1. Lukas.
LUKAS.
Todos algunas veces necesitamos huir, no solo de nosotros mismos sino también de la gente que nos rodea. Huir para evitar dañar a otros, para encontrar un refugio en donde la soledad sea tu única compañía; pero sobre todo para aprender a escuchar aquellos gritos que da tu interior.
Sentí tanto dolor, sentí tanta soledad, Jael era él único que soportaba mi mal humor y que a pesar de ello nunca dejó de verme como un hermano. De alguna manera u otra yo me convertí en el responsable principal de sus malas decisiones. La historia habría sido otra si tan solo me hubiera detenido a escucharlo por un momento.
Me aterraba despertar cada mañana, abrir mis ojos y que mi propia conciencia me reprochara que había acabado con los sueños de alguien por el qué incluso hasta yo habría dado mi vida en lugar de la de él.
Supongo que las partes oscuras también hacen parte de esta vida. Y que al igual que ella; ni la felicidad ni la tristeza son eternas.
Él se ha ido sin entender, que aunque se a marchado, a la misma vez que se ha quedado para siempre.
—Lukas, ¿estás listo? —pregunta, Danna.
—Lo estoy —contesto, y acomodo mi traje con un poco de nervios.
La rubia se detiene frente a mi, sonriendo orgullosamente.
Conocí a Danna poco después de marcharme de Seattle, no sé qué habría sucedido si ella no hubiera llegado a tiempo justo en aquel momento. Aunque nos conocimos en circunstancias difíciles para ambos, fuimos de ayuda el uno para el otro. Fue así como ella se convirtió en mi secretaria y en mi compañía diaria.
—Marcus me acaba de confirmar que solo faltas tu para iniciar la inauguración de la pastelería —me explica alegremente.
Me mantengo en silencio, y se que ella tiene en cuenta que no le he prestado la más remota atención.
—Te sucede algo —interroga en un tono curioso.
—No, nada, me encuentro bien —mascullo entre dientes.
Se encoje de hombros, y agradezco que no se le haya dado por preguntar algo más. Danna me toma de la mano, es algo que suele hacer cuando estoy nervioso. Sin embargo, aparte su mano de inmediato.
—Hazlo solo cuando sea necesario —le sugiero y camino al auto rápidamente.
Fueron dos años fuera,lejos de cada uno de ellos sin permitirles saber de mí. Será una gran sorpresa al verme llegar.
No puedo estar menos nervioso, no puedo irme y volver tranquilamente luego de haberlos hechos a un lado en medio de tanto lodo y mucho menos después de haber roto una promesa.
Una que me persigue a diario.
El trayecto a la pastelería fue en total silencio, lo que hizo que el tiempo transcurriera velozmente. Danna me observa por el rabillo del ojo esperando que reaccione y baje del auto, pero me quedo inmóvil navegando en mis pensamientos.
Trago grueso y decido bajar del auto acomodando mi traje,el cuál ya e perdido la cuenta de cuántas veces lo he hecho.
—Todo saldrá bien —dice con entusiasmo tratando de darme ánimos.
Asiento y camino en dirección hacía la entrada. Los aplausos me reciben al entrar y aunque estoy sonriendo, por dentro estoy llorando. No logro concentrarme en nada más, estoy totalmente en blanco.
Logro esbozar una pequeña sonrisa pero está se esfuma al encontrarme... con esa mirada castaña que me sonríe.
¿Eh?
No puedo apartarme de su mirada.
Danna me da un pequeño apretón de manos y me hace recordar que voy tomado de la suya. La aparto con amabilidad y le dedico una mirada severa. Aunque vuelvo mi rostro a Cassie nuevamente, esta ya no está con su mirada en mí.
Y me siento tan vacío.
CASSIE.
Llevo una semana en Seattle, las cosas no son tan difíciles como todos creían que iba a ser para mí. Es cierto que está ciudad aguarda los momentos más difíciles que me ha tocado atravesar, pero también lleva consigo los días más hermosos que e vívido.
Patty se inventó una y miles de excusas para evitar mi llegada, incluso hasta un virus letal que te puede convertir en zombie. Me toca admitir que sonreí como una tonta al escucharla, pero lo hice más aún cuando escuché su silencio en la línea al decirle que estaba de pie junto a la puerta de su apartamento.
Al abrir la puerta abrió su boca en forma de 'o' y sus ojos me transmitieron un horror como si me hubiera salido otra cabeza. Pero yo quedé más horrorizada al escuchar sus gritos, parecía una mujer en labores de parto.
Y así fue como se convirtió en la primera en verme desde mi llegada.
Me acomodo en el sofá recordando ese momento, Silvestre sube a mi regazo, lo abrazo como un pequeño peluche.
Es que lo parece.
Valentín fue otro que ni se imaginaba que regresaría y menos en estas fechas, que de alguna manera u otra siempre las recordaré. Toqué el timbre un par de veces de su ahora lujosa casa... pero me escondí para que no pudiera verme.
Sonreí como una niña traviesa.
Vuelvo a tocar de nuevo, pero esta vez él no salió. Toco desenfrenadamente numerosas veces hasta escucharlo gritar:
—¡POR TODOS LOS CIELOS!
Abrió la puerta y por un momento juré que le había provocado un infarto. Pero su reacción fue tan esperada que solté una carcajada.
—¡¿Cómo le haces ésto a mi pobre corazón?! —dijo, con una agonía fingida.
En fin, el rey del drama.
Salté y lo abracé tan fuerte que uno de los rollos que llevaba en su cabello rosa cayó al suelo.
Cómo extrañé a este carismático pelirosa.
En estos días me sorprendió recibir una invitación. Para ser honesta no esperaba recibir nada en el correo. Me sorprendió aún más cuando vi que era la invitación a la inauguración de la pastelería. Los chicos me habían hablado de todos los cambios que le habían hecho, y la verdad no me llenaba de tristeza, al contrario fue lo mejor.
...
Sin embargo, no asistiría, era el único lugar al que no iría por miedo a no saber cómo reaccionar.
Eso era lo que quería hacer, no ir. Pero pronto mi opinión cambió cuando vi que había sido Lukas. En estos dos años él siempre se mantuvo a al margen de todos nosotros, nunca nos permitió saber de su paradero.
Así que lo tomaré como una buena señal.
Estaba algo nerviosa cuando llegué a la pastelería, esta situación me hizo viajar al vago recuerdo que tenía de la primera vez cuando viene aquí.
Se que me e prometido ser fuerte a mi misma, pero ya he sacado mi móvil nerviosamente más de una vez, con la única excusa de ver la hora.
Lo sé, soy la chica de las excusas.
Indico al personal de seguridad mi nombre y este me da el acceso de inmediato. Mis pies tiemblan, si no me calmo terminaré cayendo al suelo como una tonta. Mi cuerpo se relaja cuando de inmediato Helena y Kate se apresuran asombradas hacia mí. Ambas me abrazan tan fuerte, que no sabía que necesitaba uno con tanta urgencia, pero han sido ahora dos abrazos los que han llegado.
Todos parecen estar alegres, pero sigue siendo evidente el gran vacío que hay en medio de esas sonrisas.
A sido duro, a sido difícil, pero hemos aprendido a vivír sin tí, he aprendido a estar sin tí. Al menos de la forma física porque de mi memoria será imposible vivír sin tus recuerdos.
Hablaba con Kate sobre no se qué cosa de cocina que la verdad me perdí en todas las numerosas recetas de las que me habló, ¡claro! Qué atención voy a estar prestándole si ni siquiera una tortilla de huevos puedo hacer tranquilamente sin antes provocar un incendio en mi cocina.
Los aplausos empiezan a sonar en el lugar y todos vemos entrar a quién menos esperábamos que hiciera parecencia. Sonrío al verlo, sabía que no me equivocaba cuando dije que todo esto sería una buena señal. Nuestras miradas se cruzan y es justo en ese momento cuando me doy cuenta de que tengo tantas cosas que reprocharle. Aparto mi mirada rápidamente cuando enfoco a la rubia que lleva de la mano. Vaya al menos se ha conseguido una novia el amargado.
Mis pies empiezan a temblar nuevamente cuando observo que él empieza a acercarse a todos sonriendo con cordialidad. Pero un dolor me ha atravesado el pecho al ver cómo me a ignorado por completo. Aunque busqué como loca su mirada, esté no me la devolvió.
Antes de que alguien se diera cuenta y muriera avergonzada salí del lugar dándome las cachetadas mentales más intensas que puedan haber.
¡Qué se joda!
Iba por la calle tan perdida en mi misma que no había notado la lluvia sino hasta que mis dientes empezaron a chocar.
—Lo que me faltaba —gruño.—Solo falta que un curvo se haga popo sobre mí.
Seguí caminando hasta detener un taxi, subí a el llorando como una niña por un dulce.
...
El chillido de los neumáticos me hacen cerrar mis ojos fuertemente.
—No quiero morir, no quiero morir —susurré.
Los abrí cuándo el chófer empezó a soltar barbaridades.
¡Sorpresa!
¡El señor oscuro a vuelto!
Quedo a tónica al ver a Lukas de pie bajo la lluvia, sobre todo al verlo frente al taxi impidiéndole su paso.
Está loco de remate, que hombre más inestable.
###
¡Jelouuu! Aquí les traigo otro avance de esta historia tan arcoiris.
Pero no se me emocionen, seguirá en *Pronto* hasta que mi trabajo con #Malicious vaya más adelantado. Regan también quiere seguir contando su historia.
Los quiero.
Nos leemos en el próximo capítulo.
Anne Fernández.
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