Capítulo 3 - ¿Infierno?
Alissa "Lara"
Abrí mis ojos lentamente al percibir los intensos rayos del sol intentando entrar por mi ventana, el sonido insoportable del despertador me obligó a poner mis pies en la fría cerámica con el propósito de acabar con la tortuosa melodía que había invadido mi sueño.
Hoy iniciaba el nuevo semestre en la universidad, y la verdad, a pesar de que no estaba del todo entusiasmada, solo por el hecho de salir de mi casa, me preparé, para luego escoger la primer prenda que encontré en el armario, no era de las que se esforzaba demasiado por su imagen, pero, al verme al espejo, me convencí de que por lo menos estaba presentable.
—Lissa, ¿ya te levantaste? — Murmuró mi madre con mi antiguo apodo sorprendiéndome cuando llegué al primer piso en busca de algo para desayunar en el camino.
Estaba sentada en el sillón junto a unas 4 botellas de whisky en la mesa a punto de quedar completamente dormida, solté un largo suspiro ante la escena que estaba presenciando, y es que esta situación era el pan de todos los días en mi vida, luego de que mi padre enfermara, ella se perdió en la bebida olvidándose que tenía una hija.
Nunca le he reclamado, porque cada vez que hago el vago intento de hacerlo ella me grita que no soy su hija por lo tanto no tengo el derecho de decirle nada y a decir verdad, siempre me deja sin palabras, ahora solo opto por ignorar y seguir, aunque claro, era mas sencillo decirlo en mi mente que hacerlo.
No siempre es así, a veces hay otros momentos aunque muy escasos, en los que está completamente sobria donde puedo mantener una buena conversación con ella, pero debido al ritmo de mi vida, que se resume en estudiar, leer y ver Netflix, diría que es solitaria.
Mis padres adoptivos, Daniela y Justin Davis, eran un pareja admirable, en un pasado cuando los veía juntos, siempre solían recordarme a Matt, y en ese punto de mi vida, fui por completo feliz, me sentí amada nuevamente por ellos, porque si de por sí mis padres biológicos murieron cuando tenía 3 años, nunca más tuve ese tipo de cariño especial hasta que llegó Matt y finalmente ellos. Pero al paso de los años a papá le descubrieron un Trastorno Excesivo-Compulsivo, que fue una culpa para mamá y para mi porque ignoramos su temor a la contaminación o a la suciedad, ya que lo considerábamos un aspecto fuera de lo común, pero no para preocuparse, pero las cosas nos explotaron en la cara cuando llegó un punto en que se lavaba las manos hasta que su piel quedaba en carne viva, entonces se tomó la decisión de internarlo en un centro para problemas mentales.
—Sí, me voy a la universidad, llámame en el caso de que necesites algo — Desplegué sobre ella una manta que se encontraba en el sofá, pues a simple vista estaba temblando, aunque no sabía si era por el frío o los efectos del alcohol.
Algo que mi madre ignoraba, era que justo antes de mi primera clase de la tarde, tenía un pequeño descanso que utilizaba para trabajar en una cafetería, pues a pesar de que recibíamos la pensión de mi padre, las cosas no alcanzaban, así que en última estancia, necesitaba ingresos para mi y algunas cosas de la casa.
El problema es que cada vez que iba de camino a mi trabajo, pasaba por el centro donde estaba papá y era un recordatorio constante de lo que había ignorado por años, y aunque traté de ocultar la verdad, lo visitaba muy poco, porque de por sí extrañaba hablar con él, los miles de recuerdos que teníamos siempre se acumulaban en mi mente, no podía con la culpa, no podía con el dolor de ver como mi familia se destruyó en un solo parpadeo.
Una extraña idea se atravesó por mi cabeza, y a pesar de que mi subconsciente me decía que no lo hiciera, giré el volante para cruzar en el camino que daba justo al centro, no entendía como unas repentinas ganas de verlo se sembraron en mi, por lo que cuando aparqué en el lugar, con los nervios ocasionando temblor en mis manos, atravesé las puertas del espacio.
—Bienvenida, ¿En que le puedo colaborar? — Preguntó una enfermera impidiéndome el paso directo hacia las habitaciones, pues estaba tan absorta en mis pensamientos que no había notado la presencia de ella, ni siquiera recordé que tenía que registrarme primero.
—Hola... — Balbuceé ante su profunda mirada — Vengo a ver al paciente Justin Davis.
—Por Dios... — Sorprendida la chica pasó su mirada de la pantalla del computador hacia mi — ¿Es usted algún familiar?
—Soy su hija — Respondí ante su extraña actitud.
—Acompáñeme — Se levantó de su escritorio para emprender el camino hacia el ascensor y presionar la 5 planta — Justin ha sido un paciente complicado, este tipo de trastorno es muy difícil de controlar, además de la fuerte medicación que se les aplica a esta clase de pacientes diariamente, por lo tanto, le recomiendo que tenga cuidado pues puede tener un comportamiento tanto agresivo como indiferente, en ellos nunca se sabe — Cuando un pitido anunció que habíamos llegado, ella salió a largas zancadas hasta una de las últimas puertas del pasillo.
—Gracias — Dije mientras intentaba controlar el miedo que me provocaba el lugar, porque como sí de una película se tratara, el pasillo era lo suficiente solitario como para resultar tétrico.
—Si necesita alguna ayuda, presione este botón rojo para que sea auxiliada rápidamente. — Me pasó un extraño control.
—¿Es necesario? — Pregunté observando el aparato.
—Solo cumplimos nuestro protocolo, además, hace mucho tiempo este paciente no recibe alguna visita, por lo que su reacción puede que no sea serena — Respondió cortante para luego, retirarse dejándome a solas. Respiré profundamente para con la poca valentía que me quedaba girar la manija y abrir la puerta.
A primera vista el cuarto era muy sencillo, tiene una cama individual, un simple escritorio junto a un lavamanos y una ventana con fuertes barrotes, pero mis ojos se fijaron en el hombre que se encontraba sentado encima de una alfombra totalmente blanca, junto con guantes de látex en las manos, y un tapabocas.
—¿Papá? — Pregunté ignorando el nudo que se formaba en mi garganta.
Él levantó su vista cuando hablé, pero no respondió, pues solo se limitó a observarme de una forma tan intensa, que me vi obligada a bajar la mirada.
— Lara — Susurró con una sonrisa, la cual correspondí, pues en un pasado siempre me llamaba por ese nombre, ya que según él, era mucho más agradable que Alissa.
—Hola — Avancé dos pasos para sentarme junto a él en la alfombra, ya que sin saber como, logró eliminar todos los nervios que había sentido minutos antes.
–¡Espera! — Gritó sobresaltándome — Primero límpiate toda la ropa con ese spray — Señaló un pequeño kit de emergencia que había ignorado cuando entré — Luego ponte los guantes, y finalmente el tapabocas, estás en riesgo de contraer gérmenes, así que mejor protegerte linda.
—Claro — La culpa me invadió de nuevo, pero intentado mostrarme lo más fuerte posible, me concentré en rociarme el spray que por el olor reconocí que era alcohol.
Cerca del lavamos había una caja de guantes y tapabocas donde me dispuse a tomar uno de cada uno, pero sin ignorar lo sorprendida que estaba, pues hasta ese momento no me había fijado en el perfecto estado que se encontraba la habitación, ya que la cama no tenía ni una sola arruga, los barrotes que de por sí deberían estar oxidados como estaban los de todo el centro, se encontraban completamente limpios, por lo que era el único espacio que consideré limpio luego de todo lo que recorrí.
Tenía miedo de hablar, de no ser capaz de entablar una conversación, porque me sentía hipócrita, más que nada, aún me costaba darle la cara luego de no visitarlo por un largo tiempo, entonces con un grave suspiro me atreví a hablar, pero él, sorprendiéndome se adelantó.
—No sabes cuanto te extrañé — Sus ojos reflejaban cierta tristeza, además de un gran cansancio.
—Yo mucho más, perdóname, soy una ingrata, yo no podía...No sabes lo duro que ha sido la vida sin ti — Exclamé sin poder retener las lágrimas que amenazaban con salir.
—No digas cosas que no son, eres mi hija, y nunca te diría algo así, te amo con toda mi alma, puedes estar segura que siempre pienso en ustedes, me he imaginado tu graduación, cuando te cases, mis nietos, siempre estas en mi mente Lara.
—Eres lo más lindo que tengo — Susurré — Cuanto desearía poder sacarte de aquí para que me ayudaras a sacar a mamá del infierno en el que está.
—¿Infierno?, ¿A qué te refieres? — Cerré los ojos al darme cuenta de la estupidez que había cometido.
—Ella.... Empezó a tomar diariamente cuando te fuiste, hasta que se volvió una adición... — No pude continuar porque ver la expresión que ahora se había formado en su rostro me dejó sin palabras,
—Sé que es duro, cuando la conocí también fue difícil sacarla de esa adicción — Confesó dejándome impactada — En algún momento sabía que pasaría esto, y por esa misma razón necesito que le digas que venga, hablar con ella primero, sería otro gran regalo luego de verte, y segundo, quizás pueda ayudarla, porque necesito que esté a tu lado, necesito que este pendiente de mi princesa — Sollocé sin poder controlarme — No te rindas Lara, nunca lo hagas, siempre recuerda que no hay prisa para hacer las cosas, todo debe ser con calma.
—No sé que hacer, me siento en una gran oscuridad, siento que la he perdido, siento que...Ya no es la misma madre de cuando yo era niña, ya no está esa magia que la rodeaba, ya no está esa gran persona que solía admirar...
—No pierdas la esperanza nunca — Exclamó — Ten paciencia, las cosas van a mejorar lo sé.
—Tienes razón — Una sonrisa apareció en mi rostro — Perdóname por no venir antes, pero eso no volverá a pasar, y te prometo, que saldrás de aquí.
—Entiendo porque lo hiciste, eso no va provocar que te deje de querer Lara, porque tú eres y siempre serás mi vida. — Tomó un desinfectante y lo esparció en sus manos.
—Lo sé, y tú la mía — Susurré recostándome en su hombro mientras el besaba mi frente.
¿Donde estarás Matt?, aún recuerdo su promesa, no lo había olvidado, y a pesar de todo, aún tenía la esperanza de que me encontrara.
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->INFO:
El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) tiene un patrón de pensamientos y miedos irracionales (obsesiones) que te hacen tener comportamientos repetitivos (compulsiones). Estas obsesiones y compulsiones interfieren en las actividades diarias y causan mucha angustia.
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