como el hijo estaban bien, gracias a los cuidados del Doctor Patrick, que ese día fue a la mansión a hacer un control de rutina.

— Su hijo señor Fortunato, es un pequeño muy fuerte y sano, sigue siendo muy grande para su edad, se nota que será un hombre fornido — Patrick realizaba un control de rutina al pequeño que estaba semidesnudo, encima de su mudador y como este daba patadas y movía sus manos de manera vigorosa — Veo que tiene mucha fuerza, además, ¿Están jugando con él? ¿Le presentas juguetes, colores y música?

— Demasiado, mi esposo juega mucho con Sergio hasta que lo hace dormir. Le he dicho que no es bueno que lo canse tanto, ya que en ocasiones lo despierta mientras está durmiendo para jugar con él — contesta de manera cansada Amelia.

— No es eso, solo muevo sus piernas, o le presento texturas diferentes para que pueda tocar. Tengo suficiente tiempo en estos momentos para hacerlo, antes de regresar a las finanzas con mi padre — se justifica Víctor.

— Está muy bien, soy partidario de estimular a los bebés y no dejarlos como postrados en una cuna... se ha visto que los niños en el futuro son más despiertos e inteligentes — comenta Patrick.

— Con respecto a la lactancia, siento que puedo alimentarlo más que antes — agrega Amelia.

— Eso es correcto, ya pronto no necesitarán de una nodriza, puesto que sus pechos tendrán suficiente leche mientras su hijo siga succionado de ellos... no se preocupe, lo está haciendo muy bien.

— Doctor, con respecto a otro tema, ¿Amelia ya está bien? ¿Completamente? — pregunta Víctor — me refiero, a si ya... usted sabe... si puede volver a tener intimidad

— Ay Víctor... como preguntas esas cosas — dice avergonzada Amelia.

— ja, ja, ja... claro que si, las heridas ya están cerradas y ya ha pasado un tiempo prudente, pero evalúen si existe dolor, de ser así y si con el tiempo no pasa, avísenme para hacer una revisión.

— ¿Y en cuánto tiempo usted cree doctor que podré volver a tener otro hijo? — pregunta Amelia ilusionada.

La sonrisa de Patrick desaparece ante aquella pregunta y la mira con extrañeza, luego mira a Víctor.

— Disculpe, pero ¿su esposo no se lo dijo?

— ¿Decirme qué?

— No sé qué debía decirle yo — comenta Víctor sin comprender y mira a Patrick con extrañeza

Patrick, pronto comprende lo que estaba pasando. Cuando se lo mencionó a Víctor, este estaba distraído y preocupado por su esposa de que si está sobreviviría en aquel tiempo. Era lógico que no lo escuchará, a pesar de que le respondía que sí.

— Se lo mencioné, señor Fortunato luego de operar, fue error mío creer que estaba poniendo atención cuando se encontraba débil emocionalmente.

— ¿Pero qué es? — pregunta asustada Amelia.

Patrick da un suspiro.

— Cuando operé, debí cauterizar algunos vasos sanguíneos y comprimir el útero para que este detenga la hemorragia. En definitiva, ya no podrá volver a tener hijos... lo lamento.

La noticia cayó sobre Amelia como un balde de agua fría y sus ojos se inundaron de lágrimas, pero no tuvo tiempo de estar triste, ya que escucha una exclamación de alegría de parte de Víctor y lo mira extrañada.

— ¡¡¡OH SII!... gracias a Dios...

— ¿Pero qué te pasa a ti?

— ¿No lo entiendes amor?... después de todo lo que pasaste con el nacimiento de Sergio y todas las complicaciones ¿Tú crees que quería pasar por lo mismo? Estoy seguro de que un siguiente parto te mataría

— Tiene razón su esposo señora Fortunato — interviene Patrick — mi colega que la revisó anteriormente y que había llegado a la conclusión de que era estéril, no estaba tan equivocado en algunas cosas. Le ha costado mucho retener los embarazos y este parto fue difícil, más su historial médico, hace que su cuerpo no pueda soportar bien otro embarazo u otro parto, quizás esto fue lo mejor que pudo pasar.

— Pero, deseaba tener una familia grande... quería al menos darle un hermano a Sergio

— Pero querida, ¿se te olvida Sebastián?... es de su edad, prácticamente serán hermanos.

En algo eso le conformaba a Amelia y pensándolo bien, tampoco quería volver a pasar por el tormento de un embarazo o la de otro parto.

— Está bien, tienes razón...

— Vendré una vez al mes para revisar al pequeño Sergio por controles rutinarios, si tienen alguna inquietud, llámenme — dice Patrick. Toma su maletín y comienza a cerrarlo para marcharse.

— Doctor, deseamos darle este obsequio, como muestra de gratitud por cuidar de todos en este tiempo — Víctor le entrega un sobre al médico.

Patrick lo recibe y abre el sobre, sus ojos se sorprenden al ver que el contenido, era un vale bancario por una suma considerable de dinero.

— Oh gracias, pero no es necesario, ustedes ya pagan por mis honorarios.

— Por favor doctor, le estamos muy agradecidos, ha ayudado a nuestra familia — sonríe Amelia — si no fuera por usted, quizás en este momento, no estaríamos Sergio ni yo.

— Además, que tiene usted una familia y que como a todos, le gustaría descansar. Tómelo como el pago por unas vacaciones — concluye Víctor.

— Bueno, con ese argumento no podría negarme y también le haré caso... a mí y a mi familia, nos hace falta descansar. Gracias — Sonríe Patrick de buena gana y guarda el sobre en su maletín. Ese dinero le sentaba bien para hacer unos proyectos y también para tomarse unas vacaciones con los suyos.

Los esposos Fortunato ven cómo se marcha de la mansión el médico, despidiéndolo en la entrada. Cuando lo ven subir al carruaje que dispusieron para él, inmediatamente Víctor arrebata a Sergio de los brazos de su madre, para levantarlo, hacerle caras y sacarle una pequeña sonrisa.  

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