Capítulo 18
El verano había llegado y se cumplía ya un año desde la llegada de Eleonora. Las clases habían terminado, otorgando unas merecidas vacaciones para los estudiantes.
Con gran esfuerzo, Eleonora había logrado suplir su déficit y aprobado sus materias, lo que le dejó un hábito de estudio que sería difícil de arrebatar, por lo cual, a pesar de ya no tener clases, ella continuaba estudiando por las noches después de cenar.
Esa tarde, los primos, en compañía de Alberto, caminaban por un prado de los grandes jardines del palacio Fortunato, tomando asiento bajo un árbol de manzanas, para charlar sobre la fiesta que se realizaría esa noche en la mansión Toledo, con motivo del aniversario del Club de Inversionistas, y en la cual Danilo, haría su primera aparición en sociedad.
—Es muy emocionante, una fiesta con música y baile. Me encantaría participar en las fiestas —comenta emocionada Luciana.
—Yo opino que las fiestas son una presión social. —Comenta Alberto.
—Es verdad, porque cuando Luciana aparezca en sociedad, le pretenderán varios, porque ya le han llegado cartas de amor — sonríe Eleonora, con el propósito de dar celos a Alberto.
—¿Eso es cierto? —pregunta el joven de cabello castaño.
—Así es, pero ese era un secreto que teníamos con mi prima —responde risueña Luciana, ya que era mentira.
—Estoy segura de que Luci, pronto se casará con algún buen hombre que logre enamorarla —dice Eleonora, con el propósito de crear urgencias en Alberto para que se le confiese —Y eso me hace estar muy celosa, pues Danilo se casará pronto.
—¿Por qué lo dices? —Pregunta el joven rubio.
—Porque ya no serás solo de nosotros y deberemos compartirte con tu esposa.
—No lo creo —ríe Danilo, que tenía el rostro sonrojado hasta las orejas.
—Solo quiero que sepas, que a quien escojas como prometida, debe de tener nuestra aprobación. No queremos brujas pesadas cerca de nosotros. —advierte Eleonora.
—Es verdad, pero mi hermano tiene buen gusto y estoy segura de que sabrá escoger bien. —comenta Luciana.
Luego de aquella reunión entre amigos, Danilo se prepara para acudir a la fiesta del club de Inversionistas. Él no se encontraba ansioso por aquel evento, ya que no tenía intenciones de buscar algún compromiso, y su familia no le obligarían a contraer nupcias por acuerdos económicos ventajosos.
Danilo, que tiene 17 años, ya poseía una edad más que adecuada para contraer matrimonio dentro de la clase burgués, puesto que el trabajo o el dinero, no era un impedimento para mantener una familia de manera acomodada, por el contrario, podría crear lazos que favorecieran a las compañías por la unión de parentescos.
Ya tardé por la noche, los Fortunato se retiran de la celebración, y viajan en carruaje de camino al palacio.
Don Sergio y Emelina, miraban a su hijo expectante, esperando que él mencione algo sobre aquella velada, pero lo único que recibieron de él, fue un bostezo cansado.
—Danilo ¿Qué te ha parecido la fiesta? —pregunta su madre al ver que el joven no hablaba.
—Estaba bien. Me gustaron los aperitivos con camarones que sirvieron en la entrada.
—Y ¿Las jovencitas? ¿Qué te parecieron?
—Varias están en la escuela, y otras, miraban con desesperación esperando que le saquen a bailar.
—No es eso lo que pregunta tu madre —interviene Sergio —Dinos, ¿Te ha llamado la atención alguna joven para cortejarla?
—No papá, ninguna.
—¿No te gusta ninguna joven? O será que la joven que te ha cautivado ¿No estaba en esta fiesta?
—Pude serlo —Danilo mira por la ventana y presiona sus manos.
—Será que esa joven, ¿es una hermosa pelirroja? —pregunta sonriente Sergio, a lo que Danilo palidece.
— ¡Sergio! No hagas eso, lo avergüenzas. —le reprende Emelina.
—No quería hacerlo, pero seguir ocultando que conocemos sus intenciones con Eleonora, es jugar al ciego en una habitación iluminada.
—¿Por qué dicen eso? Yo nunca... yo no he dicho nada... —Danilo estaba tan avergonzado que quería llorar.
—Tranquilo amor mío. —le calma su madre —lo comprendemos y está bien. Solo queremos que sepas, que tienes nuestro apoyo en lo que decidas.
—¿No les molesta? Quiero decir, ella es mi prima, y no sé si sea lo correcto, pero... bueno, quiero decir... existen muchos matrimonios entre primos y nadie se opone a ello ¿Verdad? —trata de explicarse Danilo.
—Técnicamente, son primos en segundo grado, eso quiere decir que Eleonora, es tu tía... tal vez en eso si exista algún problema —ríe Sergio, ya que encontraba la situación muy divertida.
—No hagas de payaso, que a tu hijo le preocupa esta situación. —le reprende nuevamente Emelina, para nuevamente ver a su hijo con ternura y tomar de sus manos —No existe ningún problema, así que está todo bien.
Danilo da un suspiro, ya que no le agradaba que sus padres supieran que estaba enamorado de Eleonora.
—Pero, no sé si ella gusta de mí.
—Entonces, sé cuidadoso al demostrar afecto y gánate su cariño con respeto.
—Así lo haré madre. —asegura Danilo.
Ahora que tenía la bendición de sus padres y no encontraban mal una relación con Eleonora, podía cortejarla de manera discreta para ganarse su amor, ya que soñaba con el grandioso momento, en el que podría estrecharla en sus brazos de manera romántica y que ella le acepte.
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