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Ganar tiempo.

Jade.

Veo la pantalla del celular mientras repica.

— Contesta Jade puede ser de la policía — no creo que me llamen de la policía, Eros está allá y él quedó en avisarme cualquier cosa.

Paso mi dedo por la pantalla y coloco el teléfono en mi oreja, un mal presentimiento crece en mi pecho.

Llamada

— Hola mi amorcito, no sabes cuánto te extrañamos — escucho la voz de Ricardo al otro lado de la línea.

— Ricardo ¿dónde está Ángel? — Susana me ve con terror y yo trato de controlarme para poder recuperar a mi hijo.

— ¿Pero porque me hablas así mi amor? Parece que no me extrañas. Nuestro hijo está bien.

— Dónde están Ricardo — le digo en voz alta, casi gritando.

— No me hables así Jade, no creo que tú quieras que me moleste — me contesta con voz fría.
— Ángel está bien, se acaba de quedar dormido.

— Ricardo por lo que más quieras devuélveme a mi hijo — habló con voz entrecortada ya ruedan por mis mejillas las primeras lágrimas.

— Mi amor, tu hijo está bien, nosotros te estamos esperando. Sabes ya llegó el momento de vivir juntos, tú serás mi mujer y Ángel mi hijo, seremos una familia feliz — este hombre está loco, creo que lo mejor es que le siga el juego.
— Te estaré esperando para irnos muy lejos juntos mi amor.

— Está bien, dime a dónde tengo que ir — Susana me mira como si yo estuviera loca y niega con la cabeza, articula con los labios (no irás, no jade)

— Mi amor, te enviaré la dirección por un mensaje de texto. Pero si veo que otra persona que no seas tú, se acerca al lugar, no me responsabilizó de lo que le suceda al pequeño Ángel.

— Tranquilo, te prometo que solo iré yo.

— Confiaré en ti mi amor, ya verás que seremos felices. Te amo — cuelga y luego llega un mensaje con la ubicación.

— Tú estás loca Jade. No puedes ir — habla Susana mientras leo la dirección en el mensaje.

— Tengo que ir sola Susa, entiende que el puede lastimar a Ángel si ve a otra persona —  veo frustración en su mirada, ella sabe que tengo razón.

— Yo voy contigo — ella toma mi mano y la aprieta esperando mi confirmación.

— No puedes Susa, tú tienes que hacer algo por mí.

— Jade, pero…— la interrumpo.

— Tú irás a informarle a Eros lo sucedido, le llevarás la dirección — copio el mensaje y se lo envío a Susana — Yo me iré a encontrar con Roberto, buscaré la manera de distraerlo, de alejar a Ángel de el, para que la policía se pueda acercar y él no tenga oportunidad de lastimar a mi hijo.

— Jade no…

— Te prometo que no me pasará nada, entiende que yo solo quiero alejar a Ángel de ese hombre, el está demente y en un ataque de ira puede lastimar a Ángel.
El está solo con ese hombre Susa, yo tengo que ir por mi hijo, si le pasa algo yo me muero Susa — Susana me abraza.

— Bien, tú te vas a la dirección que él te envió y yo me voy a la comisaría. Solo prométeme que te cuidaras, que Ángel y tú volverán sanos.

— Lo intentaré Susa.

Susana se sube en un taxi y se va rumbo a la comisaría, yo subo a otro taxi y le doy la dirección, en realidad la dirección que envió Ricardo está a media hora de la clínica, Susana llegará a la comisaría en aproximadamente veinte minutos, la clínica está en el centro de ambas direcciones.
De la comisaría al lugar donde Ricardo es casi una hora, eso me dará tiempo suficiente de llegar, tranquilizar a Roberto y alejar a Ángel.
Espero que todo salga como lo planee.

Llegó a un lugar donde no hay muchas casas, casi todo ha sido demolido, es una parte de la ciudad algo desolada y humilde. La dirección me llevo a un edificio el cual se ve muy deteriorado, está parte de la ciudad la están demoliendo para construir un conjunto residencial de gente con mucho dinero.

Ingreso al edificio y veo una hoja de papel pegada en la pared al lado de las escaleras que dice: "apartamento 2-C"

Subo por las escaleras hasta llegar al segundo piso, luego busco la puerta que diga 2-C, camino hasta encontrar una que tiene pintura negra con ese número y esa letra, tocó la puerta y está se abre dejando ver a un Ricardo, delgado, ojeroso, tiene una barba de un par de semana, se ve tan descuidado.

— Mi amor , te esperaba — dice Ricardo mientras me abraza, yo me quedo parada en el sitio, no me muevo, no respiro.
— Pasa mi amor, te tengo la cena lista.

Me toma por el brazo, apretando muy fuerte y me lleva a una mesa, la cual se balancea por el mal estado, me guía a una silla y me empuja para que me siente.

El toma una caja de pizza y saca una rebanada y me la  pone en mis manos.

— A duras penas te pude guardar esta rebanada, a nuestro hijo le gusta mucho la pizza — trate de sonreír pero creo que solo salió una morisqueta.

— ¿Dónde está Ángel?

— Come primero mi amor — me contesta con una sonrisa siniestra en sus labios.

— Quiero ver a Ángel — él golpea la mesa con sus dos manos y me mira con desprecio.

— DIJE QUE COMIERAS — tomo la rebanada de pizza y la llevo a mi boca, mordiendo un pedazo de la misma, no puedo evitar que una lágrima corra por mi mejilla.

El ve mi rostro y se acerca a mi, cambia de expresión a una de preocupación, levanta su mano y limpia mi mejilla.

— Ves lo que haces, por tu mala conducta te grite, no me provoques mi amor, no quiero tener que lastimarte por tu mala actitud — Si, es definitivo, este hombre está de manicomio.

Me comí la rebanada de pizza a duras penas, no tengo apetito, tuve que aguantar varias arcadas. Una vez termine de comer él sonrió y me extendió su mano, yo la tomo con algo de miedo, el me lleva a una habitación, la cual está cerrada con una cadena que entra un extremo por un hoyo en la puerta y el otro por el marco de la misma para unirse con un candado.

El saca del bolsillo de su pantalón una llave, abre el candado y me dice.

— Ve con tu hijo un rato, yo tengo que preparar unas cosas para nuestra reconciliación — él abre el candado y saca una parte de la cadena.

Al abrir la puerta todo se ve oscuro, ingreso y veo a Ángel acostado en una cama, camino hasta él mientras escucho como sierra nuevamente la puerta con la cadena y el candado.

Me siento en un lado de la cama y paso mi mano por la carita de mi hijo, él al sentir mi taco, abre los ojos y me mira, luego brinca a mis brazos llorando.

— Mami tenía miedo, te extrañe tanto. Mi tía estaba en el piso, y Ricardo me dijo que buscaría ayuda para ella, pero mintió, él me trajo a este feo lugar — decía entre lágrimas — me quiero ir a mi casa mami, quiero ver a la tía Susana.

— Tranquilo mi príncipe, ella ya está bien, yo vine para llevarte a casa — él me mira y sonríe.

— Vamos mami, me quiero ir — se levanta de la cama y busca sus zapatos.

Yo lo detengo y lo siento en mis piernas.

— Ángel llegó el momento de ser valientes, Ricardo está… — cómo le digo que está loco sin asustarlo — digamos que está enfermo, tenemos que ganar tiempo mientras… — Cómo le explicó a mi hijo de 5 años que estamos secuestrados por un demente.
— Mientras vienen unas personas para llevarlo a un lugar donde lo sanarán, tenemos que seguirle la corriente en lo que diga, tía Susana fue a avisarle a Eros en dónde nos encontramos.

— Mami Ricardo no es bueno, él me gritó.

— Si mi niño, yo sé que no es bueno, pero tú no tienes que tener miedo, yo ya estoy aquí para protegerte — lo abrazo como si no hubiera un mañana.
— Yo te protegeré, nada malo te pasará, te lo prometo.

Pasaron una media hora aproximadamente, cuando escucho la cadena de la puerta.

Acuesto a Ángel en la cama y le susurro.

— Hazte el dormido, no importa lo que escuches tu te quedas aquí en silencio, yo no dejaré que te pase nada malo — le beso su frente y camino hacia la puerta.

La puerta se abre y entra Ricardo, el ve la cama donde Ángel está acostado, luego me ve a mi y yo le hago señas para que no haga ruido, el camina hacia la puerta y me dice.

— Vamos.

Salgo de la habitación y veo como Ricardo cierra la puerta y coloca la llave en una pequeña repisa que está al lado.
Luego me toma por el brazo y me lleva a la habitación que está al lado.

Entramos y solo veo una cama matrimonial en el medio de la habitación, una puerta a un lado la cual está abierta y se ve que es un baño, la cama está tendida con unas sábanas de color verde agua y sobre la cama se ve una tela roja doblada.

— Hoy celebraremos nuestra reconciliación — lo veo caminar a la cama y tomar la tela roja, y enseñarme una pequeña bata de dormir de tirantes y muy corta.
— Se que te verás hermosa utilizando esto — me lo entrega.
— cuando estemos en nuestro nuevo hogar te compraré conjuntos mejores que este.

Yo miro la diminuta bata es muy linda, pero no pienso ponermela para el.

— Que esperas, ve a darte una ducha y arréglate para mí — quizás pueda ganar tiempo con la ducha.

— Está bien, pero con una condición — él me mira y alza una ceja.
— en cuanto entre al baño tu te desnudaras y me esperarás acostado en la cama — Si está desnudo no creo que salga de la habitación y no se podrá acercar a mi hijo.

Él sonríe aprobando mi solicitud, camina y se para en frente de mi, luego me toma por la nuca y me besa, su beso es brusco tanto que me lastima el labio, yo trato de disimular el asco que me da, no sé si se dió cuenta que no le correspondía el beso solo trate de aguantar.

Camino al baño y entro, camino de un lado a otro.
— Y ahora que hago — me digo mentalmente.

— No escucho la ducha mi amor — escucho la voz desde la habitación.

abro la regadera, el puede entrar y verme vestida caminando de un lado a otro.
Suspiro y empiezo a desvestirme, entro a la ducha me baño muy lentamente, luego salgo y me visto con el diminuto vestido de dormir, me miró en el espejo que está sobre el lavamanos, siento terror al imaginar lo que puede suceder una vez salga.


No puedo evitar pensar que me hubiera gustado que el hombre que me esperara afuera fuera otro "mi guapísimo Eros Smith"

— Eros no tardes, por favor — pienso mientras tomo la manilla de la puerta del baño y salgo, no puedo retrasar mi salida por más tiempo.

Ricardo está acostado en la cama con el traje de Adán, está muy flaco, sus costillas se marcan de una manera muy notoria, él me mira de arriba para abajo y pasa su lengua por sus labios.

— Esto lo disfrutaré — dice con una sonrisa que me da escalofríos.

<< Vamos Jade, piensa algo, tienes que ganar tiempo >>

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