Sentado en su silla de paja, en el balcon que daba al jardín, muy colorido, lleno de aves y picaflores, un día en el que el sol quemaba y decoloraba las baldosas, Sasuke no tubos mejor idea que tomar un té en un balcon lleno de recuerdo, preciosos recuerdos imposibles de olvidar. El único sonido que rebotaba apenas en la amplia y solitaria mansión era la gotera de la canilla que había roto el día anterior, solo fue un accidente. Que le costo también varios platos de porcelana.

Tomando un té en la sombra del balcon en su silla de paja y a su lado la silla perteneciente a Naruto, Sasuke recordaba aquel bello día en el que se enamoro.