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11. Domingo con sabor a "¿qué pasó?" y celos

Brenda:

07:15 hs:
—Es ahí —le informo al chofer, señalando entre los dos asientos delanteros la casa de mi amiga cuando al doblar es visible.

El señor dobla el volante para estacionar frente a la casa que le señalo. Pago el precio que indica el taxímetro y bajo del auto acomodando la parte trasera del vestido.

Antes de tocar el timbre, el rostro de Megara ya se deja ver sobre el marco; lo más seguro es que hubiera estado atenta al sonido del auto al estacionar.

—Pasá que hace frío. —se pega junto a la puerta para dejarme entrar—. Luca está haciendo café para Vane, ¿querés uno?

—Meg... —la nombra con significancia Kira.

—... Por mi mamá no te preocupes, se fue hace como media hora. ¡No sabes! Tuve que encerrar... —dice, cerrando la puerta.

—Meg...

—... en el patio a tu hermano para que mamá no lo vea, pobrecito. Fue para ahorrarme explicaciones, era raro que estuviera sol...

—¡Megara! —logra llamar su atención con el grito— Deja que hable un poco ella.

—La estaba poniendo al corriente —justifica su exaltación—. ¿Pongo el agua para el mate y nos vas contando? —su afirmación se oye como una pregunta.

—¿Qué quieren que les diga? Fuera de que me maté buscándolos. —Señalo a cada uno que está en la habitación.

Al primero en apuntar es a Luca que deja una taza humeante sobre la mesa, por consiguiente, la siguiente es Vanesa, la cual lo mira sonriente en forma de agradecimiento con unos de sus cachetes fundiéndose sobre el hule celeste pastel, la tercera es Kira, que me observa con picardía apoyada de espalda en la mesada, disintiendo con la cabeza, termino con Megara, ella ni se da por enterada que los estoy señalando porque está luchando en prender la hornalla.

—... No hay nada más que contar.

—¡Apaga eso! —habla, alterada Kira mirando a la dueña de la casa— Deja que lo hago yo; sino vas a terminar incendiando la casa —previene de una posible situación quitándole el encendedor de las manos.

Vanesa hace una mueca de molestia, como si las palabras salidas de la boca de nuestra amiga sean dagas afiladas que son lanzadas directo a su cabeza, acribillando la misma. Aparta la taza de su correspondiente platito para darle otro sorbo al café, en cambio, Luca voltea a verlas, ante la escena que parece ser entre una madre y su hija, niega divertido. Luego cambia su expresión a una completa seria cuando me ve.

—¿Pretendés que nos creamos el cuento de que llegaste a una cafetería por tu cuenta en una zona completamente desconocida? —hace hincapié en varias palabras.

—Sí, ¿por qué no? Pude haber pedido indicaciones.

—Entonces... —Sube una ceja y procede a charquear con la lengua—. Estuviste desde que entramos a lo de Paz, ¿completamente sola? Porque en ese momento fue que te perdiste —dibuja en el aire comillas, con los dedos, a la altura de sus hombros.

—Error. Vos te perdiste en el patio con Megara. Hablando de eso... —alargo con entusiasmo cada palabra— ¿Tienen algo para decirnos? —pregunto a la vez que trazo un redondel para juntar a las tres chicas que estamos a la espera de una respuesta.

La respuesta tan esperada nunca llegó.

En su lugar, el rostro de ella se está incendiando y él carraspea, simulado que se está ahogando —o es lo suficiente idiota como para ahogarse con su propia saliva—, pide permiso para agarrar un vaso de la repisa y se dirige a llenarlo de agua.

—Sea como sea —dice, restando importancia Kira para cambiar el tema, ya que se podía asumir fácilmente que una tijera era capaz de cortar el aire—. ¿Quién ceba? —Levanta el mate y el frasco de yerba antes de dejarlo sobre la mesa.

—Yo —afirmo, irritada, tomando el recipiente.

—Nos preocupamos cuando no te encontramos —habla con cuidado Meg.

—Yo también.

—¿Estuviste detenida? —pregunta Luca, y a juzgar por su tono está preocupado.

—No —respondo, agitando el recipiente boca abajo, tapando con una mano la boca del mismo—. Salí de la casa con un chico.

—Y con él te fuiste a la cafetería —da por hecho Luca.

Megara se gira hacia él y le lanza una mirada de advertencia. Es como si con los ojos quisiera decirle con telepatía en rojo y subrayado: «Dejá el asunto acá. Ella no va a contarnos lo que pasó, y menos si le insistimos. Deberías de conocer a tu hermana».

—No. En realidad fue con un chico de la vereda de enfrente. ¿Sabían que se incendió un edificio cerca?

Esta vez es Luca el que le da una mirada a la chica, pero a diferencia de ella es una ganadora y fugaz. Como respondiendo «¿Cómo era eso de que no iba a contarnos?».

—No sabíamos nada —Vanesa afirma por todos—. ¿Hay heridos?

Le alcanzo el mate a Kira a la par de que cuento lo que sé por las conversaciones de los vecinos. Cuando dejo de sentirme en un cuestionario policial empiezo a hablarles de cómo terminé estando entre el grupo de personas de aquel departamento y finalmente en la cafetería.

—¿Qué hay de ustedes? —pregunto.

—No vuelvo a tomar nunca más. Me va a explotar la cabeza. —Bosteza, cerrando los ojos cerrados, los cuales los deja de esa forma por un momento.

—¿Cuántas veces lo dijiste? —pregunto, casi con burla.

—¡Esta vez es verdad! —espeta, para luego sostener su cabeza—. Es la definitiva, a partir de hoy soy del grupo de Kira.

La reciente nombrada niega haciendo una mueca impugnada ante esa promesa. Ya está acostumbrada a escuchar ese tipo de promesas de parte de las tres.

—¿Estaba lindo el patio? —Señalo a mi hermano y a Meg—. En el apuro de huir de la casa no le presté atención. Supongo que ustedes sí porque se pasaron toda la noche ahí.

—Sí, muy lindo. En especial las macetas pintadas a mano, ¿no? —Busca la aprobación de Megara. Ella asiente, colorada.

—A mí un chico me intentó sacar a bailar.

—¿Intentó? ¿Le dijiste que no?

—¡Ya te perdí perdón! —lloriquea la castaña.

—Ya te dije que no pasa nada. Después me ayudas a buscarlo por Instagram, ¿sí? —la anima, acariciándole la espalda.

Con cara de confusión busco respuesta en Luca y Megara. Al ver la cara de ella me doy cuenta de que está tan perpleja como yo, él con un gesto de manos aclara que tampoco está enterado de eso.

—La invitó a bailar y lo rechazó porque yo estaba mal —habla entrecortando las palabras.

—Shhh... No pasa nada, después Luca le pregunta a Paz quién era —la intenta calmar—. Vení, vamos a dormir. —La ayuda a levantarse de la silla—. En un rato te llevo una botella de agua y una pastilla —comenta para nuestra amiga.

—¿Cómo se llamaba el chico? El de la bata.

—Diego, ¿por qué?

—Diego —repite en voz baja—, creo que es uno que va a salir en los diarios de mañana.

—Idiota.

—Imbécil. —Saca la lengua.

—Se portó bien. En ningún momento intentó sobrepasarse, insinuó algo sexual o salió con algún comentario grosero.

—Pero te hizo llorar —retruca.

—Él no tiene la culpa de eso. En todo caso es mía o de Joaquín —lo defiendo—. Dejemos el tema acá, no quiero hablar de él —digo con simpleza, y por suerte vuelve Kira a sentarse con nosotros.

—Enamorada en un día —se burla en un susurro Luca.

La luz vuelve.

Nos damos cuenta cuando el celular de Meg comienza a sonar por las notificaciones.

Kira al notarlo le pregunta si le puede prestar el cargador y si lo puede cargar en algún puerto de la cocina. Meg le contesta vagamente moviendo la cabeza de arriba a abajo mientras lee algún mensaje.

—Me escrib... —vacila, tomando el mate. Aclara su garganta y sigue—. Me escribió Joaquín, dice que te vio con el chico de las magdalenas.

—¿Con Diego?

—¿Hubo otro chico que te compró magdalenas? —pregunta con sarcasmo Luca.

Me quedo perpleja. Nunca pensé en la posibilidad de que me viera con él, y menos que se lo eche en cara a algunas de las chicas, ya que a mí no puede porque lo bloqueé de todas las redes.

Reflexiono un instante antes de indagar sobre el mensaje.

—¿Sabes dónde nos vio? —intento parecer desinteresada.

—En la calle. No dijo dónde. ¡Tomá! —Me ofrece el celular para que vea el mensaje.

Titubeo antes de aceptar el celular.

¿En verdad quiero leerlo?, me pregunto, cuando veo el chat abierto.

Con nervios y todavía dudando, leo el mensaje que Joaquín le mandó a Megara. Cuando empiezo a leer las primeras letras mi visión comienza a nublarse. Las palabras «¿Quién es el chico que estaba con tu amiga? No me mientas porque los acabo de ver juntos. Decime la verdad, está con él desde hace tiempo, no?» comienzan a dispararse sobre la pantalla.

¿De verdad cree que sería capaz de engañarlo?

Le devuelvo el celular a Megara. Ella junto con mi hermano y Kira me miran atentamente sin decir palabra alguna. No me doy cuenta de que estoy llorando hasta que una lágrima dibuja un recorrido por mi cuello, instantáneamente paso mi muñeca por toda mi cara y la palma de mi mano por el cuello para borrar cualquier resto de que me importa lo que suponga.

Ellos no sacan el tema, y yo menos.

Seguimos tomando mate como si nada hubiera pasado. Luca ante la incomodidad del ambiente se ofrece a ir a comprar algo a la panadería que queda a algunas cuadras.

Me quedo sola con las chicas.

—¿Qué le contestaste? —Aunque no quiero hacerle la pregunta, ella sale de mí sin previo aviso.

—¿A Joaquín? —pregunta. Asiento— Nada, le clavé el visto. —Hace un ademán restando importancia al asunto.

Internamente agradezco su decisión.

︱ღ︱

20:43 hs:
Cuando mamá llega de trabajar, lo primero que hace antes de colgar el abrigo en el perchero es tropezarse con una de las cajas.

—Cuidado —le advierto sin apartar los ojos de la televisión.

—¿Se puede saber de dónde salieron? —indaga.

—Se las pedí a la chica de la verdulería. Las iban a tirar —contesto con obviedad, mirando que no se choque con ninguna.

Está dejando el maletín apoyado al lado de la mesa recibidora. Intenta ocultar un suspiro provocado por mi respuesta.

—Lo noté en cuanto vi los logos —habla calmada—. ¿Se puede saber para qué las necesitas?

—Le voy a devolver las pertenencias a Joaquín. —Inmediatamente le subo el volumen a la televisión.

—Hija... —Suspira, toma el control y apaga la pantalla.

Hace un lugar a mi lado chocando sus caderas contra mis músculos a la par que musita «Haceme un lugarcito». Una vez que está cómoda pasa una de sus manos sobre mi cabeza hasta las raíces de mi pelo, la deja ahí. Peinándolas. Mi espalda se tensa, sé que está esperando a que me abra con ella y libere lo que siento en los últimos días.

No se da por rendida a pesar de que me resisto.

Comienza a acariciarme la espalda y cuando estoy desprevenida pasa la mano por mi brazo para atraerme hacia ella.

Me quedo acostada en su pecho. Ella me acaricia el pelo.

—¿Querés contarme? —habla muy bajo— ¿Hummm...?

Suspiro con pesadez.

—Quiero devolverle las cosas. Ya no quiero saber nada más de él. ¡¿Podés creer que le preguntó a Meg por mí?! —Me siento de repente en el sillón. Vuelvo a sentarme y bajo la voz—. Ni siquiera fue para hablar conmigo, sol... solo lo hizo porque me vio con otro chico.

—¿Otro chico? —repite, interesada.

—Sí, nada importante. Es una larga historia.

—Tengo tiempo. —Me dedica una sonrisa sincera—. ¡Luca! ¿Cocinás? —pregunta, gritando para que lo escuche desde su habitación.

—¡Ma! —dice, después de cerrar con brusquedad su puerta— Estoy por empezar una partida —se para frente de nosotras.

—Ponele pausa y vení a cocinar —demanda—. Yo estoy ocupada en otra cosa. —Voltea a verme.

—¡Va! —Mira al techo con cansancio y teclea en su celular.

Río cuando lo escucho decir entre dientes «No se le puede poner en pausa. Es online».

︱ღ︱

21:12 hs:
—¿Querés que te diga lo que pienso? —pregunta ella seria, cuando termino de explicar todo.

Me quedo callada.

Ella toma el silencio como una respuesta afirmativa, y prosigue:

—Una relación no es todo en la vida, sino, mírame a mí, después de tu padre tuve varios motivos por los que tuve que luchar. —Me mira con significancia y se voltea a ver la cocina—. Después de tu papá, trabajé por ustedes y los cuidé con mi vida, incluso me volví a enamorar.

Se obliga a cortarse para que las lágrimas no salgan. 

El recuerdo de Carlos sigue intacto. No solo en ella, sino también en Luca y en mí. Desgraciadamente, los de Sele están en fotos y en videos viejos.

Carlos es el papá de Selena. Él y mamá se conocieron en el trabajo, empezaron a conocerse fuera de él y tiempo después formaron una relación muy linda. Cuidó de nosotros durante nuestra adolescencia, antes y después del casamiento con ella. Meses después del nacimiento de Sele falleció en un accidente de tránsito.

—Ma... —la llamo, sobando su espalda.

—No. —Aparta mi mano de su espalda. Limpia sus ojos nublados y continua—. Lo que quiero decir es que no podés mandar todo por la borda porque una relación no salió como esperabas. Naciste sin Joaquín, creciste sin él y vas a poder vivir después de él. Claramente, vas a sufrir por tu primera ruptura, y por las siguientes, pero sos vos la que decide si se apaga junto a la relación o te das tu tiempo y después volvés a brillar más fuerte que antes. Tu pareja hoy está y mañana no, pero vos siempre te quedas a tu lado, sin importar lo que pase. Y quiero que eso lo recuerdes siempre. No importa cuántas veces te hagan sentir o te digan que vos tuviste el privilegio de estar con alguien, no les creas porque no es así. Vos sos el privilegio, no "la que tuvo la oportunidad de ser pareja de...". ¿Entendés?

Solo logro asetir con la cabeza.

Inmediatamente, la abrazo con fuerza. Ella me corresponde el abrazo de la misma forma.

Nos mantenemos así, abrazadas. Pegadas una a la otra.

Era lo que venía necesitando todos estos días. El hecho de saber que está conmigo y para mí me hace involuntariamente poderosa.

Después de todo, sus abrazos son reconfortantes.

Pasados unos segundos se escucha la voz de Luca.

—¿Terminaron? Hace rato qu... Ya puse la mesa y la comida está lista. No quería interrumpirlas. —Su índice nos señala por separado repetitivamente—. Voy a llamar a Sele para que venga a comer —dice a punto de cruzar la puerta corrediza que lleva a hacia las habitaciones.

_______________ღ_______________

¡Hola! ¿Qué tal están?

Yo estoy muy feliz y entusiasmada porque hace unos días la novela llego a las 100 lecturas. Gracias 💗

¿Opiniones del capítulo?

¿De los personajes?

Gracias por leer, votar y comentar <3

Un beso con cariño
-Ruʃ!tos.

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