Ascenso y segundas oportunidades
Es inútil pensar que estoy bien o que no me duele que David no contesta mis llamadas, o mis mensajes. Han pasado ya casi una semana desde que él me dejó aquél día y no sé porque permití que sucediera algo con Charlie, quiero decir, sí me gusta pero también David, tal vez ambos preferimos a alguien más.
—Hola preciosa —rodeé mis ojos y llevándolos hasta la desagradable persona que estaba frente a mí. No estaba de humor como para aguantar su horrible presencia esta vez.
—Púdrete —intenté darme paso hasta mi oficina de nuevo pero Marcus se interpuso en mi camino. Cómo es que este chico no se cansa de ser tan imbécil—. ¿Qué quieres?
—Bueno, ayer no te vi en el bar en el concurso de canto —decidí no ir, ahí iba a estar David y Charlie y lo que menos quería es verle las caras. Mejor me quedé en mi casa, resolviendo mis problemas como la adulta que soy, alcoholizándome. Ahora tengo un poco de resaca—. ¿Si supiste quién ganó?
—No, no me interesa —él me dio una sonrisa. ¿Qué estaba tramando? No estoy en un buen lugar para darle una patada en las pelotas.
—De verdad no te importa que tu "amado" haya ganado y se vaya a Cancún mañana —¿por qué hizo comillas con sus dedos? Lastimosamente hay una cámara directamente aquí y no puedo golpearlo. Y sí, yo no sabía que David había ganado o que siquiera supiera cantar—. Tu cara me lo dice todo, yo te puedo ayudar a recuperarlo.
—¿Qué? —¿cómo sabía que él y yo ya no estábamos juntos? Me estaba abrumando cada vez más, solo quería que este día terminara ya, para poder volver a casa.
—Natalie, cariño —me tomó por los brazos. Fruncí mi entrecejo—. Sé que te besaste con Charlie estando con David, no te conocía así —levanté una ceja. Tomé su ridícula corbata acercándolo a mí para poder amenazarle.
—¿Qué es lo que quieres? ¿Quién te dijo eso? —Marcus sonrió tomando mi mano y apartándola de su prenda. Entre cerré los ojos y aguanté la palabrota que le iba a gritar.
—Te quiero ayudar, mañana él se irá y solo tú puedes impedirlo —no iba a entrometerme en la decisión de David, si él de verdad quería tomarse esas vacaciones.
—No, él está bien así y yo no soy de rogar cuando sé la respuesta —le di una sonrisa falsa y lo aparté con mi mano abriendo espacio para poder llegar a la oficina—. No soy tú —él rodó los ojos e hizo un ademán con las manos en señal de que se daba por vencido, quiero esperar.
Volví a la oficina, milagrosamente no había cruzado palabra con Camila desde que entré aquí como mi rutina de la semana. Ella no dejaba de mirarme, pero yo hacía como que no me daba cuenta y seguía con mi camino hasta mi asiento. Prendí la computadora y procedí a hacer cualquier cosa que no fuera hacer contacto visual con Camila. Me revolví en mi asiento, me estaba empezando a incomodar su mirada—¿Estás bien Natalie? —ella por fin había decidido preguntar algo, ya que yo solo la estaba ignorando.
—Claro —reí falsamente. Aún estaba evitando el contacto visual con ella, de verdad no quería verla.
—No te vi en el bar ayer —y volvemos a lo mismo. Solo quiero que esta conversación acabe lo más pronto posible. La miré en cuanto supe que no habría escapatoria, le dediqué una sonrisa más falsa que el trabajo que estaba haciendo en la computadora—. Tampoco contestas mis llamadas, tampoco las de Charlie.
—Bueno, he estado ocupada —frunció el entrecejo y sonrió. No quería darle explicaciones del porqué yo estaba un poco más alejada de ellos, todo lo que pasó con Charlie es más que suficiente y aparte, lo que sucedió con David me tiene muy rara, confundida y triste. Suficiente tengo por ahora.
Camila iba a hablar pero la puerta se abrió dejando ver al idiota de Marcus. Se adentró al lugar sonriendo, se dirigió a mi escritorio y se sentó en éste—El jefe quiere hablar contigo —me dedicó una sonrisa que se fue convirtiendo en una mueca. Fruncí el ceño. ¡Genial!, tal vez me iban a despedir, ya ni siquiera me sorprendo.
Iba en el elevador jugando con mis aretes de la nariz, no se me prohibía traerlos así que solo me los quitaba para reuniones importantes y verme "mas profesional". Rodeé los ojos soltando un suspiro, estaba tan cansada, sonreí cuando las puertas se abrieron, la chica de recepción también me dedicó una sonrisa. Se aproximó a abrir la puerta del despacho del señor Rivera, entré después de agradecer a la única amable chica que había de recepcionista en todo el edificio. Mi jefe posicionó sus ojos en mí, se levantó junto a la persona que estaba en la sala esperando. Entonces volteó, sus ojos azules hicieron que me detuviera y me quedara perpleja. Era él, me alegraba volver a verlo pero sé que él debe estar muriéndose ahora mismo—Natalie Arcuri, él es el señor David Serrano. Estamos en un proyecto con la empresa del señor Serrano y quiero que sea mi mano derecha para estos tipos de proyectos —llegué justamente al lado de David. Ambos estaban esperando alguna respuesta de mi parte, pero sinceramente no sabía qué decir, porque veámoslo así, básicamente me están subiendo de puesto y tengo la oportunidad de disculparme bien con el chico que me gusta—. El señor David se irá a México por 7 días y me gustaría que usted Natalie fuera con él —¿Irme con él?, no estaba entendiendo nada—. Todo el viaje y los gastos del hospedaje están cubiertos por la empresa, no tendrá que preocuparse por eso. Solo queda su respuesta.
—No puedo desaprovechar una oportunidad así —el señor Rivera estrechó mi mano sonriente ante mi contestación.
—Lo que hará en México, más concretamente en Cancún, es suplirme en la reunión que habrá. Ustedes son los encargados de hablar de las compañías, sobre los proyectos en marcha y conseguir patrocinadores —asentí reprimiendo las ganas que tenía de gritar por la emoción. Sonreí volteando con David, él también estaba sonriendo mientras me miraba—. Pueden, si gustan, ir a su casa para preparar sus cosas y hacer sus pendientes. Mañana por la mañana salen los vuelos —ambos nos despedimos del señor Rivera y salimos de la oficina.
Nos adentramos en el elevador, veníamos en silencio y no sabía si debería romperlo, pero yo quería, al diablo, aunque tal vez me termine humillando tengo que hacerlo, nada pasaría, ¿o sí?—Felicidades, te ascendieron —él habló antes de que yo lo hiciera. Le sonreí. Sinceramente no me imaginaba esto, que fuera a tener un mejor puesto a meses de haber entrado aquí—, el señor Rivera habló de su trabajadora estrella.
—Gracias, no me esperaba esto tan pronto la verdad —este día creía que sería una mierda pero simplemente se puso mejor, sin pensarlo—. ¿Quieres ponerte de acuerdo con lo de mañana? —que patética me veo,tal vez no parezca desesperada pero lo estoy e intento que charlemos aunque sea un poco.
—Estoy bien, tengo que ir a casa para preparar mis cosas —asentí viendo las puertas del elevador abrirse. Era mi piso, tenía que recoger mis cosas para regresar a mi hogar. Salí y giré para despedirme de David.
—Te veo mañana —él solo se limitó a sonreír mientras se cerraban las puertas. Solté un suspiro de frustración, sabía que esto era difícil para él, tener que compartir un viaje con la mujer que destruyó su confianza. Al menos voy a poder estar cerca de él una vez más, yo sé que por alguna razón volvimos a coincidir.
—¡Qué drama! —Marcus habló a mis espaldas haciéndome volver a mí—. Una pregunta Natalie —observé sus movimientos cuando me volteé hacía él, era un completo tonto, sabía que iba a preguntar algo para nada serio. No tenía de otra más que escuchar sus tonterías—. Cuando tú y yo salíamos, ¿Cuántas veces me engañaste? La verdad, yo 5
—Vete a la mierda, Idiota —colocó su mano en su pecho y rió. No podía creer que siquiera saliera con él, porque en serio es un patán de primera—. No estoy para tus estúpidas palabras, es más, no vas a arruinar mi día. Al menos ya no voy a ver tu jodida cara durante toda una semana.
—Fui el primero que se enteró de tu ascenso, felicidades —que hipócrita se veía diciendo eso, es obvio que está muy celoso—. Todo el mundo cree que te acostaste con el jefe —fruncí mi entrecejo más que furiosa. No, Natalie, estás en el trabajo. No vale la pena armar un escandalo solo por algo que un idiota esta diciendo.
—Piensa lo que quieras, la verdad no me importa ninguna palabra que salga de tu boca —me fui del lugar antes de que pudiera volver a hablar.
Llegando a la oficina estaba Camila en la puerta, en cuanto me vio caminó hasta mí y me dio un abrazo, claramente lo acepté, es lo que estaba necesitando ahora mismo—Felicidades rojita —como corren las noticias tan rápido por aquí. Marcus es tan chismoso, seguro él que dijo que me acosté con el jefe se lo inventó él. Pero nada de eso tiene que importarme ahora, porque aparte de que tengo el trabajo de mis sueños, cuento con una segunda oportunidad para hacer las cosas bien con David y poder disculparme.
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