Luego de haber celebrado nuestro aniversario, la comunicación seguía
constantemente y frecuentemente online ya que pusieron cuarentena extrema, nadie podía salir.

El deseo disminuyó enormemente en mi, a pesar que lo amaba había otro hombre en mi alma, sí, el amor de mi vida. No puedo negar que Gustavo era lindo, atento y cariñoso pero una
parte de mi alma empezó a negarlo en lo sexual.

Ya no era como antes, porque una parte de mi alma siempre le perteneció, pertenece y pertenecerá al amor de mi vida, algo que nadie ha podido con eso, porque a el también lo marqué pero aún así amaba mucho a mi actual novio.

Las videollamadas empezaron a aumentar mucho más porque no podíamos vernos presencial, hasta después de tres meses que logramos vernos finalmente.

La relación se volvió monótona con los meses, porque ese otro hombre siempre estuvo en el medio, dicen que el amor de tu vida te marca.

Logramos salir ilesos del covid
pero no logramos llegar a la meta juntos.

A mitad del camino, ya cumplíamos nuestro segundo año juntos que sin saberlo iba a ser el último para nosotros.

Recuerdo que me dio un
enorme regalo, lleno de puras chucherías que a mí me gustaban (claramente las seleccionó) y su atuendo era hermoso y elegante.

Celebramos por todo lo alto ese segundo año juntos pero la felicidad duró poco.

El día más triste fue ese 17 de octubre, donde le dimos fin a nuestra relación, ojalá todo hubiese quedado allí, ojalá hubiésemos querido volver, ojalá el no hubiese matado el amor...