Capítulo 27 - Amor y Sufrimiento
Alissa
Cuando lo vi alejarse, fue como sí mi corazón se fragmentara en cada paso que daba y con cada segundo que pasaba me daba cuenta de que no era un mentira...Sí estaba siendo concreto en lo que me dijo.
En el momento en que me besó, fue como sí esa pequeña añoranza que se había instalado en mi pecho desde el orfanato se hubiera desvanecido por completo, pero me sentía como sí hubiera viajado en un tipo de espejismo que se encargó de bajarme de esa nube en la que estaba.
A paso rápido me alejé porque sabría que dentro de poco me rompería y la verdad, no estaba entre mis ideas soportar su presencia, no por lo menos el día de hoy, así que cuando encontré un pequeño parque solitario, me dirigí hacia él porque era el lugar perfecto.
Mientras buscaba donde ubicarme, mi teléfono sonó, así que sin observar quien era, solo me limité a contestar.
—Hol...
—¿Señorita Davis? ¿Alissa Davis? — Preguntó una voz agitada.
—Sí...
—Soy Mikaela Smith, una enfermera del hospital de Miami, la llamo para informarle que su madre ha sufrido un grave accidente por la autopista y solo hasta entonces hemos podido encontrar un contacto familiar de ella.
—Yo...
—Señorita, le recomiendo que se apresure — Sin dejarme responder, cortó la llamada.
En ese momento mientras un gélido escalofrío invadía mi cuerpo, corrí como sí mi vida dependiera de ello para el hospital.
El miedo estaba invadiendo absolutamente cada poro de mi piel, porque aunque mi relación con mi madre no fuera la mejor estos últimos años, eso no significaba que no me importara algo tan importante como su estado de salud, así que olvidando mi corazón roto, me concentré en ella.
Al llegar al hospital, fue como sí una extraña brisa me abrazara premeditando una horrible noticia, y solo cuando una joven mujer me sacudió por el hombro, es que fui consciente e la realidad.
—Señorita... ¿La puedo ayudar en algo? — Preguntó en tono preocupado
—Busco a Daniela Davis — Dije en un susurro.
—Oh — Su expresión se tornó nerviosa y luego solo reflejó lástima, así que era muy obvio lo que diría a continuación.
—Lo siento mucho....Su madre no alcanzó a llegar a la sala de cirugías a pesar de que tratamos de reanimarla.
Me alejé ignorando sus llamados, para ese momento no me sentía capaz de hacer todo el protocolo de llenar datos e irla a visitar sin vida en la morgue. Sonaba cruel, pero era una idea que estaba en mi cabeza desde que recibí la llamada de esa enfermera y aunque no me consideraba muy pesimista, de alguna forma ya me había preparado para lo peor.
Mi madre había muerto...
Aquella persona que decidió darme otra oportunidad desde el momento en que decidió firmar los papeles de adopción, esa mujer que se convirtió en mi primera amiga luego de mucho tiempo sin un ejemplo a seguir femenino, esa mujer que había perdido años atrás por el alcohol.
Me sentía vacía, era como sí todas las emociones que un humano podría llegar a experimentar se hubieran desvanecido en mí interior dejando solo sombras de lo que alguna vez pude llegar a llamar tristeza y dolor.
Sin premeditarlo, solo me dirigí hacia esa casa que alguna vez me permití llamar mí hogar ya hora solo eran ladrillos y madera.
Lo había perdido todo.
¿Para qué seguir luchando?
Ya no había nada que me mantuviera firme en ese mundo, así que observé ese pequeño enemigo en mis manos mientras me sentaba justo en frente de mi ventana para observar la bella noche que se estaba formando.
Deseaba volver a ser esa pequeña niña, porque ahora que ya habían pasado los años no lograba sentir esa tranquilidad que algún día tuve en el orfanato.
¿Cómo es que las cosas habían cambiado tanto?
Solo en este momento deseaba haberme dado cuenta antes, deseaba que hubiera sido lo suficiente atenta, lo suficiente sincera conmigo misma, porque no iba a engañarme más, era obvio que desde un comienzo me obligué a que las cosas tenían que ser de otra forma, estaba tan cegada que ignoré mi realidad, mi verdad.
Suspiré mientras inhalaba el polvo blanco que se encontraba en mí mesita de noche, y mientras este provocaba cierto ardor en mis fosas nasales, sonreí, porque aunque sabía que él no estaba sentado en la ventana observándola como los efectos de la droga me hacían creer, sentí tranquilidad por ese espejismo.
—Antes te me aparecías en tú versión niño — Exclamé divertida.
—Bueno ya era momento de actualizarme — Se acercó paso a paso para terminar sentándose a mí lado — ¿Qué estás haciendo con tú vida querida Lara?
—No lo sé....Creo que la niña ingenua sigue dentro de mí, esa que pensó que podría tener un futuro con la persona que amaba.
—Acaso... ¿El amor es sufrimiento? — Preguntó reflejando confusión en su rostro.
—Hace un tiempo te hubiera dicho que no, pero aun amándote como lo hago, te he lastimado — Mi visión se tornó borrosa de nuevo gracias a las lágrimas que se aproximaban en salir.
—Pues felicidades linda — Susurró abriendo el seguro de la ventana — Estás en lo cierto, pues me has roto el corazón — Para luego tirarse al vacío, provocando un grito desgarrador de mí parte antes de sumirme en una espesa oscuridad.
***
Desperté por un molesto sonido provocado por mí teléfono que a pesar de intentar controlarme, un fuerte gemido de dolor salió de mi garganta al percibir el intenso dolor de cabeza que por el agudo tono se despertó.
— ¿Quién habla? — Pregunté en tono molesto.
—Alissa han pasado tres días y no has aparecido en la universidad, solo hasta ahora me contestas — La voz de Adam termina siendo como una corazonada de la realidad — ¿Dónde has estado todo este tiempo?
—Yo... — Aunque intentara darle una respuesta, mi cerebro estaba lo suficiente afectado como para pensar en una palabra coherente.
— ¿Te estuviste drogando verdad? — Estuve un tiempo en silencio, de forma que él lo tomó como una respuesta, pero a pesar de las miles de palabras que me decía, yo solo me concentraba en esa bella voz que había jugado con mi mente todo este tiempo y ahora era real. — Iré a buscarla, no te preocupes...
No tenía una realidad de cuánto tiempo pasaba, la verdad es que no había cambiado de posición en muchas horas y los intensos dolores que eran apaciguados por las drogas que ahora seguían pasando por mi sistema me mantenían en el mundo real.
—Mierda... — Una voz masculina muy conocida se escuchaba a lo lejos — ¿Qué hiciste Alissa?
—Ella murió Matt —Dije con dolor — Ella...
— Lo sé... — Sentí sus manos en mi mejilla — No permitiré que te metas más esto Lara, no será así...
—Pero quiero hacerlo.
—Prometí que estaría junto a ti en todo momento, y ahora pienso cumplirlo. — Unos fuertes brazos me elevaron del suelo mientras me transportaba por lo que supuse era mi casa.
Aunque pensara que estaban llenos de falsas esperanzas, los cuentos infantiles tienen razón al expresar lo increíble que se siente estar tan cerca de alguien que puede transmitirte su calor corporal.
Cuando me estaba adaptando a él, la fuerte luz del exterior golpeó mis ojos acostumbrados a la oscuridad, cosa que provocó un gemido de dolor de mí parte.
Un momento después, ese calor que ya había comenzado a gustarme desapareció para ser reemplazado por lo que supuse era un incómodo asiento además del olor a pizza invadir mis fosas nasales, pero lo peor llegó cuando este comenzó a moverse, generando arcadas que fue difícil de controlar.
Luego de un tiempo donde maldije a Matt por los fuertes golpes que me provocaban sus giros extremos, por fin nos detuvimos en otro lugar donde sus brazos me levantaron de nuevo para recostarme en una cómoda superficie.
— ¿Dónde estamos? — Pregunté intentando vocalizar ya que a pesar del tiempo que había pasado, aún sentía el efecto de los estupefacientes en mi cuerpo.
—En nuestra cabaña.
— ¿Nuestra?
—Mía y de Adam también — Exclamó la voz de Connor dejándome sorprendida — Un placer volver a verte Davis.
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