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Te amo con locura Charlie Peterson

No estaba tonta, sabía que algo sucedía entre David y ese tal Alex, esta vez me estoy preocupando más ya que mi prometido ha estado muy estresado respecto al tema, merezco una explicación porque no debió haberme levantado la voz así.

Justamente acabamos de llegar a San Sebastián, mi novio y yo decidimos ir a su casa porque él quería disculparse y darme una aclaración sobre ese tipo—Bien, Natalie. No sé por dónde empezar —aclaró su garganta, se revolvió en su asiento sin quitarme la vista de encima—. Alex, era... Él era mi mejor amigo, pero nos peleamos —bien, eso para mí explica bastantes cosas, quiero decir, es lo mismo que me sucedió con Gabriela y cómo fue que la llegué a odiar tanto—. Quería que lo invitara a la boda como si nada y fue por eso que me la pasé muy tenso, lo siento linda, no debí haber levantado mi voz así.

—David, entiendo completamente —estábamos sentados en su sillón, uno frente al otro. Estaba mirándome a los ojos, no sé si me estoy volviendo loca o su mirar era diferente, se relamió los labios.

—¿Podemos dejar de lado a Alex? —tocó mi muslo e hizo que un escalofrío me recorriera de pies a cabeza, casi siempre nuestras discusiones terminaban así, era extraño lo que este chico me provocaba. Pero desde lo que sucedió en esa fiesta, cuando llamé a Charlie borracha y le dije que lo amaba, no solo como un amigo, creo que fue un impulso, por eso me siento rara como si quisiera ver a Charlie ya y saber su reacción.

—David, me siento muy cansada —asintió para seguido de eso acomodarse en su asiento.

—Lo siento, ¿quieres quedarte? —sonrió—, ¿o prefieres ir a tu casa?

—Quedé de llegar hoy y alimentar a Roma —en realidad había quedado con mi mejor amigo de hacer la cena juntos, era evidente que David no quería ir y mucho menos le emocionaba escuchar de Charlie—. Entonces, cariño, mañana te llamo.

—Te llevo a casa —asentí. Se levantó y yo junto a él. Me causaba cierta intriga la historia de ellos dos, porque la mía con Gabriela es bastante complicada, debió pasar algo realmente terrible, quiero preguntar pero tal vez es mejor otro día, ambos estamos cansados y es mejor descansar.

—Me gustaría saber esa historia, pero otro día puedes decirme —tomó mi mano y la besó, ese gesto de él me gustaba, me daba a entender que estaba de acuerdo conmigo y eso me hacía sentir segura.

...

Al llegar a casa, después de despedirme de David, vi las luces encendidas, no me extrañaba, seguro Charlie estaba dentro. Me sentía un tanto nerviosa entrar y estar a solas con él, después de todo lo que le dije; "Hola, Charlie, no hables solo escucha..." estaba demasiado pasada de alcohol pero aún así recuerdo "Desde que te conozco he estado enamorada de ti y me jode que esos sentimientos no me dejen ni siquiera estando lejos de ti o estando con alguien más...". Eso hace que mi corazón se agite cuando estoy apunto de abrir la puerta de la entrada "Te amo Charlie, no sólo como amigo, sino como el hombre con quien me gustaría pasar el reto de mi vida...". Era demasiado tarde para huir de mi propia casa "Sé que sientes lo mismo por mí..., te amo con locura Charlie Peterson. ". Abrí por completo la puerta y ahí pude observar al chico antes mencionado, estaba recargado en la barra de la cocina, pero no estaba sólo, Camila estaba abrazándolo apunto de besarse con él hasta que yo entré y los interrumpí.

—¡Natalie! —los dos se aproximaron a mí para poder abrazarme. Algo me había dolido dentro, sí, todos sabemos que fue mi corazón—, ¿cómo te fue en Cancún? —preguntó Charlie. No sabía qué sentir o qué decir, estaban a punto de besarse, en mi casa, en donde antes él y yo lo habíamos hecho.

—Ahh... Voy a casarme —mostré el anillo que David me había dado en cuanto llegamos a su casa, estaba en mi mano ya. Me miraron estupefactos, Camila soltó un grito de emoción para seguido de eso, darme un abrazo.

—Me alegro mucho por ti rojita, te verás preciosa con tu vestido blanco —agarró mis manos y le dio un leve apretón en ellas—. Yo me despido, quedé de ir a cenar a casa de mis padres.

—Adiós, cariño —observé cómo se besaban para despedirse, al parecer yo también me había perdido de mucho. Camila se marchó dejándonos completamente solos, Charlie no se había movido, ni siquiera había dicho nada respecto a la boda—. Te extrañé mucho, Natalie —me estrechó en un cálido abrazo, el cuál yo acepté, era evidente que yo también lo había hecho, aún que solo haya sido una semana—. No puedo creer que te vayas a casar, es... Me tomó por sorpresa, felicidades.

—Gracias Charlie. También te extrañé y te traje unos obsequios —el ambiente se sentía tenso, no podíamos quitar los ojos uno del otro y tampoco habíamos deshecho por completo el abrazo en el que estábamos—. Me caso en tres semanas.

—¿Tan pronto? Natalie, no me digas que estás embarazada —reí viendo su reacción. Negué con una sonrisa en mi rostro. No sabíamos qué más decir, solo estábamos ahí mirándonos—... Así que, David.

—Así que, Camila... —él desvió la mirada y por fin deshizo el abrazo. Tomó la maleta que traía y me ayudó con ella. Subimos hasta mi habitación en silencio, me sentía intranquila, creía que tal vez iba a decirme algo sobre esa llamada tan reveladora—. Charlie... —si él no iba a decirme nada, pues entonces yo iba a preguntarle, no aguantaba las ganas de saber si tenía algún comentario al respecto, es algo que no puedo explicar—, ese día que te llamé, yo hablaba en serio.

—Camila fue quién contestó —frunció su entrecejo y caminó hasta mí—, me dijo que no entendió lo que dijiste —bien, tal vez el universo no quería que Charlie se enterara de todo lo que dije. Solté un largo suspiro—. ¿Es tan serio?

—Más que nada... —cómo si de un milagro se tratara mi celular comenzó a sonar, era mi madre. Contesté para poner la bocina en mi oreja—. Ciao mamma, te tengo maravillosas noticias —ella sabía que cuando hablaba español era porque Charlie estaba conmigo. Gracias mamá llamaste en un momento justo. Coloqué el altavoz para que el chico a mi lado escuchara.

—Natalie, mio caro, ¿cómo han estado? ¿Qué tal tu viaje?

—Todo estupendo mamá, ¿cómo están ustedes? —la conversación siguió transcurriendo normal, estaba con un poco de miedo al decirle que me iba a casar, mi madre sí conocía a David pero no en persona.

—Excelente hija. Bueno, solo llamaba para saludarte y decirte que tu hermano Giotto acaba de llegar a casa —tal vez no había mencionado a mi hermano menor, él había ido a estudiar de intercambio a una prestigiosa escuela de Francia, es por eso que él no estaba en casa. Y mi hermana mayor, Charlotte, tiene su familia y era la única que seguía en Roma con mis padres hasta ahora.

—Necesito verlos, a todos —miré a Charlie quien me sonreía. Y creo que es la mejor oportunidad de hacerlos venir—. De hecho, vayan haciendo sus maletas porque..., voy a casarme —al otro lado de la línea no se escuchaba nada, todo se había quedado en silencio.

—No, no es conmigo Anna —habló rápidamente Charlie, la última vez nos preguntaron si pensábamos tener hijos y fue bastante incomodo tratar de calmarlos para explicar que no era así.

—Con David —habló mi madre un tanto emocionada. Como decía, mi mamá si sabía que salgo con David, solo espero esta vez que mi familia lo conozca en persona—. Que feliz estoy por ti. Lo siento Charlie, será en otra ocasión.

—¡Mamá! —ella rió junto a Charlie.

Estuvimos hablando con ella por media hora más, se despidió diciendo que hablaría con mi padre para ponerse de acuerdo y venir a España todos en familia. Estaba nerviosa, todo está sucediendo muy rápido, quiero decir, solo en tres semanas voy a casarme, en una iglesia que yo no escogí, con una lista apresurada de invitados que tenemos que hacer, con arreglos que tampoco organicé y con alguien quien me gusta pero es tan confuso tener a Charlie cerca porque también me gusta, no sé qué estoy haciendo con mi vida.

—¿Natalie? —estaba tan sumida en mis pensamientos que no me di cuenta siquiera que Charlie estaba llamándome. Lo miré, tenía sus cejas arrugadas mientras intentaba sostener una risa—. ¿Qué piensas? —creo que demasiadas cosas a la vez, siento que voy a explotar.

—En... En que es lo que haremos de cenar —sonreí. Menos mal por el momento se ha olvidado del verdadero tema, debo al menos intentar no hablar de más algunas veces o también cuando me sienta nerviosa.

—Yo hice la cena —sonrió—, también te tengo una sorpresa —buscó algo en los bolsillos de su pantalón, su cara cambió cuando no encontró nada en ellos—. Lo dejé en mi casa, ¿me acompañas? —asentí, su casa estaba a un lado de la mía, no tardamos nada para que la comida se enfriara un poco.

Ambos salimos de mi casa y nos dirigimos a la de Charlie. Su padre no estaba ya que él si decidió irse a Japón solo, me sorprendió mucho eso porque él es una persona muy hostil y casi no le gusta salir—Acompáñame, creo que lo dejé en mi habitación —estaba todo oscuro ya que el sol se había metido, no podía ver nada así que tropecé con algo, caí en la espalda de mi mejor amigo haciendo que el también tropezara.

—Lo siento —seguimos el paso hasta su cuarto después de las inevitables risas que se nos escaparon. Cuando llegamos tomó una pequeña caja que tenía en una repisa y me la entregó.

—Compré esto para ti —abrí el pequeño estuche, me encontré con un brazalete color blanco con una letra 'c' colgando de ella—. Yo tengo una igual pero con la letra 'n' —que bonito gesto había tenido, me gusta mucho estos tipos de detalles. Le di un abrazo que fue aceptado y correspondido.

—Ayúdame a ponerla —nos separamos para que él pudiera tomar mi mano de modo que me colocara la pulsera. Me dirigió una sonrisa mientras me miraba directamente a los ojos. La poca luz que entraba por la ventana estaba directamente en su cara, siempre supe que Charlie es muy guapo, pero la manera en la que ahora mismo estoy analizando su cara, sus rasgos, sus ojos, sus labios, es perfecto—. Esta muy linda, gracias Charlie.

—¿Puedo ver mis regalos? Me da mucha curiosidad —escuché el entusiasmo en sus palabras así que yo asentí. Me sentía extraña cada vez que me veía directamente a los ojos, me entraba ese sentimiento, el mismo que tuve aquella vez que nos quedamos encerrados en el armario. Deseaba tanto que me besara, que me abrazara y que me dijera que él se siente igual a mí—. Si me miras así me pongo nervioso.

—¿Cómo...?

—Te siento diferente —levanté ambas cejas un tanto juguetona y me acerqué a él. Sonreí sin quitarle los ojos de encima.

—¿Quieres quedarte a dormir conmigo? —no pudo ocultar su reacción en cuanto dije eso, era un pervertido. Le di una palmada en su brazo soltando una risilla. Me dirigí a la puerta de su habitación con la intención de salir pero él me detuvo agarrando mi brazo y girándome hacia su dirección.

—Sí quiero —ambos estábamos coqueteando diciendo cosas en doble sentido, se sentía la tensión entre nosotros desde lejos. Me acercó más a él, buscando intimidarme con sus ojos y vaya que lo está consiguiendo—. Pero yo duermo en calzoncillos —se encogió de hombros desviando su mirada, bullicioso. Arqueé una ceja, estaba siguiendo el juego que yo misma empecé.

—Por mí no hay problema —le guiñé el ojo—, yo también puedo hacerlo para que estemos parejos —no sé si soy yo o hace mucho calor. Natalie, cálmate estás comprometida con un hombre que te gusta mucho, pero enfrente de ti está el hombre por el cual también sientes muchas cosas.

—Vayamos a cenar —tomó mi mano y salimos casi corriendo a la vez que reíamos. Natalie, son solo amigos, que te siga tu jugueteo no quita el hecho de que vas a casarte o que él tenga novia. 

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