3 Tricia y ellas
Julia aparece frente a la puerta de la casa de su amiga con su bella esposa Victoria a su lado, quién se acomoda la ropa y se pasa una mano por el cabello.
—Eres una salvaje —le dice mientras la empresaria sonríe texteando en su teléfono.
—Debes estar contenta, el fuego de la pasión no se ha disipado —le da una pequeña nalgada y le aprieta el trasero, haciendo que su esposa de un saltito.
—Eres un hoguera con piernas, claro que el fuego esta vivo —la reprende— Deja de manosearme en la calle Moore —le aparta la mano inquieta— Comportate.
—Bueno —ella se pone seria a su lado—, toma las llaves del auto —Victoria las toma desconfiada—, tú vas a manejar así yo puedo ir tocando —la besa suave en la mejilla, sabía que eso venía con trampa.
La verdad es que los años lejos de hacer mella con la rutina en la pareja, ha logrado acentuar lo que cada una siente por la otra. Han pasado muchas perdidas como la muerte del abuelo de Julia, tiempo después de la mano derecha de su abuelo, Dora y de James, el esposo de Tricia que falleció de un ACV hace unos años.
—Hola chicas, pasen.
La cara de Tricia delata cansancio, sus ojeras son visibles y lo cierto es que desde la muerte de James, nada volvió a ser lo mismo, ni sus hijos y mucho menos ella. Citó a la pareja para hablar con ella sobre la única persona con la cual no logra conectar, aunque lo intenta desesperadamente, su hija.
—Entonces dice que Juli ya casi no te habla.
—No. Saben que desde que James no está ella ha cambiado rotundamente y la brecha que antes era de un palmo, ahora parece ser de kilómetros entre nosotras.
Tricia se para tomando de un sorbo hasta el fondo su copa de vino, Victoria mira a Julia y le hace seña para que hable, pero la empresaria nunca ha sido la mejor con los sentimientos y sigue sin ser la excepción, bueno claro que su esposa no entra en la regla.
—Si quieres puedo —Victoria la anima a que siga— llamarle —niega con la cabeza, y le hace seña— ¿Hablar? —asiente— hablar, personalmente aquí —niega—, no, no, aquí no, en su... ¿Departamento? —su esposa se da una face palm.
—Tricia hablaremos con ella si quieres, sabés que nos escucha —Tricia suelta una risa gutural sin gracia, es su hija y ni siquiera la escucha.
—¿Cómo puede ser que no logre conectar con ella? Es mi hija —voltea a ver a sus amigas con lágrimas en los ojos—. Siempre creí que quizás fue porque no pudimos hacer la conexión de madre e hija por el tiempo que pasó en la incubadora, cuándo nació prematura. Pero con James, si conectó y yo lo intenté, les juro que lo he intentado por años, pero jamás logré ser muy cercana a ella —comienza a llorar y Victoria se acerca a abrazarla, mientras Julia se congela—. Cambiaría todas las conexiones que tengo con la gente, con tal de conectar con mi hija.
Victoria le pide a su esposa que se acerque y también se una al abrazo, Tricia necesita el calor y el afecto de ambas. Saben que Juliana a veces puede ser difícil, y que en muchas cosas se parece más a su tía Julia que a sus padres, es más conecta mejor con Julia que con su madre, pero también saben que Tricia jamás se rindió con ella, lo que pasa es que ahora la ecuación deja afuera a un factor importante que hacía se mediador entre ellas, James.
Se sientan a comer un poco más tranquilas esta vez.
—Estoy conociendo a alguien —tira Tricia sin despegar los ojos de su plato— es el contratista que fue a arreglar consultorio otra vez.
Hace unos años ella estaba negada a la idea de siquiera pensar que podría tener a alguien en su vida, James había sido su gran amor y había tenido la fortuna de casarse con él y tener dos hermosos hijos. Cuando él falleció, con él también se fueron sus ganas de estar con alguien más, y no por falta de propuestas, Tricia pese a su edad, no es para nada una mujer que pase desapercibida, siempre arreglada, formal pero elegante, sin mucho maquillaje y con una belleza natural que es imposible no voltear a verla, desde su juventud. No por nada la diosa olímpica de Atenea tuvo un crush con ella por un buen tiempo.
—¿Entonces ya se acostaron?
El poco tacto de Julia, hizo que su esposa suspirara y se llevara la mano al rostro mordiendo su labio inferior, a veces tiene la delicadeza y el tacto de un maremoto arrasando con todo a su paso. Tricia se pone roja y comienza a toser cuando se ahoga con un bocado de comida.
—Vas a matarla —Julia a punto de decir algo se calla y cierra la boca.
<<Bueno si se muere irá con James, y si llego a decir lo que estoy pensando Victoria me mandará a mí con James. Así que mejor me callo>>
Tricia toma agua y cuándo al fin puede respirar con lágrimas en los ojos, las mira y habla.
—Sí.
Ambas la miran esperando más, pero es todo lo que ella dice, un rotundo y suficiente sí. Saben que no van a sacarle más que eso... por ahora.
—¿Quién más lo sabe?
—Luke, por supuesto.
—Hace cuánto que salen.
Aquí es cuándo la voz de Julia adquiere un tono de reproche hacía su amiga, mira a su esposa escudriñando algún atisbo de que esta información es nueva para ambas, porque sí, están casadas, pero si Tricia le hubiera pedido que no lo contara, Victoria sería una tumba y ese tipo de lealtad es lo que Julia ama de ella.
—...meses —dice la cantidad balbuceando cuando se lleva la copa a la boca.
—¿Puedes ser clara Patricia? —usando su nombre completo, su amiga tiembla.
—5 meses.
—¡Eres una zorra! —le dice en tono de reproche— ¡¿te has guardado esto por 5 meses?! Me imagino que esa estúpida de Anastasia tampoco lo sabe —su amiga y colega del trabajo, la misma que saca el lado celoso de amistad en Julia.
—No, solo lo sabe Luke y ahora ustedes.
—Bien —sonríe su amiga con suficiencia— ¿Cuándo vamos a conocerlo? Te aclaro que nosotras como tus primeras amigas, seremos primero, claro después de tus hijos.
—Julia —la mira seria— no lo sé, quiero ir despacio y aún no estoy segura en realidad de esto. Siento que mi relación podría terminar de cortar el delgado hilo que me une a Juliana.
—Eres una mujer adulta que tiene derecho a rehacer su vida Tricia —habla Victoria tocándole la mano—. Bien sabemos lo que James significó para ti, para todos y si has dejado que él entre en tu vida es por algo. Juliana tendrá que acomodarse a la nueva realidad. Nadie reemplazará nunca a su padre, pero tú también tienes derecho a poder avanzar y seguir viviendo.
—Sí, Tricia. Mi sabia, adorable, servicial y excelente esposa tiene razón.
—No creas que halagandome te voy a dejar pasar el poco tacto que tuviste al preguntar Moore.
—Tenia que intentarlo.
Las mujeres prometen juntarse a hablar con Juliana en la medida que puedan hacerse un espacio en la agenda y se marchan del lugar dejando al menos a una Tricia un poco más calmada. Podría pedirle a Luke que la hablara, pero no quiere crear rivalidad entre sus hijos por discutir entre ellos.
Para quiénes se pregunten cómo es que se casaron Julia y Vicky, fue un casamiento íntimo solo para la familia y amigos más cercanos, una pequeña celebración para que no pasara desapercibido ¿Porqué? Porque ni Julia, ni Victoria, tenían las ganas y la paciencia de hacer una mega boda, ellas consideraban que la personas con las que tenían que festejar la unión eran sus seres queridos y nadie más, claro que Atenea estuvo invitada con su esposa e hijos. Lo que si hicieron fue tener una extensa Luna de miel viajando por el mundo.
Vicky fue quién le pidió matrimonio, luego de una larga sesión de sexo, en celebración de su sexto aniversario juntas, a Julia se le cayó la copa de la mano de la emoción, que se partió en el suelo, se cortó al pisar los vidrios y le dio el sí a Victoria en el hospital mientras le cosían el pie. Una gran sonrisa se instaló en Julia cada vez que hablaba de Victoria como su prometida y ni que les cuento cuándo comenzó a decir "mi esposa esto" "mi esposa lo otro" "no puedo quedarme, mi esposa me espera en casa" y jamás se cansa de decir que es esposa de Victoria, tampoco dejaron jamás de mirarse con amor, ni un solo día.
—Te dominó tu secretaria Moore.
—A ti tu alumna, diosa olimpica.
—Touché —respondió Atenea— nos sacamos la lotería con ellas —las amigas las miraban conversar a sus mujeres, mientras ellas charlaban en la otra punta— a la final nos ha ido demasiado bien.
—Finalmente —chocan las copas— salud.
Esa fue conversación con Atenea el día de su boda. Dos mujeres enamoradas de sus esposas, dos mujeres que encontraron sus finales felices, al fin.
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