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08. La salida

Brenda:

23:48 hs:
Una vez que pudimos deshacernos de mi mamá salimos en camino para pasar un buen rato.

—¿Cerras vos o yo? —pregunto, señalando la puerta.

—Yo, adelantate con tus amigas. —Le sonrío y espero a que cierre con llave.

A todo esto las chicas van llegando a la esquina, no voy a correr con zapatos y vestido, y menos gritar que me esperen sabiendo que está pasando un grupo de chicos, bastantes lindos a decir verdad.

Comienzo a caminar a la par de Luca, tratando de refugiarme del frío, agarrada de su brazo. Sabía que esta noche iba a ser fría. Pero también soy consciente de que este hermoso vestido no puede ser escondido por alguna campera, tapado o cualquier otro abrigo.

Puede ser que esta noche me muera de hipotermia, pero no voy a arruinar el outfit; cuando va la tercera prenda, va, y cuando no, no.

—Mírate, te estás muriendo del frío —dice él.

—Shhh... El frío es psicológico.

—Es la falta de temperatura.

—Lo que sea, William Thomson, y para que sepas estoy bien. Quiero ser cariñosa con vos, nada más.

—¡Anda! Si sos más friolenta que un iglú. —Se aparta unos centímetros de mí—. ¡Tomá!, cuando lleguemos me la das. —Hace una pausa para continuar sarcásticamente—. Para que no se arruine tu hermosa elección.

—¿Y vos? Te vas a enfermar. —Opto por ignorar su burla.

—Chiqui, yo tolero el frío más que vos. Para mí hoy no hace frío, apenas está un poco fresco.

 —Gracias, te amo.

—No seas falsa —dice entre risas—. Yo también. 

—¡Vamos apurando! —grita Vanesa desde la esquina—, cinco horas para hacer media cuadra.

—Bueno, che. Ya llegamos —hablamos a la par, lo cual provoca las risas de todos. Cuando disminuyen cruzamos la calle, dando lugar al sonido de nuestros zapatos contra la avenida.

—Entonces, ¿a dónde vamos? —Meg rompe el silencio que estaba presente desde que cruzamos la calle.

—¿Cómo? ¿No te estábamos siguiendo a vos? —pregunto, confundida.

—No, la estamos siguiendo a Kira —dice, segura, mirándola.

—¿Qué? Yo no tuve la idea de salir, y mucho menos era la que tenía que averiguar. Me pasé todo el tiempo con brochas, paletas y el fijador, además de que les tenía que recordar que no se olviden de nada —dice, haciendo una pausa en su caminata.

—A mí no me involucren. Fui al último que invitaron —bromea Luca. Directamente lo ignoramos.

—Yo tuve la idea de salir —habla esta vez Vanesa—. Supuse que Kira o Meg lo solucionaban como la mayoría de las veces —aclara, apenada. Hunde los hombros y forma una mueca de lado.

—¿Ven? ¿Se dan cuenta de que ahora estaríamos mirando una película? Pero no, me tuvieron que obligar a salir. ¡Vamos! Hicimos cuatro cuadras desde mi casa hasta acá —hablo, irritada, sobando con disimulo una de mis sienes con las yemas de mis dedos. Doy media vuelta en dirección a la misma.

—No. Esperen, lo soluciono yo —comenta Luca mientras me toma de los hombros para que me detenga—. Sigo a unas chicas que se juntaban hoy, a lo mejor si les escribo nos invitan. ¿Qué opinan? 

Nos miramos entre nosotras en una especie de charla con telepatía. Megara no está muy de acuerdo porque supone que las otras chicas van a querer bailar o estar pegadas a mi hermano, pero al tener mala organización es eso, quedarnos en casa o ir a un boliche o bar en el que la mayoría de los consumidores sean adultos mayores. Ella solo rueda los ojos en respuesta, queriendo decir «Está bien».

—Dale, escribiles —digo sentándome en un escalón de la entrada de un departamento. Dicha acción es imitada por las chicas, segundos después. Luca solo asiente mientras da media vuelta para grabar un audio a algunas de ellas.

Solo se escucha la estridulación de uno que otro grillo y los pasos de mi hermano mientras da vueltas por la vereda a la espera de la respuesta de la dueña de la casa.

La primera en romper el silencio es Megara:

—¿Ustedes dicen que a Luca le guste alguna de ellas? —dice, señalando rápidamente al chico mirando la pantalla de su celular.

—Seguramente —contesta Vanesa, concentrada en los movimientos de sus pies.

—Por algo pensó en ellas, no sé, digo —menciona con ironía Kira.

—Nah, no creo. —Esta vez opino sobre el tema en cuestión—. Luca es de esos que le gusta sentir la conexión cuando se ven, al hablar... Ahora que lo pienso, nunca me habló de algún chamuyo por redes sociales —digo, mirando como se dirige hacia nosotras.

—Bien, ¿comienzan a caminar o pretenden que las lleve a upa? —cuestiona con una amplia sonrisa.

︱ღ︱

00:30 hs:
Estuvimos alrededor de una hora buscando la casa, en primer lugar porque la misma quedaba bastante lejos para ir a pie y en segundo porque Luca se equivocó varias veces de calle porque no conocía la zona.

Una vez que llegamos a la dirección que le habían dado a Luca, él le escribe a Paz, la inquilina de la casa —por lo que nos contó mi hermano, los papás se fueron de viaje y ella aprovecha a tener la casa para ella sola—, y yo le devuelvo la campera consiguiendo una risa sarcástica de su parte. Una chica con un vaso desechable en mano y de vestido negro simple, pero que se ajusta bien en su cuerpo —lo cual hace resaltar su cabellera pelirroja perfectamente planchada— abre la puerta.

Después de que Luca haga las presentaciones entramos a la casa. Con cada paso que doy la música se vuelve más fuerte y eufórica, lo que provoca que mi cabeza y pecho vibren al ritmo de la canción.

La sensación de pasarlo bien, de olvidarme de Joaquín y dejarme llevar me invaden.

—Luca, ¿de dónde la conoces?

—¿A quién? ¿A Paz?

—No, a mamá —contesto en forma de burla—. Sí, a ella. —Me pongo cerca de una puerta para no chocarnos con los que bailan. Luca repite mi acción.

—De Instagram. —Le mantengo la mirada para que profundice la respuesta—. ¡Sos peor que mamá! —se queja— ¡Que sé yo! Me siguió, me pareció linda y la seguí. ¿Por qué? ¿Estás en tu papel de hermanita cuida? —pregunta, riendo.

—No, solo que parece un poco más chica, ¿no te parece?

—Puede ser, pero tiene dieciocho, en dos meses cumple años. Si no me crees, preguntale al Bicho.

 —¿La conoce? Hablando de él, necesito que me averig...

—Pueden tomar un vaso y servirse lo que quieran de esas mesadas —nos dice Paz, interrumpiendo mi cuestionario, señalando aquellas que están pasando la puerta de nuestro lado. En la cocina—. ¡Vení!, Luca, te quiero presentar unas amigas. —Lo arrastra tomándolo del tríceps.

—¿Ven? ¡Lo sabía! —habla, desilusionada Megara mirando como ambos se acercan a un grupo de chicas.

Kira le soba la espalda mientras la incentiva a ir a la improvisación de una barra para distraerla. Vanesa, por el contrario, se queda a mi lado.

—Bren, ¿cómo se llama la chica? Era algo con «P», ¿no?

—Paz —hablo elevando la voz para que me escuche sobre la música—. ¿Me vas a decir que a vos también te afectó? —le pregunto empujándola suave del hombro, divertida.

—No, no es eso. Igual yo estoy del lado de Meg, desde que teníamos seis está intentando llamar su atención para que venga una pelirroja y se lo lleve en diez segundos.

—¿Estás segura de que no te afectó? —Empiezo a caminar hacia Kira y Meg. La castaña me sigue.

—Déjalo ahí —dice, sería. Río tomando un vaso sin usar—. ¿Subo alguna historia para que la vea Tiago?

—Si vas a subir, hacelo porque vos querés y no por un chico. Salimos para que yo me pueda despejar y no piense en Joaquín. Ustedes hagan lo mismo; no piensen en mi hermano, en Tiago o en cualquier otro, al menos por esta noche. —Las tres asienten.

—¿No bailan? —pregunta acercándose a nosotras bailando de perfil. Mueve sus manos cerradas al compás de sus pasos, en una de ellas tiene una pequeña botella vacía de vidrio que antes contenía cerveza.

—Yo por ahora no. Tengo que tomar un poco. —Levanto el vaso a la altura de mis hombros—, antes de que se me vaya el pudor.

—Mamá me dijo que te cuidara.

—Yo me quedo con ella —dice, rápido Kira.

—Ahora los alcanzo —se apresura a decir Vane—. Primero quiero sacarme alguna foto en algún espejo —se excusa y comienza a buscar uno con la mirada.

Ni para mentir sirve. La mandas a espiar y toca el timbre.

—Meg —la nombra alargando cada letra—, vos no me vas a decir que no ¿O si? —pregunta, alzando una ceja.

Antes de que Megara pueda llegar a abrir la boca, Kira ya estaba acusando a Luca.

—¿Qué pasó? ¿Paris y sus amigas te dejaron solito?

—Paz. Y no, siguen ahí. —Volteo a verlas, están en la sala hablando entre ellas y mirando de reojo a Luca—. Quiero estar con ustedes, sino hubiera venido solo. Si quieren estar solas o con otros chicos está bien —dice, sirviéndose Dr. Lemon en un vaso—. Voy a estar en el patio por si me necesitan. —Antes de dirigirse hacia allá le dedica una mirada esperanzadora a la chica con mechas fucsias.

—Meg, anda. Seguilo —le digo, sonriendo, después veo como Luca se pierde entre la gente.

—¿Y lo que dijiste? ¿Lo de no pensar en chicos dónde quedó?

—Olvídate de eso. ¿No te diste cuenta de que el «¿No bailan?», iba dirigido directamente para vos?

—¿Seguro?

—¿Por qué pensás que dije que después los alcanzaba? ¿Creías que me iba a sacar fotos en un espejo? Te consideraba más inteligente, Megara.

—¿Kira? —la nombra, dudando.

—Si de verdad querés ir con él, anda. Lo que le dije fue para comprobar mi teoría, solamente —admite, sirviéndose agua del bidón.

—¿Y cuál es? —pregunta Meg antes de darle un sorbo a su bebida.

—¿De verdad querés que te la diga? —Meg asiente con la cabeza un par de veces—. Lo siento, pero vas a tener que ir al patio para saberla. —Reímos.

Megara se acomoda el pelo de tal forma para que sea visible el bicolor sobre su cabeza con el reflejo de las botellas de vidrio sobre la mesa. Su cara está iluminada por su hermosa sonrisa, se la nota muy feliz y algo nerviosa. Una vez que termina con la peluquería improvisada le deseamos suerte y poco a poco se va perdiendo de nuestro panorama entre la multitud.

Con mis otras dos amigas fuimos para la pista —la sala—. Todos estamos bailando al ritmo de la música —y los que no, están arrinconados, besándose con alguien más, en el patio fumando o ayudando a un conocido que se ha pasado de tragos—. Por el poco espacio de la habitación y la gran cantidad de personas es inevitable que te empujen o pisar al de atrás. Nada tan grave que no se pueda arreglar con unas disculpas.

︱ღ︱

02:48 hs:
Cuando decidimos ir a bailar con las chicas hicimos hecho una ronda para nosotras tres: Kira, Vane y yo; Meg está con mi hermano en el patio. Hace media hora me fui al umbral de la entrada del jardín trasero para comprobar que se habían encontrado y de que todo estaba bien. Ella estaba sosteniendo con su mano izquierda la campera que tenía sobre los hombros, aunque la única iluminación que había era proveniente de la casa y eran luces ledes azules, podía reconocer ese abrigo. Era de Luca, la campera que horas atrás me había prestado.

—Voy por algo para tomar, ¿quieren algo?

—Para mí, agua.

—¿Segura? Toda la noche tomaste agua, ¿no querés otra cosa?

—Las estoy cuidando. Además, no necesito tomar alcohol para pasarla bien —dice Kira.

—Como quieras —le digo sin importancia—. ¿Vane?

—Lo que haya, a esta altura de la noche dudo que queden muchas opciones —dice sin dejar de bailar. Asiento y me encamino a la cocina.

En la cocina hay tres chicos poniendo más botellas de gaseosas y de alcohol; por lo que entendí de su conversación, Paz les había dado plata para reponer bebidas.

—Fosforito, ayúdame a ir por las otras que quedaron en el auto —demanda el rubio teñido, saliendo de la cocina—. Permiso.

Una vez que lavo los vasos de las tres, sirvo agua para Kira.

—¿Chica sana o alguien se deshidrató?

—Una amiga con complejo de mamá —contesto, sin ganas.

—¿Querés que te ayude? —pregunta viendo como intento abrir una botella sellada.

—Si podes... —Le extiendo la botella.

—Acá tenés —dice una vez que logra abrirla—. No estaba tan dura. —Me extiende de regreso la botella.

—Eso es porque sos fuerte. —Ríe y despeina un poco su pelo—. Gracias —agradezco sirviendo.

—No fue nada, pude porque soy fuerte —me sigue la corriente logrando sacarme una sonrisa.

Llegan los otros dos con cajones de botellas. De un segundo a otro la música y las luces se apagan. Una chica con la linterna de su celular prendida se para al lado de la puerta.

 —¡La policía está afuera! —nos avisa—. Bebé, vamos —Le hace señas al chico teñido de rubio.

Él deja los cajones abajo de la mesa y se despide de sus amigos con un «suerte».

—Voy a buscar a mi hermana. ¡Llama cuando llegues, cabeza! —comenta el pelirrojo, haciendo palmadas en la espalda de su amigo.

—Lo mismo —le responde—. Yo que vos busco a tus amigas —aunque no lo esté mirando, siento sus ojos malaquitas sobre mí.

¿Por qué te pensás que tengo el celular en la oreja?

Todos los que están en la casa empiezan a correr de un lado a otro buscando algún lugar donde no sean encontrados por la policía, o intentan huir. Los que han venido en auto son los que salen por la puerta principal; es sabido que serán los primeros en ser detenidos.

—Piba, ¿estás bien?

—Sí, solo que no me atienden.

—Hace lo que hacen todos. Salís y después las buscas. Es eso o que te agarre la cana.

 —Vine con ellas y me voy con ellas.

—Como quieras. Suerte. —Sale de la cocina.

Repito su acción para encontrar a mis amigas y mi hermano. 

—¿Quién llamó a los bomberos? —escucho preguntar a un chico abrazando a otro— Están afuera también. ¿Quemaron algo?

—Espérame. —Por inercia le tomo del hombro derecho al chico que segundos antes estaba conmigo en la cocina— ¿Puedo salir con vos? —Veo sus ojos y después la puerta trasera por la que pensaba salir.

_______________ღ_______________

Hola, ¿Cómo están? ¿Qué tal su finde? El mío estuvo muy bien.

No tenía pensado publicarlo hasta el martes, pero me pareció buena idea adelantarme a la fecha prevista por el 1er mes de la novela.

Capítulo algo intenso. ¿Qué les pareció? ¿Qué creen que va a pasar en el siguiente?

Tomen agüita, jueguen con sus compañeros de cuatro patitas y recomienden la historia si les gusta.

Gracias por leer, votar y comentar <3

Un beso con cariño
-Ruʃ!tos.

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