Capítulo 79
Por la mañana Amelia y Víctor empacaron para regresar a su mansión, en compañía de sus amigas Perla y Dorotea.
Todos estaban encariñados de ver cómo Víctor atendía a su esposa y reían cuando está ya se desesperaba por no dejarla en paz en actividades cotidianas.
— ¡YA VÍCTOR!... basta por favor, puedo caminar sola — Amelia lo decía para que su esposo deje de abrazarla y poder bajar las escaleras, ya que sentía que la haría tropezar.
— Toma el pasamanos, puedes tropezar y caer... no fue bueno que duermas en una planta alta, dormiremos ahora en la planta baja en nuestra mansión.
— Que no... oh Dios, que fastidió — Amelia lanza un bufido molesto, tantas atenciones de su esposo la estaban ahogando.
— Te lo dije Amelia que cuando llegará Víctor, no te dejaría en paz — Reía Agustín, mientras veía cómo la pareja bajaba por las escaleras.
— Nunca pensé que fuera tanto... creo que usted conoce más a su hijo que yo
— Yo conozco sus berrinches y mal comportamiento, tú solo conoces su lado amable... pero ya sabrás realmente como es y será mucho peor cuando nazca su hijo.
Ya Amelia y Víctor habían llegado al último peldaño de la escalera, el carruaje esperaba por ellos y ambos deseaban regresar a su hogar.
— Pueden quedarse aquí, estaremos todos para el nacimiento — invitaba Celenia quien sostenía en sus brazos a Sebastián.
— Gracias, pero quiero que mi hijo nazca en el hogar de sus padres. Ustedes pueden ir a vernos y quedarse con nosotros cuanto gusten — dice Víctor.
— Es verdad, mi nieto nacerá en la misma cama y habitación donde nací yo — comenta Agustín entre risas.
— Ay papá, qué horrible... podías haber omitido ese comentario, ya se me había olvidado que nuestra habitación era la de los abuelos...
— Pero es la verdad, las mejores generaciones pasarán por ahí
— Iremos a verlos seguido, además para seguir confeccionando el ajuar y si es varón podrá usar los trajes de Sebastián — habla Celenia tomando la mano de Amelia.
— No, nada de eso. Mi hijo tendrá todo nuevo...
— Ya basta, Víctor... no seas grosero — reprende Amelia a su esposo y mira nuevamente a Celenia — Muchas gracias señora Celenia, eso será de mucha ayuda y espero verla pronto para confeccionar sus trajecitos.
El matrimonio sube al carruaje para marcharse, así que se despiden y regresan a su mansión.
Los padres de Amelia ya estaban en la casa de Víctor con autorización de Agustín, ya que él insistió en que estén con su hija. Se quedarían con el matrimonio hasta el parto, ya que la señora Mariana quería cocinar para su hija y don Teodoro estaba confeccionando los muebles para su nieto, además de querer estar cerca de Amelia, ya que desde que Víctor se fue de viaje, Amelia se había quedado una temporada en casa de sus padres y querían mantener ese contacto.
— Mi pequeña, ¿qué quieres almorzar? — pregunta Mariana cuando ya los esposos se habían acomodado y desempacado su equipaje.
— Pollo frito... con cobertura crocante y ensalada. Mamá, ¿podrías hacer más bombones y una tarta de chocolate con manjar y nueces?
— Claro que sí, enviaré a comprar más cacao a las sirvientas
— Gracias señora Mariana, pida lo que necesite, que compren todo lo que quiera Amelia — informa Víctor y ahora entendía que quien tenía gusto por el chocolate era Amelia.
— Víctor, quiero que venga a ver los muebles que he construido, además de la cuna, sería bueno que también veas qué juguetes quieres que haga.
— Gracias don Teodoro, también quiero confeccionar algunas cosas, pero envié a llamar al médico para que revise a Amelia — informa Víctor sonriente.
— Pero ya me revisó ayer ¿Para qué lo has llamado nuevamente?
— Porque yo quiero saber cómo te encuentras
— Él ya dijo que estaba todo bien...
— Pero deseo que él me lo diga y me explique todo lo que quiero preguntar
— Oh Víctor... ¿Será siempre así? Te has vuelto neurótico...
Teodoro lanza un resoplido y regaña a su hija.
— Está muy bien eso Amelia... es su hijo también y se ha perdido de mucho por su viaje, deberías ser más comprensiva con tu esposo.
— Si papá — Amelia lo dice agachando la cabeza y apenada por no tener paciencia con Víctor, pero pronto este sentimiento desaparece al ver cómo Víctor se burlaba de ella, haciéndole muecas al igual como cuando eran niño.
— Tu padre tiene razón, debes ser más comprensible conmigo, también es mi hijo, busco lo mejor por ti y por él — Víctor usaba un tono triste para hablar y ocultar su risa.
— Eso es muy dulce Víctor, ambos deben atesorar estos momentos — dice Mariana ilusionada.
Una sirvienta ingresa en el salón en donde se encontraba el matrimonio.
— Señor, el médico ha llegado, ¿lo hago pasar?
— Sí, iremos al dormitorio, por favor llévelo hasta ahí — indica Víctor.
Doctor Patrick vuelve a hacer la revisión de rutina a Amelia. Él comprendía el entusiasmo de Víctor y no le era problema explicarle todo sobre el crecimiento y desarrollo de su bebé.
— ¿Y pueden existir complicaciones en el parto? — pregunta ansioso Víctor.
— Siempre pueden existir, pero no se sabe, hasta que el nacimiento ocurre. Lo que sí es algo claro y estoy seguro de que su esposa ya lo ha mencionado, es que tiene prohibido comer dulces, ya sean pastelillos, tortas o cualquier tipo de postres.
Inmediatamente Víctor mira seriamente a su esposa, quien voltea la cabeza para ocultar su rostro de la mirada inquisidora de su marido.
— Disculpe, no me ha dicho nada
— Su hijo está creciendo demasiado, es un bebé muy grande para su edad en gestación y eso es debido, a que el azúcar aumenta el crecimiento de los niños.
— Pero... es bueno cuando los niños nacen grandes y fuertes — cuestiona Víctor sin comprender.
— Sí, pero a cierto tamaño... si sigue creciendo producto del consumo excesivo de dulces, pueden tener un bebé demasiado grande y correr el riesgo de no pasar por el canal del parto.
— Y si eso pasa, ¿qué puede ocurrir? — pregunta Víctor asustado
— Corre peligro la madre y el hijo
— Pero también es peligroso no hacer caso a los antojos — reclama Amelia justificando sus antojos.
— Ya hablamos de eso, señora Fortunato. Si quiere comer dulces, que sea solo algunas pocas frutas al día. Además, por el tamaño de su hijo, asumo que no ha seguido mis recomendaciones
— No se preocupe doctor, ahora las seguirá — Víctor mira a Amelia con una sonrisa burlona.
— Bien, eso espero. Ya me retiro, que tengan buen día
— Gracias, llamaré a una sirvienta para que lo acompañe hasta la puerta
Cuando sale el doctor, Víctor se dirige a su esposa y ve cómo ella tomaba una postura defensiva
— No es mi culpa, cuando no como algo dulce me siento muy mal
— Está bien mi amor, puedes comer lo que quieras, no le diré al doctor
— ¿De verdad?
— Claro que sí, porque sé que buscas lo mejor para nuestro hijo y si tú crees que lo mejor para él es comer golosinas, a pesar de que el médico te ha dicho que no, entonces hazlo, te apoyaré
— Quieres que me sienta culpable ¿Verdad?
— No... solo te digo, que serás una excelente madre y sabes que es lo mejor para ambos
— Está bien... dejaré de comer dulces — termina diciendo Amelia con fastidio
— Esa es mi chica — Víctor lo dice sonriente, abrazando a Amelia y dándole un tierno beso
***
El embarazo de Amelia continuaba sin contratiempos, salvo para ella, que ya en el último periodo pensaba que su hijo era demasiado grande como para que su cuerpo lo pudiera contener.
Víctor se dedicaba al completo del cuidado de su esposa, ya que su padre se encargaba de la empresa y le había dado unas merecidas vacaciones.
Amelia ya cumplía 40 semanas de embarazo y el nerviosismo y ansiedad del matrimonio por su nuevo integrante que venía en camino se hacía notar.
Ya habían recibido varios regalos, pero ese día por la tarde, llegó en gran envío de baúles proveniente desde Arabia, con hermosos trajes, sedas y adorables accesorios de bebé en colores blancos y dorados, incluso un pequeño carrusel de jardín que podría compartir con su tío Sebastián.
— Jamal es tan amable de enviar tantos regalos para nuestro hijo. ¿Cuándo lo conoceremos? — pregunta Amelia.
Ella estaba acostada en la cama lista para dormir, se acurrucaba al lado de Víctor, ya que este le daba caricias en el cabello mientras leía algún libro antes de dormir.
— Le he preguntado en las cartas, pero tiene asuntos pendientes. No es tan fácil hacer un largo viaje y dejar los negocios
— Espero que pueda venir pronto y agradecerle por ayudarte y cuidar de ti... al menos tenemos una gran mansión para que sus mujeres tengan todas unas habitaciones
— Creo que te llevaras bien con todas, aunque no entiendan el idioma. Las veía cuando estaban juntas, confeccionaban hermosos vestidos con adornos en oro, también decoraban y ayudaban a peinar su cabello entre ellas
— Hamm... ¿Así que mirabas a esas mujeres? Estoy celosa
— Claro que no mi hermosa, solo me atraían sus quehaceres... tú sabes que soy solo tuyo
— Tal vez te gustaría tener un harén como tu amigo...
— ja, ja, ja, ¿y para qué quiero un harén, si tú me das todo lo que necesito?
— ¿De verdad?
— Claro que si... además que Jamal nunca sabrá lo que es tener una hermosa esposa que te ama con todo el corazón y que su relación no solo se base en algo físico
— Ay Víctor, que lindo
— Aunque me gustaría tener algo físico también — Víctor lo dice con voz lastimera
— Lo sé cariño, pero sabes que no podemos aún
— también deberé esperar después del parto... ¡Ah!, es mucho tiempo sin tener intimidad
— No hagas berrinches — ríe Amelia
— Pero te deseo... ¿Tú no me deseas?
Amelia comienza a levantarse de la cama.
— Realmente ahora no, me duele mucho el vientre por el tamaño del bebé, y creo que tampoco te gustaría estar con alguien en mi estado, ya no me veo deseable
— Claro que si... te han crecido mucho los pechos — ríe Víctor y se levanta también de la cama para ayudar a su esposa — Espera, te ayudaré
— Es tan vergonzoso — responde Amelia que se acercaba a la bacinica.
— Pero no me molesta
Víctor ayuda a su esposa a sentarse en la bacinica, sosteniéndola de los brazos, ya que perdía el equilibro por el tamaño de su abdomen.
— Gracias...
Amelia se sentía aliviada de no tener que hacer equilibro para sentarse en aquella pequeña bacinica, ya que le dolía el cuerpo.
— Retomando el tema con Jamal, él no quiere tener hijos, así que tampoco sabrá la alegría que es esperar a un primogénito.
— Eso es muy triste, tiene que ser porque no encuentra a nadie aún... se parece a Perla, quizás ellos se llevarían muy bien ¿No lo crees?
— Si ellos se unieran, sería el fin de los tiempos, ambos están fuera de este mundo
— Perla es algo especial, dice lo que piensa, pero tiene lindos sentimientos — reía Amelia
— Sí... pero Jamal es un idiota muy simpático, ja, ja, ja
— Oh, pero qué malvado, eres un pésimo amigo
— Lo entenderás cuando lo conozcas, es muy bromista
— Me has hablado tanto de él que siento como si ya lo conociera
Víctor nota que algo no estaba bien mientras hablaba con Amelia
— Amor, ¿Aún sigues orinando?
Amelia mira sorprendida, ya que no se había dado cuenta de que seguía cayendo un contenido en forma de un pequeño chorro
— No, ya terminé... eso que cae no es orina
— ¿Te duele? ¿Es el bebé? — Víctor comienza a asustarse y creciendo en la desesperación.
— No me duele. Ayúdame a levantarme y trae alguna toalla — indica Amelia. Cuando se levanta, miran el contenido que era cristalino
Víctor busca rápidamente una pequeña toalla y se la entrega a su esposa, que la coloca entre sus piernas para luego recostarse en la cama.
— Mandaré a buscar al doctor
— llama a mi madre también, por favor
Al cabo de 20 minutos llega el médico de la familia para evaluar a Amelia, le tocaba el abdomen y contaba el tiempo de sus contracciones, luego de un par de minutos solicita llamar a una partera que trabaja con él
— ¿Mucho dolor? — pregunta Patrick.
— No, es muy leve
— Eso es bueno, porque tiene contracciones
— ¿Ya viene el bebé? — pregunta Víctor, ansioso.
— Sí, pero pueden pasar varias horas hasta el parto. Les recomiendo que ambos descansen, si los dolores no son fuertes traten de dormir, yo me quedaré aquí.
— Gracias doctor, el cuarto contiguo está preparado por si quiere descansar — informa Víctor.
— Gracias, si las contracciones continúan cada 1 minuto me avisan
Al salir el doctor de la habitación, ingresa nuevamente la madre de Amelia
— Falta poco, ya va a nacer — comenta Amelia a su madre.
— Si mi niña, esto será una hermosa experiencia, pero pueden pasar varias horas hasta que inicie el parto, todos deberíamos dormir
— El doctor dijo lo mismo
— Pero no creo que pueda dormir, ya estoy ansioso — responde Víctor, quien se notaba pálido.
— Bueno, eso pasa con el primer hijo, los demás que vengan ya no crean tanta expectación
— Pobre mi dulce amor, debes de tener mucho dolor — Víctor se acerca para estar al lado de Amelia y acariciar su rostro.
— Yo no sé por qué dicen que los dolores de las contracciones son tan terribles, es una molestia simplemente
— Bueno, tienes suerte de que así sea, dolerá mucho cuando sea el parto, pero eres fuerte y será rápido, así que tranquilidad para ambos. Yo me voy a dormir, avísenme si inicia pronto. Los veré por la mañana — Se despide Mariana.
— Hasta mañana — contesta el matrimonio al unísono.
Saliendo Mariana de la habitación, Víctor se retira su bata de dormir y se recuesta junto con Amelia bajo las sábanas.
— Seremos padres, como siempre quisimos — comenta Víctor dando un suspiro y abrazando a su esposa.
— Así es mi amor, al finalizar el día, seremos padres.
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