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Verdades y Propuestas

El sonido del vidrio quebrándose hizo que Rowan levantara la cabeza del papeleo. Nili estaba apoyada contra el borde de la mesa, su rostro pálido como una hoja de papel. Antes de que él pudiera decir algo, ella tambaleó y cayó al suelo.

¡Nili! —exclamó Rowan, corriendo hacia ella.

Ella apenas podía abrir los ojos. Con un susurro apenas audible, murmuró algo sobre sentirse mareada. Sin pensarlo dos veces, Rowan la cargó en sus brazos y salió apresuradamente hacia el hospital más cercano.

En la sala de consultas, el médico la examinó con calma. Después de tomarle los signos vitales y hacerle unas preguntas, se giró hacia Rowan con una sonrisa amplia.

Felicidades, joven. Todo indica que está en el primer trimestre de embarazo.

Rowan parpadeó, atónito, mientras las palabras del médico resonaban en su mente. ¿Embarazada? Giró lentamente hacia Nili, quien lo miraba con el rostro encendido en un rojo profundo.

¡No, espere! —balbuceó Nili, agitando las manos—. Rowan no es... quiero decir... él no es el padre.

El médico frunció el ceño, claramente confundido, mientras Rowan permanecía en silencio, aún procesando la noticia.

Oh... —dijo finalmente el doctor, carraspeando con torpeza—. Mis disculpas.

Nili no pudo mirarlo a los ojos. Rowan, por su parte, dejó escapar un suspiro profundo y, tras un momento, le habló con un tono más sereno.

—¿Por qué no dijiste nada?

Ella apretó los labios y finalmente murmuró:

No estaba segura... y no quería preocupar a nadie. — mintió 

Rowan asintió lentamente. Aunque seguía impactado por la revelación, supo en ese instante que, de alguna manera, estaría allí para ella, sin importar lo complicado que fuera.

El médico salió de la habitación tras su incómoda disculpa, dejando a Rowan y Nili sumidos en un silencio tenso. Ella mantenía la mirada baja, sus manos jugueteando nerviosamente con los bordes de la sábana de la camilla.

¿Vas a decirme qué está pasando? —preguntó Rowan, cruzándose de brazos. Su tono no era de reproche, pero había una mezcla de preocupación y desconcierto.

Nili tomó aire profundamente, pero aún no podía mirarlo a los ojos.

Es complicado... —murmuró.

Bueno, hoy casi te desmayas en el trabajo y me entero de que estás embarazada. Complicado parece quedarse corto.

Ella soltó una pequeña risa amarga antes de que sus ojos se llenaran de lágrimas.

El padre... mi novio... bueno, ex novio, me engañó, posteriormente me dejó un mensaje dijo que no quería ataduras. Que su vida no podía detenerse por estar conmigo 

Rowan sintió cómo su mandíbula se tensaba al escucharla.

¿Y desde entonces has estado sola con esto? —preguntó Rowan, con la voz cargada de una preocupación que Nili no esperaba.  

Ella asintió, apretando los labios para contener el llanto que amenazaba con desbordarse.  

Pensé que podría manejarlo sola. Pero hoy... todo fue demasiado.  

Rowan se quedó en silencio, sus ojos fijos en ella con una mezcla de compasión y algo más que Nili no lograba descifrar. La luz tenue de la lámpara sobre la mesa iluminaba sus rasgos, haciendo que su expresión pareciera aún más seria. Finalmente, se pasó una mano por el cabello y suspiró profundamente.  

Tengo una idea.  

Nili alzó la mirada, sorprendida por la firmeza en su voz.  

¿Qué idea? —preguntó, temiendo la respuesta.  

Un contrato.  

—¿Un contrato? —repitió, desconcertada.  

. —Rowan se enderezó en su asiento, su postura reflejando una determinación que la hizo contener el aliento—. Yo me haré pasar por el padre. Cuidaré de ti y del bebé. Nadie tiene que saber la verdad.  

Las palabras golpearon a Nili como una ráfaga de viento helado. Abrió los ojos de par en par, buscando en su rostro algún indicio de broma o exageración, pero lo único que encontró fue sinceridad.  

¿Qué? Eso es... eso no tiene sentido, Rowan. ¿Por qué harías algo así?  

—Porque no mereces pasar por esto sola. —Su voz se suavizó, y por un momento, sus ojos parecieron más vulnerables de lo que ella había visto nunca—. Y porque tal vez... yo necesito esto tanto como tú.  

Nili sintió un nudo en la garganta. Las palabras de Rowan revolvieron algo dentro de ella, un torbellino de emociones que iba desde la incredulidad hasta una tímida esperanza. ¿Cómo podía alguien ofrecerle tanto sin pedir nada a cambio? Había aprendido, con el tiempo, que el mundo rara vez era tan generoso.  

No sé qué decir... —murmuró, abrazándose a sí misma como si buscara protección.  

Rowan se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en sus rodillas.  

No tienes que decir nada ahora. Solo piénsalo. —Le dedicó una sonrisa cálida, casi tranquilizadora—. No voy a dejarte cargar con esto sola.  

El silencio llenó la habitación, roto únicamente por el sonido del viento golpeando las ventanas. La tormenta afuera parecía reflejar el caos interno de Nili.  

Esto... esto no puede funcionar, Rowan —dijo finalmente, negando con la cabeza—. ¿Qué va a pensar la gente? ¿Qué vamos a decirles?  

Rowan se encogió de hombros, como si la respuesta fuera obvia.  

Lo que tengamos que decirles. Inventaremos algo. No importa lo que piensen los demás, Nili. Lo único que importa es que tú y el bebé estén bien.  

Sus palabras resonaron en su mente, pero la duda seguía ahí, arraigada profundamente. Recordó la última vez que alguien le había prometido apoyo, y cómo esa promesa se había desmoronado cuando más lo necesitaba. Había jurado no volver a confiar en nadie, y sin embargo, aquí estaba, frente a Rowan, sintiendo que esa promesa empezaba a tambalearse.  

No sé si puedo confiar en esto... —susurró, sin atreverse a mirarlo.  

Rowan se levantó lentamente, acercándose a ella con cautela, como si temiera que cualquier movimiento brusco pudiera romper el frágil hilo de la conversación. Colocó una mano en su hombro, su tacto cálido y reconfortante.  

No voy a presionarte, Nili. Pero quiero que sepas que estoy aquí. Pase lo que pase.  

Por primera vez en semanas, el peso en el pecho de Nili pareció aligerarse, aunque solo fuera un poco. Miró a Rowan, buscando alguna señal de que estaba fingiendo, pero todo en él parecía genuino.  

Lo pensaré —dijo finalmente, con la voz apenas audible.  

Rowan asintió, satisfecho con su respuesta.  

Eso es todo lo que te pido — pagó la cuenta del hospital para finalmente salir.

Rowan decidió llevar a Nili a su mansión para que descansara, al inicio la pelinegra no estaba muy convencida, pero Rowan le dijo que la llevaría a su casa más tarde, como si le diera espacio para procesar lo que acababa de ocurrir. 

Nili lo observó mientras sacaba una taza del estante y ponía agua a hervir. Era extraño ver a Rowan en un entorno tan cotidiano; hasta ahora, siempre lo había asociado con la precisión fría de su trabajo como dueño de la empresa y un reconocido accionista. 

Rowan... —lo llamó, después de un largo silencio.  

¿Sí? —preguntó, volviendo la mirada hacia ella.  

¿Por qué tú? Quiero decir... ¿por qué te importa tanto?  

Él dejó la taza sobre la encimera y se apoyó contra la pared, cruzando los brazos.  

Porque sé lo que es estar solo. Y porque, aunque no lo creas, esto también es importante para mí. Tal vez sea una manera de demostrarme que todavía puedo hacer algo bien.  

Nili lo miró fijamente, tratando de descifrar las capas ocultas tras sus palabras. Había tanto de él que no conocía, tanto que nunca se había atrevido a preguntar.  

Gracias... —murmuró, bajando la mirada.  

Rowan no respondió, pero la calidez en su expresión le dijo que no necesitaba hacerlo.  

Cuando la noche avanzó, Nili se encontró mirando por la ventana, observando cómo la tormenta comenzaba a amainar. Tal vez, pensó, su vida también podía encontrar un poco de calma después de tanto caos.  

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