El mejor vestido
Hoy era viernes y saliendo del trabajo Charlie me invitó a nuestro restaurante favorito, obviamente le dije que sí después de avisarle a mis padres que probablemente llegaría tarde. Ellos se instalaron en mi casa.
Aparqué mi auto en el estacionamiento, retoqué mi lápiz labial. Sonreí saliendo de mi carro, caminé por el rocoso pavimento, mis tacones se hundían entre la grava haciendo que me resultara muy difícil llegar hasta la entrada del establecimiento, es la última vez que uso tacones con los que claramente tampoco puedo pisar en un pavimento liso.
Una vez en la puerta empujé para poder abrirme paso hasta adentro, ahí busqué con la mirada nuestra mesa favorita, sonreí al verlo sentado ahí, se veía realmente bien, su cabello café estaba alborotado. Usaba esa playera tipo polo color negro con unos lunares blancos que tanto le gustaba. Al verme me devolvió el gesto, sonrió mostrándome su dentadura, esta provocaba que se le hicieran unos pequeños hoyuelos en sus mejillas, sus ojos marrones me siguieron hasta que llegué junto a él-Hola guapa -tomó mi mano depositando un beso en ella.
-Hola guapo -antes de sentarme deposité un beso en sus labios. Él sin quitarme los ojos de encima entrelazó nuestras manos por arriba de la mesa.
-¿Cómo te fue hoy? -no quiero decir que era estupendo porque no era cierto, había mucho trabajo y más con la aplicación que están diseñando, más bien con el proyecto de las dos empresas. David y yo somos los encargados de ello.
-Algo... irritante. Mejor cuéntame cómo estuvo tu día.
-Bueno, igual, en el trabajo -rodó los ojos e hizo una mueca. Fruncí el ceño, jamás en lo que llevo viviendo a un lado de Charlie, lo he visto ir a algún trabajo, nunca me ha dicho en qué rayos se gana la vida.
-Y... ¿De qué es tu trabajo? -sonrió juguetón.
-¿Quieres venir a mi casa? Solo allí puedo mostrarte.
-¿Eres stripper? -pregunté un tanto sorprendida. Soltó una carcajada y negó.
-Terminando de cenar, vamos a casa, te muestro y probablemente termines siendo mi postre -su forma coqueta de hablar hizo que me sonrojara. Asentí un tanto entusiasmada.
...
Ya habíamos llegado a su casa, estábamos yendo a una habitación de la cual yo desconocía lo que había dentro, me intrigaba mucho y Charlie la estaba haciendo de emoción. Sonrió antes de girar la perilla, abrió la puerta por completo. El cuarto estaba a oscuras pero en cuanto encendió las luces vi de qué se trataba, había una silla que se veía muy cómoda estaba frente a un escritorio con unos monitores curvas, un teclado y un mouse, también había una cámara entre las pantallas y ni hablar del fondo, las pegatinas y las luces led de colores daban un gran toque a la habitación.
-Descubriste mi secreto, soy streamer -fruncí mis cejas, cómo no me había dado cuenta antes, ya que eso es ser una figura pública-. Lo que pasa es que nunca he mostrado mi rostro o dicho mi nombre real.
-¿Estás leyendo mi mente? -rió acercándose a mí, rodeó con sus brazos mi cintura y me atrajo a él-. Charlie, esto es genial.
-Llevo 2 años haciendo esto... -su teléfono comenzó a sonar, se separó de mí y se alejó para poder contestar, era un poco extraño que hiciera eso pero como la casa estaba en silencio pude escuchar que se trataba de Camila-. Necesito decirte algo..., mañana en la fiesta será... Genial, te veo -no le preste atención a los diez minutos de conversación, eso fue lo único que me llamó la atención-. Lo siento, era Camila -asentí sintiéndome un tanto incómoda-. Natalie, hablaré con ella mañana, le contaré todo.
-Charlie, mañana es el cumpleaños de David. Quiero que al menos se la pase bien en su día -me tomó de las mejillas, me miró directo a los ojos y plantó un beso en mis labios.
-Es lo mejor para todos, llevamos haciendo esto por casi una semana, yo te amo y quiero estar contigo, tú me amas, ¿pero quieres estar conmigo?
-Claro que sí
-Entonces qué esperamos, no podemos estarles haciendo esto a ellos y a nosotros mismos.
-Está bien, mañana les diremos -sonreí. Él hizo el mismo gesto y me besó de nuevo. Yo también quiero que este engaño termine ya mismo, no puedo estar con Charlie así, quiero decir, si quiero estar con él necesitamos estar libres de culpa.
Ahora mi teléfono nos interrumpió, era mi hermano Giotto, es extraño que me llame ya que él sabía que yo estaba con Charlie-Hermana, tienes que venir ahora, hay un completo lío -me alarmó en cuanto escuché gritos al otro lado de la línea.
-¡Giotto! ¡Doscientos! Creo que me voy a desmayar -la voz de mi padre un tanto agitada se escuchó, me estaba preocupando esto, menos mal estoy a un lado de mi casa.
-Por favor ven rápido - antes de poder decir algo, colgó. No entendía qué rayos estaba pasando al otro lado, en mi casa.
-Hay un problema -me miró con intriga y un tanto preocupado-, acompáñame a mi casa -sin explicar absolutamente nada, salimos casi corriendo, no tardamos nada ya que estábamos solamente a unos metros de la casa de Charlie.
-¿Qué sucede? -me detuve justamente en el umbral.
-Tengo miedo de abrir la puerta -él rió creyendo que yo lo decía de broma, pero la verdad si lo tenía, mi familia era un tanto, cómo podré decirlo, especial. Charlie abrió la puerta dejándonos ver la escena por la cuál Giotto me llamó.
Mi hermana estaba sentada en el suelo mientras estaba recargada en la pared, tenía unas cuantas botellas de bebidas alcohólicas a su lado, se encontraba completamente borracha, casi dormida, a la vez que Roma le mordía el tenis intentando apartarlo de su pie, al parecer eso no era molestia para ella, ya que ni siquiera le prestaba atención. Seguido a eso puedo visualizar a mi padre desplomado en el sillón y a mi mamá echándole aire con un papel, al parecer si se ha desmayado-Ana, ¿qué sucedió? -mi acompañante se adentro más rápido que yo y se dirigió hasta el sillón donde estaba mi padre.
-Mario es un exagerado -ella intercambió lugar con Charlie, en cuanto el chico tomó el papel mi madre se aproximó a mí con una sonrisa en su rostro-. Natalie, mi niña, te tengo un regalo.
-Pero mamá..., necesito saber qué pasó aquí.
-A eso voy -se encaminó hasta las escaleras y antes de empezar a subirlas me miró de nuevo-, ya vengo -subió las escaleras hasta mi habitación, fruncí el ceño en cuanto salió de mi campo visual.
-¡Uy, hermana! De lo qué te has perdido -salió Giotto de la cocina con un bote de nieve en sus manos, se sentó en el suelo a un lado de mi hermana ebria, le ofreció una cucharada del helado pero Charlotte ya estaba inconsciente como para verlo, él se encogió de hombros y se metió la cuchara a su boca-. ¡Oh no! Lo veo venir -apuntó con el cubierto hasta las escaleras de las cuales venía mi madre con una bolsa enorme color blanco con las iniciales "D.V", tenía un gancho el cual al parecer sostenía un vestido.
-Natalie, este es un obsequio de mi parte y de tu padre también -no entendía por qué había tanto alboroto por un vestido que se puede devolver-, ven, tienes que verlo -pasamos a la cocina apartadas de todo el alboroto que había. Ella sacó la prenda del plástico un tanto emocionada, era bellísimo, era un vestido color tradicional, pero lo que llamaba mucho la atención era la pedrería que tenía encima junto con unos encajes en forma de flores, el escote era discreto pero muy bonito, Sus mangas dejaban al descubierto los hombros, se podría observar los pequeños diamantes incrustados en el encaje de flores y ni hablar de lo esponjoso que era la falda del vestido-. Era el único en tu talla, es de diseñador.
-Mamá... Es muy lindo pero... -la conmoción se fue de su cara en cuanto escuchó eso, agaché la mirada. No quería decepcionarla, se veía demasiado feliz por mí como para decirle que la boda se iba a cancelar.
-Natalie, es del diseñador Donatello Vitali -alcé la mirada de nuevo casi soltando una palabrota cuando pronunció el nombre del diseñador, él es uno de los modistos más reconocidos de Italia y sus prendas no son baratas o accesibles-. Creí que te gustaría.
-Indudablemente me gustó, es precioso, solo que... -mi madre soltó un suspiro y procedió a guardar el vestido de nuevo en su respectiva bolsa-, necesito saber qué sucedió aquí.
-Bien... Hoy fui a recoger ese hermoso vestido, me costó doscientos y tu hermana y tu padre se volvieron locos. Charlotte empezó a beber, al cabo de un rato comenzó a llorar y a gritar sintiendo un poco de celos hacia ti, pero no le digas nada, esta en un momento muy crítico, se está divorciando es comprensible -hizo una mueca, se aproximó a dejar el vestido en la mesa-. Mario simplemente exageró por el precio del traje y se desmayó. Giotto fue el único que no me ha dicho nada -levanté ambas cejas.
-¡Dile Ana! ¿Cuánto costó el vestido? -entró mi padre junto a Charlie a la cocina, él aún se le podía ver alterado, por su tono de voz era más que evidente.
-Pero papá, doscientos euros tampoco es mucho por un vestido, es muy barato -soltó una carcajada irónica la cual me hizo observar la reacción de los demás.
-¡Doscientos mil! -posó sus manos en su cabeza-, ¡fueron doscientos mil euros!
-¡Lo vale por la boda de mi hija! -mi madre le gritó a mi padre, oh no. No tenía ni idea de que un vestido pudiera costar todo ese dinero, no se que decirle, claramente no voy a aceptarlo.
-¡Esos son caprichos! -contra-atacó mi padre.
-¡¿Caprichos?! Acaso has visto cuánto costó ese reloj que traes puesto -miré a Charlie, él se veía asustado, al igual que yo. Tengo que parar esto antes de que mi padre termine sin reloj y mi madre sin vestido.
-Es mucho más barato que eso...
-¡Basta! ¡No voy a casarme! -toda la habitación se quedó en silencio, las miradas de todos en el cuarto estaban puestas en mí, incluso Giotto entró sonriendo. Me sentía ahora mismo en una película, cuando la protagonista se mete en problemas y todo su alrededor se congela, justo así.
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