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Las horas transcurrieron con mayor velocidad de lo deseado y el día de la decisión llegó, Aria no tuvo mucho tiempo para pensar pero no tenía más alternativas, de igual manera se encontraba entre la espada y la pared. Su alarma sonó a las siete de la mañana, la cual fue pospuesta dos veces por la pelinegra. Con un semblante derrotado Aria se dirige hacia la ducha luego de un mes de haber tenido su último baño, en donde lava con pocos ánimos su pálida piel y aquél cabello azabache que un día logró obtener propuestas para ser imagen de marcas del cuidado capilar. Al salir de la regadera envuelve su cuerpo en la bata de baño y se cepilla el cabello notando la cantidad de nudos que este tenía y lo mucho que se le caía a medida que pasaba el cepillo por la melena, con el secador seca su cabello y, en modo automático, camina hacia la descuidada habitación. Aria observa detenidamente su armario sin saber qué podría usar, pero termina decidiéndose por un pantalón deportivo suelto, junto a una franela oversize y unas vans, todo de color negro. Aún no se permitía a sí misma utilizar colores claros o llamativos.

Al terminar de vestirse se queda observando su apariencia ante el único espejo de la que se había acostumbrado a llamar su casa, las oscuras ojeras sobre aquella piel tan blanquecina y los pómulos siendo más evidentes que la última vez que miró su reflejo hacen que aparte la mirada sintiendo como el escozor de las lágrimas afecta su visión. Nunca se había sentido tan asqueada de su apariencia. Aria se obliga a sí misma a respirar profundamente antes de volverse a ver en el espejo, es casi un hecho que en la agencia habrán paparazzi al acecho y no podía permitirles que la primera fotografía que logren de ella en años sea una en donde se ve tan vulnerable. Entre el revoltijo de envases de diversos tamaños y colores de su diminuto baño da con el pequeño estuche cuyo estampado es de dinosaurios, donde está el maquillaje que probablemente esté vencido porque desde hace 2 años no compra. Se coloca corrector en las ojeras difuminándolo bien para luego aplicar una base y polvo compacto; afortunadamente logra que su piel se vea moderadamente sana, así que continúa dándole un poco de color con rubor e iluminador. El contorno no es necesario, puesto que gracias a su pérdida de peso sus pómulos están lo suficiente marcados, por lo que decide saltar ese paso de su antigua rutina y finalizar el maquillaje colocándose rímel y un labial color rosa.

La imagen del espejo cambia ligeramente. A pesar de que los orbes grisáceos continuaran faltos de brillo su rostro parecía haber recobrado un poco la vida, parecía alguien normal y no una persona que a duras penas sobrevive. La pelinegra toma su celular percatándose que se hicieron las 8:15am y agarra con rapidez las cosas que necesitará guardándolas en un bolso, el maquillarse le tomó más tiempo de lo que pensaba y ahora se encontraba contrarreloj. Decide que es mejor no desayunar para no perder más tiempo pero, sobre todo, porque no tiene nada de hambre y si come vomitará. Con un fuerte estruendo sale de su apartamento bajo la mirada sorprendida de los vecinos al ver a la inquilina que lleva 2 años encerrada en ese apartamento y que no han podido conocer porque no acepta que nadie se acerque a ella. Al salir del edificio y llegar a la calle toma un taxi que la conduce a la agencia, sus ojos miran por la ventana notando que el mundo sigue su rumbo pero ella detuvo el suyo hace tiempo.

— Nuestros disfraces son demasiados reales, nadie sabrá que somos nosotros —Decía June con una sonrisa de oreja a oreja— Se siente bien poder salir.

El chico tomaba la mano de Aria mientras caminaban sin rumbo.

— Te ves hermoso con lentes —Comenta Aria admirando la hermosura de su novio, quien se inmediato se sonroja logrando que ella ría.

— Tú te ves hermosa como sea —Responde el chico aún con las mejillas color carmesí—. Ahora vamos por un helado que quiero tener una cita con la preciosura de novia que tengo.

Ver a las personas caminar con normalidad le recordó a la época donde June y ella se disfrazaban para poder ir a citas como una pareja normal haría.

Para ella es extraño ver cómo ha cambiado el mundo, porque Aria no consigue cambiar. Su mente ha quedado paralizada desde hace dos años atrás y no se puede adaptar fácilmente al nuevo rumbo del destino, ella solo quiere volver a estar con June y poder ser feliz al lado del único hombre que ha amado.

—Señora, llegamos —avisa el taxista llamando la atención de Aria.

La pelinegra se sorprende que la llamen señora, solo tiene veinticuatro años, pero al recordar el anillo en su dedo anular entiende la situación.

— ¿Señora? —Pregunta el hombre viendo que ella no responde.

—Gracias —Responde en apenas un hilo de voz haciéndole entrega del dinero.

Aria baja del auto y se detiene frente la agencia, a pesar de que el mundo parezca un lugar extraño aquél edificio permanecía igual como la primera vez que atravesó sus puertas. Ella era tan jovial, entusiasta y llena de sueños. Ahora esos ánimos que una vez quemaban en su piel cual fuego ardiente eran remplazados por el gélido frío y los recuerdos que solo quedarían como un lejano evento de su vida.

—Vamos amor, llegamos tarde a la reunión —Dijo el chico mientras la halaba de la mano para apurar su caminar.

—Voy, voy —Se reía una versión más joven de ella, que en vez de estar preocupada por llegar tarde estaba feliz por llegar junto a él.

La sonrisa que June le dedicó en ese momento permanece plasmada en sus recuerdos como un tatuaje, una sonrisa que llenaba su pecho de calidez y seguridad, también puede recordar con exactitud la sonrisa culposa de ambos al entrar tarde a la reunión. Una respiración profunda es lo que se necesita para devolver a Aria al presente, frente a ella solo estaba el espacio que conectaba la calle con la entrada del edificio, nadie más, sin June. La ausencia de June instala una opresión en su pecho... Ella no puede volver, no está preparada para ello.

Sus ganas de llorar se ven interrumpidas por un brillo momentáneo que la obliga a entrecerrar los ojos.

— ¿Aria? ¿Volverás a los escenarios? —Pregunta una voz mientras ella siente un flash aturdirla nuevamente.

La pelinegra mira a su alrededor notando que hay varios paparazis junto a ella, ¿en qué momento llegaron?

— ¿Ya tiene fecha tu regreso?

— ¿Cuál será la temática de tu próximo álbum?

Aria retoma su caminar hacia la entrada del edificio siendo seguida de cerca por las cámaras y las preguntas a las que intenta huir.

— ¿Ya superaste la muerte de June?

Esas cinco palabras bastan para dejarla petrificada, pero sabe que si se queda ahí solo escuchará cosas peores. La pelinegra se obliga a seguir caminando mientras mira al piso y entra a la agencia. Solo deseaba poner la mayor distancia posible entre ella y los flashes que podía sentir aún estando en la recepción del edificio, en donde es detenida por un guardia de seguridad.

—Disculpe, su carnet de visitante.

—No tengo. Trabajo aquí.

— ¿En qué puesto? Muestre su carnet de trabajador —Dice otra chica de seguridad, quien no reconoce a Aria.

—Soy una celebridad —Responde cortamente.

El hombre observa a la joven desde la cabeza a los pies y suelta una risa burlona en su dirección.

—Sí, como no.

—Si tú eres una celebridad yo también puedo serlo —Le sigue la mujer mientras ambos se ríen de Aria.

Esta suelta un suspiro y señala hacia atrás, donde se puede ver un viejo cartel de ella modelando. Los guardias curiosos miran el cartel y cuando vuelven a ver a Aria esta enseña su rostro. Ambos se quedan asombrados de su belleza, viendo que los ojos grises de la chica son iguales a los de la modelo del cartel.

—Disculpe señorita, pase —Dice el hombre quitándose del camino.

Ella sin responderle pasa entre ambos y evita mirar a los alrededores. La agencia tiene carteles de todos sus artistas y no quiere verlos, por eso se adentra al ascensor y continúa con la mirada fija en el piso. Cuando las puertas de este se abren la chica sale para caminar por el pasillo hasta la oficina del presidente de la empresa.

— ¿Crees que nos llamó para regañarnos por nuestra relación? —Pregunta la joven Aria a su novio, asustada por ser llamada a la oficina del presidente— ¿Qué haremos si nos ordena que terminemos? No quiero terminar contigo pero sé que tu carrera te importa así que si aceptas no me enojaré...

Él la toma del rostro y la mira fijamente, permitiendo que sus ojos grises choquen con los marrones de June.

—Ni aunque el mismo presidente de este país me ordene que termine contigo lo haré —Asegura el chico seguido de una sonrisa—Siempre estaré contigo.

—Te amo, June —Afirma ella con toda la confianza del mundo, para luego ser besada por su novio. Un beso que logró tranquilizarla en ese momento.

— ¿Aria? ¿Qué haces parada acá? —Pregunta una voz masculina sacándola de sus pensamientos.

Ella voltea a verlo con sus ojos cristalizados, logrando preocupar a Theo por su actitud.

—Solo recordaba cosas —Responde intentando recobrar la compostura— ¿Qué haces tú aquí? —Agrega con rapidez sin darle tiempo al peliblanco de poder preguntar más sobre su estado.

Él sabe a quién está recordando y también entiende que está intentando desviar la conversación. Theo estaba consciente de que venir a la empresa le traería un montón de recuerdos, después de todo tiene más de siete años en ella. Hay malos recuerdos e incluso buenos, pero para ella seguramente hasta esos buenos recuerdos pueden doler más que uno malo.

—El presidente me pidió que viniera, pensó que quizás conmigo en la reunión te sentirías más cómoda —Explica el chico algo nervioso.

El chico de cabello platinado contempla bien a su amiga sorprendiéndose al verla maquillada y con otro estilo de vestimenta, desde hace dos años la había visto con ojeras que oscurecían a medida que transcurría el tiempo, usando pijamas y con un ánimo cada vez más decaído. Aunque hoy no luce feliz al menos es un avance que haya querido arreglarse. Después de mirar su vestimenta levanta la mirada para volver a observar el rostro de Aria, sus mejillas enrojecen cuando sus miradas se cruzan, pero ella no siente nada cuando los ojos azules del chico conectan con sus orbes grisáceos.

—Entiendo, vamos —Dice retomando su caminata.

Él la sigue en silencio, intentando olvidar el leve calor que sintió al observar la mirada gris profunda de Aria. Por su parte, ella solo piensa en su recuerdo.

—Me prometiste que siempre estarías conmigo –Susurra la chica con tristeza.

— ¿Dijiste algo? —Pregunta Theo al creer que su amiga le habló.

Ella niega intentando que no se dé cuenta de que estaba hablando, pues creerá que es una loca. No quiere que sepan que siempre sueña con June.

— ¿Fue difícil el camino hacia acá? Vi reporteros —El ojiazul intenta llenar el silencio que se instaló entre ambos, pero es notable el desinterés de su amiga para mantener una conversación.

— No fue nada que no haya experimentado antes —Contesta con simpleza la pelinegra, encogiéndose de hombros.

— Ignora sus preguntas, seguramente dejarán de hablar de ello.

Pero Aria no cree eso, han pasado dos años de la muerte de June y aún esa gente se atreve a nombrarlo solo para ganar una primicia, simplemente le dan asco.

La secretaria ve acercarse a los dos jóvenes y llama a su jefe. Este le indica que los haga entrar de inmediato y ella solo se concentra en la joven que llevaba mucho tiempo sin ver.

—Pueden entrar —Dice la mujer quien le dedica a Aria una mirada sumida en lástima.

Afortunadamente la pelinegra no nota eso.

—Hora de entrar al purgatorio —Comenta burlona Aria. A pesar de tener un tono de voz juguetón el brillo en sus ojos sigue desaparecido y ni siquiera el indicio de una sonrisa se plasma en sus labios.

Mientras intenta bloquear todos los recuerdos que aparecen en su mente, Theo abre la puerta y le indica con su mano que pase primero, Aria entra y de inmediato siente la mirada del presidente sobre ella. La chica de ojos grises eleva su vista hasta encontrarla con la del presidente, uno de los culpables de la muerte de su novio.

Siente su corazón llenarse de resentimiento al ver al hombre que está tranquilo frente a ella. Al tener tantos recuerdos se dio cuenta que aún no está lista para volver a todo lo que la conecta a June, pero ya entró a la reunión y no hay vuelta atrás, solo le queda pelear para poder continuar huyendo. Definitivamente hará todo lo posible para no regresar al mundo del entretenimiento.

Nota de autor:

Holaa, dos capítulos seguidos para dar comienzo a esta linda historia. Si tiene una buena recepción es posible que el jueves publique el tercer capitulo y sepan porque Aria le tiene rencor al presidente. Así que denle mucho amor y apoyo a esta historia.

Los quiero mucho.

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