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Capítulo #8: Citas y encuentros

— Por chequeo de rutina, nada grave.

— Está bien, te creo. Estoy cansada, me voy a dormir porque mañana tengo que ir al instituto, descansen — le dice Carolina a sus primos mientras sube a su dormitorio.

Minutos más tarde Jesús y Miguel subieron también a sus cuartos a dormir, mañana va a ser un día agitado sobre todo para Jesús y lo mínimo que se merece es un poco de paz y... ¿Qué más paz puede conseguir si no es durmiendo? Así que se puso su pijama y se acostó así como lo hizo Miguel en su recámara.

Al día siguiente Carolina despierta para ir al liceo y se da cuenta que Jesús no está en la casa.

— ¡Miguel!

— ¿Qué pasó? Tan temprano y ya estás pegando gritos Carolina.

— ¿Dónde está Jesús? No está en la casa.

— No sé, quizás tuvo que salir para algo importante. No le des importancia sólo ve y cámbiate, se te hace tarde para ir a la escuela.

Carolina luego de asearse, se cambia y se despide de su primo Miguel y se va directo al instituto. Al llegar entra directamente a clases ya que estaba a punto de empezar.

«  ¿Alejandra no vino a clases? Pero qué extraño ella nunca falta » Pensó Carolina al sentarse en su puesto.
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En un hotel llamado "El paraíso" un lugar donde solo se ven luces de color amarillo y lindos paisajes, es el lugar destinado para el encuentro de Jesús y Alejandra, el momento de hablar libremente sin caretas había llegado y allí esta ella con un ordinario pantalón y una camisa cubierta esperando a la llegada de Jesús, ella sabe que no podía faltar porque eso desataría la mismísima muerte en su vida.

« Este imbécil siempre llegando tarde, me estresa cuando hace eso » Piensa Alejandra impaciente esperando a Jesús.

— ¡Dios mío mujer! ¡Relájate ya estoy aquí! Empecemos con esta estúpida cita. Mira que una adolescente como tú no debe faltar a clases.

— Bien, ¿Recuerdas este lugar? Espero que sí. Yo sé muchos secretos tuyos así como tú sabes uno muy grande mío pero la diferencia es que tu secreto es tu perdición y el mío mí salvación.

— ¿Tú salvación? Por favor Alejandra no me hagas reír, si yo he mentido igualmente tú lo has hecho y muy descaradamente.

Por otra parte esta Carolina sin prestarle nada de atención a la clase solo pensando en dónde se pudo a ver metido Alejandra. Ella sabe que es muy aplicada y detesta las inasistencias.

— ¡Señorita Taylor! Preste más atención a la clase, ya tendrá tiempo de pensar.

— Claro, disculpe profesor prosiga con la clase.

Carolina no puede dejar de pensar en dónde se ha metido Alejandra, pero no puede seguir enfrascada en eso porque tiene que prestar atención a la clase porque el lunes que viene es el examen final y no puede reprobarlo.

Mientras tanto Alejandra y Jesús siguen en la cita, aclarándose muchas cosas y hablando sin censura uno con el otro, el lugar escondía un pasado ese que nadie conoce sino ellos dos.

Aunque en el momento no lo sabían, luego el destino se encargó de juntarlos de nuevo...

— Bien, prosiguiendo con la cita, una condición para que no diga nada... Por ahora, es que dejes de llamarme enfrente de Carolina "perra" Jesús.

— Bien. Aunque es exactamente lo que pienso, me comprometo a disimular delante de Carolina.

— Perfecto. También grábate bien este lugar, este sitio que marcó toda tu vida y posiblemente pronto marque tu muerte en vida. Me voy a mi casa, quédate con tus demonios que poco a poco te van a ir consumiendo.

Alejandra se para y junto a su bolsa salió del hotel, dejando a Jesús solo con sus fantasmas del pasado.

— ¡Estoy harto de Alejandra! ¡¿Dios mío por qué?!

Jesús furioso, desesperado y ansioso empieza a destrozar la habitación del hotel, rompiendo todo a su paso dejando un completo desorden, no soportó la presencia de Alejandra y sabiendo que no puede impedirlo se desesperó, así como flashes venían a su mente. Sale camino a la casa con muchos pensamientos aturdiéndolo como nunca antes.

« ¡No! Jesús no lo hagas... ¡No!  »

Ya eran las tres de la tarde, hora en que se acaba la clase de Carolina quien agarra sus cuadernos, los guarda en su mochila y sale sin pensar quién estaría del otro lado de la puerta.

— ¿Qué haces aquí? Esfúmate, no perteneces aquí — dice Carolina volteando los ojos.

— ¿Ese es el recibimiento que le das a tu nueva compañera de clase?

— ¿Sabes? Haz lo que quieras, si te inscribiste bien, no me interesa Marta.

— Bien, voy a buscar a Edward, adiós Carolina — dice Marta mientras daba media vuelta para esperar que saliera Edward de clases.

Carolina ya está harta de las estupideces de Marta y por desgracia ha vuelto a su vida y tendrá que compartir la misma aula de clases con ese ser, lo bueno es que va a ser por un día nada más. Ella con una feroz hambre sale del instituto directo a la casa esperando comer junto a sus primos.

— ¡Hola Miguel! ¿Dónde está Jesús? ¿No ha llegado? — dice Carolina entrando a la casa.

— ¡Vaya! Me desaparezco un día y ya me extrañan, que patético — responde Jesús bajando las escaleras.

— ¡No seas imbécil! Solo me parece extraño no verte en la mañana ¿dónde te habías metido?

— Que dramática eres, estaba con unos amigos nada más.

— ¡Ya! ¡No empiecen a pelear! Mejor vamos almorzar a la mesa, tengo hambre — les dice Miguel.

Los primos se sientan a comer mientras que en el instituto Gotwan estaba Marta esperando a que saliera Edward que se había quedado un poco más estudiando y arreglando un detalle para alguien especial. Al salir nota la desagradable presencia de aquella mujer.

— ¿Qué haces aquí? Déjame en paz.

— ¡No me trates así! Solo vine a recuperarte Edward.

— ¡No! Hay otra mujer en mi vida ¿sí? Voy a luchar por ella así que olvídate...

— ¿De nosotros? — le interrumpe Marta.

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