09. Cassie.
09. Cassie.
(09)
CASSIE.
Una semana después.
—¡Qué agotamiento! —me quejo.
He estado tan atareada con los arreglos para la inauguración de la librería que casi ya olvido que pronto mi primer libro ya estará a la venta también.
—Traes cara de que te has quedado sin fuerzas, hermanita —dice Kev.
No esperaba verlo, hacía mucho tiempo que no lo veía. Corro ha abrazarlo y él me recibe gozosamente.
—Te extrañé tanto Cass —asegura.
—Y yo a tí, pegoste —respondo con un poco de nostalgia.
Me deshago de sus brazos y doy media vuelta.
—¡Tarán! —canturreo.— ¿Qué te parece mi paraíso?
Sonríe desplazándose por el sitio.
—Lo has logrado, tal y como solías decirlo cuando eras niña.
Doy saltitos, hasta colgarme de su espalda.
—Aunque nadie creyó que lo lograría, mira...—sonrío antontada.— Es un hecho, he llegado a la meta.
Soy fiel creyente en aquello que dicen que lo más posible es aquello en lo que nadie cree.
Jamás hay que sentirse débil, al contrario; sentirte más capaz, más fuerte. Mantenerte firme ante cualquier circunstancia que quiera hundirte y señalarte diciéndo que no será posible.
El dolor es el mayor obstáculo, pero debes hacerle frente y no dejarte vencer por el. Si no existe nadie para entenderte, no te rindas, no sientas que es el final, porque no lo es y debes continuar contra cualquier viento y marea.
Habrá un mejor mañana.
LOUIS.
Acomodo mi larga cabellera rubia, llevo algún tiempo sin cortarla. Una vaga barba se avecina en mi rostro, al menos he logrado mantener mi cuerpo en forma.
Mi padre no me ha visitado ni una sola vez desde que estoy en este lugar, se avergüenza de mí. Un magnate como él, nunca pondría un pie en esta prisión. Sin embargo, la abuela viene cada semana sin falla, no ha dejado de luchar para bajar mi condena.
Me enteré de la muerte de Jael... Al principio no sabía como procesar tal noticia. A pesar de no haberme llevado bien con él, no pensé que sus días se agotarían tan pronto. Después de todo, solo éramos dos chicos marcados por los maltratos de dos arrogantes padres.
—¿Tú eres Louis? —pregunta.
Asiento.
Detalla el lugar con una expresión de asco.
—No estas en una tienda de alto costo —bufo—, estás en la prisión.
Devuelve su mirada a mí y toma asiento.
—Un gusto en conocerte —dice extendiendo su mano en mi dirección.
La dejo extendida y ruedo mis ojos un poco latoso de verla, porque no la conozco, no sé quién es, y qué es lo que quiere.
—Ve directo al grano, de solo verte me imagino que tus intenciones no son las mejores.
Llevaba casi toda mi vida creyendo que era hijo único, hasta que algunos negocios de mi padre decayeron y tenía que nombrar un sucesor para aquellos puestos que yo manejaba.
Perdí la cuenta de las mujeres que vinieron a visitarme porque tenían un supuesto hijo con el imbécil de mi padre. De solo recordarlo ya me duele la cabeza.
También es una situación que me recordaba que yo me había negado ha aceptar uno.
LUKAS.
En solo un segundo tu mundo podría venirse abajo, te parecerá poco justo y algo inaceptable.
Toda tu vida se ve envuelta en esos minutos devastadores a tal punto de creer que no podrás recuperarte de ese golpe trágico. No existen momentos felices, nada puede hacerte sonreír.
Es como si no hubiera una gota de esperanza.
Una y otra vez todo a tu alrededor se sacude fuertemente, tus fuerzas son quebradas... De pronto ya nada es color de rosa, sino más bien gris.
Cargamos con nuestros deseos y recuerdos, con nuestro pasado, cada paso va dandole morde a nuestra historia. Formando un futuro que podría ser un tanto alegre como triste. Pero estamos hechos de cada una de esas emociones, ambas nos ayudan ha ser mejor.
—¿Por qué escogiste este lugar? —pregunta mi madre.
Me toma algo desprevenido.
—Quiero que todos nos sintamos cómodos.
Mamá suelta un suspiro.
—Tienen que aprender a dejar ir todo de una buena vez —determina.— Nada regresará al pasado, pero si nuestra memoria lo hace, que sea por un bien por recordar momentos agustos.
Sujetos sus manos y depósito un beso en ellas. Observo con inquietud, el jardín luce hermoso. Mi madre ha cuidado de el, con mucho esmero y dedicación.
Estoy ansioso porque Cassie llegue.
DANNA.
Odio no poder tener el control de todo, es frustrante cuando tus planes todos se desmoronan por culpa de una inoportuna que interrumpe en ellos y todos se vienen abajo.
Pero no dejaré que cualquiera me gane fácilmente.
Solía tenerlo todo cuando era niña, una madre ejemplar y un padre que aunque no vivía con nosotras siempre estaba al pendiente de mi. Sin embargo, era una gran falsa... cuando se enteró que no era su verdadera hija, más nunca supe de él.
Nunca más se pronunció su nombre en casa.
Lo esperé en cada cumpleaños, en cada graduación y en cada fecha importante... pero no llegó.
Crecí con su ausencia, al final entendí que no era su sangre, no le importaba. Ya lo había olvidado por completo —pensó mi madre—, pero no.
Y no podría hacerlo, ahora lo odiaba tanto. No creí que escucharía nuevamente de él y menos en las noticias, salía al frente con su esposa e dos hijos.
¿Mamá y yo...? Se había burlado de nosotras. Juré que lo haría pagar por ello, es justo lo que hago ahora.
—Ve directo al grano, de solo verte me imagino que tus intenciones no son las mejores —escucho decir al rubio de ojos azulados.
Bastante arrogante para mí gusto.
—Compartimos el mismo objetivo —me encojo de hombros—, destruir a los Meier.
Parece confuso con mis palabras.
—¿Por qué sería nuestro mismo objetivo?
—Porque conozco la razón por la que estás aquí sin tener libertad.
Su rostro se hablanda y por un momento creo que va a decir algo pero no lo hace.
CASSIE.
—¿Cómo te sientes Cass? —pregunta Kev.
Como hermano mayor le preocupa la idea de que algo pueda hacerme daño estando nuevamente en esta casa. O lo que estando ante ella pueda hacerme revivir en mi memoria.
—Mejor que ayer, y mañana lo estaré más.
Al escucharme sonríe ampliamente.
—Me da gusto escucharte decirlo.
—Por cierto... ¿Tú cómo te enteraste de esta reunión?
Niega graciosamente.
—Cierto día me hice amigo... Ehm —rie—, de alguien que se parece tanto a ti, sólo una cosa, su terquedad es más grande.
Entonces... Si, es lo que creo. Mi hermano siempre estuvo en contacto con Lukas.
—¿Por qué me lo ocultaste?
—A veces hay que dejar que las personas sanen en su propio espacio, sin forzarlos a nada.—sujeta mi brazo suavemente—. Si te lo decía seguramente hubieras ido tras él.
Mi corazón se encoge un poco.
Estuvo para mí en medio de su propia tormenta, aún estando lejos estuve siempre en su mente.
LOUIS.
Al principio culpe a todos por estar en prisión pero esa no fue más que la consecuencia de mis propias acciones. No podemos culpar a nadie de nuestros errores si somos los principales culpables.
No sólo le hice daño a la única persona que se detuvo a pensar en mi, que tan siquiera por un instante dijo: "no quiero hacerle daño". También a un viejo amigo al que no podré decirle lo lamento o pero aún... Que no volveré a ver jamás.
—Hola —me saluda.
Levanté mi rostro y ahí estaba, cabello negro e ojos ambarinos.
—Hola —le respondo desconfiado.
—¿Cómo te llamas?
Extiende una pequeña paleta hacia mi.
—¿Por qué me la das? —inquerí estrañado.
Sonrió y me dejó ver sus dientes, incluso los faltantes.
—Suelo comer dulces cuando estoy triste, y tu estás llorando. Quiero compartir contigo.
La arrebaté de sus manos, una punzada de alegría al fin se asomaba en mi día.
—¿Cómo te llamas? —le pregunté.
—Jael Meier, ¿y tú?
Si, el mismo chico al que golpeaban cada vez que podía en la escuela y los maestros no hacían nada para ayudarlo. Los mismos niños que también me pegaban hasta verme tumbado en el suelo quejándome de sus azotes.
Él era un poco más pequeño, yo era más grande. Aunque quise ayudarlo no era sino más otra víctima más del acoso escolar.
El destino sin embargo, nos cruzó nuevamente pero no en los mejores términos.
—¿Me estás escuchando?
Fijo mi mirada en la de ella.
—¿Qué quieres que haga por tí? —interrogo con un mundo en la garganta.
—Quiero que me cuentes todos los secretos que sabes sobre esa familia.
Bufo.
—Lo único que quiero es salir de aquí y recuperar el tiempo perdido he enmendar el daño que una vez hice.
—Yo podría sacarte de aquí sí tú me ayudas, puedo sacarte de aquí.
Niego.
—No necesito de tí, así que por favor no vuelvas aquí.
—¡Te vas ha arrepentir!
Salgo del área de visita con lágrimas en mis ojos.
LUKAS.
En qué piensa la gente cuando dice: “Mientras más lejos de cupido y sus flechas mejor me irá.”
Sobre todo eso —sonrío porque yo algún momento dije lo mismo—, mi misma hipótesis me demostró que estaba equivocado. El amor siempre llega en el momento menos esperado, todos necesitamos un amor en tiempos de tormenta.
Todos estamos reunidos en familia, solo falta Cass y Kev... Mi padre también.
—¿No quiso salir?
Mamá niega.
—Voy por él, entonces —digo decidido.
Camino tan rápido como puedo dejando atrás el jardín dónde todos están. Marcus aparece a mi encuentro y me sorprende que no esté afuera como los demás.
—Espero verte en el jardín, también eres de la familia —suelto dando parmaditas en su espalda.
Asiente casi atragantando de palitos tostados de maíz.
—¿A dónde vas? —indaga pero no contesto.
Entro al pasillo recto que me lleva al despacho de mi padre, no quiero que siga aislado en estos pasillos oscuros.
Al abrir me encuentro con su cuerpo casi tumbado al suelo, algo me indica que intentó ponerse de pie.
Decidí no preguntar, corrí hasta él. Lo sujeté fuertemente hasta devolverlo a la silla de ruedas.
—Creo que no te gustará perderte la reunión familiar.—sus ojos ambarinos me observaron latentes—. ¿Qué hacés aquí sin los demás? No está bien calgar siempre con la culpa.
Me arrodillo frente a él, sujeto sus manos.
—Papá, sé que puedes hablar —trago grueso—, te conozco lo suficiente para saberlo.—acuno mi rostro es sus manos.— Si dijiste cosas duras, pero no puedes callar para siempre por errores del pasado.
—Ya sabía que te darías cuenta en cualquier momento —susurra.
—Te conozco perfectamente.
Dejo salir mi llanto y lo abrazo llorando conjuntamente con él.
DANNA.
—Bueno —contesto al teléfono.
—¿Dónde estás metida?
Ruedo mis ojos.
—No es tu asunto, te creí en la reunión familiar —me burlo un tanto latosa al recordar su invitación.
—Si te invitó es porque eres importante acaso, ¿no eres su amiga? —me reprocha Marcus.
Muerdo mi labio inferior, nunca lo fuí.
—Lo soy.
—¿Entonces?
Un silencio se abre entre nosotros... Esta será la única oportunidad que tendré para tenerlos de cerca nuevamente y sin sospecha alguna.
—Estaré allí, en unos minutos.
Cuelgo y me subo al auto, debo llevar acabo todo a la perfección. No puedo equivocarme, debo ganar.
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¡Sorprea! Ejejje sé que no se esperaban a Louis nuevamente pero bueno, ya saben cómo soy. Me gustan las sorpresas.
Espero les haya gustado, no olviden comentar y votar ❤️
Los quiero siempre ❤️
Anne Fernández.
Sigan leyendo<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<
Doble actualización<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<
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