Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

IV.

Tal como Michelle esperaba, apenas pudo dormir en esa habitación, aun bajo 6 cobijas, 1 edredón de invierno y 4 parches de calor, su temperatura no era mayor a 35 °C, eso fue lo que su reloj marco invariable toda la noche.

No percibía el frío, pero tampoco el supuesto calor que debía estar generando su coraza de colchas. Cuando el reloj marco las 5:00 mañana se rindió.

Ya no va a pasar, no hay razón para que siga intentándolo. Pensó mientras se incorporaba y veía a la cama contigua, en ella, Aiko dormía profundamente y cubierta apenas por una sabana.

—Mírala, qué maldita envidia. Y eso que se quejaba de que la alarma de mi reloj era ruidosa.

Abnegado, se levantó y guardando un cambio de ropa junto con su estuche de baño, fue directo a las duchas. A esa hora no habría nadie despierto y tendría toda el agua caliente que quisiera.

—A esta hora, no creo que haya problemas.

Aun cuando Michelle no fuera particularmente tímido, el frío no era la única razón para utilizar una camiseta manga larga con cuello de tortuga los 365 días del año, pues, desde su accidental roce con la muerte a los 16, su cuerpo había comenzado a cambiar.

Michelle podía verlas en el espejo, las escamas turquesas que brotaban en su espalda. En un inicio no habían sido más que un ligero patrón escamoso, casi imperceptible al ojo humano, pero en los últimos años no solo se habían vuelto más prominentes, sino que también se expandían.

Lo que comenzó como un dibujo en el centro de su espalda, ahora eran escamas reales que sobresalían de su piel, cubriendo su espalda, avanzando por sus costillas, caderas y hombros.

—Si alguien lo viera, de seguro se asustaría, es mi cuerpo y aún no logro acostumbrarme.

Incómodo, entró a la ducha y con un cuidado magnánimo, lavo su espalda asegurándose que sus escamas quedaran completamente limpias, este ritual debía hacerse al menos 3 veces por semana, ya que la piel muerta que se desprendía de su cuerpo tenía la tendencia de atorarse entre las ranuras.

En un principio era molesto y su padre debía ayudarlo a frotar su espalda, pero ahora, ya se había vuelto un hábito.

Desde el juramento que había hecho accidentalmente con la mujer que lo salvó, su escama perdida se había vuelto un agujero en su armadura y aún recordaba la primera vez que lo vio.

Era verano y jugaba con su hermana en la piscina sobrepuesta cuando mamá Kaori lo noto.

—Mika-chan, ¿qué es eso en tu espalda? —preguntó mamá Kaori apenas lo vio salir de la piscina—. Ven acá un momento.

Inocente, Michelle fue corriendo hacia su segunda madre sin sospechar nada y dándole la espalda, espero a que ella lo revisara.

—¿Tengo algo en la espalda? ¿Qué es? ¿Una hoja o algo?

—¡Por los dioses! ¡ROBERT! —exclamó mamá Kaori, llamando al padre de Michelle, el que salió corriendo al patio apenas escuchó a su esposa—. ¡Robert, ven rápido!

—¿Qué pasa? —preguntó Robert asustado.

—¡Rápido, ven aquí, mira la espalda de Mika! —le grito preocupada mamá Kaori.

—¿Qué pasa? ¿Qué tengo? —Michelle asustado, vio los rostros de sus padres, ambos se veían no solo preocupados, sino que también temerosos—. Mamá, papá.

—No puede ser, Michelle, ven conmigo un momento.

Con esto último, el padre de Michelle lo llevo al sol y espaldas a este, se quedó viéndolo fijamente. Sin saber lo que pasaba, la ansiedad de Michelle no hacía más que crecer hasta que escuchó a su hermana de 14 años gritar entusiasmada.

—¡Qué lindo! Nii-chan, ¿cuándo te hiciste un tatuaje? ¿Cómo es que hiciste para que brillara al sol?

—¿Tatuaje?

Michelle tuvo que esperar una semana para entender lo que sucedía, su padre no tenía forma de saber lo que realmente significaba y mamá Kaori pertenecía a otra especia, por lo que su única opción fue llamar a quien menos esperaban que contestara el teléfono, la madre biológica de Michelle, Yuriko Asashōryū, quien como siempre, estaba en un viaje de negocios al otro lado del mundo.

En exactamente 4 días, Yuriko-san estaba en Japón tocando la puerta de la casa en donde su hijo y su exmarido vivían junto con la hermana menor de Michelle y la segunda esposa de Robert.

—Yuriko, no te esperaba tan pronto —la recibió Robert—. Gracias por venir, Michelle está...

—Hibiki (el segundo nombre de Michelle) está en problemas, Robert, ¿crees que soy tan trabajólica como para no apresurarme a venir en una situación como esta? ¿Dónde está?

Aun cuando el matrimonio de Robert y Yuriko se había disuelto por decisión unánime, la pelea por custodia de Michelle fue reñida, la única razón por la que Yuriko había cedido era porque fue consciente de que a su lado, su hijo no podría crecer en un ambiente familiar y se negaba a que pasara por lo mismo que ella, viviendo su infancia entre cuidadores y niñeros cuando podía estar con su padre y vivir en una casa normal e ir a una escuela estándar, teniendo amigos con quien jugar.

—No quise insinuar nada parecido, perdón, solo estoy muy asustado, nunca había escuchado de algo similar.

—Tranquilo, Robert —con voz tranquila, coloco una mano en el hombro del hombre que alguna vez amo lo suficiente como para desear una familia a su lado—. Estamos a suerte, he hecho unas llamadas y puede que sepa qué es lo que sucede.

Robert llevó a Yuriko a la sala, donde Kaori esperaba junto a Michelle. Allí, luego de cumplir con los saludos acostumbrados y beber un poco de té, Yuriko explicó a Michelle una antigua leyenda y lo que seguramente estaba sucediendo con él.

—Hibiki, Robert y yo sabíamos desde antes que nacieras que por tu mezcla de sangre expresas gran parte de los genes recesivos de nuestras familias, pero nunca me imaginé que fueras capaz de expresar este. —Seria, Yuriko-san tomo la mano de su hijo—. Hibiki, de alguna forma, has juramentado una escama.

—¿Cómo que juramentado? —preguntó Kaori-san.

—Pudieron verlo, claramente Hibiki ha perdido una de sus escamas, en respuesta su cuerpo, que de por sí es débil, ha comenzado a manifestar su visión espiritual de forma física. La escama que ha dado en prenda es el sello del juramento, no sé cuál sea, ni qué es lo que pediste a cambio, pero en ausencia de esta, tienes un agujero en tu armadura y tu cuerpo seguirá escamándose en un intento de protegerse.

—¿Qué es lo que pasara con Michelle? —preguntó preocupado Robert— Por favor, Yuriko-san, ¿acaso hay alguna forma de revertirlo?

—Solo sé qué, a menos que encuentre su escama perdida y concluya su juramento, Hibiki expresara toda su forma espiritual.

Michelle no supo qué hacer con toda esa información. Luego de pasar la noche conversando, Yuriko-san se fue al amanecer con la promesa de que seguiría indagando hasta dar con una solución.

Así, después de dos años, Yuriko dio con el templo de la leyenda de su familia, oculto en las montañas, encontró a una única sacerdotisa aguardándola, esta le dijo que Michelle solo tenía dos opciones, saldar el juramento con la persona indicada o esperar a que se manifestara por completo, una vez esto estuviera hecho, instintivamente iría al encuentro de su escama prometida.

Michelle, a estas alturas ya había hecho los cálculos, por la velocidad en que su cuerpo se escamaba, la manifestación completa de su visión espiritual tardaría de 6 a 7 años más, si tenía suerte, recuperaría su vida antes de los treinta, hasta entonces, si no lograban encontrar a la mujer con la que había juramentado su escama, no tendría más que esperar. Y en eso Michelle se había vuelto todo un profesional.

—Ya es hora de salir, al fin alcancé los 37 °C.

La ducha había ayudado, eso era bueno. En cuanto logró secar con éxito sus escamas, se vistió con una camiseta y un suéter de cuello alto a rayas, no era su favorito, pero fue lo primero que sacó de su maleta, no tenía sentido salir temprano si despertaba a la mujer que roncaba a su lado.

Por costumbre, fue a la cocina y calentó agua en el hervidor. Ya eran 30 minutos para las 7:00 de la mañana, en cualquier momento el resto comenzaría a levantarse y Michelle necesitaba su café, aunque no fuera un expreso.

Pensó en fumar su acostumbrado mentolado, pero salir a esa hora de la mañana habría sido un desperdicio de temperatura corporal y tampoco era un adicto a la nicotina como para que le faltara.

—Será solo café por hoy.

15 minutos después, las alarmas de todos resonaron en los dormitorios. El agua caliente llenaba el termo de viaje de 15 litros que había en la cocina y el hervidor ya calentaba otro litro y medio de agua.

—¿Loughty-san? —se escuchó la voz de Igarashi-san por el pasillo entrando al comedor.

—Buen día —saludó Michelle.

—Buen día, veo que eres madrugador.

—Podría decirse —con una media sonrisa—. ¿Café?

—Negro, por favor. —Igarashi se estiró perezosamente, su cabello estaba despeinado y unas sendas ojeras se le remarcaban en el rostro—. Apenas si pude dormir, me gustan estos viajes, pero tengo problemas para conciliar el sueño en lugares extraños.

—Pues creo que estamos igual.

—Al menos no soy el único. Hoy lo tenemos pesado, hay que levantar el ánimo. Te ayudo en el desayuno.

A las ocho en punto el comedor estaba lleno, juntos, Michelle e Igarashi, prepararon sopa de pescado, tamagoyaki y arroz, nada muy impresionante, pero lleno de calorías para iniciar el día.

Aiko apareció cuando lo único que quedaba era medio plato de arroz y una taza de sopa, era su culpa por despertar temprano, pero levantarse tarde. Pensaba asumir las consecuencias y comer el raspado de la olla, sin embargo, Igarashi que se levantaba de su asiento la llamó.

—Yamamoto-san, ven, Loughty-san te reservó tu parte cuando vio que no venías —sacando unos platos servidos del microondas—. Dijo que como te acostaste tarde no fuéramos a despertarte a menos que ya se nos pasara la hora.

—¿Él dijo eso? —dijo Aiko levantando una ceja.

—Es un buen tipo, ¿no crees? —Igarashi con una sonrisa—. No lo demuestra mucho, pero se ve que es considerado. Mi madre dice que nadie que tenga malas intenciones es bueno para cocinar.

A Aiko le pareció un sinsentido, más solo le llevó un sorbo de la sopa de pescado para entender el dicho de Igarashi, estaba deliciosa. No era muy fuerte ni muy suave, tenía la sal justa y tanto el pescado como los vegetales estaban tiernos.

—Es buena, ¿no?

—Sí, es buena —admitió Aiko—. No lo veo. ¿A dónde fue ahora?

—Está con el resto moviendo el equipo para las actividades de hoy, me preocupa un poco, me informaron que era anémico, pero no ha parado desde ayer. Solo espero que no se sobre esfuerce, te lo encargo, Yamamoto-san.

—Claro, no hay problema.

Igarashi se sorprendió por la inesperada respuesta, tenía entendido que se detestaban, tanto al punto en que habían sido castigados al ser obligados a ser voluntarios del campamento, pero por lo que veía, eso no era del todo cierto.

Después del desayuno iniciaron las actividades, las alianzas competían por el derecho a escoger qué hacer el tercer día de campamento. Entre carreras, trivias, búsquedas del tesoro y concursos de talentos, todos se la pasaron de aquí para allá hasta la hora del almuerzo, todos excepto Michelle y Aiko que tenían el trabajo de limpiar la cocina y preparar el almuerzo junto con la cena de la noche, lo que no era una carga menos pesada.

—¿Con qué nos sorprenderá Loughty-san hoy? —dijo Imura, uno de los sempai voluntarios de Michelle.

—Pensaba dejar la carne para hacer hamburguesas o algo parecido mañana, por lo que hoy vamos con el plato favorito de Rei, espaguetis a la napolitana.

La fila en el comedor parecía eterna, mientras Michelle terminaba de colar la última tanda de fideos, Aiko servía los platos para los voluntarios y los de primer año como una máquina expendedora.

Cuando finalmente lograron sentarse para comer, Igarashi-san, Imura y los otros 4 voluntarios conversaban sin apuro.

—Tal como lo ven, nuestro querido Loughty-san es en definitiva un hombre de interiores, ¿no? —dijo de la nada Imura, tomando a Michelle por el cuello en cuanto termino de comer—. Un modelito a todo dar, lava, cocina y limpia. ¿Quién no querría un chico así?

—Es verdad, tuvimos suerte este año, el anterior Izumi-san se adueñó de la cocina y... bueno, no sé cómo sobrevivimos 4 días —dijo otro.

—¡Oye! Mi cocina no es tan mala —reprochó Izumi-san.

—Pero si la comparamos con la de Loughty-san —insistió Imura.

—En definitivo, fue una suerte que Fujiwara-san nos lo sumara a último momento —rio Igarashi-san.

Todos rieron con esto último, pues, aunque para ellos fuera un castigo el estar allí, para el resto fue un regalo.

—Es verdad, Igarashi no nos dijo mucho, pero ¿de verdad se pelearon en el lobby? —preguntó Imura sin ningún tacto.

—Imura —advirtió Igarashi.

—¿Qué? El pasado ya paso, preguntar no hace daño. Además, no le veo lo agresivo a este chico por ningún lado.

Michelle no quiso abrir la boca, Aiko, en cambio, no tenía pelos en la lengua para esas cosas.

—Y no lo es —habló Aiko por primera vez—, quien ha empezado la pelea he sido yo. Mis razones tenía, pero este tipo tampoco se quedó corto —apuntándolo con el tenedor.

—Mientes, pero si Yamamoto-san es un amor, no ha hecho más que ayudar, al igual que Loughty-san —aportó Izumi-san.

—De seguro Fujiwara-san exagero como siempre, esa mujer es de temer, cada vez que la veo me dan escalofríos —dijo otro.

—Además, ¿no se supone que Loughty-san está enfermo? ¿Cómo se puede ser tan cruel como para forzar a un chico amable como él a viajar hasta acá en otoño? —se le salió a Imura.

—¿Y tú como lo sabes? —reprochó Igarashi, que no había divulgado esa información con nadie más por respeto a Michelle.

—¿Cómo no voy a saber? Cuando fue el mismo Daichi-kun quien me pidió que cuidara de este chico.

—¿Tú eres el sempai de Daichi? —preguntó Michelle sorprendido.

—Ese chico, poco menos me rogó que intercambiáramos lugares para acompañarte, él y tu hermana estaban muertos de preocupación, pero Igarashi fue inflexible.

—No tuve opción —se defendió Igarashi levantando las manos—, si metía a alguno de los dos Fujiwara-san me habría rebanado en pedacitos. No sé qué fue lo que hicieron ustedes dos, pero estaba muy molesta con ambos.

No hubo mucho más que decir del tema, divagaron un rato más mientras reposaban hasta que Imura vio a unas chicas cuchichiar en la mesa del frente mientras veían a Michelle, y esto le prendió el foco.

—Ey, Loughty-san, ¿tienes novia? —preguntó intentando ser sutil, pero no lo fue.

—¿Eh? —respondió Michelle algo descolocado.

Aiko también paro oreja, aunque no sabía por qué le interesaba.

—Vamos, un chico amable como tú, que es bueno en la cocina y se ve así debe ser popular —insistió Imura.

—Ya déjalo Imura —regañó Igarashi.

—Solo digo. Vamos, ya dinos, ¿eres japones si quiera?

Aiko ya había hecho esa pregunta antes y apenas vio que Michelle cambio su actitud de relajada a apática, habló a modo de advertencia.

—Yo no iría por ahí si fuera tú, Imura-sempai.

Michelle no pudo ocultar su molestia, y levantándose dijo:

—Lo soy. —Ya había respondido a esa pregunta tantas veces que aunque fuera sin mala intención, le resultaba irritante aclararlo cada vez—. Me veré así, pero nací y crecí en Japón, mi madre es japonesa y mi padre es británico, por eso el color de cabello y los ojos. Estuvo delicioso, con su permiso, me retiro.

¿A quién agradeces si fuiste tú quien lo preparo? Idiota. Pensó Aiko al ver a Michelle levantarse cortésmente e irse en silencio.

—¿Pero que dije? —preguntó estúpidamente Imura.

—Le dije que no lo hiciera —respondió Aiko—, no sé porque, pero tiene un nervio suelto con ese tema y con lo de su anemia, fue por eso que peleamos. Yo quería que apagara la calefacción, no creí que nadie necesitara estar a 40°C a inicio de otoño, pero parece que ese tipo de verdad lo necesita. Eso fue la primera vez, la segunda, dije algo que ya ni recuerdo y se puso furioso por lo mismo.

—Eso es un poco denso para una pelea entre amigos —comentó Izumi-san.

—No somos amigos —negó Aiko—, ni siquiera lo conozco, esa era la primera vez que hablábamos. De no ser por Igarashi-sampai no sabría ni su nombre.

La mesa completa quedó en silencio, no podían creerse una historia como tal. Aun tenían un par de preguntas para Aiko, más apenas vio a una chicas seguir a Michelle hacia la cocina, Aiko se levantó, se despidió y fue tras ellas cargando sus platos.

—Si me disculpan, no puedo dejar a mi compañero de castigo solo levando los trastes.

..............................

Michelle lavaba los platos intentando dejar ir su ira, sabía que sobre reaccionaba con esta pregunta siempre que la oía, pero no podía hacer nada al respecto, incluso en su pelea con Aiko en el lobby de la universidad había hecho algo parecido. 

En eso estaba cuando escuchó las voces de unas chicas a su espalda.

—Disculpa, Loughty-sempai —dijo una entre sonrisas coquetas—. No es justo que laves todo esto por tu cuenta cuando tú fuiste el que cocino para todos nosotros, ¿no lo crees, Hana-chan?

—Es verdad, Umiko-chan. Deberíamos ayudar al sempai.

Confabuladas, se acercaron una de cada lado buscando acorralar a Michelle, este, un tanto cabreado aún, fingió amabilidad e intento rechazarlas suavemente.

—No es necesario —con una mueca torcida de falsa alegría—, este viaje es para ustedes después de todo, por eso nos ofrecemos de voluntarios.

—¡Pero no es justo! —dijo una cargando las palabras.

—Sempai debería descansar, ha estado trabajando desde la mañana, nosotras nos ocuparemos de todo —dijo la otra alcanzándole la mano con la que sostenía un plato enjabonado.

Ni siquiera fue consciente de ello, pero apenas sintió el tacto de la mano de esa mujer, una corriente recorrió desde su brazo al punto vacío de su espalda, fue tan frío que Michelle dejo caer el plato por reflejo en un intento de alejarse de ella.

¡CRASH!

(Sonó el plato al reventarse contra el suelo).

Ambas, confundieron su acto de rechazo por timidez nerviosa, y pretendían seguir con su acoso cuando Aiko hablo desde la puerta de la cocina.

—¡Ejem! —aclarando la garganta, autoritaria—. Los de primer año tienen prohibido entrar a la cocina, y si no me equivoco, ¿no deberían estar preparando su acto para el show de talentos de esta noche? En vez de estar "ayudado" a su sempai —poniendo énfasis haciendo las comillas con los dedos.

Algo avergonzadas y algo frustradas por ser atrapadas a media conquista, ambas salieron rápidamente con la cabeza a gachas. Aiko, por su lado, fue hacia Michelle y tomando la escoba y la pala de mano, recogió los pesados de loza que habían salido volando por todos lados.

—Mira el desastre que hiciste, conmigo pegaste el grito en el cielo por solo tomarte del brazo, al menos no les has estrechado la cara contra el lavaplatos.

Michelle se quedó inmóvil, aunque bien pudo haber estado paralizado. Aun así, Aiko no insistió y en silencio, terminó de limpiar. Michelle solo volvió en sí mismo cuando Aiko abrió el bote de basura y vació la pala en él.

—No es como si fuera mi culpa —dijo en voz baja.

—Ve a descansar, yo terminaré aquí —respondió Aiko sin prestarle mucha atención a las palabras de Michelle—. La cena está hecha de todos modos, si no quieres comer puedo apartarte una porción.

Michelle secó sus manos y salió sin decir nada. Se topó con Imura en el camino, pero ni se enteró cuando quiso dirigirle la palabra para disculparse.

..............................

Ni tu origen ni tu enfermedad ni las chicas. Parece que realmente lo llevas mal. No es que Aiko fuera muy perceptiva con las personas, pero las cosas que molestaban a Michelle eran tan obvias, que incluso se sorprendió que el resto no lo notara.

—Eres bastante honesto, no creo que seamos muy diferentes en ese sentido —hablaba en voz alta para sí misma mientras fregaba los platos que quedaban—. Quizás, haya sido mi culpa después de todo, no parece un mal tipo, solo un poco raro.

Mira quién lo dice. Se autorreprochó.


Galería de imágenes capítulo IV:

1. Michelle.

2. Full color.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro