CAPÍTULO 32
Anteriormente
— ¿Qué paso después? — Su silencio me incomodaba, venia seguramente lo que era para él, lo peor.
—Mamá. — Suspiro. — Nuestra madre le ordeno que abortara al bebe, que ella no quería que su reputación cayera y que uno de sus hijos tuviera un bebe de una sirvienta. Amelia se fue indignada de lo que había dicho nuestra madre y cuando atravesó la puerta mamá me ordeno que la atropellara, o que le pagara a alguna persona para que ese hijo no naciera... pero no lo hice, la lleve a un hotel y le dije que estaría allí hasta que pensara en qué hacer. Le mentí a mamá diciéndole que no la había encontrado y después supe que había hallado a su padre, que estaba con él y en ocasiones llegue a visitarla y llevarle algún detalle para el pequeño— Golpee mi cabeza contra la pared, ¿yo era hijo de esa mujer? ¿De una mujer que no tenía sentimientos? — ¡Basta! — Ordeno abrazándome. —Sé cómo te sientes.
— ¡NO! — Grite. — No tienes idea de lo que estoy pasando al enterarme de todo esto, mi madre quería matar a mi hijo, deshacerse del amor de mi vida... ¿y aun así crees comprenderme? —Bajo la cabeza...
—Perdóname Alexander. — Se puso de pie y salió de la recamara, estaba cansado, triste y con muchas dudas resueltas en mi cabeza, pero la mayoría con un desenlace poco alegre. — Toma. — Puso frente a mis ojos una caja de cartón, la tome y la abrí, estaban allí muchos sobres todos con mi nombre, dirección donde estaba en Londres y fechas. — Son las cartas. — Susurro. — Jamás abrí alguna. — lo observe, su rostro tenía ya las marcas de mis manos y su ojo ya estaba cambiando a morado. — Lo siento nuevamente. — Salió de nuevo y me dejo allí con todas esas cartas en mis manos. Empecé a leer una a una, empezando por las primeras fechas.
Amelia me había necesitado mucho, siempre me lo decía en las carta, cuando murió su madre, cuando no sabía nada de mi... cuando se dio cuenta que estaba embarazada, casi sentía las emociones que ella había tenido.
— ¡Alexander! — Escuche la voz de mi madre y el sonido de sus tacos corriendo por los escalones. Abrió la puerta y sonrió enormemente. — ¡Hijo! — Abrió sus brazos, deje las cartas en la caja y la cerré.
—Me apena ser tu hijo. — Susurre. Su cara se transformó y sus ojos se abrieron ampliamente.
— ¿Q-que pasa?... ¿Has estado llorando? — pregunto preocupada por la forma en la que había hablado.
—Si. —conteste seriamente. — Gracias a ti. — Su confusión era más que obvia, era como si la pudiera leer en su mente, no sabía de qué hablaba ¡Ja!, pues yo se lo recordaría. — Dime, ¿porque te empeñas en hacer de mi vida un infierno?
—Pero Alex. — Susurro con una mano en su pecho. — Soy tu madre, te amo y...
—Si me amaras. — interrumpí subiendo el volumen de voz. — no hubieses hecho todo lo que hiciste
— ¿P-pero... de que hablas?
—De Amelia. — Su rostro se desfiguro inmediatamente y logro hacer una línea recta con sus labios fruncidos.
—Ella te ha mentido, todo es mentira... solo quiere alejarte de mí. — Se defendió antes de que yo pudiese decirle algo.
— ¡Deja de mentir! — Mencione harto de tantas mentiras. — Sé que estas mintiendo nuevamente, que siempre lo has hecho. — Negó con los ojos abiertos, su nerviosismo era visible ante mis ojos. — Lo sé todo madre, y no sabes cuanta decepción siento al saberlo.
—Pero Alexander...
—Ok... no me digas nada, pero quiero que te enteres de algo... Amelia es madre de un hijo mío que apenas acabo de conocer, gracias a ti no sabía que era padre, es dueña de acciones junto con su padre, y aun le amo como a nadie he amado, y con o sin tu consentimiento le pediré que me perdone por ser tu hijo.
—Pero...
—Porque gracias a mi muy "querida" madre, ella me odia.
—Solo lo hice para protegerte. — Se excusó, y muy tontamente para mi gusto.
— ¿Protegerme? —reí irónico. — ¿De que madre? ¿Del amor? — termine aquellas preguntas con un tono de voz más alto que el anterior.
—Es que no entiendes nada.
— ¡No! — Grite más enojado que antes. — No entiendo y jamás lo hare. — Ahora ella lloraba, jamás había hecho llorar a mi madre, debería odiarme por eso pero no, ella me había hecho ya mucho daño, arrebatarme mas de cinco años del amor de mi vida, el nacimiento y crecimiento de mi hijo... era demasiado. — Siempre creí que serias mi ejemplo a seguir pero me decepcionas madre.
—Yo solo quería lo me-mejor para ti. — Pronuncio entrecortadamente.
—Lo mejor para mí siempre fue, es y será Amelia... el dinero no importa, y mucho menos lo que piensen los demás, pero parece que tu no lo logras entenderlo todavía. — Trate de guardar mi compostura, pero en ese momento me sentía fuera de mi mismo. — ¿Sabes que tengo un hijo? —Bajo la mirada y trago saliva sonoramente. — Es un niño hermoso. — Sonreí al recordar su linda carita. —Se parece mucho a mí y... tiene tus ojos. — Unas lágrimas empezaron a salir de sus ojos, pero trataba de ahogar su llanto limpiándolas y sin hacer ningún sonido con su boca. — Hasta hoy supe que era padre, hasta hoy lo conocí y no sabes cuánto lo amo.
—Alexander...
—No digas nada madre, el solo hecho de pensar que querías arrebatarle la vida, que... sentiste pena algún momento de la vida por él, haces que sienta pena yo por ti.
—No me digas esto.
—Jamás imagine poder decirlo, pero es lo que siento y es lo que soy.
— ¿Me podrás perdonar algún día, hijo? — Negué con la cabeza, suspire y me encogí de hombros. —Ahora que sientes que eres padre, ¿no quieres lo mejor para tu hijo? — Asentí. — Es lo mismo que yo...
—No, no es lo mismo, no le prohibiré a mi hijo amar, ser amado y mucho menos cometer actos como los que tu pensabas hacer contra él. —Salió de la habitación.
Había hecho llorar a mi madre, pero aunque me dolía sabía que lo merecía, pensar que si Amelia le hubiese hecho caso, o Nicholas hubiera escuchado las ordenes de mama, Tyler no estaría vivo.
Sentí como la piel se ponía de gallina y el corazón empezaba a latir más rápido de lo normal.
—Toma. — Entro mi madre con muchos sobres, acomodados con una liga en medio de ellos. Inmediatamente los reconocí. — Jamás abrí una, son las cartas que mandaste a... Amelia. — Las quite de sus manos y la observe a los ojos. — Solo quería lo mejor para ti.
—No es excusa. — Hizo una cruz con sus brazos y asintió.
—Ahora lo sé. — Susurro. — Pero antes dime... ¿cómo es... como es mi nieto? — Abrí los ojos más de lo que mi rostro podía permitir.
— ¿Ahora me sales con que te interesa?, no es lógico madre.
—Aunque no lo creas, siempre me ha interesado, no pude con la carga de conciencia al pensar que algo le pudo haber pasado a Amelia, cuando la eché de la casa, pero siempre fuiste primero tú.
—Se nota. — Mencione sarcástico. — Él es un buen niño... es hermoso. — Sonrió
—Seguramente se parece a ti
—Tengo que irme. — Tomelas cartas de Amelia, las acomode en la caja y también las que yo había mandadoa aquella casa. — Iré a implorar perdón, a rogar que mi hijo meacepte. — Salí de la recamara y abrí la puerta de casa,estando allí me sentía vacío, ahora tenía un hijo, quería recuperar tiempo conél.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro