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Capítulo #17: Una verdad sale a la luz

Carolina cae, al levantarse se da cuenta que la persona con la cual choco fue Marta.

— ¿Qué haces aquí perra? — pregunta Carolina mientras se limpia la tierra de su pantalón.

— ¡Qué patético! — responde Marta con una risa burlona.

— ¡Respeta al menos la tumba de mis padres!

— Ah sí... Las tumbas... Lo único que tienes que saber es que te vas arrepentir por quitarme a Edward, mi chico.

— ¡Cállate, él no es tuyo y nunca lo fue! — dice Carolina al mismo instante que le da una fuerte cachetada.

— ¡Carolina! — Exclama Edward al verla en el cementerio.

Marta no pudo defenderse de la agresión de Carolina, se retira del lugar así como al mismo tiempo Edward se acerca hacia donde esta Carolina.

— ¡Hey! ¿Te parece ir por un café? — dice Edward juntando sus manos a las de Carolina.

— S-si...

— ¿Estás bien?

— Claro...

El pánico se ha apoderado de Edward, Carolina cae desmayada y esta vez no daba ningún signo positivo. Empieza a gritar desesperado, nadie espera desmayarse en un cementerio en plena mañana. Lo único que hizo fue cargarla para llevarla a la clínica más cercana del lugar, sin saber que es la misma a donde habían atendido todo este tiempo a Carolina.

Al pisar el centro de salud él empieza a pedir ayuda, unos enfermeros fueron al lugar con una camilla llevándose a Carolina para la sala de emergencia. Los nervios van a comer vivo al chico, pero dentro de la angustia se le ha olvidado avisarles a sus primos pero por suerte él se ha quedado con la mochila de Carolina y en su interior estaba su celular.

- En la llamada -

— Bue... Buenas tardes ¿hablo con el primo de Carolina?

«Pero que imbécil pregunta Edward, obvio que sí»

— Sí, ¿Quién habla?

— El novio de Carolina... Deben venir ya a la clínica.

— ¿En qué clínica estás?

— En la que está a una cuadra del cementerio Ling.

«Pero que idiota, es la misma clínica» piensa Jesús antes de cortar la llamada sin tan siquiera despedirse.

Jesús se para de la cama, se viste y desayuna algo rápido. Miguel se queda dormido en casa mientras él sale con velocidad a la clínica. Al llegar solo pregunta una y otra vez por Carolina. Se va al piso a dónde está y espera junto a Edward en la sala de espera.

Pasados treinta minutos el doctor sale para dar noticias sobre la paciente recién emitida.

— Representantes de Carolina Taylor — dice en un tono de voz alto el doctor.

— Aquí estamos — responden Edward y Jesús al mismo tiempo.

— Les tengo malas noticias, la enfermedad está empeorando y se necesita lo antes posible operar a la paciente, es la única opción que nos queda para que la señorita pueda o no salvarse. También es importante que estén conscientes que, hay dos posibilidades: una; que ella no responda bien a la operación y la perdamos, la segunda; que responda gratamente, dando fin a la enfermedad pero dejando una que ya se está tratando mediante medicamentos.

— ¿Cuándo sería la operación? — argumenta Jesús mientras pone sus manos en la cabeza.

— Sería para este jueves, estamos a lunes y es importante que esté aquí el miércoles para el preoperatorio.

— Bien, pero... ¿Carolina puede irse a casa hoy? — habla Edward directamente al doctor.

— Sí, pero es necesario que esté aquí el miércoles. Denme diez minutos para alistarla.

El doctor entra de nuevo a la sala de emergencias, Carolina esta acostada con muchos aparatos. La prepararon y alistaron para que pudiese irse a casa.

«Dios no, no puedo decirle la verdad» piensa Jesús mientras se tapa el rostro.

Luego de que se cumpliesen los diez minutos, el doctor sale junto a Carolina. Ella abraza a Edward dándole seguidamente un beso, posteriormente saluda a su primo Jesús, quien todo se le estaba complicando y sabe que no es nada más la enfermedad en lo que le había mentido...

Edward se retira dándole un reconfortante abrazo a Carolina para luego ella irse junto a su primo a casa, son aproximadamente las tres de la tarde, las horas pasaron rápido pero para Jesús iban hacer las horas más duras de toda su vida. Miguel estaba en la casa, terminando de almorzar luego de haber dormido bastantes horas mientras hablaba por teléfono.

⁃ En la llamada de Miguel -

— Estoy preocupado Susana, mi prima tiene cáncer y... — se calla al instante y tranca al ver que Carolina entra junto a Jesús y escucho lo último de la conversación.

Susana es una amiga de la infancia de Carolina pero también una gran amistad de Miguel, desde siempre le ha dicho todas sus preocupaciones pero por desgracia hoy es el día de decir una de las verdades.

— ¿Qué? ¿Acabas de decir que tengo cáncer? — pregunta Carolina dejando caer sus cosas al suelo con lágrimas a punto de salir.

— Cálmate, fue por tu bien — dice Jesús tratando de acercarse para abrazarla.

— ¡Aléjate de mí! ¿Cómo pudieron ocultarme semejante cosa? Ustedes no pensaron en mí, pensaron en ustedes, en sus benditas comodidades.

— Carol, por favor...

— ¡Suéltame Miguel! ¡Tú también lo sabías! ¿Quién más sabía de esto?

— También lo sabía...

— ¡Jesús no! — le interrumpe Miguel a Jesús.

— ¡Al demonio Miguel! Lo sabía también Edward y Alejandra.

El mundo de Carolina se va abajo, las lágrimas salieron humedeciendo todas las mejillas de su rostro. Su alrededor es una mentira, ella es una mentira. No puede con el dolor y el miedo a morir, siempre ha estudiado el cáncer y siempre ha interactuado con personas que lo padecen; proyectos de las escuelas hasta actividades extras sin saber que ella ahora es parte del grupo.

— ¡Los odio! Pensaron en ustedes, esto me está destruyendo ¿saben? Si sabían que no tenía la imbécil anemia ¿por qué me mintieron? Esa es mi gran interrogante ¡¿Por qué?!

— Nosotros so... — Carolina no los escucha más, agarra sus cosas y se fue.

Es hora de encarar la verdad, y todos los que lo ocultaron van a presenciar el dolor vivo de ella.

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