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Sexo en la playa

Hoy David me había avisado que vendría por mí cuando saliera de mi trabajo para llevarme a comer, solo me quedaba esperar.

Me senté en la banca de la parada de autobús. Menos mal que mi auto ya estaba arreglado, hoy podía pasar por él, pero eso lo haré más noche.

Moví uno de los aretes de mi nariz, jugando con él. El tatuaje que tenía en la espalda ya no me molestaba, de todas maneras tendré que ahorrar para poder quitarlo. Aún me preguntaba qué había pasado aquel día en el que estábamos muy borrachos y drogados, solo espero no haber perdido lo poco que me queda de dignidad.

—¿Por qué estás tan pensativa? —el auto de David estaba frente a mí y él desde la ventana dándome una sonrisa. Le devolví el gesto.

—Hola —salió de su auto antes de que yo llegará a la puerta y me abrió esta en un gesto caballeroso.

Él llevaba una camisa de vestir blanca con puntitos negros en ella y un pantalón oscuro, al parecer era su ropa de oficina. Al llevar un buen tiempo conduciendo me iba contando en que trabajaba, es contador en la empresa de su padre.

—Natalie, ¿puedo preguntarte algo? —miré al chico con una sonrisa y le asentí— ¿Por qué Gabriela no te agrada? —volteé de nuevo hacia el camino e hice una mueca. Aquí íbamos de nuevo, odiaba que me preguntaran por ella, como si ella fuera la víctima y que yo estuviera mal por odiarla.

—Ella era mi amiga, a principios de secundaria —me avergonzaba aceptar que fue una gran compañera en su momento, pero todo se jodió por ella, por su falta de humanidad—, pero hizo cosas malas y destruyó todo.

—¿Qué cosas? —negué, prefería que eso no me arruinara el día—. Gabriela es mi mejor amiga, claro es mi familia también y sé que a veces se pasa de la raya —me miró observando mi reacción, segundos después volvió con su vista a el camino—, pero al parecer contigo fue más allá —estaba en lo correcto, sus acciones del pasado no tenían, ni tendrán mi perdón.

—Como sea, ella no me agrada y ya —me encogí de hombros. No era correcto vivir con rencor toda tu vida, pero para mí era imposible solo dejar ir aquella historia que me sigue avergonzando.

...

Mi cita había dicho que tenía una sorpresa para mí, así que hizo que cubriera los ojos con un pedazo de tela. Me bajó de su auto guiándome mientras sostenía mi mano—Hablé con Charle —me guió unos pocos pasos y me tomó por los hombros posicionándome, según yo, frente a él—, mencionó lo mucho que extrañas Italia, así que... —quitó la venda de mis ojos mostrándome el lugar al que me había traído— ¡Sorpresa! —le sonreí estirando mis brazos para poder darle un abrazo. Cerré los ojos estando en su pecho, disfrutando el delicioso perfume que tenía puesto.

Al separarme de él miré de nuevo el lugar, era un establecimiento temático de Italia—Es muy lindo de tu parte —estiró mi mano para caminar dentro del restaurante. Dentro de este estaba decorado con la bandera y unas que otras fotos de las ciudades del país. Había una canción era algo de pop-rock en italiano, el volumen estaba un poco más fuerte de lo normal y la letra era un tanto fuera de lugar. "Oh sí, sí, sí. Nena, me excitas tanto..."—. Amo este restaurante.

—Me alegro —ambos nos sentamos en una mesa que tenía sillones alrededor. Me dedicó una sonrisa seductora, agaché la mirada.

—Ciao, ¿qué desean ordenar? —el chico que se encargaba de tomar las órdenes estaba frente a nosotros.

—Yo quiero Risotto —el muchacho anotó mi pedido en la hoja de papel que tenía en la mano.

—Yo pizza —David me había traído a un restaurante italiano, en el cual puedes degustar algún platillo nuevo típico de allá, sin embargo, él pide algo que simplemente puedes comprar en cualquier otro lugar. Solté una risilla viendo al mesero.

—Pienso lo mismo señorita —habló con una pronunciación perfecta en italiano. Le sonreí. Este lugar es increíble, me sentía como en casa, de esas veces que íbamos a algún restaurante de Roma.

—¿Qué dijo? —preguntó David en cuanto el chico se fue. Negué riendo.

—Nada importante. Mejor deberías decirme cómo hallaste este lugar —sus ojos azules divagaron por mi rostro hasta que encontró los míos. Llevaba aproximadamente seis años (sin contar cuando era pequeña) viviendo aquí y nunca había visitado este lugar, ni siquiera sabía que existía.

—Un amigo me habló de este sitio —se encogió de hombros. Tomó una de mis manos acercándola a sus labios, depositó un pequeño beso en ella—. Lo importante es que estás conmigo.

Ambos nos miramos a los ojos con evidente ganas de besarnos. Era perfecto, el lugar acogedor, con luces de un color cálido y la música de fondo con la letra fuera de contexto. "Oh nena, me haces gritar, mas, mas, mas ohhh"–el cantante se esmeraba en que esa nota le saliera perfecta– Era el momento adecuado para darnos, por fin, el beso que tanto hemos esperado. Sin embargo, como en nuestra primera cita alguien se sentó con nosotros destruyendo el ambiente romántico—¡Chicos! —miré con irritación al chico sentado junto a mí. Tenía unas perforaciones como yo en su nariz respingada y su tinte azul celeste hacía que llamara la atención al instante—, ¡que gusto verlos de nuevo! —fruncí el ceño. A este chico yo no lo conocía, tal vez no está confundiendo con alguien más.

—Creo que nos estás confundiendo —dijo David igual de extrañado que yo.

—Ah... no. Soy yo chicos, Trevor —dejó salir un suspiro al ver que nosotros no decíamos ni hacíamos nada. Sacó su celular para que después volteara la pantalla hacia nosotros, mostrando una foto de los tres juntos posando de una manera muy extraña—. Nos conocimos ese día en la playa —nos guiñó un ojo. Oh, por fin, él era nuestra respuesta a lo que había sucedido aquella noche.

—¿Estabas con nosotros? —Trevor asintió—. ¿Qué rayos pasó esa noche? —él se dejó caer en el respaldo del sillón riendo.

—Es muy gracioso —pasó su mano por su cabello celeste y continuó—; créanme, es algo que no voy a olvidar —mostró su teléfono de nuevo, en él estaba un video y con solo mirar la carátula sabía que iba a ser una humillación total. Yo estaba mandando un beso a la cámara, con mi maquillaje un poco corrido y mi vestido desacomodado. El chico le puso play al video.

***

—Unas palabras para la cámara —Trevor tenía la cámara, él apuntó hacia mí.

—Voy a casarme con el chico de mis sueños —señalé a David con nuestras manos entrelazadas. Al fondo de nosotros estaba el registro civil con una maya de fierro que cubría la puerta—. Es una decepción, está cerrado —apunté a un establecimiento a un lado de este e hice una cara rara—. Vamos a sellar nuestro amor —el lugar tenía un letrero en grande con las palabras "tatuajes y perforaciones". David me siguió dentro de este y la escena se corta mandándonos a otra diferente.

Trevor me seguía por los largos pasillos del supermercado al que habíamos entrado, yo me tambaleaba conforme iba caminando—Voy a robarme una dona —reí acercándome de más a la cámara. Terminé cayendo encima de todo el pan que había en la estantería, ya que simplemente tropecé.

El guardia de seguridad nos sacó a todos, así que en venganza tomé un carrito de ahí mismo y salí corriendo. David se subió a este. Recorrimos media ciudad ocasionando problemas—Natalie —me llamó Trevor. Estaba en medio de la calle intentando subir al carrito del supermercado. Pero me tambaleé como si mi alrededor diera vueltas—, muestra tus aretes nuevos.

—Quien quiera que esté viendo esto, solo te quiero decir... —sin terminar la frase vomité en mis zapatos. Intenté dar unos pasos pero me resbalé en el mismo charco de vómito, esto es asqueroso, es una pena verme así—. Tengo hambre, vayamos a comer —¡ay no! Ya quiero que termine este video, lo único que hago es hacer el ridículo.

En la siguiente escena se encuentra David intentando morder un pedazo de pan mientras está sentado en una silla. Pero no podía meter el trozo en su boca porque ni siquiera podía mantener el equilibrio—Dejen de mover mi pan —habló para todos los chicos que al instante soltaron carcajadas.

A los pocos minutos para que acabe el video, la cámara me enfoca de nuevo a mí, estábamos caminando con pasos realmente torpes—Hoy se cumplirá un sueño que siempre he tenido —hablé de nuevo hacia Trevor quien sostenía la cámara. Estoy segura que esto terminará humillándome otra vez—, por fin voy a ser una estrella porno —levanté un dedo e intenté no perder todo el equilibrio tomando del brazo de David.

—Vamos amor, tengamos sexo en la playa —asentí siguiendo a David quien me había propuesto tal asunto comprometedor.

Como pudimos llegamos a la playa de nuevo, nos detuvimos en el lugar donde amanecimos ese mismo día. David me tomó de la cintura atrayéndome a él y entonces me besó muy apasionadamente.

—No jodas, si van a tener sexo —uno de los chicos sacó su celular para poder grabarnos. Que pena me esta dando, lo peor de todo es que no es ajena. Seguro que ambos terminamos en una plataforma de videos para adultos.

Todos estaban formando un círculo alrededor de nosotros, mientras que David y yo aún nos comíamos las bocas. Los dos caímos a la arena, David se subió en mí pero en ese instante ninguno se movió más—No puede ser —Trevor rió—, se quedaron dormidos —estábamos en un sueño tan profundo que ni siquiera escuchábamos las estruendosas risas de los acompañantes. El video finalizó mostrando la carátula de este de nuevo.

***

—Y esto es la primera parte —el peli-celeste habló entusiasmado buscando algo en su celular—, ¿quieren ver la segunda?

—¡No! —casi gritamos David y yo al unismo. Apoyé mi frente en mi mano negando, estaba muy avergonzada. Jamás vuelvo a beber ni una gota de alcohol o a drogarme de nuevo.

Pero si lo hice, volví a hacer ambas, sin embargo, esa es otra historia que luego contaré. 

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