EXTRA.
Extra.
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Años atrás.
—Mama, quiero irme a casa —se quejaba con gran insistencia.
La madre niega esbozando una pequeña sonrisa casi más bien como una mueca.
—Debemos esperar que el doctor lo ordene, Jael.
—Pero si solo me he desmayado —refuta el pequeño niño.
—Si, pero eso ha tenido una razón.—suspira para contener el llanto—. Descansa, debes tener calma sino, no te irás a casa.
Se cruza de brazos haciendo un puchero.
—Como quieras.
Días después.
Yacía en las gradas de su escuela viendo como todos los demás jugaban a la pelota, pero él no, el maestro le había pedido que se quedara allí sin hacer nada.
Su rostro dibujaba una gran molestia, no le gustaba que le dieran tantas órdenes sin ninguna explicación.
Solo sabía que de un momento para otro todo había cambiado repentinamente.
Helena su madre controlaba cada uno de sus pasos, tenía prohibido mojarse en la lluvia, correr, jugar al fútbol hasta comer sus alimentos favoritos. Y sin algún motivo aparente.
Las preguntas empezaban a atormentar su chica cabeza, estaba tan confundido.
Horas más tarde.
—Te equivocas yo no pienso decirle nada, ese es tu problema.—soltaba a gran voz el padre—, tú querías tenerlo ahora tu eres la responsable, y ahora más después del bochorno que le hizo pasar a la familia.
—No puedes hablar así, Jael también es tu hijo.
Toma un largo trago de whisky.
—Un Meier jamás se comportaría así, no ves a Lukas, es mi orgullo.
Le arrebata la botella tirándole fuertemente contra la pared.
—Sea o no de tu agrado por sus venas también corre tu sangre, pero lo único que sabes hacer es despreciarlo.
Niega furioso.
—Un Meier —la señala—. Nunca se juntaría con un R'ioldan.
—Gracias a uno de ellos tú hijo está vivo —replica la mujer.
Con gran furia le dió una bofetada.
Segundos seguidos.
Su corazón latía impaciente, acto de sus impulsos salió del lugar donde se escondía de sus padres.
—¡No lo hagas, no lo hagas, te odio!
Ella sujeta al pequeño tratando de calmarlo.
—Lo ves —grita—. Es igualito a tí.
—Eres un monstruo —le réplica el niño.
Al escucharlo su mandíbula se tensa y se acerca lo más posible.
—Tu eres un mocoso que nunca logrará nada en la vida, no siquiera vivir, dile a tu madre que te cuente la verdad.
—Papá —exclamó Lukas.
Sus ojos ambarinos cayeron en los ojos castaños de su hijo mayor.
—No quiero que lo sepa —pidió.
Unos años más tarde.
Colgaba de cabeza en la barra de los viejos columpios de su jardín.
—¿Quieres matarte? —inquiere su hermano.
—Por ahora no.
Dedica una mala mirada acercándose a él.
—Baja de ahí, ahora mismo —exige.
Niega con su cabeza, su cabello color azabache se movía de un lado a otro.
—Dime primero qué me has estado ocultando todos estos años.
—Deja de meter tus narices donde no debés —le advierte.
Balancea su cuerpo de alante hacia atrás.
—¡Oye! ¡Qué bajes ahora!
Seguía balanceándose sin importar nada.
—Primero dime, ya tengo trece años. Merezco saber que me han ocultado.
Suelta una tosecilla y baja tumbadose en la grama.
—Prometo decírtelo si me juras que empezarás a ocuparte de las cosas que papá ordena.
Guardo silencio un largo momento.
—Tienes mi palabra siempre y cuando él no abuse demás.
Asiente.
—Ok, tenemos un trato entonces.
4 años más.
—¿Por qué no me dijiste que estabas enfermo?
—Sabes... No eres mi padre, estoy agotado de tu actitud.
Al escucharlo da pasos hacia atrás, nunca le había hablado en ese tono.
—Pero soy tu hermano mayor...
—Lo sé, "debes cuidar de mi" —suelta un suspiro—, igual voy a morir.
—¡Cállate! No sabes sino decir puras tonterías.
Seguía con sus ojos puestos en la computadora.
—Estoy en mi habitación puedo hablar y hacer lo que quiera.
Cierra la puerta de un golpe.
—Cumple lo que prometiste —lo señala a pesar de que no lo está viendo.
Se encoge de hombros.
—Ya no soy un niño, estoy apunto de cumplir la mayoría de edad hermanito.
Lo levanta de la silla tirándole directo a su cama, cayendo sobre él mientras sostenía el cuello de la camisa con furia.
—Te he dejado hacer todo lo que se te viene en gana, correr en autos sabiendo que es algo inlegal, tomar alcohol sin que mamá lo sepa, y algo que más me molesta...—hace una pausa—, te deje conocer a esa, eres un mal agradecido.
Lo suelta y se levanta para marcharse.
—Llevo días sin dormir, pero no estoy enfermo —declara.
Lukas sujetaba la manilla de la puerta a un paso de salir.
—¿Entonces?
—Quiero encontrarla, quiero saber quién es.
Bufa.
—Murió esa noche, no la busques.
5 años para el encuentro.
—Lukas, te tengo un trabajo especial —le anuncia su padre.
Lo observa atento. Extiende un sobre en su dirección.
—Cassie R'ioldan —lee.
—Asi es.—camina de un lado a otro con una brillante sonrisa—, entrará a la pastelería, quiero que la hagas sufrir todo lo posible.
Abre sus ojos incrédulo.
—¿Por qué?
—Su familia es nuestra competencia y nuestra mayor enemiga.
Mantenía silencio, sabía que si se lo decía a su madre una nueva discusión inundaria a su hogar.
—¿Es la misma qué...?
—Haz acertado, ahora no más preguntas por favor.
Días más tarde.
—¿Qué dijo cuando la vió?
Estaba completamente ido.
—Mmm, no la recuerda.
—Quiere decir que sigue creyendo que murió.
—Debemos hablarle la verdad —dice en un susurro.
Se acerca tomando entre sus manos la de su hijo.
—No es conveniente, mejor dejemos que todo vaya corriendo por su cuenta.
Él la abraza.
—Guardemos el secreto, y mientras tanto yo la mantendré alejada de la vista de papá.
—¡Familia! —exclama Jael, recién llegando.
Ellos disimulan y su madre lo recibe de inmediato con abrazo.
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Un extra cortito pero que sé que responderá a muchas de sus preguntas.
Sigan leyendo<<<<<<<<<<<<<<<<
Hay otra actualización<<<<<<<<<<<<<<<
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