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11. Patty.

11. Patty.

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PATTY.

Añado a mi álbum las fotos de ayer, la reunión estuvo de maravilla. Por fin cero tensión, ya teníamos merecido un descanso de tanto bajos momentos.

Doy un sorbo a mi café.

—Se respira paz —digo.

Estiro mis pies y me acomodo en mi asiento. Me gustaría viajar y visitar nuevos lugares y capturar nuevas fotografías. Pensándolo bien necesito acompañantes, le preguntaré a los chicos a ver si les gustaría hacerme compañía, aunque con lo dramático que es Valentino capaz y se inventa cualquier aventura en su cabeza para no ir.

Debería visitar... Australia, me han dicho que tiene unos paisajes bonitos o mejor Lituania parece ser bastante linda. ¿Y si voy a Venezuela? Exactamente al salto ángel, creo que se me ha subido la adrenalina.

Tomaré las mejores fotografías para la galería, eso atraerá muchas visitas.

El timbre de mi apartamento suena y casi tiro el café sobre mí, ¡es que ya no dejan ni soñar un poquito!

—¿La señorita Patricia? —pregunta.

El chico traía un uniforme color azul, era alto cabello negro y ojos de un castaño oscuro.

—Si, esa soy yo.

—Acá está su pedido —dice.

¿Pedido? Yo no he... ¿O sí?

—Oye, no recuerdo haber ordenado algo en específico.

—Un chico me pagó para que lo trajera hasta acá.

Enarco mi cejo.

—¿Qué chico?

—Está junto a las escaleras del primer piso —emite bien bajito.

Oh, ¿de quién se tratará?

Tomamos el ascensor, la curiosidad me tenía un poco nerviosa por no saber quién era. ¿Y si es un acosador? Debí venir preparada para cualquier emergencia, recuerda: patada en la ingle y corre por tu vida. Me lo repetí hasta salir del acesor.

Caminé en puntitas y no sé porque lo hice pero en fin, ¿por qué soy así? Estrellé la pequeña caja en la cabeza del desconocido quien emitió un gritito de susto.

—¡Hahahaha! —corri hasta el elevador nuevamente.

No me lo creerían pero estaba tan asustada que no sabía que estaba presionando el número uno nuevamente. Es mi momento de saltar de sorpresa cuando veo venir al pobre desconocido que realmente no lo era tanto.

Ya lo arruiné tanto como para encima ahora no acordarme de su nombre. Lo señalo pero las palabras se atoran en mi lengua, parece notarlo por lo que aclara mi memoria.

—Logan —masculla.

Quito los residuos de chocolate de su camiseta y sonrío como si nada hubiera sucedido.

—Tiempo sin saber de tí —hablo tratando de esconder mi pena.

—Solo nos vimos una vez.

—Cierto...—hago una pausa—. Cierto —repito confusa.— ¿Cómo sabés dónde vivo entonces?

Ajan, te he pillado. Más te vale que me digas la verdad.

—Hace unas semanas fui a visitar una galería y bueno... Te ví allí, y recordé que eras la chica que ayudé aquella noche.

Mariposas rebotean en mi estómago.

—¿Quieres tomar un café? —ofrezco.

Sonríe y que sonrisa más bonita.



VALENTÍN.

El cabello rosa me lucia a la perfección siempre que puedo le agradezco a Patty por tremenda idea. Sin embargo, eso solo demostraba mi hambre por gritarle al mundo mi identidad. ¡Ya no más! Necesito salir de esa burbuja de estereotipo en la que he vivido tanto tiempo.

Ha vuelto mi cabello negro nuevamente. No se la creerán cuando me vean nuevamente.

Hoy he invitado a mi madre a almorzar, aunque estaba indeciso de querer hacerlo Samir me ha dado animos. Al principio quería esmerarme para que todo estuviera tan pulcro y generar una gran impresión en ella, me mortifique y quería tirar por la borda mis planes a la final entendí de que se trataba realmente y debía volver a mi objetivo principal: un cambio en mí.

—Creo que necesito el apoyo moral de mis maripositas —digo en voz baja.

Debo hacer esto sin ellas... digo si las necesito, ambas son mis chicas, pero también tienen sus vidas y también deben organizarla un poco al menos ayer disfruté verlas tan felices. Le marqué al celular en un intento fallido porque no contestaron y solo confirmaron cuan ocupadas han de andar.

Lo cierto es que me estoy muriendo de los nervios ¡por todos los cielos!

—Oye Valentino te estoy hablando —escucho la voz de mi querubín.

—Si, si ya debe de estar por llegar —suelto.

Samir me observa descolocado y está más que claro que yo no lo estaba escuchando para nada.

—Lo siento, estoy algo distraído.

—No te preocupes, todo saldrá a la perfección —se acerca para envolverme en un abrazo.

Respiro profundo y rezo porque así sea, mi madre puede ser algo difícil de comprender sobre todo si ella no tiene la razón. Siempre le he temido a su gran carácter, es una mujer con mucho coraje pero en el fondo, allí en los más profundo existe una mujer fabulosa.

Estoy tan impaciente que no dejo de mirar el reloj, saco mi móvil una y otras tantas veces hasta que escucho sonar el timbre de mi casa. El corazón late, late, late, si sigue así deberan llevarme al hospital urgente.

Camino de un lado a otro indeciso por abrir, tampoco puedo dejarla tirada ahí esperando hasta el cansancio ni yo me lo perdonaría en la vida. Al fin me decido a abrir.

Me encuentro con una mujer mediana de cabellera negra y ojos cafés que me mira sin expresión alguna en su rostro. Y yo estoy parado frente a ella sin saber que decir y mi corazón latiendo mil por horas.

—Valentino —fue todo lo que escuché.




DANNA.

Simplemente no podía estar más tiempo en ese lugar, el sentimiento de culpa me estaba arrancando el pecho y esa era la verdad, yo era la culpable y nadie lo cambiaría. Tarde o temprano todo saldrá a la luz y yo deberé ir a la cárcel.

Reaccioné muy tarde a mis acciones desenfrenadas y de poderío.

No he dejado de mirar la puerta... Siento que en cualquier momento la policía llamará a mi puerta, tengo tanto miedo. Abrazo mis rodillas por unos largos minutos que más bien parecían horas y días.

Tocan numerosas veces a mi puerta, cubro mis oídos atormentada por el timbrar.

—¡Perdón! ¡Perdón!

Yo debería de estar en el lugar de ellos, yo.

—Danna, abre soy Marcus —escucho apenas.

Me levanto casi corriendo al momento. Abro la puerta dando un salto hacia él, quién me rodea en sus brazos.

—Estás bien, todo estará bien —susurra con su boca pegada a mi cabeza.

Niego, porque sé que solo trata de darme aliento de seguro me odiara tanto cuando se entere de lo que hice.

—Marcus debes marcharte, no es bueno que estés aquí.

—Alguien quiere verte, y ni antes y después de ello te dejare sola, solo confía en mí.

Iba a negarme pero la amabilidad de sus ojos me terminó por convencer, debía confiar  en él.

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Los quiero<3.

Anne Fernández.

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