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Capítulo 71

Amelia se encontraba nerviosa después de la visita de Toriny. Nunca aquel hombre había llegado a tanto y se sentía preocupada, pero no sabía cómo contárselo a Víctor, sin crear un revuelo que afecte la inversión con las minas.

Amelia se estaba colocando su camisón para ir a dormir, ya que Víctor estaba en la cama leyendo unos papeles de las minas de carbón, con la luz de una vela que estaba alumbrando desde la mesita de noche.

— Amor... mañana firmarán el contrato aquí y realizarán la celebración por el acuerdo — menciona Amelia — pero me gustaría quedarme en el dormitorio.

— ¿Por qué amor?... ¿Te sientes aún enferma?

— Hoy vino Toriny a visitarme para ver mi estado de salud, trajo un regalo

— ¿Y...?

— Él no me agrada

— ¿Te hizo algo?... ¿Se ha propasado contigo de alguna forma? — Víctor deja de lado su lectura y la mira preocupado.

— No, solo vino a preguntar cómo me sentía... es solo... que no me agrada, hay algo en él que no me gusta

— ¿Algo como un presentimiento sobre sus intenciones o la firma del contrato?

— No sé cómo explicarlo, solo me desagrada... es como si se creyera parte de nuestra familia, cuando no lo es... muy amable y cercano para mi gusto

— Lo es por qué nosotros tratamos de hacerlo sentir bienvenido, no creía que tuvieras aprensión con eso. ¿Está segura que es solo eso? Si te ha ofendido de alguna manera debes decírmelo

— No, claro que no... pero me siento incómoda que alguien sea tan amable y cariñoso si apenas nos conoce...

— Tranquila, debe serlo porque extraña a su familia, probablemente le recuerdas a alguna hija o nieta — sonríe Víctor al ver a su esposa ingresar en la cama a su lado.

— Aun así, no quiero verlo

— Quédate unos minutos para la firma de los contratos y luego retírate... solo por cortesía ¿Está bien?

— Sí, está bien... buenas noches

Amelia le da un beso a Víctor y se voltea en la cama. No sabía cómo volver a ver a aquel hombre, le tenía miedo y asco, pero ya mañana sería la última vez que lo vería.

***

Toriny llegó ese día para firmar el contrato, saludo a todos de manera cordial y charlaron sobre negocios, mientras el notario preparaba los papeles.

— Espero se sienta bien, señora Fortunato — saluda cortésmente Toriny.

— No tanto — responde Amelia.

— Aún está cansada por su enfermedad, solo nos acompañará hasta la firma del contrato y luego se retirará para guardar reposo — dice Víctor.

— Eso está muy bien... no es necesario forzar al cuerpo cuando se está enfermo — sonreía Toriny.

Celenia notaba extraña a Amelia ese día, veía que no miraba a Toriny a la cara y presionaba sus manos, clavando sus uñas en ellas cada vez que él le hablaba. Se acerca y le susurra.

— Querida, te encuentras bien.

— Solo me siento fatigada por el resfriado, pronto iré al dormitorio — responde susurrando Amelia.

— Está bien, es mejor que te retires — le aseguraba Perla que estaba al lado de su amiga.

Se realiza la firma de los contratos, ya que Toriny iniciaría la construcción de la fábrica cercana a un puerto específico del país y del cual, debería viajar mañana para ver las obras. Abrieron una botella de champán cuando se terminó de firmar el último papel y lo sellaba el notario. Las minas Fortunato fueron salvadas y seguían en funcionamiento.

— Me retiro, disculpen que no pueda quedarme un poco más — se disculpa Amelia.

— Descansa Amelia — responde Celenia.

— Fue un gusto conocerla señora Fortunato — se despide Toriny

Amelia hace una inclinación de cabeza sin acercarse.

— Iré más tarde para ver cómo sigues — le dice Víctor en voz baja.

— No te preocupes por mí, quédate — Amelia le da un beso en la mejilla a su esposo y sale del lugar.

Cuando ya estaba alejada de todo el bullicio de la celebración, Amelia entra en la biblioteca de la casa a buscar algún libro de la colección del abuelo de Víctor, para leer en su dormitorio. Ella tenía la extraña sensación de libertad, ya no volvería a ver a Toriny y todo quedaría como un desagradable recuerdo. Toma un libro que le agrada y sale del lugar. Su buen humor desaparece cuando ve a Toriny afuera de la biblioteca.

— ¿Qué hace aquí? — pregunta Amelia asustada.

— Solo quería despedirme como es apropiado — responde Lorenzo con una sonrisa.

— Ya he dejado más que claro que no deseo verlo... no me siga

— ¿Por qué me desprecia?... yo solo deseo que...

— déjeme en paz... por favor, no quiero verlo — Amelia comienza a temblar y tenía ganas de llorar por el miedo que le producía ese hombre.

— Entiendo... una mujer como usted, jamás daría su amor a alguien como yo.

Sin decir nada más, Amelia sale de ahí. Sentía que no podía correr a pesar de querer, puesto que sentía la desagradable sensación de que sus piernas eran de goma, tenía tanto miedo, que cada escalón que subía temía que se desplomaría al creer que aquel hombre podría seguirla, solo tenía que llegar a su dormitorio y cerrar la puerta.

Da un respiro de alivio cuando llega al segundo piso y comienza a caminar para llegar a su cuarto, apoyándose en la pared, ya que el temblor que tenía su cuerpo por el miedo de ver nuevamente a Toriny a solas le había arrebatado las fuerzas.

Trata de controlarse, ya pronto estaría a salvo en su dormitorio, no volvería a ver a ese hombre y todo estaría en paz, se lo repetía una y otra vez en su mente, o al menos eso creía.

Cuando faltaba unos metros para llegar, siente como unas manos la toman por los brazos y la hacen ingresar de manera violenta al interior de uno de los dormitorios de invitados, arrojando en el acto el libro que traía en sus manos.

Cuando Amelia se voltea para ver, Toriny ya estaba cerrando la puerta y se dirigía a ella. Amelia estaba aterrada al ver a Toriny que la había arrastrado a una habitación para estar los dos solos. Sentía como una fuerza oculta la paraliza y acallara su voz. Por el terror no podía moverse ni podía hablar, prácticamente no podía respirar y su corazón cada vez latía menos, todo fue peor cuando Toriny la abraza con fuerza y pensó que se desmayaría.

— Es muy cruel, le ofrezco mi afecto, pero usted solo me rechaza. No entiende que me tiene completamente enamorado, estoy en sus manos.

Toriny comienza a besarla, pero Amelia apretaba los labios y los ojos en señal de desagrado, tratando de apartar la cara, pero Toriny le presionaba la cintura con una mano y con la otra trataba de sostener su cabeza.

— No te resistas preciosa mía, eres una deliciosa tentación... necesito que seas solo para mí

Toriny comienza a subir su falda y a acariciar uno de sus muslos de aquella joven asustada, lanzando un suspiro de satisfacción al tocar la piel de Amelia, mientras ella de manera torpe trataba de quitar la mano de aquel hombre que la seguía forzando a que lo bese.

Mientras frotaba las nalgas de aquella mujer que respiraba agitada y temblaba bajo tu tacto, la excitación de Toriny se encontraba al máximo al verla sonrojada y con ojos llorosos, así que la carga en sus brazos para llevarla a la cama y recostarla en ella. Con un movimiento rápido se posiciona encima, para levantar completamente su vestido y tratar de quitárselo.

Amelia comienza a lanzar gemidos de pavor y entiende que tiene que salir de ahí, superar su miedo a aquel que la estaba forzando. Comienza a moverse como si fuera un pez fuera del agua, se retorcía y se agitaba, para evitar que Toriny continúe en su cometido.

— Para, deja de moverte... ambos disfrutaremos este precioso momento y será muy especial. Te aseguro que seré gentil y apasionado.

— No... no... ¡NOOOO!

Como si le regresaran la voz, Amelia comienza a gritar con todas las fuerzas que le daban sus pulmones.

Toriny se desespera ante los gritos y golpes que cada vez se volvían más violentos de parte de ella. Trata de cubrirle la boca con la mano, pero esta lo muerde sin soltarlo, así que comienza a golpearla en la cara con el puño para liberarse, lo que la dejó levemente aturdida por un momento.

— ¡Mira lo que me has obligado a hacerte! Ya mi pequeña, no quiero ser violento contigo, solo deseo liberar mi amor y pasión que me has provocado. Es tu culpa por ser tan bella— Toriny le limpia con los dedos, un hilo de sangre que corría por su nariz y la besa ahora que aquella joven estaba aturdida.

Rápidamente baja la zona del escote para liberar sus senos y poder extasiarse con ellos, pero no era suficiente, ya que no podía quitarle el vestido, lo rasga hasta la zona de la cintura y comienza a estrujar sus pechos y a lamerlos, mientras metía una mano bajo su pantalón, para acariciarse a sí mismo. Aquel hombre estaba cegado por el momento y en su mente solo corría la necesidad de hacer suya a aquella mujer que robó sus pensamientos desde el día que la conoció.

Amelia comienza a mover la cabeza de un lado para el otro y retorna nuevamente a la pesadilla, de ver cómo Toriny estaba encima de ella tratando de violarla. Nuevamente lo golpea, rasguña, se retuerce y grita tratando de escapar de ahí.

— Deja de gritar, nadie puede escucharte... no me obligues a lastimarte — advierte Toriny ya sin paciencia.

— NOOO... VÍCTOR, VÍCTOOOR... AHHH...

— No llames a ese niño... él no puede quererte como yo.

Toriny al ver que no se calmaba y le dolían los arañazos y golpes que le estaba dando Amelia, la toma por el cuello con una mano y comienza a presionar su garganta para ahogar sus gritos, mientras que con la otra trataba de liberar su masculinidad de sus pantalones, pero le era difícil, ya que aquella mujer no paraba de moverse y forcejear.

Amelia trata de liberar su cuello, no podía respirar, la cabeza la sentía abombada, pero cada golpe que le daba a aquel despreciable hombre, hacía que le presionará más fuerte y ya no tenía fuerzas para seguir luchando, no podía respirar, sus ojos se dirigen al techo, esto era el fin... seguramente moriría.

Mientras tanto en la celebración.

— ¿Dónde está Toriny? — pregunta preocupada Celenia, luego de mirar por los alrededores del salón.

— No lo sé... no lo he visto — contesta Agustín.

— ¿Por qué? ¿Qué pasa? — pregunta Víctor.

— Yo vi que salió de la celebración, un poco después que la señora Amelia — comenta Dorotea, uniéndose a la conversación.

— Víctor, tienes que ir a buscar a Amelia — le apresura Celenia, tomándolo por el brazo y comienza a empujarlo.

— ¿Qué?... pero... — comienza a decir contrariado Víctor.

— AHORA... ¡CORRE!

El grito que le da Celenia, atemoriza a Víctor y sale sin decir nada más.

Todos los que estaban en la celebración de la firma del contrato, quedan estupefactos ante lo que Celenia estaba sugiriendo.

Cuando Víctor llega a la mitad de las escaleras escucha un grito lejano que decía su nombre y luego fue interrumpido. El pánico se apoderó de su cuerpo y corre más rápido. Ya al llegar al segundo piso, Víctor comienza a abrir puertas tras puerta para buscarla y mientras lo hacía, solo podía pensar en lo que le había dicho anoche Amelia... que no le agradaba Toriny. Se sentía culpable por no prestar más atención en eso. Cuando abre una de las habitaciones, ve la escena más repulsiva que solo había estado en sus peores pesadillas.

Toriny estaba estrangulado a Amelia y esta tenía los ojos rojos, su vestido rasgado y como aquel bastardo trataba de bajar sus pantalones.

Toriny salta de la cama y se levanta, al ver al joven que estaba en el umbral de la puerta.

— No es mi culpa... aquella mujer me sedujo... — tartamudea Lorenzo.

Víctor corre para ver a Amelia que respiraba de manera dificultosa, tenía sus mejillas hinchadas, probablemente por varios golpes que recibió y como se asomaba por su nariz una gota de sangre. Ve cómo su vestido estaba rasgado, pero la parte baja de este y su ropa interior aún seguían intactos. Había llegado antes de que aquel hombre la matara en su intento por violarla.

Pronto la visión de Víctor se vuelve agresiva, violenta... todo lo veía en rojo. Era como si su cuerpo fuera poseído por el diablo. Cegado por la ira, su humanidad desaparece. Mataría a ese maldito que le hizo eso a su esposa, no perdería el placer de destrozarlo con sus propias manos.   

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