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Capítulo IX


Las semanas fueron avanzando, se sentía como pez en el agua durante sus clases de cocina. Y a Kuroko también, solo que le decían que era muy inexpresivo que tratara de sonreír.

No se habían inscrito en club de baloncesto, a pesar de las insistencias del entrenador del equipo. Pues jugaban para entretenerse en sus ratos libres, él prefería tomar con más seriedad sus clases y Kuroko prefería cuidar a los niños por las tardes y jugar con nigou.

Y cuando menos lo pensaron faltaban tres meses para cumplir el año desde que llegaron a Los Ángeles.

—Taiga.

—¿Sí? — cerro el paso de la manguera del agua, estaba regando el jardín.

—Puede ir al estudio a dejarle unos papeles a tora. Los necesita urgente.

—Por supuesto. Deje me cambio.

—Gracias.

Planeaba regresar a seguir regando el jardín, dejó la manguera tirada y fue a su habitación a darse una ducha rápida. Al llegar a la planta baja, su madre lo esperaba con el sobre de papeles y lo que parecía un gran almuerzo.

—Llévate mi auto. Solo no lo choques- dijo Yuuki —Y compra de regreso 5 kilos de harina.

—Está bien.

—Danna te estará esperando en la entrada.

Asintió y abordo el auto. Sus padres les habían sacado permisos provisionales de conducir por cualquier urgencia. Y al parecer para su madre, esa era una urgencia.

Tras 20 minutos de conducir llegó a su destino, aparcó en el estacionamiento público y se acercó a la caseta de seguridad —Disculpe.

—Pero si es Tiger ¿Con Danna?

—Sí.

—Déjame llamarla.

Asintió. La seguridad para el área donde estaba su padre era muy estricta, solo actores y partes del staff podrían ingresar.

—Tiger, toma— entregó un pase —Danna está ocupada, puedes entrar, están en el estudio 16. A la izquierda y luego del estudio 7 doblas a la derecha, pasas el estudio 11 y y la izquierda en el 15.

—Gracias.

Intentó de recordar el camino pero se perdió y durante el trayecto tuvo que evitar los obstáculos, aun así llegó a su destino.

Se podía ver el gran letrero con el número 16. La puerta estaba entre abierta, se acercó a la puerta y entro.

—¡Corte! ¡Tienes que expresarte bien Jenny! ¡Se supone que estas confundida entre dos amores! — Tora reprendió a la protagonista.

—Lo siento. Déjeme intentarlo una vez más.

—Bien. Haremosla siguiente escena mientras se tranquiliza. Traigan al extra.

—No llegó señor— dijo una nerviosa Danna.

—¡Entonces tráiganme otro extra!

—Eso intentamos — todos comenzaron a moverse al lado derecho de estudio para grabar la otra escena.

waaa ¡Aléjenlo de mí!—gritó taiga llamando la atención de todos. Un pitbull terrier negro lo seguía por el set.

—¡Taiga! ¡Rápido llévese a ese perro de aquí! —Tora corrió al lado de su hijo, Taiga temblaba de pies a cabeza —Tranquilo hijo.

—Y-ya ssee fueee— logró decir estaba aterrado. Fue un pitbull el que le mordió cuando era pequeño y así desarrollo su fobia a los perros.

—Sí, ya se lo llevaron— señalo a la puerta para que lo sacaran del set —Ya, tranquilo— le frotó la espalda.

Los actores y staff miraban con pena aquella escena. Un hombre con miedo a los perros.

————

—¿Mejor?

—Sí... Lo siento— dijo con sus mejillas sonrojadas. Todos trataban de animarlo.

—¿Es su hijo, verdad director? — cuestiono uno del staff.

—Sí. Kagami Taiga, tiene 19.

—¡19! — exclamaron todos ¿Enserio 19? ¡No parecía de 19 años!

—Si— tora rió. Taiga parecía algo mayor y se debía a que había heredado su gran altura y complexión.

—Mucho gusto.

—¿Taiga que haces aquí? ¿y tú madre?— pregunto Tora.

—Mamá envía esto— entregó los papeles algo arrugados y el almuerzo.

—Gracias. Ahora entiendo por qué no los encontraba— rió nervioso por la mirada asesina del guionista —Espérame una hora y almorzamos juntos, te pediré hamburguesas.

Asintió feliz y se quedó esperando... o eso pretendía.

—Taiga ven.

—¿Qué sucede?

—¿Qué dices, Karla?

Karla, una mujer castaña, miraba a Taiga de pies a cabeza —¿Hace ejercicio?

—Sí.

—Será perfecto.

—Bien.

—¿Para qué? — tenía un mal presentimiento.

—Hijo, papá necesita un gran, gran, gran favor.

—¡No! — chilló.

—¿Hamburguesas por un mes? — taiga negó — Todos los tenis que quieras — volvió a negar pero esta vez dudoso —¿Mi auto? — su hijo negó levemente — Mi auto de por vida... Bien, — taiga no negó nada.

En menos de 10 minutos se vio en ropa casual bastante ajustada —¿Qué tengo que hacer?

—Verás...

———

—Acción.

El pelirrojo caminaba por el parqué mientras usa una sombrilla para cubrirse de la lluvia que no tenía piedad de nadie esa noche. Conforme avanzaba una figura borrosa se hacía más cercana. Era una bella mujer completamente sola; cuando paso a su lado escucho los leves sollozos y no pudo evitar detenerse, giró sobre sus talones.

La mujer alzó la mirada, un joven de bellos ojos rojos la miraba intensamente.

—¿Esta bien?

—S-sí— tartamudeo hipnotizada por la mirada.

—¿Esta segura?

—Sí...

—No debería estar sola en medio de esta lluvia, se va a enfermar.

—Eso no me importa. A nadie le importo.

—Alguien estará preocupado por usted.

—No. Ya no hay nadie. Me enamore de otra persona teniendo novio pero sigo amando a mi novio. Los amo a los dos. Ahora ambos se enteraron y me abandonaron.

—Ya veo — se quitó la bufanda y la enrollo en el cuello de la mujer — Sí realmente la quieren, la buscarán. Pero tendrá que decidirse por uno— le entregó la sombrilla a la mujer.

—Pero se va a mojar.

—Vivo cerca de aquí. Vaya a su casa— Taiga se alejó.

—¡Espere! — gritó en medio de la lluvia. Taiga se detuvo y volteó —¿Cómo se llama?

—Tenshi.

—¿Qué significa?

—Ángel— sonrió — Tenga cuidado al regresar a casa.

La mujer observó al pelirrojo alejarse.

—¡Corte! — tora no podía creer lo que acaba de pasar. Su hijo se había identificado y metido en el personaje.

—¿Estuvo bien? — taiga secaba su cabello con una toalla y estaba envuelto con otra.

—¿Bien? — dijo Jenny —¡Estuvo perfecto! ¿Eres actor?

—No— dijo nervioso al notar la mirada de los demás.

—Muy bien Taiga. Puedes ir a cambiarte. La toma quedo bien.

—Sí — temblando siguió a Danna.

—Tora, tú hijo...

—No le gusta este mundo— aclaró mientras miraba la escena grabada.

—Le guste o no, nació para esto. Nació para actuar, tiene un don natural.

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