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No entiendo nada


Era mi penúltimo día en Cancún y no quería desaprovechar la ocasión para salir de compras por algunos regalos para Charlie. Realmente lo extraño.

David había venido conmigo, pero se quedó en una de las tiendas de por aquí así que decidí adelantarme. Caminé observando los locales y algo llamó mi atención, en la enorme venta tenía escrito la palabra tarot en con una tipografía extraña—"Leo tu futuro, lectura de cartas y mano" —cité susurrando para mí misma. Miré a todos lados antes de acercarme, entré al local e inmediatamente un aroma a incienso invadió mis fosas nasales, observe el lugar, la pintura de las paredes eran colores oscuros, tenía alguna que otra decoración llamativa en un aspecto incómodo.

—¡Bienvenida! —di un pequeño saltó al escuchar la voz de una chica, estaba a un lado de mí, no sé cómo fue que llegó ahí y me tomó totalmente desprevenida—, ¿en qué puedo ayudarte? —hizo un ademán con la mano e hizo que las pulseras de su muñeca sonaran, le sonreí. Su piel morena hacía que su melena rizada con tinte rubio dorado resaltara, su estilo me llamaba mucho la atención y mas los botines negros que usaba.

—Vengo porque me atrajo el cartel, ¿puedes leer mi futuro? —me mostró su dentadura cuando rió. No era de las que se metía en este tipo de cosas, mi abuela me había contado muchas historias no tan buenas de los que practican magia negra, pero no creo que esto sea malo.

—Natalie, cariño. Claro que puedo —posó su mano en mi espalda con la intención de que me adentrara al lugar, un tanto temerosa di unos pasos para llegar hasta el pequeño mostrador. Estaba aterrada, ¿cómo diablos supo mi nombre? ¡Demonios, Natalie! ¿En qué te metiste?—. No temas, no muerdo —me indicó que caminara hasta una cortina de lentejuelas, ahí había una pequeña habitación, tenía una mesa al centro del cuarto, en ella había un mazo de cartas. Me senté quedando frente a la chica, sus ojos café oscuro eran tan penetrantes, me ponían incómoda y un tanto nerviosa—Toma la cantidad de cartas que quieras —asentí. A este punto quería salir corriendo. Suspiré tomando el puñado—. Dile tu nombre a las cartas.

—Ahh... mi nombre... Natalie.

—Tu nombre completo —ella tomó mi mano en la que tenía las cartas y las acercó a mi cara.

—Natalie Arcuri... —levantó su ceja, tragué saliva. Odiaba mi segundo apellido y de verdad no quería que nadie lo supiera. Hizo un ademán con su mano indicando que prosiguiera—. Natalie Arcuri... Amiano —estaba esperando que riera o al menos intentara reprimir una, pero no, no lo hizo. Me sentí más cómoda, siempre que mencionaba mi segundo apellido se reían.

—Tu primera carta es esta —la posicionó delante de mí, no entendía los dibujos que había en ella, así que solo asentí—. ¿Quiénes son esos dos chicos en los que últimamente has estado pensando?, ambos te gustan, ¿cierto? —estaba muy nerviosa, tenía mucho miedo también, ¿cómo sabía todo eso?.

—Bueno, uno es mi prometido —ella asintió esperando a que prosiguiera—. Emm... Otro es mi mejor amigo —ella levantó sus cejas un tanto sorprendida, sin embargo, no dijo nada y desvió la mirada para continuar sacando otra tarjeta.

—Ayer ocurrió algo que probablemente cambió algo entre tú y uno de ellos dos —eso si no lo creo porque ayer me la pase con resaca y no recuerdo bien lo que sucedió en la fiesta que estuvimos. Aunque...

—No...

—Lo recuerdas, pero lo reprimes. ¿Con cuál de los dos fue? —está dentro de mi cabeza. Ayer en la madrugada, estaba muy ebria y recuerdo lo mucho que me abrí sentimentalmente, no, no fue con David.

—Con mi mejor amigo, recuerdo que le dije muchas cosas sobre mis sentimientos —sacó dos cartas a la vez.

—Hay dos personas que buscan perjudicarte, de ti depende que no pase —hice una mueca, por este tipo de cosas no me gusta saber mi futuro, porque me voy a pasar todos los días pensando en eso—. De quien menos te lo esperas probablemente haga algo malo a tus espaldas, podría ser familiar o alguien muy cercano a ti y también ten mucho cuidado con tu boda.

Me levanté de la silla en la que estaba, creo que era suficiente, me estaba sofocando la idea de saber de quién se trataba, ¿Charlie? No, él no me haría algo así, ¿David? Tampoco lo veo capaz de hacerme algo, ¿mi familia? ¿La tía Andrea? Bueno, de ella si me lo espero, no permitiría que me casara con alguien que no sea Charlie—Ya se me hizo tarde —la mujer frunció sus cejas, pero también se levantó para acompañarme al mostrador—. ¿Cuánto le debo?

...

Cuando salí del lugar, llamé a David, no tenía ni idea de dónde se había metido, tenía unas cuantas llamadas perdidas de él, me regañó porque estaba muy preocupado por mí, lo sé, fue malo no avisarle. Así que ahora lo estoy esperando fuera de un local sentada en una banca.

No puedo dejar de pensar en lo que me dijo aquella mujer, será real o mi mente está jugando conmigo. Siento que para donde sea que volteo está la persona que me va a dañar, o peor aún, tal vez me van a robar mis pertenencias. ¡Ay no! No debí haber entrado a ese lugar para empezar, mi abuela Margarita tenía razón—Lo siento abuela.

—¿Disculpa? —miré a la señora que estaba a un lado de mí, estaba claramente ofendida por mi comentario, pero no era para ella, ni siquiera era tan mayor.

—Ahh..., lo siento, no era...

—¿Tan vieja estoy? —frunció su entrecejo, pensé que iba a empezar a renegar conmigo, hasta que comenzó a llorar. No sabía qué hacer, estaba sollozando tan fuerte que algunas personas nos miraban, me encogí en el asiento un tanto tímida por la situación. Llevé mi mano con recelo a su espalda para sobar, me sorprendí cuando ella me abrazó aún mientras se quejaba fuertemente—. Es por eso que mi marido me dejó... Nunca te cases —se separó de mí y sorbió su nariz—. Lo siento, he tenido un día muy largo —asentí, la entendía, todos alguna vez hemos tenido un mal día—. Tengo que irme —se levantó del asiento, agarró sus cosas y se fue. Me dejó confundida, fue un embarazoso momento.

—Genial, solo a mí me pasan estas cosas —apoyé los codos en mis piernas y recargue mi barbilla entre mis manos, estaba un tanto agobiada, al igual que la señora, he tenido un día bastante largo. Me he enterado de cosas que no quería saber y David no aparece por ningún lado. Recordando a mi novio, desde que ese tal Alex había llamado para hablar sobre nuestra boda, él ha estado muy extraño, le pregunto sobre su amigo y solo desvía la conversación.

—¿Todo bien, linda? —qué coincidencia, el chico en el que estaba pensando estaba frente a mí. Le di una sonrisa cuando volteé con él, tomó mi mano para ayudarme a ponerme de pie, también agarró las bolsas de algunas cosas que había comprado. Comenzamos a caminar, iba tan sumida en mis pensamientos que no le presté atención a lo que mi novio estaba diciendo—. ¿Segura qué estás bien? —razoné en cuanto paramos el paso.

—Sí, todo excelente —estaba a punto de comenzar a caminar de nuevo pero él me detuvo.

—Dime qué sucede —tenía tantas cosas en mi cabeza, pero una de las principales es que necesito saber quién es Alex y por qué está hablando de nuestra boda.

—¿Quién es Alex? ¿Por qué habló de nuestra boda? ¿Sucede algo malo? —soltó un largo suspiro tomando mis manos, estaba frente a mí, su expresión era un tanto rara y eso me extrañaba.

—Él no es nadie importante, solo me ayudó a planear..., está todo listo. Nos casaremos dentro de tres semanas.

—¿Tres semanas? —abrí mis ojos exagerando un poco la sorpresa que sus palabras me habían causado. ¿A qué se refiere con todo? No puede ser posible que tenga absolutamente todo hecho—. ¿El salón? —asintió—. ¿La iglesia? ¿Los arreglos?

—Todo está listo, linda, no te agobies —esto es muy extraño, nos acabamos de comprometer apenas hace cuatro días, no entiendo nada—, solo queda tu vestido y mi traje pendientes, ah, por supuesto que tu anillo también —me sonrió, para después acercarse para posar su manos en mis mejillas.

—Necesito saber quién es Alex —que esté actuando así me da a entender que no está nada contento con él.

—Nadie, no es nadie, ¿si? —iba a comenzar a caminar de nuevo, pero me quedé de pie, me volvió a mirar en cuanto se dio cuenta que no lo seguía.

—Solo quiero saber..., quiero saber...

—Natalie, ya no sigas con eso —su tono de voz era cada vez más agresivo, tampoco estaba preguntando cosas fuera de lugar como para que se molestara. Merecía una explicación.

—No te estoy ofendiendo, David, simplemente te estoy preguntando quién es —negó, podía ver como se había empezado a irritar, pasó ambas manos por su cabello para mirarme sin ninguna expresión.

—¡Que no te importa! ¡Ya basta, me molestas! —no dije nada, esta vez habló casi gritando. Estábamos en la calle por lo que las personas nos miraron. Fruncí mi entrecejo sosteniendo su mirada, estaba muy molesta, no era forma de responder. ¿Qué rayos le está sucediendo?—. Lo siento, Natalie... —intentó tomar mi mano pero la alejé—. Natalie...

—Solo..., no digas nada más —me giré para comenzar a caminar en dirección opuesta, no esperé a que me siguiera, pero era lo que en realidad quería. ¿Quién es ese tal Alex y por qué causa ese humor tan repentino en David? 

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