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Capítulo 52

Durante el viaje a España, Eleonora cuidó de las heridas de su esposo, puesto que los golpes que había recibido, le habían dejado el rostro hinchado, con grandes equimosis en su tórax y abdomen.

Para mantener un perfil bajo en el barco y en su nueva vida de fugitivos, Eleonora había cortado el cabello de Ishku, a cómo lo tenía cuando estudiaba con las Carmelitas de la Caridad.

El baúl que les dio Carlos, contenía artículos de aseo, además de trajes de etiqueta para varón y zapatos, lo que les sentaba bien para vestir a Ishku, viéndose como un millonario exótico, aunque a él le desagradaba el usar ese tipo de ropa, ya que se sentía apretado y con poca capacidad de movimiento.

El viaje fue tranquilo para Eleonora, quien le contaba a su esposo sobre el engorroso parentesco de los Fortunato, hablándole sobre su abuela, tíos y primos, en especial de Luciana.

Por su parte, el viaje para Ishku fue horrible, puesto que presentó mareos, con náuseas y vómitos durante los 20 días que estuvieron en aquel barco, burlándose que su esposa era quien estaba embarazada, pero él se llevó todos los síntomas.

Cuando llegaron a España, Eleonora sentía una extraña emoción de haber regresado a casa.

Tomando el tren con dirección a la capital, llegaron a la gran estación de ferrocarriles, contratando dos carruajes para transportar los baúles hasta la antigua mansión Fortunato.

Para Celenia, fue emocionante volver a ver a su querida nieta, ya que temía por ella al enterarse del secuestro de los indios, pero mayor fue su sorpresa cuando le ve llegar en compañía de aquel hombre tan alto y fornido, que usaba una camisa que estaba a punto de saltarle los botones al quedarle tan ajustada.

Las mujer hablaron bastante para poder contarse tantas cosas que les había ocurrido en aquel tiempo, que no habían notado que se estaba haciendo de noche e Ishku ya se había dormido en el sofá.

Esa noche, los esposos durmieron cómodamente en el agradable colchón del cuarto de Eleonora, despertando al día siguiente, casi al medio día.

Celenia había enviado a llamar a una modista, para confeccionar trajes a la medida para Ishku, puesto que las ropas de su difunto esposo o las que habían quedado de su hijo, eran demasiado pequeñas para él.

Eleonora estaba ansiosa por visitar a su prima, pero no podría hacerlo, hasta que su esposo pudiera vestir algo más cómodo, así que envía una nota a su mansión, pero en todo ese día, no recibió su visita o alguna respuesta.

Habían pasado dos días, y su esposo ya tenía su primer traje que le sentaba cómodo, así que hacen una visita sorpresa a sus tíos y primos en el Palacio Fortunato.

La alegría de quienes le vieron llegar era inmensa, pero se contuvieron de correr para abrazarla, al ver al hombre moreno que parecía una montaña a su lado, los que dejaba a todos nerviosos.

Nuevamente Eleonora debe de contarles a todos sobre su secuestro, su matrimonio, la vida con los Chahiwas, su embarazo y el motivo de su llegada a España.

Mientras su esposa contaba todo aquello, Ishku permanecía incómodo ante la mirada curiosas de la familia de su esposa, puesto que todos eran rubios, con ojos claros, sintiendo que su piel era mucho más oscura de lo que parecía, además de dificultársele hablar el español, ya que había pasado mucho tiempo hablando en idioma Chahiwa, haciendo que varias palabras se le hayan olvidado, adquierendo un acento extraño.

—Tíos, mi padre envía una parte del dinero que dieron por mi rescate. El resto lo traerán ellos, para el nacimiento de nuestro hijo.

—El dinero no es importante. Lo que nos importa, es que estás bien, con salud y que podremos disfrutar del nacimiento de tu hijo —contesta Emelina de forma maternal.

—Y ¿Luciana? He enviado una nota para poder visitarla, pero no ha respondido.

Varios comenzaron a reír, entre ellos sus tíos, a lo que la pelirroja no entendía el motivo, pensando que había dicho algo muy tonto.

—No te responderá en bastante tiempo. Está de viaje, en su luna de mil. —contesta Sergio.

—¿Qué? —exclama asombrada Eleonora.

—Los Condes se han ido de viaje a las playas de la costa Brava. Regresarán en dos meses. Ellos se marcharon tan solo hace una semana.

—No me lo puedo creer. Eso quiere decir que tienen un matrimonio armonioso. —dice Eleonora muy alegre, ya que le daba gusto por su prima.

—Yo diría que están más que bien. —ríe Emelina.

—Son empalagosos. Qué bueno que se fueron... porque tanto arrumaco es asqueroso —dice con desagrado su prima Carlota, que era 3 años menor que Eleonora.

—No seas insolente Carlota —le reprende Emelina.

—Pero es verdad. Mira la cara de papá, hasta él dice que es mejor que se fueran.

Sergio le hace un gesto a su hija para que guarde silencio, pero ya su esposa le miraba con enfado.

—Ah querida, no creas esas cosas. —se defiende Sergio.

Eleonora en esa tarde se enteró de muchas cosas que habían ocurrido con su prima, como que tenía un matrimonio amoroso y que ahora era una empresaria, con su propia boutique de modas llamada "Malva" y que se encontraba en la avenida principal del comercio.

La cena estaba a punto de ser servida, pero los esposos se disculpan, ya que debían de regresar a la mansión de abuela Celenia para acompañar a la anciana.

Antes de marcharse, se despiden de todos en el hall principal, momento en el que entra Danilo sonriente por la puerta de entrada, sorprendiéndose al punto de palidecer al ver a Eleonora ahí.

Un incómodo silencio se hizo en el ambiente, que fue interrumpido por Emelina.

—Querido. Tu prima Eleonora ha regresado.

Danilo parpadea y para alivio de Eleonora, él le sonríe de la misma manera en que antes lo hacía.

—Me alegro de que estés nuevamente con nosotros, ya que estábamos preocupados por ti.

—Estoy bien, pero ha pasado tantas cosas, que creo que necesitaremos mucho tiempo para charlar.

Emelina comienza a retirar a sus hijos para que ellos puedan charlar calmadamente, sin la incomodidad de tener tantos oídos escuchando.

Danilo posa sus ojos en el hombre alto que se había quedado en el hall, a lo que Eleonora les presenta.

—Él es mi esposo, Ishku —ella se gira para mirar a su marido —Él es mi primo Danilo, fue un gran apoyo para mí cuando estudiaba en la escuela.

Ambos hombres se estrechan la mano de forma tensa.

—No sabíamos que te habías casado. —comenta Danilo.

—Es una larga historia.

—Y supongo que está relacionado con aquel secuestro que nos ha preocupado tanto.

—Todo este último año, mi vida está relacionada con ese suceso. Pero dime, que ha sido de ti.

—Bueno, solo me he dedicado a trabajar en la compañía Fortunato.

—¿Alguna prometida?

—Estoy cortejando a una señorita, aunque ya ha pasado algún tiempo y aún no se decide a aceptarme. —ríe nervioso Danilo.

—Estoy segura de que debe de ser encantadora.

—Lo es, hemos cultivado una sincera amistad.

—Me encantaría conocerla.

—La traeré para alguna reunión familiar, estoy segura de que se llevarán bien.

Ishku da un carraspeo de garganta, puesto que se sentía incómodo de estar ahí, lo que Eleonora comprende casi al instante.

—Ya debemos marcharnos, espero que nos volvamos a ver y tener más tiempo para charlar.

—¿No se quedarán aquí?

—Estamos en la mansión de mamá Celenia.

—Entonces, espero verles otra vez.

Ambos se despiden con cariño, mientras que seguía siendo incómodo para Danilo despedirse del esposo de su prima, puesto que tenía ojos fieros.

De regreso a la antigua mansión Fortunato, Eleonora mira a Ishku que se mantenía silencioso en el carruaje que se movía.

—¿Qué te han parecido mis tíos y primos? —pregunta Eleonora en Chahiwa.

—Son agradables. —responde con desánimo.

—¿Que tienes amor mío?

—Nada, es solo que soy un extraño y siento su desprecio, por ser yo un nativo, además de ser quien te secuestró.

—No Ishku, eso no es así. Ellos son muy amables, ya te sentirás cómodo.

—Lo dudo, esta no es mi gente, no es mi tierra y no son mis costumbres. No creo que pueda sentirme cómodo alguna vez, sabiendo lo preocupada que debe de estar mi madre al desaparecer.

Eleonora da un suspiro y toma de la mano de su esposo.

—Lo mismo que te está pasando ahora, es lo que yo sufrí cuando me llevaste con los Chahiwas. También deseaba que mi familia supiera que me encontraba bien y quería regresar a lo que yo conocía. Pero me acostumbré y ahora los Chahiwas son mi familia, eso mismo ocurrirá contigo.

—También espero habituarse a esto. —Responde Ishku con amargura. —Ese primo tuyo que te saludo al final, es el que te confesó su amor ¿Verdad?

Aquello toma por sorpresa a Eleonora, que no sabía cómo darle una respuesta sin crear incomodidad, pero él responde por ella.

—No importa, no me molesta, porque eso es pasado solo preguntaba por curiosidad.

Cuando llegan a la mansión, cenan con la anciana, para luego retirarse a la habitación a descansar esa noche.

Eleonora abraza a Ishku por la espalda al estar recostados, acariciándole el pecho con sus dedos y apoyando su mejilla sobre él, puesto que le preocupaba al ver cómo su ánimo decaía día con día, ya que cada vez se volvía más silencioso, viendo como la luz de sus ojos, cada vez disminuía. Solo esperaba que su tristeza no lo consumiera, pues, eso le haría perder las esperanzas.

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