Mi mujer
Jade.
Cuando abro la puerta veo a Eros vestido con ese esmoquin, se ve tan atractivo.
Noto que me escanea de pies a cabeza lentamente.
— ¿Nos vamos?
— Si — él extiende su brazo y yo luego de meditar decidí tomarlo, caminamos hacia el ascensor.
El camino a la gala es sumamente corto, ya que la gala se llevará a cabo en uno de los salones de fiestas del hotel, por donde quiera que mire veo lujo, caminamos entre las personas, Eros saluda a uno que otro hombre, se estrechan la mano y me presenta como su asistente.
La velada empieza muy tranquila, acompaño a Eros a todos lados, él me ha dado ya dos copas de vino. El está hablando con un hombre de unos 50 años, bajo y regordete, tiene una leve calva en el centro de su cabeza, están muy entretenido que no se percatan de una rubia que se acerca con un vestido negro, completamente señido a su cuerpo, con un pronunciado escote, ella viene sonriendo.
— Eros mi amor, qué alegría verte nuevamente — le dice muy coqueta, mientras se toma un mechón de cabello y lo enrosca en su dedo.
— Hola Ciara, cómo estás.
— Bien, pero ahora que te veo mucho mejor — pero está zorra casi se le lanza encima.
El hombre se despide de Eros al notar las insinuaciones de la tal Ciara hacia Eros, y yo creo que debo hacer lo mismo.
Me doy media vuelta y me voy silenciosamente sintiendo una opresión en el pecho, volteo a verlos por última vez antes de alejarme, y de repente me percato que es la rubia oxigenada de anoche.
Camino entre las personas, pasa un mesero con una bandeja con copas llena de vino, tomo una y sigo caminando hasta que salgo por una puerta que da a una pequeña terraza, el frío de la noche me hace estremecer, me abrazó a mi misma y decido quedarme hay por un rato, no quiero entrar y volver a presenciar algo como anoche.
Me terminó el contenido de la copa de un tragó, colocó la copa en una pequeña mesa que está a un lado y me paro frente al barandal.
De repente siento una tela en mis hombros y al voltear veo a uno de los hombres que me presentó Eros.
Es un hombre que pisa los cuarenta años, pero se ve muy bien, debe ir mucho al gimnasio ya que sus brazos y espalda se ven muy anchos, es alto, cabello negro, ojos azules, un rostro muy varonil, parece un actor de cine.
El me ha colocado su chaqueta en mis hombros y el quedo solo con su camisa blanca.
— ¿Qué hace una mujer tan bella aquí sola? — me pregunta.
— Solo quería tomar un poco de aire — Él me ve y sonríe.
— En ese caso, me alegro de tu necesidad de salir por un poco de aire, ya que me da la oportunidad de conocerte.
Yo solo sonrió, la verdad no sé qué decir, además me intimida un poco, él se para a mi lado y ve las estrellas.
— Está es la mejor experiencia que he podido tener — yo lo miro sin entender, y por lo visto nota mi confusión ya que habla nuevamente — Ver la belleza del cielo, lleno de estrellas, al lado del lucero más bello del firmamento.
Wau… salió poeta. Sonrió tímidamente, él se acerca y toma mi mano, trato de alejarme un poco pero él no me suelta.
— Desde que te vi entrar, me robaste la atención, eres la mujer más bella y sexy que está en esta fiesta — yo lo miro con cara de "enserio" él sonríe y prosigue — si se que hay muchas bellezas en la gala, pero solo una muestra su belleza natural y esa eres tú — el deposita un beso en mis nudillos, pero en ese momento él es apartado de un empujón de mi lado.
— Aléjate de mi mujer Eustacio — Eros alejó de un empujón al hombre que ahora recuerdo que se llama Eustacio.
— Pero qué te pasa Eros, ¿tú no estás con Ciara? — le responde de mala gana.
— Ya te dije que te alejes de "mi mujer" no te quiero ni a un kilómetro de distancia de Jade — me quita la chaqueta de los hombros y se la tira en la cara a Eustacio.
— Ella no es tu mujer, es tu asistente y ella tiene todo el derecho de estar con quién ella quiera y la única manera de que yo me aleje de ella es que ella misma me lo diga — dice Eustacio mientras ve a Eros con cara de pocos amigos.
— Ella es mi mujer, que eso te quede claro — no puedo creer lo que dice este loco, yo su mujer. Pero qué le pasa.
Voy a decirle a Eros que deje de inventar cosas, que se valla con su rubia oxigenada, pero cuando abro mi boca para hablar, Eros me tomó de la cintura y en cuestión de segundos estampa su boca con la mía, los primeros segundos no se que hacer, estoy en shock, pero luego mi boca toma vida propia y le devuelve el beso, me pierdo en sus labios, en un beso apasionado.
Cuando se nos acaba el aire nos separamos y nos miramos fijamente a los ojos.
— Yo no soy tu mujer — le digo sin dejar de mirarlo, él sonríe y dice.
— Por ahora — vuelve a unir nuestras bocas.
Cuando nos separamos, él voltea y ve a donde estaba Eustacio, él ya no está, sonríe y me dice.
— No quiero que nadie se acerque a ti, recuerda esto. Tú eres mía — no puedo creer lo que está diciendo.
— Yo no soy de nadie Eros — su sonrisa se vuelve arrogante y me besa nuevamente.
Cuando nos separamos mi corazón se quiere salir de mi pecho, respiro con dificultad y las piernas me tiemblan.
— Si no fueras mía, tu cuerpo no me respondería como lo hace. — Mis mejillas están calientes, es más hasta el frío que sentí hace poco se esfumó.
— Señor, señorita, ya va a comenzar la subasta — dice un mesero desde la puerta de la terraza.
No digo nada, solo trato de regular mi caótica respiración, Eros toma mi mano y entramos al gran salón donde se llevará a cabo la subasta, esta gala benéfica la organiza anualmente una compañía que se dedica hacer labor social, este año los fondos que se recauden van para los niños con cáncer.
Entramos y empieza la subasta.
La primera donación es un carro Ferrari, se vendió por un buen monto, la segunda donación una pintura de un pintor muy reconocido Leonardo da Vinci, para el tercero fue la donación de la cadena hotelera Smit donó un fin de semana para dos en una suite matrimonial en Cancún, y me complace saber que el monto de la subasta fue muy buena, y así siguen la subasta, Eros no a soltado mi mano.
La rubia se dio cuenta y me mira como si me quisiera matar.
En cuanto salga de esta gala, tendré una conversación con Eros, pues tengo que aclararle que yo no soy de nadie, lo que de verdad espero es que no me vuelva a besar para yo poder decirle todo lo que quiero. Esos besos de Eros me dejan sin palabras, sin aliento.
<< Y sin aliento te quieres quedar, te mueres por más besos, se sincera contigo misma por una vez >> y habló la doñita calentona que vive en mi cabeza.
<< No quiero que me bese, primero quiero hablar y después…>>
<< SI >> celebrar mi voz interior dando a relucir algo de mis más íntimos deseos.
Pero es que díganme cómo no desear a ese hombre si parece un dios griego.
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Hola, como prometí les dejo actualización doble.
Si les gusto recuerden dejar una ⭐
Se les quiere ❤️
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