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04. Compañía de hermanos

Brenda:

7:50 hs:
Me despierto por la alarma del despertador. La alarma que da por terminado todo.

Anoche no dormí nada. Entre los recuerdos, la melancolía, las dudas, darle vueltas a nuestra relación y actos, los impulsos, la vista borrosa de tanto llorar, los dolores y palpitaciones en la cabeza, mareos, la pesadez e hinchazón en mis parpados inferiores no pegué ni un ojo. Como si no fuera poco, también me pasé toda la madrugada viendo las fotos que nos tomaban sus amigos con el propósito de desecharlas. No pude hacerlo, quedaron guardadas en nuestro álbum, lo mismo con las cartas viejas, me las quedé leyendo y las guardé en vez de despedazarlas; los lienzos tuvieron la misma suerte, no me atreví a apuñalarlos con el tacón del primer zapato que aparecía en mi panorama, en cambio, me quedé sentada en el suelo frío, cruzada de piernas, me atormenté observándolos a mi alrededor hasta quedar dormida en el centro de aquella ronda desproporcionada.

Cuando despierto ni me preocupo en guardar los lienzos, quedan en el piso formando ese redondel gigante vacío en el diámetro.

Llego al living para echar a Joaquín antes de que se despierte mi mamá, me encuentro con que no está, me quedo sentada en el sillón unos minutos esperando por si había entrado al baño.

—Bren, ¿qué haces? —dice mi hermano, mientras va directo a la cocina. Decido seguirlo.

—Espero a... ¿Sabes si Joaquín está en el baño? —pregunto, viendo como saca de la heladera el postre.

—¿Querés? —Afirmo con la cabeza— Se fue a eso de las cuatro. Me desperté para tomar agua y como lo vi mirando un punto fijo en el piso, me acerqué para comprobar que todo estaba bien, me dijo que le abra, que se quería ir. —Se queda en silencio por unos segundos, tal vez buscando las palabras justas o a la espera de que yo pregunte algo más—. Tomá, este es el tuyo —Me extiende un vaso con el Tiramisú.

—Ah, genial. Gracias —agradezco, levanto levemente el vaso mientras finjo una sonrisa.

—Pregunta rápida, ¿querías que se quedara? Digo, como preguntas por él. No me quiero meter en tu vida... Solo olvídalo... —Le resta importancia con un movimiento de mano—, no quiero ser el hermano metido.

—Está bien, tranquilo. No, me desperté para sacarlo antes de que mamá se levante. Incluso anoche no quise hablar, lo dejé dormir en el sillón porque ya era tarde —expreso, mirando como desarmo las capas del postre con la cucharita. Con mis movimientos pretendo que no me importa en lo más mínimo, pero no puedo ocultar el disgusto en mis palabras—. Emm... bueno, me llevo esto a la pieza.

—¿Querés que vaya?

—Como quieras, estoy bien igual. No te preocupes —suelto mientras voy en dirección al living para finalmente dirigirme a mi refugio.

En la sala la encontramos a mamá recién cambiada y en sus brazos a Selena, se nota que la acaba de despertar. Siempre lo hace para facilitarnos a nosotros y también para irse más tranquila de que no lloró porque no se pudo despedir antes de que ella vaya al trabajo.

Los tres nos quedamos con ella hasta que termina su té, nos saluda con un beso en la mejilla a cada uno y nos da las indicaciones para hoy.

Como cada sábado, Luca se queda en el sillón con Sele mirando algún dibujito que ella quiera mientras yo preparo el desayuno para los tres.

—Café con leche para vos, chocolatada fría para Sele y para mí, capuchino. Ahora traigo el bol con lo que quedó del Tiramisú para que le sirvas a Sel, para nosotros hice algunas tostadas —le digo a Luca, a punto de volver a la cocina, cuando lo veo puedo notar que está igual de tildado que nuestra hermanita mirando una película.

︱ღ︱

9:37 hs:
—¡Selena, salí ya de donde estés! Hoy no tengo el humor de siempre. Mamá nos dejó dicho que para cuando venga tenés que estar bañada.

—Yo me encargo —dice Luca, de lo más tranquilo—. Selena, si salís y dejas que Bren te bañe, jugamos a las princesas. Sele, dale.

—Eso no va a funcio...

—Vamos, Bren. —Me toma de la mano luego de salir de su escondite.

—De nada —exclama, apoyado en la puerta corrediza de la sala mientras sopla su puño y aparenta pulir su pijama queriendo parecer fachero, a todo esto nuestra hermana me arrastra hasta el baño.

Al cabo de terminar de bañar y vestir a Selena nos dirigimos tomadas de las manos para la sala en busca de Luca. Él se encargaría por unas horas de ella, yo estoy cansada para cuidarla, no quiero ver a nadie y mucho menos hablar. El mejor plan que tengo en mente para hoy es dormirme en el sillón luego de ver en la televisión alguna película triste de época, después ayudar con el almuerzo y quedarme dormida nuevamente, pero esta vez en mi cama. ¡Gran sábado me espera!, tengo en mente el mejor plan de todos.

La idea de llamar a mi grupo de amigas no es mala, pero en el fondo sé que la conversación se basaría diciendo que tenían razón, que no vale la pena llorar por él, que nunca les gusto para mí. Prometiendo que me presentarían al vecino, algún primo lejano, al hijo del dueño del salón donde hicieron sus XV, ¡y por qué no al nieto de la mejor amiga de la abuela!, y como broche de oro, insultándolo de mil formas diferentes. No estoy para soportar todo eso, lo amé, lo sigo haciendo, aunque me obligo a dejarlo de hacer, pero es imposible. No puedo, es muchísimo más probable que dejen de salir nuevas películas de «Rápidos y furiosos» a que yo pueda olvidarme completamente de Joaquín.

—Agárrala, jueguen a las princesas, léele algún cuento, lo que quieran. Yo me acuesto un rato —formulo, perezosamente, dejándome caer al sillón.

—¿Es por él? —pregunta, levantando una ceja.

—Sí, algo, es por mí, también. Necesito acomodar una que otra idea. Te prometo que después juego con ella. —Señalo a Sele que está sentada en el piso con dos muñequitas de plástico.

—Ok —se sienta en cuclillas junto a Selena.

—¿Te enojaste?

—No.

Definitivamente lo había hecho. ¿Qué le costaba dejarme estar triste? Una infinidad de veces yo la había cuidado sola mientras él estaba quién sabe donde, haciendo qué.

Lo mejor era ayudarlo con la menor de la casa, de paso mantendría la mente ocupada en otra cosa. Aparentemente, estar ocupada es la mejor opción en estos casos, aunque con eso los sentimientos no se van a evaporar, a pesar de que use el tiempo para distraerme, es bastante evidente que, no voy a olvidar a Joaquín de la noche a la mañana. Los recuerdos aparecen sin esfuerzo, las ganas de llamarlo me invaden, las de querer arreglar todo, las ganas de pedirle perdón, aunque probablemente no sea yo la que lo tenga que hacer, el casete con las grabaciones de los «Te amo» se reproduce solo; es absurdo pensar que puedo engañar al corazón.

︱ღ︱

12:55 hs:
La mañana se pasó entre películas, juegos, risas, disfraces, música, dibujos y lápices sobre toda la mesa. Las sillas cubiertas por las frazadas y ubicadas de forma tal que parezca una carpa, el respaldar del sillón sobre el suelo, las almohadas y los almohadones tirados por todo el living, parte del comedor y de la cocina fingiendo ser rocas, tanques y trincheras de una guerra. Y nosotros, con sombreros viejos que años anteriores habían sido usados en un acto escolar del 25 de mayo —o de alguna otra fecha conmemorable— como cascos de guerras, con todo esto, intentábamos escondernos, mientras que nos tirábamos bolitas de plastilina y de papel como bombas atómicas y balas.

Una vez que terminamos de jugar, Luca comienza a cocinar el almuerzo —recalentar lo de anoche en una hornalla—, Sel subida a una silla, pone tres dibujos en la heladera sostenidos por imanes; los demás los había dejado en la mesa de luz de nuestra mamá para que cuando llegue los vea. Mi tarea es dejar el departamento como se encontraba antes de que mamá se haya ido a trabajar.

—Lu... —Me acerco a él después de guardar la escoba y la pala—, gracias.

—No me agradezcas, de todas formas me tenías que ayudar con ella. —Señala con el mentón a la más chica de la familia. Lo abrazo.

—¿Algún día vas a dejar de hacerte el odioso?

—¿Yo? ¿Odioso? —Se hace el ofendido reposando una de sus manos en su pecho.

—Sí, vos. ¿Quién más, sino? —Río—. Llevo los platos a la mesa, ¡apúrate con eso! —Señalo la olla en el fuego lento— Gracias, nuevamente.

—Ya casi está.

︱ღ︱

15:03 hs:
—¿Todo bien? —interroga.

—Acabo de hacerla dormir, así que sí. —Me siento en la silla frente a él.

—Bien, pero preguntaba por vos. ¿Cómo estás?

Sabía que se refería exactamente a eso, pero decidí llevar el tema a Selena porque: primero, no había sido nada especifico en su pregunta. Y segundo, no quería mostrarme mal, sobre todo con él. Con mamá me permitiría mostrarme como realmente me siento, y capaz que deje salir un par de lágrimas frente a ella, pero con Luca es distinto.

Entre nosotros no hay secretos, o al menos no los hay de mi parte, pero si algo aprendí en estos años es que, una cosa es tener secretos con tu mellizo y otra muy distinta es hablar respecto a mis sentimientos.

—Bien, estoy bien. Luca, no tenés que preguntar cada tres horas.

—Bren... —lo interrumpo antes de que siga con el tema.

—¿Me estás viendo llorar acostada? No, entonces estoy bien. Gracias por preguntar, pero no tenemos cinco y treinta años.

—Me preocupo.

—Y te lo agradezco, pero no lo estás haciendo fácil.

—¿Sabes que esa nunca fue mi intención? Aunque nos peleemos todo el tiempo, te quiero, y no quiero verte mal por ese nabo o por cualquier otro. —Toma mi mano sobre la mesa—. Antes de que te derrumben, doy mi vida por vos, sin dudarlo. ¿Lo sabes? —Mi respuesta se reduce a una sonrisa tímida.

No lo estaba haciendo con intenciones dañinas, lo sabía, el tono de cada palabra al hablar del tema lo delataba. Sé que me defendería ante todo y todos, lo tengo tan en claro que, me preocupa que yo no lo haría de la misma forma con él.

Desde el día que me defendió delante de todos en el jardín no tuve dudas de que, mi hermano era mi superhéroe.

Teníamos cuatro años, nos encontrábamos haciendo manualidades en el jardín y un nene me había tirado témpera en el pelo, no conforme con eso desarmó mis trenzas de lado y sacudió con rapidez y con fuerza mi cabello para que quede todo cubierto de colores y con nudos. Todos los de la salita se estaban riendo del desastre que tenía sobre la cabeza; con cada carcajada, comentario y señalada me sentía indefensa y cada vez más diminuta. Estaba a punto de llorar, y fue ahí que Luca no aguantó más y tomó el recipiente del pegamento sobre su mesita y vertió el contenido pastoso encima de la cabellera castaña oscura de Diego, el chico que antes había cubierto mi cabeza con pintura. En ese momento no le había importado que aquel nene era su amigo con tal de defender a su hermana.

Luego de eso, ambos tuvieron que hablar con la directora del jardín de infantes, pedirse perdón mutuamente y Diego disculparse conmigo delante de todos. Después llamaron a nuestras familias para que nos retiraran; recuerdo muy bien que ese día nos retiraron nuestros abuelos porque mamá se encontraba trabajando. La abuela estaba tan apenada que se disculpó mínimo veinte veces con la mamá del pequeño monstruo.

Una vez que pasamos la esquina en donde se encontraba el jardín, la abuela cubrió mi pelo con un gorro color camel claro que sacó de su cartera, mientras que por su parte el abuelo felicitó a Luca por el acto de valentía y de defensa hacia mi persona. Después de eso pasamos por una heladería y nos compraron un helado a cada uno.

Cuando mamá se enteró del accidente de la témpera y del engrudo nos puso en penitencia por las siguientes dos semanas y tras eso nos prohibió volver a acercarnos al chico, supongo que ambas madres se pusieron de acuerdo con eso, porque él tampoco volvió a acercarse a nosotros. Ellas, en cambio, habían seguido en contacto, nunca fueron amigas, pero la educación de sus hijos —y en parte el destino— las había juntado en múltiples ocasiones. Incluso, tengo ligeros recuerdos de mamá yendo a juntarse con la dueña de la cabellera ondulada.

_______________ღ_______________

Holaaa, ¿cómo están?

Por fin un capítulo que no es para llorar, sentir enojo, desilusión o tristeza (o capaz que sí, dependen de como lo miren). Un aplauso. ¿Les gustó el cap.? ¿Les parece bien el ritmo que va teniendo la historia?

Creo que en esta chiquita casita todas estamos de acuerdo que necesitamos a un Luca como hermano mayor o como amigo que te cuide como una hermana, pero por las dudas lo pregunto: ¿cómo les cae Luca? ¿Y Sele?

Recuerden tomar agua, bañarse y compartir la historia con sus amigxs.

Gracias por leer, votar y comentar <3

Un beso cariñoso
-Ruʃ!tos.

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