Capítulo 50. FIN
La llegada hasta Alicante, fue un momento de regocijo para los Condes de Valcáliz, ya que, al iniciar oficialmente su luna de miel, estaban demostrando que ahora realmente eran esposos, y que mantenían un matrimonio armonioso.
Ambos disfrutaban de aquel tiempo junto, sintiéndose llenos de vida al ser completamente felices, porque lo habían conseguido todo, teniendo buena salud, trabajos que les enorgullecía, una familia que les quería y un amor correspondido que no tenían miedo de expresar.
Durante una tarde, al pasear por la costa española, observaban el mar como tranquilamente bañaba la arena, pero Luciana se dedicaba a observar a su esposo y sonreía cada tanto.
- ¿Qué pasa? De hace un rato me has estado viendo sin decir nada y ya me estoy preocupando, pensando que tengo algo en el rostro - comenta Maximiliano, girándose para verla.
- Es que, estaba reflexionando en muchas cosas, y que el destino es increíble.
- ¿Por qué?
- Cuando era niña, siempre soñé con el día de mi boda, que el hombre de mi vida, me estuviera esperando en el altar y poder confesarle todo mi amor delante de Dios. En esa época creía que los sueños se rompían tan fácilmente, pero no era así, mi sueño se había cumplido sin siquiera saberlo.
- ¿soy el hombre de tu vida?
- Sí, lo eres. Me gustaría regresar el tiempo atrás y decirme a mi misma que, disfrute de mi matrimonio y que no tenga miedo de mi esposo.
- Mi querida, yo siempre te protegeré, eres lo más hermoso que me ha pasado. Quizás, no debemos lamentarnos por no disfrutar de nuestro primer año juntos, ya que, si no fuera por todo lo que vivimos, no seríamos los amantes tan apasionados que somos ahora.
- Es verdad. Aunque me resistí a seguir este destino, este fue el mejor camino que pude escoger, porque me trajo a ti.
Maximiliano toma de las manos de su esposa, para besarlas, apoyando finalmente sus mejillas en ellas, mirándola con tanta emoción que le hacía suspirar.
- Ahora solo debemos recuperar el tiempo perdido, tenemos muchos años para eso. Oh, mi amada Luciana, no te imaginas cuán grande es mi amor por ti.
- Al contrario, tú no sabes cuánto es mi amor por ti... eres todos mis sueños e ilusiones...
- por favor, no sigas... creo que mi corazón se saldrá de mi pecho. Si eres tan adorable, ¿cómo puedo resistirme a ti?
- No lo hagas, tienes prohibido contenerte.
Luciana se estira, para alcanzar sus labios y darle un corto beso en público.
- Si tengo prohibido contenerme, entonces debemos regresar al hotel para que calmes este amor.
- Corramos mi señor, ya que es perjudicial para su salud oprimir su deseo - Luciana actúa de manera coqueta, como si fuera una esclava doblegada a la voluntad de su amo.
Ambos ríen y se toman de la mano, para correr por el malecón de regreso al hotel, actuando como dos niños realizando travesuras.
***
El tren se detenía en el andén y el vapor inundaba las vías, mientras muchos rostros sonrientes se aproximaban a los vagones para recibir a sus familiares, entre ellos, se encontraban los señores Fortunato.
Al abrirse las puertas del vagón de primera clase, salen de su interior sonrientes los Condes de Valcáliz. Luciana, al ver a sus padres esperándoles, se lanza a los brazos de su madre para besar su mejilla y saludarla, riendo muy alegre al hacerlo, para luego dirigirse a su padre y hacer lo mismo.
- Creo que no preguntaremos lo evidente, se nota que su viaje fue satisfactorio - comenta sonriendo Sergio.
- Lo fue mi querido amigo, un agradable viaje - responde Maximiliano.
- Pero estamos alegres de haber regresado.
- Nosotros ya les extrañábamos, nos alegra que estén nuevamente aquí. - dice riendo Emelina, al ver la alegría de su hija.
La familia camina por los andenes, para salir de la estación de ferrocarriles. Las mujeres se alejan de los varones que charlaban al caminar, para que ellos no puedan escuchar su conversación secreta que mantenía madre e hija.
- Tú estás muy feliz, y sé que no es solo por este maravilloso viaje de tres meses en las hermosas costas del mediterráneo.
Luciana sonreía, mordiendo sus labios y mirando a su padre y esposo que caminaban delante de ellas.
- Así es madre, pero aún no quería decir nada, hasta no estar segura.
Emelina se detiene y toma a su hija por los brazos, abriendo mucho los ojos por la impresión.
- Por favor dilo, necesito escucharlo.
- Mamá, creo que estoy embarazada.
Ambas mujeres se abrazan, lanzando chillidos de alegría por la emoción. Rápidamente guardan silencio, cuando los varones se giran al ver cuál era el motivo del escándalo.
- ¿Se lo has comentado a tu marido? - susurra Emelina.
- Aún no. Quiero que sea una sorpresa. ¡Oh mamá!, esto hará tan feliz a Maximiliano, espera con ansias tener un hijo.
- Todos lo estaremos. Pero, ¿Cómo sabes que estás encinta?
- Este mes no ha llegado mi período, además que he tenido muchos antojos de comer pescado frito. Madre, estoy casi segura que estoy esperando a un niño, lo presiento.
- Yo también lo creo, estás mucho más hermosa y radiante que de costumbre.
- Deseo tener un control con la partera, quiero conocer mi estado y saber que todo está bien. Mamá ¿Me acompañarás?
- Claro que sí, me encantaría estar presente para también enterarme.
Las mujeres guardan silencio al llegar donde sus esposos, que les esperaban para subir al carruaje.
- ... nuestras maletas serán enviadas directamente a la mansión - Informaba Maximiliano a su amigo antes de subir.
Emelina y Sergio se lanzan miradas cómplices, ya que no sabían si era buen momento para hablar de aquello.
- ¿Qué pasa? - pregunta Luciana preocupada - ¿Ha ocurrido algo?
- Bueno... nos preguntábamos si están muy cansados. Es para ir a la mansión de mamá Celenia... - alcanza a decir Sergio, cuando es interrumpido por su hija.
- ¡Oh Dios mío! ¿Está bien?
- Claro que si, a ella no le ha pasado nada. Es solo que hay una sorpresa para ti en su mansión, además de invitarnos a almorzar. Pero si están agotados por el viaje, pueden ir otro día.
- No por favor, yo estoy bien - Mira a su esposo - Al menos que Maximiliano prefiera regresar a casa, en ese caso, le visitaremos otro día.
- Estoy bien, he dormido la mayor parte del trayecto en tren. Por mí no se preocupen.
Luciana sonreía y sube al carruaje, estaba ansiosa por saber que era lo que deseaban mostrarle sus padres con tanta expectación, puesto que ellos, no le molestaría de no ser algo realmente importante.
Al llegar a la antigua mansión Fortunato, Luciana daba grandes zancadas para poder avanzar más aprisa por los pasillos, hasta llegar al salón de té de los bisabuelos, abriendo la puerta y sintiendo como el tiempo se detuvo para ella.
Aquella visión fue para Luciana algo completamente onírico. Sentada al lado de mamá Celenia, estaba Eleonora, realizando algunas costuras a pequeñas prendas, mientras hablaba con la anciana a su lado. Ella seguía viéndose igual que antes, tan bonita y con una sonrisa pícara en los labios, con su largo cabello pelirrojo que presentaba suaves ondas naturales, cayendo sobre sus hombros.
Eleonora levanta la vista y ve a quienes aparecían por la puerta, levantándose rápidamente del sofá.
- ¿Luci? O Luci... - Eleonora corre donde su prima para abrazarla.
- No lo puedo creer... es que no lo puedo creer - se limitaba a decir Luciana, abriendo sus brazos para recibir a su querida prima, que había extrañado durante esos dos años.
Ambas se abrazan, sintiendo tanta dicha al estar juntas nuevamente, que por la emoción, comienzan a llorar en los brazos de la otra. Al estar más calmadas, se limpiaban los ojos con pañuelos que les ofrecieron Maximiliano y Sergio.
- Mi querida Ely ¿Desde cuándo estás aquí?
- Hemos llegado hace un mes. Me contaron que estabas de viaje en tu luna de miel - Eleonora comienza a reír y mira a Maximiliano - Parece que ahora has podido encontrar la verdadera felicidad.
- Así es... - responde vagamente Luciana, mirando asombrada el abultado vientre de Eleonora, que recién había captado su atención.
- Hemos perdido tanto tiempo Luci, quiero saber todo lo que ha ocurrido contigo en este tiempo.
- ¿Yo? Considero que eres tú la que debe decirme todo lo que te ha pasado. Me tenías muy asustada, ¿Lo sabías?
Eleonora comienza a reír, sintiendo como su prima acariciaba su vientre y como sonreía con ternura al hacerlo.
- Luci, quiero presentarte a alguien - ella toma de su mano y caminan juntas hasta los grandes ventanales del salón de té.
Luciana, recién presta atención a un hombre alto y fornido, que se encontraba en el lugar, vestido de pantalón y camisa, con la piel bronceada, labios gruesos y ojos de un color tan negro, que le devolvía una mirada profunda y orgullosa. Aquel hombre tenía una belleza exótica, algo que nunca había visto Luciana en su vida. No cabía duda que debía de ser un indígena, nativo de Colombia, y probablemente, el amor secreto de Eleonora.
- Luciana, te presento a Ishku... es mi esposo. - Eleonora se aproxima al hombre que se mantenía de pie de manera gallarda y que inclina levemente la cabeza para saludar - Ella es mi prima de quien tanto te he hablado.
- Estoy encantada de conocerle, y seguramente Eleonora ahora me hablará mucho de usted - sonreía Luciana, estirando su mano para saludarlo, a lo que él le regala una sonrisa. - Él es mi esposo Maximiliano.
El Conde, que se había aproximado en donde estaba su mujer, saluda de manera cortés.
- Es un gusto. Por favor, siéntase en completa libertad de acudir a nosotros cuando lo necesite.
Abuela Celenia se levanta del sofá, siendo ayudada por Emelina, sonriendo al ver que su familia estaba reunida y cada vez eran más integrantes.
- Creo que se quedarán a almorzar y a tomar el té. Solicitaré que les preparen una habitación en la mansión, por si desean pasar la noche con nosotros, Condes - invitaba Celenia.
- Por favor Luci, quédense con nosotros, quiero enterarme de todo lo que te ha pasado.
- Nos quedaremos, pero serás tú quien partirá contándome tu historia, ya que no puedo aguantar la curiosidad.
Nuevamente, las primas reían como hace tanto tiempo no lo hacían, puesto que tenían mucho que decirse y ese día se les haría muy corto.
La llegada de Eleonora y su esposo a España, había causado un gran revuelo en los Fortunato, no solo por la aparición repentina de ella, que desde hace tanto tiempo no tenían noticias suyas, sino que, además, por su avanzado embarazo y el que haya contraído nupcias con un indígena, puesto que, para todos, fue sorprendente ver aquel amor tan inesperado.
~FIN~
Está historia continúa en el libro de la Saga "Un Amor Tan Inesperado"
***
Mis Queridos Lectores
Gracias por seguir y amar esta novela.
Agradezco infinitamente sus "Me gusta", pues aumenta la popularidad de esta novela y tiene más posibilidad de llegar a nuevas lectoras.
Recuerden leer sus predecesoras de esta historia "Un amor tan Intenso" (historia de Amelia y Víctor) y "Un amor tan Travieso" (historia de Sergio y Emelina).
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Un abrazo y los espero en mis siguientes obras.
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