Destinos encriptados
Una vez más, Nili se vio obligada a abandonar su hogar. La tristeza la invadía, pero esta vez tenía la esperanza de que su nuevo trabajo le ofreciera una vida más tranquila. Creía firmemente que la paga sería buena, y con ese pensamiento se prometió a sí misma trabajar arduamente para construir un futuro mejor.
Nili pidió a su hermano y a su abuela que guardaran todas sus pertenencias y se prepararan para buscar un nuevo refugio. La noche era fría, pero esta vez Nili había planeado algo diferente: había investigado sobre otra vivienda. Estaba ubicada lejos de la zona marginal y cerca de su trabajo. El lugar tenía un costo increíblemente bajo, ya que tiempo atrás había sido escenario de un crimen atroz. La reputación de la casa hizo que nadie quisiera comprarla, obligando a los dueños a reducir drásticamente su precio, con el tiempo, la gente olvidó lo ocurrido y la casa quedó oculta bajo una densa vegetación de árboles y plantas, convirtiéndola en un escondite perfecto.
Nili contactó a los propietarios y logró que aceptaran alquilarles la vivienda. Esa misma noche, los tres salieron a escondidas. Subieron al automóvil de Leo, el mejor amigo de Kai, y esperaron hasta asegurarse de que no hubiera sospechosos vigilando la calle. El trayecto fue largo y cargado de tensión. La familia, ansiosa por enfrentar un nuevo comienzo, era más consciente que nunca de la necesidad de mantener un perfil bajo y evitar salir innecesariamente.
Cuando finalmente llegaron a la casa, se acomodaron rápidamente. Cada uno escogió su habitación mientras Leo ayudaba a Nili a colocar grandes cortinas gruesas en las ventanas, diseñadas para bloquear por completo la luz y evitar que alguien notara señales de vida en el interior. Todo estaba cuidadosamente pensado para dar la impresión de que la casa estaba deshabitada.
Después de terminar, Leo se despidió y regresó a su departamento. La familia, ahora instalada en su nuevo refugio, sabía que este era solo el comienzo de una vida llena de precauciones.
Nili se sentó en el colchón mientras sacaba papel y lápiz de su mochila, sin pensar comenzó a dibujar el rostro de Ian y cuando se dió cuenta de lo que había hecho lo rompió a la mitad, un oscuro pensamiento invadió su mente "El bebé se parecerá a su progenitor" la idea la congeló, no quería ser atormentada el resto de su vida por el rostro del hombre al que ella amó
Un mensaje la sacó de sus pensamientos.
—Lamento la hora, pero necesito que me ayudes a deshacerme de esto.
Era Rowan. Le había enviado un documento que, a simple vista, parecía inofensivo, pero al examinarlo detenidamente, Nili descubrió que contenía miles de fotos de la exesposa de Rowan. Sabía que él quería proteger la integridad de la mujer con la que había compartido veinte años de su vida y evitar que ese material cayera en las manos equivocadas.
Nili entendió de inmediato la gravedad del asunto. Sin dudarlo, respondió con un escueto "Sí". Contactó a su hermano, y juntos se pusieron manos a la obra. Los mellizos habían trabajado durante años en ciberseguridad, desarrollando habilidades que no solo los habían hecho expertos en proteger sistemas, sino también en infiltrarse en ellos cuando la situación lo requería. Eran un equipo sincronizado.
Mientras Nili rastreaba la estructura del documento y eliminaba las fotos, su hermano diseñaba un malware que reemplazaría los archivos originales, asegurándose de que cualquier intento de recuperación resultara inútil. Sabían qué tipos de sistemas eran vulnerables y cómo explotarlos, desde vulnerabilidades en servidores hasta lagunas en protocolos de autenticación. Su experiencia abarcaba desde proteger redes corporativas hasta proyectos más oscuros, esos que habían dejado atrás pero que seguían definiendo su destreza técnica.
Cada movimiento era meticuloso. Usaban herramientas personalizadas que ellos mismos habían desarrollado a lo largo de los años, combinando algoritmos de cifrado con técnicas avanzadas de rastreo digital. Se comunicaban con palabras mínimas, casi telepáticamente, como si sus mentes estuvieran conectadas.
Cuando terminaron, las fotos habían desaparecido por completo, reemplazadas por un señuelo que contenía un virus diseñado para inutilizar cualquier sistema que intentara acceder a ellas. Era un cierre limpio y efectivo.
Al terminar, Nili se recostó en su silla, sintiendo una adrenalina que hacía tiempo no experimentaba. Su hermano sonrió, compartiendo ese brillo en los ojos que ambos tenían cuando trabajaban juntos. Había algo gratificante en usar sus conocimientos para algo más que un empleo rutinario. Por un momento, volvieron a ser esos dos jóvenes que habían aprendido a navegar por las complejidades del mundo digital, desafiando los límites y dejando una huella imborrable en cada sistema que tocaban.
—Una más para el archivo —dijo su hermano con una sonrisa.
—Y mejor que quede ahí —respondió Nili, apagando la pantalla con un clic decidido.
Ambos terminaron profundamente dormidos; el cansancio les había ganado por completo. Por la mañana, el teléfono de Nili vibró suavemente. Al encenderlo y ver la notificación, sus ojos se abrieron de par en par, sorprendido. Miró a su alrededor y notó que su hermano estaba acostado en el suelo, aunque en una posición poco cómoda. Fue entonces cuando se dio cuenta de que ella seguía sentada, con la laptop aún sobre sus piernas.
La notificación era de su banco, mil dólares se habían depositado en su cuenta bancaria, al momento de ver el dinero otra notificación llegó
"Hola, soy Rowan, esto es por lo de las fotos"
Nili se sintió satisfecha, por primera vez después de mucho tiempo vió esa cantidad de dinero guardado y no siendo robado por el dueño de la casa de apuestas, vió la hora y se apresuró a llegar al trabajo, su día transcurrió con tranquilidad y finalmente acabó
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