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9. Lo quiero...

Capítulo 9

Lo quiero...

 

MARK

No sé muy bien lo que ha pasado... Hanna me estaba llevando hasta mi cama cogida de mis manos. Entonces, de repente he notado cómo las suyas han tirado de las mías, como si ella se hubiera caído, de modo que yo también, pero... ¿Sobre ella...?

Sí, así parecía ser... Y es que yo notaba su cuerpo bajo el mío, pero sobre todo, notaba su respiración, su aliento... Notaba que estábamos muy cerca, demasiado cerca...

HANNA

Dios mío... No sé como había podido pasar esto... Yo solamente estaba tratando de ayudar a Mark a llegar a su cama... Pero ahora él estaba sobre mí, con su rostro casi pegado al mío y sus labios rozando los míos...

Y lo peor de todo es que no sabía qué hacer...  Mi corazón palpitaba con fuerza y mis manos empezaron a temblar... Pero no podía hacer nada, estaba tan nerviosa que no sabía cómo reaccionar...

Pasaron varios minutos y los dos seguíamos igual... Entonces, al fin, yo pude decir algo:

 - Joven Mark...  -dije con voz temblorosa-  Lo siento mucho... No sé cómo ha ocurrido esto...

 - Señorita Hanna...  -musitó él, nervioso-  ¿Qué ha...?

 - Fue un accidente...  -lo interrumpí yo, más nerviosa aún-  Me tropecé con la cama y al caerme, con sus manos sujetas, lo arrastré hacia mí sin  querer...

Él no dijo nada...  Yo me moría de la vergüenza... Nunca había pasado por una situación tan bochornosa...

 - No se preocupe señorita Hanna...  -dijo él, mientras se reincorporaba-  Usted no tiene la culpa, sólo ha sido un accidente...

 - Joven Mark, yo...  -dije poniendo los pies en el suelo-  De verdad lo siento y... ¡Ya me tengo que ir...!

MARK

Ella se fue. Estaba muy nerviosa, lo había notado, al igual que yo...

Y es que fue una situación bastante embarazosa, pero, fuera de eso, o al menos para mí, fue algo maravilloso, algo especial...

Tenerla así, tan cerca mía, me provocaba tantas cosas... Me hacía sentir tan bien, me hacia sentirme vivo...

Esa chica se estaba convirtiendo en alguien tan especial para mí... No sabía exactamente por qué... Quizá por su forma de ser: Por su ternura, su inocencia, su generosidad... No sabía la razón exacta, pero, de lo que sí estaba seguro, era que ya no podría vivir sin ella...

HANNA

Salí prácticamente corriendo de la habitación de Mark. Estaba tan nerviosa, tan avergonzada... ¿Por qué no tuve más cuidado...? ¿Por qué no me di cuenta de que la cama estaba ahí...?

Pero ya no podía seguir pensando más en eso. Tenía que ponerme a trabajar, pues ya era muy tarde y hoy no había hecho nada en todo el día...

Me dirigí entonces a la cocina, donde también estaba Marlene.

 - ¡Hanna!  -exclamó ella al verme-  ¿Dónde estabas? Fui a tu habitación y solamente encontré a Lucy, que por cierto me dijo que ya hacía mucho rato que te habías ido...

 - Ah, sí...  -dije yo, titubeando-  Es que fui a ver al joven Mark, por si se le ofrecía algo...

 - ¿En serio?  -dijo ella sorprendida-  Yo solamente lo he visto un par de veces y de pura casualidad, porque casi nunca sale de su cuarto...

 - ¿Ah, sí...?  -dije yo, haciéndome la desentendida-  Y... Por cierto,  -quise cambiar el tema-  Cuándo viste a Lucy, ¿estaba bien? ¿estaba tranquila?

 - Sí Hanna,  -me contestó ella-  Le llevé algo para que comiera y luego se quedó muy tranquila viendo la tele.

Uff... Qué alivio... Pensé que Lucy podría haber hecho alguna de sus travesuras... Menos mal que Marlene es una chica muy atenta y a veces le echa un ojo cuando yo no estoy.

 - Gracias Marlene,  -le dije yo, sonriendo-  Así me quedo mucho más tranquila.

Me puse entonces a ordenar y limpiar la cocina con Marlene.

Nos pusimos a charlar de nuestras cosas al ritmo que trabajábamos, pues así se nos pasaba el tiempo mucho más rápido.

Hablamos de muchas cosas, la mayoría sobre el trabajo, pero también sobre anécdotas de nuestras vidas.

 - Ay, Hanna...  -me contaba ella sobre un antiguo novio-  Ese chico era mi media naranja, yo lo quería tanto...

 - ¿Y qué pasó?  -pregunté intrigada.

 - Pues que él se fue a estudiar lejos, a otro país, así que tuvimos que dejar nuestra relación...  -decía ella melancólica-  Y desde entonces no he sabido nada más de él...

 - Qué pena...

 - Pues sí,  -continuó Marlene-  Pero al menos me queda la experiencia de haber vivido el amor... Y, tú Hanna... Seguro que has tenido más de un pretendiente ¿verdad?

 - No Marlene... -dije yo, algo desalentada-  Nunca he tenido ningún pretendiente y mucho menos un novio...

 - ¡¿Cómo que no?!  -exclamó ella-  ¡Pero si eres una chica muy bonita...! No es posible que nadie se haya fijado en tí.

 - ¿Tu crees que soy bonita...?  -dije algo tímida. 

 - ¡Pues claro que sí, Hanna...!  -dijo con firmeza-  Tienes un cuerpo perfecto, un rostro muy bello, pero sobre todo unos ojos hermosos que cautivarían a cualquier hombre...

 - Gracias, Marlene...  -dije sonriendo-  Pero, ¿Y la cicatriz de mi frente? ¿Te parezco bonita con ella?

 - Anda Hanna...  -decía ella quitándole importancia-  Pero si no se nota tanto...

 - ¿De verdad?

En realidad a mí no me importaba lo de la cicatriz, no me acomplejaba. Pero me gustaba escuchar la opinión de Marlene.

 - De verdad que no.  -me volvió a decir-  Pero, por cierto... ¿Cómo fue que te la hiciste? ¿Fue cuando eras pequeña?

 - No, no fue de pequeña...  -me quedé pensativa-  Fue hace unos dos años...

Marlene no me preguntó nada más sobre eso. Creo que, al ver mi expresión de mirada perdida, no quiso ahondar más en el asunto...

Y al fin llegó la noche.

Ya había terminado de lavar todos los platos y cubiertos que se habían ensuciado en la cena, así que me fui directa a mi habitación para al fin poder descansar.

Lucy estaba ya dormida en su cama; Parecía un verdadero angelito, así tan quietecita, sin estar correteando por todos lados y haciendo de las suyas...

Le di un beso en la frente y me fui a mi cama. Mañana empezaban sus clases en el nuevo colegio, espero que no se me olvidara.

Tenía tantas cosas en la cabeza, tantas cosas que habían pasado estos días... Sobre todo lo relacionado con él, con Mark...

Y es que aún temblaba sólo de recordar lo que había ocurrido esta mañana en su habitación... Tenerlo tan cerca de mí, con su cuerpo pegado al mío... Eso me había hecho sentir tantas cosas...

Pero no era sólo en ese momento. Desde que conocí a Mark por primera vez, sentí algo especial, inexplicable, un sentimiento que no podría describir con palabras...

Y así, sin dejar de pensar en él, finalmente me quedé dormida...

¨¨ 

Y de nuevo amaneció. 

Me levanté muy temprano y comencé con mis labores.

Debía de apresurarme y dejar algo hecho, pues luego tenía que llevar a Lucy al colegio y no quería que se me atrasara el trabajo.

Tenía que preparar el desayuno, junto con Sharon...  -tras el fin de semana me había olvidado de ella, pero de nuevo tocaban otros cinco días sin la tranquilidad que se respiraba cuando ella no estaba. 

 - Bueno días.  -le saludé, pues yo sí era una persona educada. 

 - Date prisa que los demás están esperando para comer.  -dijo con voz seca sin siquiera saludar. 

Entonces, me centré en preparar el desayuno sin mirarla de nuevo. La verdad es que no entendía cómo se podía ser tan desagradable...

Terminé de prepararlo y fui a por Lucy para que también desayunara antes de ir al colegio.

La apresuré para que comiera rápido porque ya se nos estaba haciendo un poco tarde.

Mientras Lucy terminaba de comer yo, fui a decirle a María que ya nos íbamos, pues a pesar de que ella ya sabía que hoy era su primer día de colegio, siempre me gustaba informarle antes de salir.

  - ¿Ya has terminado, Lucy?  -me dirigí a ella, que asintió ante mi pregunta-  Pues venga, vámonos, no quiero que se nos haga tarde.

Mientras iba con ella fuimos a un paso más o menos normal, pues no quería cansarla.

Cuando llegamos, antes de que entrara por la puerta, le di un beso y me despedí de ella.

Sólo esperaba que no fuera a tener problemas en este nuevo colegio, donde no conocía a nadie... Aunque lo bueno era que Lucy siempre había sido una niña muy sociable, por lo que supuse que no iba a tener problemas en hacer nuevos amigos.

Habiendo dejado ya a Lucy dentro del colegio, me dirigí, esta vez a un paso más ligero, de vuelta a la casa.

Llegué y lo primero que hice fue ir a la cocina para tomarme un vaso con agua, pues estaba sedienta. Luego me dispuse a ordenar la sala, la cual era inmensa, por lo que tardé más de una hora en acabar.

Después, me tocaban las habitaciones, pues Sharon estaba con la cocina y no me apetecía estar con ella.

Entonces me acordé de Mark. Ayer después de lo que pasó me fui prácticamente huyendo y hoy aún no lo había visto.

Además, le prometí que le iba a ayudar, así que, por más avergonzada que estuviera después de lo que había pasado ayer, no podía abandonarlo.

Aunque, realmente, la razón más poderosa era que yo no quería separarme de él, no quería dejar de verlo, de observar su hermoso rostro, su bella sonrisa... De modo que, sin más dilación, me dirigí hacia su habitación.

 - Joven Mark...  -lo llamé mientras tocaba la puerta-  Soy Hanna, ¿Puedo pasar?

 - Sí, pase...  -oí que me contestó.  

 - ¿Cómo está...?  -pregunté con timidez.   

 - Bien...  -dijo él al instante-  ¿Y usted...?

 - Muy bien, gracias...

El ambiente parecía un poco cargado después de lo de ayer.

 - Ayer se fue muy rápido después de lo que pasó... -dijo entonces él, de manera que yo me pusiera nerviosa de nuevo. 

 - Joven Mark, yo...

 - Señorita Hanna,  -dijo él con voz firme y dulce a la vez-  Ya le dije que no se preocupara por eso, sólo fue un accidente, así que no le de más importancia, ¿De acuerdo?

 - Está bien... -dije yo mirándolo fijamente, mientras una leve sonrisa se plasmaba en mi cara.

 - ¿Y su hermanita?  -continuó él-  Me dijo María que hoy era su primer día en la escuela...

 - Sí, la he llevado esta mañana...

 - Qué bien,  -dijo con una sonrisa-  Espero que cuando vuelva me la traiga un rato...

 - Sí, claro que sí...  -respondí también sonriendo-  Lucy estará encantada de venir con usted.

Después de eso nos quedamos unos segundos en silencio.

 - Bueno...  -dije yo algo nerviosa-  Creo que ya debo de irme, aún tengo cosas que hacer...

 - No, señorita Hanna,  -me inquieté al escucharlo-  No se vaya todavía...

 - ¿Por qué...?  -pregunté yo con un hilo de voz-  ¿Necesita algo más...?

 - Sí.  -dijo al instante-  La necesito a usted...

Yo me quedé inmóvil, mirándolo fijamente... ¿Había dicho que me necesitaba a mí?

 - N-no lo entiendo...  -dije nerviosa-  ¿Cómo...?

 - La necesito, señorita Hanna...  -volvió a decir él-  Me hace falta su compañía, su apoyo... ¿O ya no me quiere ayudar...?

 - Por supuesto que sí...  -claro, él se refería a eso-  Yo le prometí hacerlo y así lo haré...

Por un momento pensé que él me necesitaba de la misma forma que yo a él... Que él sentía algo especial por mí...

Y es que ya no podía seguir negándomelo a mí misma... Yo sentía algo más que un enorme cariño por él, sentía algo que nunca antes había experimentado, sentía que me estaba enamorando...

 - Entonces...  -continuó él-  ¿Por qué no se queda a hablar conmigo un rato, antes de que se vaya a recoger a su hermana?

 - Está bien.  -al menos eso me consolaba, hablar con él, estar cerca de él-  ¿Y de qué quiere que hablemos?

 - De lo que usted quiera.  -dijo amablemente-  ¿Por qué no me pregunta algo? ¿No tiene curiosidad por saber nada de mí?

Claro que tenía curiosidad... Y claro me encantaría saber todo sobre él... Sobre ese hombre que se había convertido en todo para mí...

 -  Sí...  -dije tímidamente. 

 -  Pregunte entonces lo que quiera...  -me animó él-  Que no le de vergüenza...

 -  Bueno, pues...  -me dispuse a preguntarle-  ¿Usted si debe de tener una familia grande, verdad?

 -  Más o menos...  -dijo él después de una pausa-  Por parte de mis padres tengo muchos tíos y también primos...

 -  Qué suerte...  -dije con añoranza-  A mí me hubiera encantado tener una familia aunque fuera pequeña, tener a mis padres...

 - No se ponga triste...  -me dijo él algo apenado-  Además, eso que le he dicho de que tengo mucha familia... Realmente no es verdad...   Biológicamente no lo es...

 - ¿Cómo...?  -dije yo extrañada-  No entiendo...

 - Lo que ocurre es que mis padres, los señores de esta casa, no son mis verdaderos padres...

Yo no dije nada. Realmente me sorprendió lo que me dijo...

  - Ellos me adoptaron cuando yo tenía apenas un mes de vida... -continuó diciendo él-  Por eso, aunque realmente no lleve su sangre, ellos son para mí mis verdaderos padres, al igual que María, que me ha cuidado desde siempre...

 - Entiendo...  -dije después de haberlo escuchado atentamente-  Y tal y como usted dice, que lleve o no su misma sangre es lo de menos, pues si ellos lo criaron desde bebé, ellos son sus padres...

 - Así es...  -dijo melancólico-  Ellos son mis padres, que por cierto, ahora mismo deben de estar en algún viaje de negocios...

 - Sí...  -dije pensativa-  Yo conocí a la señora Elisabeth justo antes de que se fueran, y me dijo que tenían que viajar... Pero a su padre no tuve el gusto de conocerlo...

 - No se preocupe... -siguió él-  Ya lo conocerá cuando vuelvan... Mi padre es un poco severo y serio a veces, pero es una buena persona, en cambio mi madre es más atenta y cariñosa, aunque fácil de influenciar por él...

 - Ya veo...  -me quedé pensativa-  Espero que cuando vuelvan no vayan a despedirme...

 - Señorita Hanna...  -decía extrañado-  ¿Por qué dice eso, si usted es una excelente trabajadora?

 - No se...  -mi voz se empezó a oír triste-  Es que la señora me contrató al momento porque tenía prisa y no tenía tiempo de ver a más chicas...

 - ¿Y entonces...? 

 - Pues es que yo tengo un cargo más en esta casa...  -seguí diciendo, afligida-   Tengo a mi hermana y ellos van a preferir contratar a otra chica que esté libre y no tenga que estar al pendiente de una niña pequeña...

 - Por eso no tiene que preocuparse, señorita Hanna...  -me dijo él con voz muy dulce-  Ellos no la van a despedir, se lo prometo...

 - Gracias joven Mark...  -dije con una sonrisa después de una pequeña pausa-  Es usted tan bueno...

 - Gracias a usted, Hanna...  -dijo él, sorprendiéndome-  Gracias por estar aquí, por ser como es, por alegrarme los días...

Me quedé entonces mirándolo fijamente. Era tan tierno, tan amable, tan sentimental... Y yo lo quería tanto... Pero, sin embargo, no podía ser para mí...

 - Por cierto, señorita Hanna...  -dijo él, sacándome de mis pensamientos-  ¿Qué hora es?

 - Mm... A ver...  -dije mirando mi reloj-  Oh, no... ¡Faltan menos de veinte minutos para las dos en punto! ¡Tengo que ir por Lucy!

 - ¿Sale a las dos en punto del colegio?  -me preguntó él.

 - Sí...  -afirmé-  Menos mal que usted me ha preguntado por la hora, o de lo contrario yo seguiría aquí, tan campante...

 - Sí, menos mal...  -dijo riendo-  Ya no la entretengo más entonces, pero espero verla más tarde...

 - Claro, joven...  -dije alegre-  Hasta luego...

Me retiré entonces, con una sonrisa en la boca, de la habitación de Mark.

Justamente había salido por la puerta y dado unos pasos cuando, de repente, me topé con Sharon.

 - ¿Y por qué estás tan contenta?  -dijo ella de forma engreída.

 - No será por verte a ti...  -dije irónica, pues ya estaba cansada de sus desplantes y malos tratos.

 - Vaya, ¿No me digas que vas a sacar las uñas...?

 - Perdona pero tengo prisa...  -dije sin mirarla pasando por su lado-  Adiós...

De manera que ahora sí, me fui corriendo a buscar a Lucy, no quería que se me hiciera tarde.

Llegué al colegio justo antes de que abrieran la puerta. Entonces entré al patio, que era donde estaban los niños junto a los maestros, esperando que sus padres los recogieran.

En cuanto la divisé, fui corriendo hacia ella, que me estaba esperando con los brazos abiertos.

 - ¡Hanna!  -me llamó ella al verme. 

 - ¡Hola nena...!  -dije abrazándola-  ¿Cómo te ha ido el día?

 - ¡Muy bien!  -decía ella, entusiasmada-  ¡Ya tengo nuevas amigas...!

 - ¿De verdad?  -le dije sonriendo-  ¡Qué bien, me alegro mucho...!

Y nos fuimos de vuelta a la casa.

Por el camino Lucy me siguió contando sobre sus nuevas amigas y sobre todo lo que había hecho en la clase. También me dio un papel que le había entregado su maestra con algunos materiales que debía de llevar, por lo que esta tarde tendría que ir a comprarlos.

Llegamos a la casa y lo primero que hice fue mandar a Lucy a que se lavara las manos antes de ir a comer.

La comida ya estaba preparada, así que nos sentamos en la cocina junto con María, Sharon... y un par de empleados más.

María acabó de comer antes que los demás y enseguida fue a llevarle su plato Mark.

Cuando todos terminaron, fui a dejar a Lucy a la habitación y enseguida regresé a la cocina para fregar los platos.

Sharon no me volvió a dirigir la palabra, pero eso sí, no me quitaba de encima su mirada maliciosa...

Después de haber dejado limpia la cocina, me acordé que tenía que ir a comprar los materiales para el colegio que le habían pedido a Lucy.

Entonces, fui a buscar a María para pedirle permiso, que tal y como me imaginé, no puso ninguna objeción.

Sólo me dijo que, si podía, me pasara por el mercado a comprar algunos ingredientes que faltaban para la cena. Y por supuesto le dije que sí, que no era ningún problema, pues ese era mi trabajo.

Antes de salir, fui a la habitación para asegurarme de que Lucy estaba tranquila.

Entonces pensé que mejor podía llevársela a Mark, que ya me había dicho varias veces que cuando pudiera la llevara con él...

Y así lo hice. Cogí a Lucy de la mano y la llevé conmigo hacia la habitación de Mark.

   -  Joven Mark... -dije al tocar la puerta-  Soy Hanna, ¿puedo pasar?

   -  Sí, pase por favor...  -lo escuché ¿entusiasmado?-

   -  ¿A que no sabe a quien le traigo...?  -dije entrando con Lucy.

   -  ¡Mark...!  -se adelantó entonces Lucy-  ¡Vengo a jugar contigo!

   -  ¡Lucy...!  -dijo él contento-  ¿Cómo estás preciosa? ¿Vienes a quedarte conmigo?

  - Joven Mark...  -me adelanté yo-  Tengo que salir un momento a comprar unas cosas... ¿Le parece mal si le dejo aquí a Lucy mientras...?

  - Por supuesto que no, señorita Hanna...  -dijo con una sonrisa-  Ya le dije que me podía traer a su hermanita cuando quisiera...

  - Bueno...  -dije yo también sonriendo-  Sólo espero que no le de ningún problema... Yo volveré lo más pronto posible...

  - Váyase tranquila...  -dijo él muy amable-  No tendré ningún problema, Lucy es una niña encantadora...

  - Gracias joven Mark...  -dije mirándolo con dulzura-  Nos vemos más tarde...

Salí entonces de la habitación de Mark, embobada, como siempre que lo veía... y me dispuse a salir de la casa para comprar las cosas.

Primero fui a la papelería para comprar los materiales de Lucy, que por cierto, costaron más de lo que pensé y como aún no había cobrado mi primer sueldo, me quedé con muy poco...

Luego me fui al mercado a comprar las cosas que me pidió María: algo de pan, unas piezas de fruta y algunas verduras.

En este caso, como ella me había dado el dinero para comprarlas, no tuve ningún problema.

Y así, habiendo terminado de comprar todo lo que necesitaba, me dirigí de vuelta a la casa.

En total tardé poco más de una hora en llegar, más o menos como lo había calculado.

Primero me dirigí a la cocina a guardar los comestibles y luego fui a mi habitación para dejar ahí los materiales de Lucy.

A continuación, me dirigí hacia la habitación de Mark para así recoger a Lucy, que, por cierto, esperaba que no le hubiera dado ningún problema.

Llegué hasta la puerta para tocar y desde ahí ya se escuchaba el jaleo y las risas que tenían ambos.

  -  Ya estoy aquí...  -dije tocando la puerta-  ¿Puedo pasar?

  -  Pase, señorita Hanna...  -oí que decía Mark entre risas.

Entré por la puerta y el ambiente estaba de lo más animado. Mark y Lucy no paraban de reír mientras jugaban a contar chistes y cosas graciosas.

 -  ¡Lucy...!  -la llamé yo entonces-  ¡Ya estoy aquí...!

 - ¿Cómo le fue, señorita Hanna?  -dijo entonces Mark ya que Lucy ni siquiera me escuchaba-  Cómo ve su hermanita se lo está pasando muy bien...

 -  Sí, ya veo...  -dije yo mientras admiraba su sonrisa. 

 -  Lucy, mira...  -le dijo entonces Mark-  Ya llegó tu hermana, ¿no la vas a saludar?

 -  ¡¡Hanna!!  -exclamó ella-  ¡¡Ven tú también a jugar...!!

 -  No, Lucy...  -dije mientras me acercaba a ella-  Ya nos tenemos que ir, el joven Mark tiene que descansar...

 -  ¡No...!  -respondió ella-  ¡Yo no me quiero ir...!

 -  ¡Lucy...!  -la regañe entonces-  Ya has estado aquí mucho tiempo, ya está bien...

 -  Señorita Hanna...  -interfirió entonces Mark-  No la regañe, déjela un rato más si quiere...

 - No joven...  -dije yo esta vez más suave-  Ya le he dado demasiadas molestias...

 -  Ninguna molestia...  -dijo él-  Y tal como ha dicho Lucy... ¿Por qué no se queda usted un rato...?

¿Que yo me quedara...? Él me lo había pedido y claro que me encantaría... Pero no, no podía...

 -  N-no puedo...  -dije yo apenada-  Ya casi es la hora de la cena y tengo que prepararla... Además, no quiero que Lucy aprenda la mala costumbre de hacer lo que ella quiera...

 - Está bien, señorita Hanna...  -dijo él asintiendo-  Será en otra ocasión entonces...

 -  Sí, joven...  -dije tímidamente-  Y gracias por todo...

 - Al contrario, gracias a usted por traérmela...  -decía él con una sonrisa-  Y gracias a tí Lucy, me lo he pasado muy bien contigo...

 -  ¡Yo también!  -decía ella-  ¡Mañana quiero volver...!

 -  Cuando tú quieras, preciosa...  -decía él con un tono muy dulce-  ¿Y no me vas a dar un beso antes de irte...?

 - ¡Sí...!  -dijo ella corriendo hacia Mark, que estaba sentado en el sillón. 

 -  A ver, yo te ayudo...  -dije mientras la cogía para que llegara mejor. 

Lucy le dio entonces un beso en la mejilla y Mark se lo devolvió cariñosamente.

 - Bueno...  -dije yo al bajar a Lucy-  Ya nos vamos...

 - ¡No, Hanna...!  -saltó entonces Lucy-  ¡Tú no le has dado un beso de despedida a Mark!

Entonces sentí que me moría de la vergüenza... ¡Lucy había dicho que yo le diera un beso a Mark...! Qué ocurrencia tan bochornosa...

  -  ¡Lucy...!  -quise llamarle la atención-  ¡Qué cosas dices...!

 - Señorita Hanna...  -me sorprendió entonces Mark-  Su hermana tiene razón... ¿Por qué no se despide de mí...? No tiene nada de malo...

Yo me quedé paralizada... ¿Mark me estaba pidiendo que me despidiera de él con un beso? ¿A mí? ¡¿Me lo estaba pidiendo a mí...?!

Yo aún estaba al lado de él, pero no sabía qué hacer, estaba demasiado nerviosa y ni siquiera podía moverme...

 -  Bueno...  -dijo él tras mi silencio-  Si usted no quiere yo sí me voy a despedir...

Al instante, Mark se levantó del sillón, alzó sus brazos lentamente y buscó con sus manos mi nuca, la cual sujetó con mucha suavidad y entonces, se acercó poco a poco hasta que posó sus labios en mi frente, dándome así un dulce beso...

Entonces yo me quedé sin palabras y mi corazón empezó a latir con fuerza, con demasiada fuerza...

 - J-joven Mark...  -estaba tan nerviosa que apenas me salían las palabras-  Buenas noches...

Cogí entonces a Lucy de la mano y me fui casi corriendo con ella.

La dejé en nuestra habitación y le dije que me esperara, que en un rato la llamaba para que viniera a cenar.

Me dirigí entonces a la cocina, sin dejar de temblar aún, y me puse a cocinar junto a María, pues Sharon estaba haciendo otras cosas.

 - Hanna...  -me sobresalté al escuchar la voz de María-  ¿Te ocurre algo? Te siento rara...

 - N-no María...  -dije tratando de controlar mis nervios-  Estoy perfectamente...

 - Si tú lo dices, muchacha...  -dijo ella sin parecer muy convencida. 

Después de eso no me preguntó nada más, por lo que me calmé un poco y seguí cocinando junto a ella.

Cuando la cena estuvo lista, me dirigí a la habitación para llevar a Lucy conmigo a la cocina para que comiera.

Durante la cena todos estuvieron charlando amistosamente. Sin embargo, yo no me concentré en nada de lo que decían, pues mi cabeza estaba ocupada pensando en otra cosa, pensando en Mark...

Cuando terminamos de comer, llevé a Lucy a la habitación para que se fuera a dormir.

Luego regresé de nuevo a la cocina para terminar de lavar los platos y en cuanto acabé, me fui directamente a la habitación.

Estaba muy cansada y me metí directamente en la cama.

Sin embargo, no podía dejar de pensar en él... No podía dejar de pensar en ese beso tan dulce que me había dado...

Y es que no podía remediarlo... Yo sentía algo tan fuerte por él, algo tan especial, un sentimiento que cada vez se hacía más y más grande, algo que hacía que mi corazón latiera con una fuerza descomunal cada vez que lo veía... Yo sentía que lo quería...

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