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Capítulo 6: Placer

— Sabes, hace un par de mes pensé que estabas pasando por algo malo. Es normal que me preocupe por ti, compañero.

Takemicchi soltó una risa despreocupada — ¿Enserio?

— Si, pero no solo eso. Antes te veías más cansado, aburrido...

— Supongo que algo cambió en mi para bien— dijo el pelinegro, recordando a la persona detrás de todo.

— soso, desesperado, negativo...—continuo enumerando.

— Está bien Chifuyu, ya entendí.

— Pesimista, perezoso, además no te arreglabas demasiado, seguro me estoy dejando algo más.

— ¡Ya! ¡Ya quedó claro! — exclamó Takemicchi con una pequeña lagrimita. Pero ahora que lo escuchaba de su mejor amigo, a lo mejor si parecía un completo patético a los ojos de los demás.

— Perdón, perdón — dijo Chifuyu, juntando sus manos en forma de rezo pero con una sonrisa nada arrepentida— de todos modos ahora tienes un aura diferente, ¿Algo te hace más felíz?

Dirás, alguien.

Takemicchi contestó por lo bajo un "Quien sabe" y dio un sorbo más a su café. Antes de poder decir algo más al respecto la alarma de su celular sonó, indicando que ya era la hora justa y precisa para ir a encontrarse con Mikey.

— Perdón Chifuyu, ya me tengo que ir, acabó mi turno— sorbió lo restante de su tasa, al borde de atorarse y salió casi disparado de la cafetería.

— ¿Qué? —Matsuno revisó el reloj de su muñeca algo confundido con lo que acababa de oír, ¿Cómo que ya acabó su turno?— Pero si apenas es medio día ¡Oye!

Takemicchi, quien ya se encontraba a mitad del pasillo escuchó eso último y respondió — ¡Esta bien, tengo descanso médico por dos días!

— Pero que...— Antes de poder llegar a pedir alguna explicación sobre lo ocurrido Hanagaki ya se había perdido en el pasillo, dejando a Chifuyu con una cara de payaso —
Tu ni siquiera te vez enfermo idiota...

Libre.

Esa era la palabras que mejor resumía el como se sentía en este momento. Cuando levantaba la mirada el aire golpeaba con fuerza su rostro, el calor del sol reposaba sobre su espalda y la agradable brisa marina llegaba hasta sus fosas nasales, recordándole a sus ojos el bello paisaje que creía haber olvidado y supuso nunca volvería a visitar. La playa tenía un encanto que lo convertía en el lugar ideal para alejarse del bullicio y la monotonía de la ciudad.

Takemicchi ya tenía 23 años cumplidos, pero en estos momentos se sentía como si hubiera perdido estos años de encima, sintiéndose así como un niño nuevamente.

— ¿Qué te parece Micchi? — preguntó Manjirou, con la mirada hacia adelante.

Había cumplido con su promesa de llevar al pelinegro a la playa en su motocicleta, y aunque a lo mejor en un principio se sintió un poco temeroso — debido a la velocidad y el hecho de que tenía que sostenerse del rubio — ahora estaba totalmente embobado con la vista, aferrando sus brazos alrededor de su cintura sin ninguna vergüenza.

— ¡Me encanta! — gritó Takemicchi al aire. De inmediato, sintió como el rubio aumentaba la velocidad y como su propio cabello se movía hacia todos lados por la fuerza del aire— E-espera no tan rápido.

— Muy tarde — respondió Mikey.

A pesar de la negativa, Hanagaki no perdió la sonrisa de su rostro, pues nada se comparaba el rugir de los motores de la CB250T con el propio sonido del mar mientras cerraba sus ojos.

Solo bastaron unos pocos minutos más para que al fin llegarán a la orilla. Mikey se encargó de estacionar su vehículo en un estacionamiento cercano y seguido de ello caminaron un poco hasta al fin tocar con sus pies la arena caliente que rodeaba por completo el litoral. No había mucha gente en particular, pero aún así optaron por buscar un lugar alejado de los demás para tener más privacidad, además de eso, Hanagaki vestía con una gorra y unos lentes de sol para que nadie lo reconociera, solo por precaución.

Cuando por fin pudieron hallar un lugar colocaron dos sillas reposeras bajo una sombrilla y se sentaron unos minutos para apreciar la vista.

— Gracias por conseguirme el permiso para faltar al trabajo — dijo Takemicchi para romper el silencio.

— Ken-chin se encargó— Respondió el rubio, dejando caer su cabeza hacia atrás y cerrando los ojos, los cuales tenía cubiertos por unos lentes oscuros— Descuida, ya puso a alguien para que te reemplace por hoy, será como si nunca te hubieras ido.

— ¿Y tú no tendrás problemas por irte?

— Ah — Ante esa única respuesta el pelinegro volteó a verlo simulando enojo, pero Mikey no abrió los ojos, en cambio levantó una de sus manos para hacerle señas a alguien de servicio, quien llegó de inmediato ofreciéndole la carta— Micchi, ¿Quieres algo de beber? Pide lo que desees.

Takemicchi suspiró, pero aceptó aquel ofrecimiento. Pidió una piña colada para ambos y solo cuando el mesero desapareció de su vista continuo hablando.

— Ponte el traje de baño, quiero que vayamos a nadar — pidió el ojiazul, tomando la maleta de mano de Mikey para aventarla sobre él. El mayor ya se estaba quedando medio dormido con solo acostarse en la reposera. Pero lo entendía, después de todo había conducido todo el camino hasta aquí e incluso había tenido que venir con una ropa diferente para poder montar su vehículo.

— Vengo en un minuto, Micchi— exclamó Manjirou, levantándose para ir a los vestidores.

Takemicchi aprovechó el momento a solas para quitarse la camiseta y aplicarse el bloqueador solar. Por su parte, el ya había venido con con su traje de baño y zapatos sueltos listo para la ocasión, así que no tuvo mayores inconvenientes. Le trajeron su pedido así que dio unos sorbos y seguido de ello se acostó nuevamente en la silla reposera. En estos momentos se sentía muy dichoso, tomando una bebida deliciosa en la playa teniendo descanso con paga.

Por lo que sabía, Mikey era dos años mayor que él, así que... ¿Esto era lo que se sentía tener un sugar daddy? Increíble. 

Pasaron varios minutos en los que se mantuvo en una solitaria paz, hasta que sintió unos pasos viniendo hacia él.

— ¿Te gusta estar aquí? —habló Manjirou, quien se había posicionado detrás la silla de Takemicchi para apoyarse a la altura de su cabeza.

El pelinegro no se sorprendió cuando escuchó su voz, porque se encontraba tan relajado al saber de inmediato que era Mikey quien le hablaba. Volteó los ojos a ambos lados, sin ver a nadie por el alrededor, así que acercó sin temor su rostro al de rubio, quien comprendió de inmediato su actuar acercándose también para unir sus labios y besarse.

Takemicchi tenía sus pensamientos divididos, una parte de él le pedía a gritos que dejara que Mikey le profundizara el beso, que le dejara meter su lengua la cual ya se encontraba algo insistente saboreándole los labios, pero la otra le decía que debía ser cuidadoso y no bajara la guardia, tenía miedo de que lo vieran.

Y efectivamente aquel momento se rompió cuando el pelinegro sintió que alguien estaba pasando muy cerca de ellos, inmediatamente se separó y con la tensión en su rostro miró hacia otro lado. La persona que pasaba solo era un camarero que estaba haciendo el servicio a otros bañistas, pero aún así no pudo evitar sentirse cohibido al respecto

Aquello no pasó desapercibido por Mikey, quien trató de hacerse el desentendido ante lo ocurrido.

— V-vayamos a nadar. No queremos pasar todo el día en la arena —habló Takemicchi con una sonrisa nerviosa para calmar ese amargo momento.

— A ver si te apresuras tortuga~

Exclamó Mikey antes de salir corriendo al mar, aventando un poco de arena en el camino, sorprendiendo al pelinegro quien respondió gustoso ante la provocación.

— ¡Espera, Mikey!





El sol estaba en su punto, iluminando de forma radiante el agua cristalina. Ambos chicos no perdieron el tiempo así que disfrutaron el mar en todo su esplendor. Primero chapotearon en la orilla y se tiraron agua el uno al otro hasta empaparse completamente. Luego se adentraron más al fondo, Takemicchi tratando de bucear bajo el agua mientras Mikey lo observaba echado boca arriba en un flotador con forma de dona, que a los ojos del menor este se veía muy adorable. Después buscaron herramientas para construir castillos de arena y realizaron una competencia para saber quién podía hacer el castillo más grande y hermoso. Lamentablemente el ojiazul perdió porque el suyo lo tumbó el mar antes de que pudiera estar listo y aunque lloriqueó, Mikey no le tuvo piedad y se declaró ganador por default.

También resultó curioso que, aunque muchas chicas hermosas en traje de baño rondaban la zona Takemicchi no levantó la mirada hacia ninguna de ellas en ningún momento, como si no tuvieras ojos para nadie más que el chico que estaba delante de él. Pero eso no significaba que miraba de forma lasciva a Mikey en todo momento — algunas veces quizá si— ya que después de todo, en esos momentos de diversión no lo veía como un simple compañero de cama, sino más bien a alguien con el que podía compartir los buenos momentos de su vida.

Por otro lado, Mikey no paso desapercibido para la mayoría de féminas de los alrededores. Era casi imposible no fijarse en aquel hombre de cabellera rubia tan peculiar, que además lucía un cuerpo bien formado y músculos definidos, sin contar que traía puesto un traje de baño negro que solo le llegaba hasta la mitad de los muslos. Más de una trato de llamar la atención del de ojos negros pero este, aunque si se percató de sus presencias, no se sintió atraído por ninguna.

Al final, el atardecer empezó a denotar su presencia. El tiempo se había ido volando y sus estómagos empezaron a gruñir debido al hambre. Eran casi las 6 de la tarde pero ninguno de los dos había comido así que fueron a un restaurante cercano para sentarse y merendar algo.

— ¿Enserio vas a comerte todo eso Mikey?— Siseó Takemicchi al ver que su acompañante había puesto una torre de dorayakis y Taiyakis en su plato.

— No son demasiados.

— Incluso tienes un dorayaki colgando de tu boca.

— Si ponía uno más dentro del plato estos caerían, ten sentido común Micchi—respondió Mikey con su típico tono infantil.

— Como sea...— terminó por decir, antes de masticar una fresa suelta de su crepa.

Dejó de lado al glotón de Mikey para enfocarse en la vista que tenía a un costado. El local era de concepto abierto y estaba al ras de la arena, así que todavía podía observar el movimiento de las olas y el relajante sonido que estas provocaban al romper contra alguna parte rocosa.

— De haber sabido que te gustaba mucho la playa habríamos venido antes —susurro Mikey, quien de igual forma observaba el mar, mientras apoyaba su cabeza contra una de sus manos.

— En realidad, vine hace mucho tiempo con mis padres, quizá cuando tenía 10 años— habló Takemicchi, sin pensar.

— Eso es muchísimo tiempo.

— Si pero, al menos ahora recordé lo que es sentirse libre... —dijo el pelinegro con una sonrisa humilde y los ojos brillosos.

Esa expresión dejo a Mikey embelesado, con una mezcla de emociones incomprensibles que atacaron su pecho, tanto así que no supo diferenciar entre que era más bello: El cielo caído reflejado en el mar o los revoloteantes ojos azules del menor.

Micchi...— El de ojos negros habla y Hanagaki voltea sus ojos hacia el para escucharlo — ¿Qué necesita uno para ser libre?

Takemicchi se toma un momento para analizar sus palabras, era una pregunta ambigua pero lo entiende. Mikey de mientras mantuvo su semblante tranquilo y mientras esperaba la respuesta del menor se lleno la boca de varios dulces ¿Qué es lo que necesitaba uno para ser libre? Quizá había dicho que ahora mismo se sentía de esa manera, pero no sabía realmente lo que lo llevó a esa conclusión. Quizá... era el propio sentimiento de plenitud, de avanzar, de experimentar.

Ante ese pensamiento, las palabras de Chifuyu le resonaron en la cabeza.

— No se cómo explicarlo. Pero sabes... —habló Takemicchi con un toque de emoción en sus palabras — tengo un mejor amigo en la oficina, su nombre es Chifuyu, el siempre me dice que debo tener coraje.

— ¿Coraje? — pregunto Manjirou intrigado.

— Si algo no te permite ser libre, debes afrontarlo. ¡Debes tener coraje para pelear contra lo que te impide serlo Mikey!

Takemicchi se sintió todo un orador motivacional al decir esa frase y ciertamente era un buen consejo. Uno debe liberarse, incluso si debe recibir cientos de golpes a cambio de ello.

De igual forma esas palabras lograron llegar hasta Mikey, haciéndolo permanecer callado por unos segundos, analizando su situación. Una idea alocada llevaba rondando su mente últimamente, pero siempre la considero muy arriesgada y estúpida, al menos para alguien como él. Al fin tenía una respuesta clara. Ya sabía que era lo que tenía que hacer.

— ¿Mikey?

— Que tonto eres Micchi~ —exclamó Mikey. El pelinegro estuvo a punto de rechistar su comentario pero no pudo, la sonrisa que tenía Mikey en esos momentos era inexplicablemente la más bonita que le había visto poner — ¿Caminamos un poco? Andando.

— ¿Ah? — Fue lo único que alcanzó a decir y fue la misma reacción al ver el plato de dulces dorayaki totalmente vacío — ¿¡Ah!?

Por última vez en el día caminaron descalzos por la arena. La altura del mar estaba subiendo provocando que de vez en cuando se mojaran hasta la altura de los tobillos, aunque más que una molestia era una sensación agradable. También la mayor parte de la gente ya se había retirado, dejando kilómetros de playa libres y permitiéndoles así la completa tranquilidad para tomarse de las manos. Caminaron por varios minutos, permitiéndose hablar de temas aleatorios y triviales.

— ... perdí el control remoto así que vi la película que estaban pasando por cable, trataba sobre viajes en el tiempo y una pandilla muy peligrosa, no sé si la habrás visto, no te quisiera spoilear, peor el final fue muy triste. Por suerte solo es ficción, ¿Hmm? — dijo Takemicchi. Este le estaba contando su día anterior pero se detuvo al sentir que su amante hacia mayor presión en su mano entrelazada— ¿Qué sucede?

Manjirou revisó su teléfono y le dio algunos toques antes de hablar.

— Reservé una habitación en un hotel muy cerca de aquí, ¿Vamos?

La forma en que lo dijo sonaba tan casual pero sensual al mismo tiempo. El ojiazul tembló de emoción al entender sus intenciones y solo pudo asentir en silencio. ¿Acaso sería la primera vez que harían eso fuera de su casa?

Se pusieron los zapatos y caminaron unas cuantas calles, casi nada en realidad, porque era un hotel de los pocos exclusivos que tenían una privilegiada vista al mar.

El pelinegro se sintió temeroso pero cautivado, era la primera vez que se hospedaba en un lugar tan elegante y prácticamente la habitación en la que se encontraba en estos instantes parecía tan costosa, que ni siquiera con el sueldo de seis meses, se veía en la posibilidad de pagar una noche en ella.

— Tienes la mirada perdida, ¿Estás bien? —pregunta Mikey, soltando una corta risa y sentándose a un lado suyo.

Ambos estaban sobre una cama de tipo matrimonial, muy cerca uno del otro y la única iluminación era el brillo de la luna y el reflejo que este hacia al tocar el mar, una vista tan hermosa que en estos momentos había pasado a un segundo plano pero los acompañaba de igual forma. Era casi seguro que no estaban ahí únicamente para dormir, después de todo junto a la mesa había casualmente una cesta con preservativos y la ducha —la cuál el pelinegro había usado primero — era fácilmente perfecta para que dos personas entraran.

— Si, estoy bien. S-solo que algo nervioso —declaró en un susurró, rascándose la mejilla y mirando al suelo.

Manjirou miró hacia la mano libre que reposaba a un lado suyo y por instinto la sujetó, dando suaves toquecitos y caricias por encima, tratando de formar el ambiente.

— Tienes que ser más seguro de ti mismo— dijo Mikey, antes de acercar su rostro a la nuca del menor y empezar a dar algunos besos y lamidas. Takemicchi ante la provocación se tensó y sintió como cada lugar en donde el rubio besaba se ponía más y más caliente, parecía un perrito por la forma en que le lamía el cuello y la parte baja de su mejilla.

— S-si lo soy — Es lo único que alcanza a responder, aunque un poco arrepentido por decirlo, ya que su voz soltó aquel comentario con un tono muy agudo para su gusto.

Ante la confirmación el rubio se detuvo y sonrió victorioso, para seguidamente separarse e irse a rastras más hacia atrás, al centro del colchón —pruébalo entonces.

Es lo último que dice antes de dejarse caer hacia atrás, quedando recostado sobre las sábanas con los ojos cerrados. Takemicchi solo llegó a voltear su torso para mirarlo con una evidente curiosidad, no sabiendo si tenía que hacer algo o solo imitarlo. Ante la duda fue por lo seguro, así que tomó como respuesta la segunda opción y se recostó a un lado del de ojos negros, esperando respuesta.

Su accionar no fue el esperado por Mikey, quien abrió los ojos y suspiró con molestia, era muy obvio lo que pedía, ¿Acaso tenía que decirlo en voz alta?

— Micchi escuchame.

— Dime.

— De vez en cuando... Yo también ser quien reciba, ya sabes...— dijo Mikey, con un ligero sonrojo en sus mejillas y rodando los ojos hacia el menor que, al escuchar sus palabras, se puso de pie repentinamente. Y no era de no esperar, enserio lo habían sorprendido— Que, ¿Tienes miedo?

— N-no, es solo que....

Movió las manos en frente de su rostro como un loco. No es que no tuviera el valor para hacerlo —lo que menos le faltaba eran ganas — es solo que nunca creyó que le llegaría una oportunidad como esa. Estaba seguro que sentir a Mikey dentro de él era una de las sensaciones más placenteras que pudo experimentar en su vida, porque le tocaba aquel punto dulce al que se había hecho totalmente adicto por robarle el aliento. Y ahora que su amante le pedía que le propiciara el mismo placer se sintió extrañamente excitado, porque después de todo el era un hombre y ya tenía un poco de experiencia.

Antes de continuar más tiempo dejando a Mikey en espera tomó valor y se acercó hasta él, colocándose encima y hablándole directamente a los ojos, sin tratar de ocultar el deseo que ya se veía reflejado en sus orbes azules.

— La verdad es que... he querido hacer esto contigo desde hace mucho tiempo... yo... realmente quiero hacerlo con Mikey.

Mikey no espero nada más al respecto pues ya estaba claro, solo lo besó. Y Takemicchi por su lado no dudo ningún segundo en corresponder el contacto de sus labios. Hubieron algunas mordidas de por medio y sus lenguas se unieron en un desesperado acto de sentirse por completo, como si no fuera suficiente. Tanta fue la desesperación del mayor que incluso llevó sus brazos hasta los hombros de su amante, rodear por completo su cuello y así poder tenerlo completamente a su merced.

Cuando se quedaron sin aire se separaron dejando atrás un suave hilo de saliva, Takemicchi aún lleno de euforia atacó el cuello de Mikey, con unas grandes ansias de sentir su aroma y saborear su piel, a lo que el rubio solo jadeo en respuesta.

— Micchi, aquí abajo también —suspiró dejándose hacer.

Manjirou había señalado su pecho, el cual también quería que le fuera mimado de la misma manera, a lo que el pelinegro asintió deseoso, así que levantó la camisa hasta la altura de su mentón y observó con detenimiento sus duros pezones, antes de llevar su boca a uno de ellos y empezar a mordisquearlo sin pudor, mientras que al mismo tiempo jugueteaba con el del otro extremo. Es cierto que el de ojos negros había estado casi todo el día sin camiseta, incluso más de una vez mientras jugaban en el agua por casualidad había rozado un poco su pecho contra su brazo, pero trato de controlarse simplemente por estar en público. Ahora era todo lo contrario.

Por su lado, Manjirou no solo se limitó a gemir y disfrutar los toques. Takemicchi lamía y mordisqueaba así que para calmar su excitación revolvió el cabello de su amante y dio unos pequeños rasguños a su espalda. Aunque estos no serían nada comparados a los que vendrían después.

Con el tiempo Hanagaki fue bajando sus besos hacía más y más abajo, llegando a besar los esculpidos abdominales de Mikey y su pequeño ombligo. Pero cuando llegó a la altura de la pelvis se sintió temeroso nuevamente, no sabía exactamente como empezar a darle placer al otro hombre.

— Yo... Tengo un poco de calor sabes...—dijo Mikey, tratando de darle una idea de por dónde continuar. El pelinegro se dio cuenta de ello y asintió rápidamente.

Primero se quitó el mismo su propia ropa, ya sin mucha vergüenza, al fin y al cabo no era la primera vez que lo hacía frente a Mikey. Seguido de ello se acercó lentamente al mayor, se vieron a los ojos por unos segundos y le dio un beso rápido antes de proceder a sacarle por completo la camiseta, luego bajó sus pantalones y se detuvo unos momentos para apreciar el corto y apretado bóxer que traía Manjirou, se veía tan varonil al tener su miembro haciendo presión en la parte delantera y el como ya se notaba cierta humedad por haberse excitado de más, se los sacó por completo para así liberarlo.

Takemicchi se volvió a colocar sobre Mikey, desnudo, y el de abajo en las mismas condiciones. A pesar de que el menor todavía se apoyaba con los brazos y las rodillas para no caer sobre su compañero eso no evitó que los miembros de ambos se frotaran, los dos completamente duros y con las puntas húmedas debido al líquido preseminal.

Antes de su primera vez con Mikey el pelinegro pensaba que sería muy extraño e incómodo ver y tocar el miembro de otro hombre, incluso en las películas porno trataba de no prestarle mucha atención a ello. Pero ver a Manjirou en esas condiciones y al notar su entrepierna levantada y palpitante sintió todo lo contrario, porque el rubio era diferente a cualquier hombre promedio que se ha cruzado en la vida, tanto espiritual como físicamente. Su sexo era agradable de ver, incluso se depilaba y parecía tener una higiene excelente.

Está vez el quiso tocarlo primero, así que le separó las piernas y se colocó entre ellas, con su mano derecha lo masturbó, de arriba hacia abajo, muy rápido y haciendo presión en su punta de vez en cuando, haciendo que este más resbaladizo. Y diablos, que incluso fue una sensación placentera para el, porque Mikey hacia sonidos eróticos y soltaba gemidos largos muy agudos a propósito, dando a entender que iba por buen camino.

Generalmente cuando tenía al rubio sobre él se veía grande e imponente, pero ahora que estaba arriba podía apreciar otra faceta muy diferente de ese chico tan atractivo. Sus mejillas rojas, sus ojos cerrados pero algo llorosos y su boca dejando caer hilos de saliva, pero no solo eso, su cuerpo también resaltaba por la forma en que se arqueaba su espalda hacia atrás. No podía ni quería dejar de mirarlo.

— Ahh...— El de ojos negros no quiso que Takemicchi se quedará con las ganas, así que acercó su mano hasta su miembro y lo junto con el suyo, para que de esa forma ambos sintieran el mismo placer.

Este chico lo estaba volviendo loco. Le gustaba la forma en la que incluso en estás circunstancias tenía una actitud dominante y no dudaba en decir lo que quería. Y si así se sentía el simple hecho de frotarse no podía ni imaginar cómo sería al entrar en él. Aquel juego previó de por si fue suficiente para que ambos llegaran al orgasmo, dejándolos sin aliento y con las manos cansadas y llenas de su propia esencia combinada. Pero todavía no era suficiente, este placer no era nada comparado al que seguía.

Takemicchi se estiró hasta la mesita de al lado de la cama y tomó una de las botellitas de lubricante que se encontraban en la cesta, la abrió y se embarró los dedos con el liquido espeso. Se dispuso a llevar estos hasta la cavidad anal de su pareja pero cuando estuvo a punto la mano ajena lo detuvo.

— Espera — Habló Mikey, tomándole por el brazo — Ya me preparé mientras estaba en la ducha... puedes meterla.

Aquella fue una confesión muy repentina, el pelinegro tuvo que disimular que no se le había parado un poco más al tratar de recrear imágenes de Mikey tocándose en la ducha. Se dio una cachetada interna y continuo con lo suyo.

— E-esta bien...

Era ahora o nunca. Tomó su propio miembro y colocó su punta en la entrada ajena, el simple roce con la entrada le erizo la piel por completo, era verdad, ya estaba dilatado completamente. Mikey tenía los ojos cerrados y mordía su labio demostrando su impaciencia así que procedió, poco a poco se fue hundiendo en su interior, percibiendo el calor y lo estrecho de las paredes ajenas, era su primera vez follando a un hombre y no podía evitar soltar algunos sonidos guturales ante la exquisita sensación. Lo que si no se esperaba es que Mikey enredara sus piernas alrededor de su cuerpo y lo obligara a meterla por completo de una sola estocada, Takemicchi por poco y se viene ante tal inesperada acción, Manjirou por su lado hecho la cabeza hacia atrás y gimió de forma desvergonzadamente alta. Cómo si quisiera que todos en el hotel se enteraran de buen sexo que se estaba dando.

Su cuerpo temblaba, Mikey era muy bueno en esto, al instante de comenzar con las embestidas este lo apretaba y movía su propia cadera en la dirección contraria para que pudiera llegar más profundo en él.  A Takemicchi le encantó, porque no se sentía obligado a tener que hacer todo por su cuenta, dándole espacio para poder llevar su manos hacia todos los lados posibles, por ejemplo su espalda baja. Tocó su trasero, el cual era muy suave al tacto, pero no por ello dejaba de ser firme, todo el cuerpo de Manjirou lo era. Tenía como objetivo sujetar sus nalgas por completo pero al parecer no era posible, jugueteo así varias veces, lo suficiente para dejar marcas rojas por el exceso de manoseo.

— Mikey, Mikey... M-manjirou. ¿Se siente...bien?

— Si... Ahh, más duro—balbuceó en un fuerte gemido.

Con esas simples palabras su ego se inflo por las nubes, obedeció al pedido de su amante y movió la pelvis con más intensidad para aumentar el ritmo de las estocadas, no tenía que contenerse en absoluto y podía sentir claramente como la punta de su pene golpeaba con fuerza en el punto débil de Manjirou.

— Micchi mmmhm, se solo mío. Tu eres mi perra~

Si esto significaba ser la perra de Mikey entonces si lo era. Lo era completamente. Si de esa manera podía seguir teniéndolo a su lado entonces sería cualquier cosa que pidiera.

— Si...

Lo presentía, sabía que Manjirou había tenido relaciones con otros hombres antes que él, se notaba por lo experimentado que era y simplemente estaba en todo su derecho de hacerlo. Pero aún así se sentía muy celoso, quería que esas expresiones que tenía el mayor fueran solo para él, que si quería sentir placer solo lo buscara a él. Ya no solo pensaba en satisfacer sus propios deseos, aquella idea siempre lo hizo sentirse muy egoísta, ahora también se preocupaba en si Mikey sentía placer o si sentía dolor, si pudiera hacer algo para hacer que su experiencia sea mejor lo haría.

Me gustaría poder ver al Manjirou que nadie conoce, más y más y más... hasta convertirme en su prisionero.

Mikey por su lado estaba en el cielo, sus ojos estaban siendo cerrados con fuerza pero aún así podía ver las estrellas cada vez que Takemicchi tocaba su próstata. Estaba seguro que no faltaba mucho para que llegara a su limite, pero que no quería que terminara todavía.

— Detente un momento — pidió Mikey, dando golpecitos en la espalda de su amante.

Takemicchi palideció y lo vio algo preocupado, pensando que había hecho algo fuera de lugar. Mikey notó su expresión y de inmediato lo calmó, sosteniéndole la mejilla y acariciándola, dedicándole también una sonrisa tranquilizadora. Cuando lo vio tranquilizarse llevo su boca hasta su oído para susurrarle.

— Ponme en cuatro...

El pelinegro no necesito oír más. Salió del interior de Mikey y rápidamente cambiaron de posición, dejando al rubio apoyado sobre sus rodillas y levantando el trasero. Como sabía que no le molestaría, Takemicchi se volvió a introducir en Manjirou pero esta vez con mucha mas fuerza, haciendo que el rubio soltara un grito complacido. No tardaron demasiado en retomar nuevamente el ritmo, pero esta vez mucho más renovados. 

Ya habiendo pasado un buen rato ambos eran un completo desastre, llenos de fluidos, sudor y totalmente resbaladizos. Cada vez que estaban a punto de llegar cambiaban de pose, hasta que ya no pudieron aguantar mas las ganas de tenían por correrse. Mikey tomó su propio miembro y se masturbó al mismo tiempo que Takemicchi daba unas ultimas estocadas dentro de él y así, finalmente ambos alcanzado ese tan deseado climax.

El pelinegro no resistió más y se desplomó cansado sobre su amante, tratando de recuperar el aliento. Mikey no se encontraba muy diferente de él. Es verdad que no era su primera vez, pero nunca se había sentido tan bien al haber sido llenado, incluso la calentura del momento le hicieron  olvidar de que no usaron condones, pero no le importaba, aquel contacto directo lo había valido completamente. Takemicchi se levantó unos segundos después, rodando hacia su lado derecho.

 Se miraron y sonrieron mutuamente por unos segundos que se hicieron eternos.

— Eres hermoso...— susurró el ojiazul.

Ese comentario lo dejo atónito. Era la primera vez que Takemicchi halagaba su aspecto físico, provocando un revoloteo de mariposas en su estómago. Mikey era consiente de que era considerado "hermoso" por muchos, incluso varias de las personas con las que había tenido relaciones antes se lo habían dicho con tal de conquistarlo. Pero ninguno de ellos lo hizo sentir realmente de esa manera porque sus palabras eran vacías o con otras intenciones. 

Takemicchi era realmente diferente. 


Una sola vez no iba a ser suficiente para calmar sus deseos de sexo, así que esa noche lo volvieron a repetir muchas veces más, en diferentes poses y cambiando posiciones, hasta sentirse totalmente complacidos. Después de todo eso se dieron una ducha juntos, cambiaron las sabanas de la cama —porque las que usaron estaban totalmente sucias— y se recostaron sobre esta cubriéndose únicamente por el edredón de plumas. No querían dormir todavía, así que miraron el techo y hablaron un poco.

— ....

— ....

— ¿Porqué te terminó tu novia?— soltó sin más. 

—Un día simplemente dijo que ya no era lo mismo.

— ¿Cuánto llevaban?

— Siete años y tres meses.

— Oh...

No necesitaba saber más para entender que aquel rompimiento lo había dejado marcado.

— ¿Por qué no te gustan las chicas?— preguntó Takemicchi esta vez.

— Si te lo digo te reirás de mi.

— Prometo no hacerlo.

Hubo un largo silencio, Takemicchi supuso que era algo difícil se explicar para el rubio.

— La chica con la que estuve en mi primera vez casi me ahoga con sus pechos.

El ojiazul llevó su puño hasta su boca para tartar de contener su risita, no sabía si lo decía de verdad o en broma, su rostro no lo delataba.

— ¿Solo eso? —preguntó, todavía conteniendo su risa.

— No — niega suavemente con la cabeza— también porque soy como la navidad.

— ¿...?

— Disfruto dar y recibir.

Takemicchi solo pudo sonreír por lo bajo ante su nada inocente broma, pero era una buena respuesta.

— Pero no te confundas, no soy una puta barata.

— ¿Entonces me dirás porque me elegiste a mi?

Silencio nuevamente.

— Pues una razón es que me gustan tus ojos. Me gustan que sean azules.

— Oh...— Se sonrojó ante la respuesta. Nunca le habían halagado por el color de sus ojos.

— Me toca preguntar a mi.

— Adelante.

El pelinegro espero la pregunta, aunque Manjirou se estaba tomando su tiempo para hablar nuevamente.

— Takemicchi.

— ....

— ¿Quieres ser mi novio?


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Próxima actualización: Miércoles

Las ilustraciones pertenecen a みや [https://twitter.com/sadaharu010]

Este capítulo estaba planeado para ser subido ayer pero no pude terminarlo a tiempo porque mi gata entro en celo y a sido una total tortura.

Pero bueno, espero que haya sido de su agradado, me ha quedado un poco largo. Solo me quedan dos capítulos mas para terminar por completo, ¿Será un final triste o feliz? Ni yo sabría decirlo en realidad, cada día a más autoras de wattpad se les mete el síndrome de Ken Wakui.

Por otro lado, aquí el Mikey en flotador. Lo más gracioso es que si es un dibujo canon del autor, solo se encuentra en su Twitter y el character book de personajes. Lo amo <3

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