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Capítulo 4: Comodidad


— ¿En serio hacerme piojito es parte de tu experimentación? —preguntó Manjirou con una mueca de ingenuidad.

— Se sentía bien cuando se lo hacía a mi ex novia, ¿tu que dices?— afirmó, continuando con lo suyo. Aunque el pelinegro consideraba que el cabello de Mikey era mucho más bonito que el de Hina, siempre se sentía fresco, como si recién se lo hubiera lavado.

Por un minuto, ninguno de los dos dijo nada, hasta que Manjirou habló.

— Micchi, quizá no lo sepas pero es una falta de respeto estar hablando de tu ex mientras estás con tu amante.— Mikey volteó para fulminarlo con sus ojos simulando indignación, a lo que Takemicchi respondió con una una sonrisa nerviosa y pidiendo perdón.

— Lo siento.

— Los modales hacen al hombre, nunca lo olvides.

A pesar de la pequeña molestia, volvieron a la misma posición. Era extrañamente relajante para ambos. Takemicchi recostado sobre la cabecera de su cama rodeado de almohadas y con Mikey entre sus piernas apoyando su cabeza contra su pecho, abrazaditos, mientras se cubrían con la misma manta y el menor le hacía cariños en el cabello.

Y no, abrazar a otro hombre no lo hacía gay.

— Últimamente te siento más relajado, tienes más aguante.— elogió Mikey.

— ¿A si?

llevaban algunas semanas con el acuerdo de juntarse de vez en cuando para "experimentar". Sin segundas intenciones ni otro tipo de sentimientos involucrados, solo era sexo y ya. Pero eso no significaba que no podían darse un tiempo para compartir después de la acción, como hablar de su día o comer juntos.

— últimamente las cosas han cambiado un poco en mi trabajo— dijo pensativo. Y era verdad, desde aquel día en que había llegado tarde a la oficina algo había cambiado radicalmente.

Al principio, Takemicchi pensó que se trataba de una broma pesada y que su jefe solo estaba esperando que se relajara. De ese modo buscar el momento preciso para atraparlo perdiendo el tiempo y darle otra razón para regañarlo. Ese día no pudo pegar el ojo durante toda la jordana, tanto así que Mitsuya tuvo que pedirle que se tranquilizara porque sus expresiones y lloros distraían a los demás empleados de la sala.

Pero fue su sorpresa que durante el resto del día y de la semana Kiyomasa no volvió a meterse con él, además que su trabajo se vio reducido exponencialmente y más fácil de sobrellevar. Estaba seguro que tenía un ángel en el cielo que le estaba dando finalmente su bendición, ¡Por fin, después de tanto sufrimiento! Pensó, y no evitó soltar una pequeña lagrimita por lo feliz que se hallaba en esos momentos.

— Ya lo sabía, me alegro por ti Micchi — Murmuró para el menor mostrando una cálida sonrisa. Takemicchi hizo un sonido de duda ante aquel comentario— ¿Que pasa?

— ¿Cómo lo sabías? No recuerdo habértelo comentado hasta ahora.

Mikey se quedó unos segundos mirando hacia arriba en forma de reflexión haciéndose el desentendido. Pero al sentir los ojos de Takemicchi golpeándole en la nuca, esperando una explicación, decidió que podía decirle y confiar en él.

— ¿Tu que crees que hago las veces que voy a la empresa?

Esa pregunta lo agarró desprevenido — No lo sé. Nunca te he visto trabajando ni usando el uniforme laboral.

— Bingo. Empieza por ahí —exclamó Manjirou en un tono divertido.

Un remolino de incógnitas se formó en su cabeza. Ni aún con esas pistas se imaginaba a lo que se podía dedicar, después de todo, el no parecía ser el típico chico que se conformara con una vida tan ordinaria y apegada a los estándares de la sociedad. Por lo poco que conocía a Mikey podía decir que era todo lo opuesto a ello, su personalidad y su carácter lo definían como un espíritu libre que no estaba dispuesto a ser esclavo de nadie. Incluso el pelinegro muchas veces se sintió dominado por Manjirou inconscientemente.

¿Dominar? Así como si el tuviera todo para mandar y someter a los demás.

¿Acaso... el quería decir...?

— No me digas que... ¿¡Eres uno de los dueños de la empresa!?— exclamó él pelinegro, tapando su boca con ambas manos.

— Claro que no bobo.

El aire le regresó a los pulmones. No sabía porque aquella idea le pareció aterradora, pero al menos estaba más tranquilo al saber que sus suposiciones eran erróneas.

— Estaba bromeando, algo así no sería posib—

— En realidad, el dueño es mi abuelo.— Dijo Mikey, haciendo un símbolo de paz con una de sus manos.— ¿Micchi?

El chico de ojos azules solo pudo quedarse estático ante aquella revelación e ignoró por completo los llamados de su amante que trataban de traerlo de vuelta a la realidad. Si sabía que Mikey guardaba secretos pero sinceramente esperaba que fuera algo diferente, como por ejemplo ser poseedor de una dotación interminable de dorayakis — lo decía porque el rubio siempre llevaba de estos en los bolsillos — o por su forma de vestir, quizá ser el líder de alguna peligrosa pandilla de motociclistas de la zona. Pero ser el nieto del dueño de la empresa o sea, su jefe más importante...

— E-entonces tu nombre es...

— Sano Manjirou. Igual que la empresa: corporaciones Sano & Co.

— Me haz dejado atónito...

— Seguro notaste alguno de mis regalos, ¿Te gustaron? — exclamó el rubio con cierta emoción en sus palabras.

— ¿A q-qué te refieres, Mikey?

Takemicchi apenas estaba saliendo del shock. ¿De que regalos se refería?

— No te hagas el desentendido — dijo Mikey en un puchero infantil — El estúpido de tu jefe ya no te trata mal. Sino es así dímelo y haré que lo despidan.

— ¿Queeee? — ahora entendía de lo que hablaba — Pero Mikey, ¿Que hiciste?

— Fácil, le dije a uno de los gerentes de la empresa, un amigo mío — Aclaró — que ese tal Kiyomasa estaba abusando de sus empleados. Lo amenazaron con ponerle un contrato condicional. Hubieras visto su rostro Micchi, estaba rogando como una sucia rata, fue muy divertido.

— V-vaya...

Al parecer a Mikey le parecía satisfactorio el sufrimiento ajeno de algunos empleados. No lo juzgaba, porque el de igual manera no podía sentir nada de empatía al saber que su jefe fue amenazado. Sea algo bueno o malo, le daba igual. Para ello existía la justicia divina.

Takemicchi rodeó con sus brazos a Mikey y entrecerró los ojos al apoyar su mentón sobre la cabellera de Sano. Al mayor le extrañó aquel comportamiento, pero no le disgusto dicho contacto inocente.

— Entonces tu también eres el que aumento mi sueldo tan descaradamente.

— Me atrapaste~ — su voz era tan bonita y sonaba infantil. Casi ni recordaba que estaban hablando tranquilamente de algo que era ilegal. No sabía porque Mikey hacia esas cosas por él, de todos modos ellos no eran tan cercanos. O tal vez el rubio lo consideraba alguien importante en su vida.

— No me importa lo que le pase a mi jefe así que... gracias. Pero no puedo aceptar el aumento, que van a decir los demás...—dijo en un último aliento.

Ante la negativa, Mikey impulsó su cabeza hacia adelante y la devolvió hacia atrás con fuerza, golpeando la barbilla de Takemicchi, lo suficiente para hacerlo sisear en un leve dolor.

— ¡Mikey! Eso me dolió — exclamó el menor mientras se sobaba la parte lastimada.

— Te dije que no me rechazaras.

No es la respuesta que esperaba, pero si recordaba que Mikey le había dicho aquello. Solo que no esperaba que se enojara tanto.

— Pero...

— Escucha Takemicchi — su tono de voz cambio a uno más serio. Totalmente distinto al de hace unos instantes — El mundo de los negocios es uno muy frío y controlador, lo sé por mi abuelo. Hoy en día no solo se asciende por méritos propios, se necesita algo más. Y no siempre vas a conseguir aquello por el método legal, ¿Si lo entiendes?

Takemicchi solo asintió en silencio. No lo dijo, pero notó algo de tristeza en las palabras de Sano. Cómo si existiera algo detrás de ello que le intimidara, incluso a alguien como el.

— Además por sí no lo sabías, hay una mujer en tu misma oficina que gana el doble que tú porque se acuesta con uno de los inversionistas, así que tampoco te creas tan especial— agregó, al menos para tartar de convencerlo de no echarse para atrás.

— ¿¡Qué!? ¿Quien es?

— Es secreto — Murmuró Mikey dejando de lado el tema y cerrando los ojos para dormir— No me despiertes o te mato.

— Ahora no voy a poder ver a las chicas de mi oficina de la misma manera...





Al día siguiente Takemicchi utilizó el tiempo que tenía libre para usar el ordenador en sus propios asuntos personales. De primeras, el sabía que Kiyomasa lo había prohibido, además de ser una de las reglas más básicas del manual del empleado, así como no cruzar la calle cuando el semáforo está en rojo. Pero aún así, si la luz estaba en rojo y no había ningún auto en más de un 1km a la redonda uno simplemente cruzaba, ¿Verdad? Aprovechando la comparativa se dio el permiso a si mismo de continuar con su cometido.

Igual, algo dentro de sí le recordó las palabras de Mikey. Si el lo quería, Kiyomasa podía desaparecer con simplemente pedírselo, con solo pensarlo un sentimiento de poder lo invadió. La idea esfumó tan rápido como llegó, el nunca sería capaz de algo así.

— Bueno, a lo que vinimos— exclamó para sí. De inmediato movió el ratón hacia el buscador y tecleo para así obtener respuestas.

"Cosas que se pueden hacer entre parejas"

Si Chifuyu lo viera ahora mismo se burlaría de él en diez idiomas diferentes.

Pero Takemicchi lo hacía por la "experiencia". Estar con Mikey le causaba una revoloteante sensación de peligro y excitación, estaba convencido de que tanto él sexo como los cariños que lo acompañaban eran la clave para obtener más de aquella increíble satisfacción. Lo último que le dejó en claro su teoría fue la tranquilidad que le generó el simple hecho de acariciar su rubia cabellera, así que los mimos también estaban permitidos en ese "extraño acuerdo" que se habían jurado.

Además a Mikey parecía no importarle. Le trató de sacar el tema un par de veces pero el rubio nunca dio una respuesta concreta de porque todavía lo seguía frecuentando. Al final el ojiazul se rindió — y con la relevación de que era en realidad un Sano— dio por hecho de que el solamente buscaba diversión sin ningún tipo de razón aparente.

También estaba la leve sospecha de que tal vez... solo tal vez... Mikey no lo frecuentaba únicamente a él. Borró inmediatamente todos esos pensamientos de su cabeza, no le gustaba para nada la idea.

Finalmente encontró una página en internet que tenía lo que buscaba.

Acariciar su cabeza con delicadeza haciendo leves círculos, aquello le causará satisfacción y relajación.

Dar abrazos y besos de forma improvisada, de esta forma mantendrás la llama encendida en todo momento.

Di siempre lo que tengas en mente, dedícale halagos y piropos.

Algunas ideas estaban más apegadas a lo que una pareja de enamorados haría. En su momento también quiso hacer ese tipo de cosas con Hina, pero el era muy tímido y ella muy reservada, así que las muestras de afecto que se daban seguido se limitaban a abrazos y a tomarse de las manos. En ningún momento se quejó de que solo fuera de esa manera, pero ahora que estaba soltero hubiera querido tener muestras de cariño como las mencionadas en la lista.

Por suerte se alegraba de tener a Mikey consigo, ya que ahora era un hombre más seguro de si mismo y podía llevar a la práctica todas esas cosas que siempre quiso hacer y no pudo. Por supuesto, no era solo eso, había otra razón más oculta que ni siquiera el había notado.

— Takemicchi, oe, Takemicchi.— dijo Mitsuya, dando golpecitos en el hombro del pelinegro.

— ¡Si! Disculpa, no te escuche — de inmediato cambio de pestaña. Ojalá no haya visto nada.

— ¿Puedes llevar estos archivos devuelta al almacén? —dijo enseñando los papeles— estoy un poco ocupado.

— Claro, no hay problema. — Takemicchi se levantó y tomó lo indicado para proceder a devolverlo a su lugar.

Mitsuya por su parte lo siguió con los ojos hasta salir de la oficina, un poco pensativo.

— ¿Sucede algo Taka-chan? — exclamó Hakkai, que se encontraba en su propio cubículo al lado izquierdo de Mitsuya.

El peliplateado sonrió al aire con picardía —Es Takemicchi, por primera vez ví brillo en sus ojos.

Obviamente había visto lo que estaba revisando en su ordenador antes de que lo quitara.





El pelinegro iba caminando por el pasillo cuando de pronto escuchó un sonido de notificación proveniente de su celular. Buscó el aparato en su bolsillo y continuo en dirección al almacén mientras revisaba los mensajes.

Mikey le escribió un "Te espero donde siempre", a lo que Takemicchi respondió con sticker de pulgar levantado. En eso recordó que no había comprado nada para que cenen, tendría que pasar por el supermercado antes de volver a casa sino Mikey volvería a quejarse como un niño porque no le daba de comer lo suficiente. Aún siendo una queja, le enternecía el rostro que ponía al decirlo.

— Quizá hoy lo lleve a comer a un restaurante — susurró hablando consigo mismo. Ahora tenía una buena paga así que podía darse ciertos lujos.

Lamentablemente Takemicchi se encontraba tan absorto en sus pensamientos que no se percató cuando chocó contra alguien más que en esos instantes caminaba también por el pasillo, derramándole su café encima.

— Tsk, dónde tienes metida la cabeza, ¡Mira lo que hiciste!— gritó el hombre alto enfurecido.

— ¡L-losiento!, ¡Lo limpiaré! — exclamó. De inmediato trató de buscar algo con que limpiar la mancha de café pero solo pudo hallar un pequeño pañuelo. Trato de usarlo para limpiar pero el rubio trenzado lo apartó y regresó por dónde venía, dispuesto a encargarse el mismo de la mancha.

— Olvídelo. Ya hizo suficiente. — dijo antes de retirarse.

Takemicchi reconoció su aspecto y lloró internamente. Le había tirado el café a uno de los gerentes de la empresa.

Aunque no lo viera hizo una reverencia a manera de disculpa y se quedó así por unos segundos. Se sintió tonto y lo único que le quedaba por hacer en esos momentos era limpiar su desastre y rogar para que se lo comiera la tierra. Por suerte, unos minutos después marcó el fin de la jornada laboral, así que Takemicchi terminó con sus asuntos y corrió hasta la salida. Su único consuelo en estos momento era ver a su rubio favorito, con suerte él le ayudaría a olvidar el bochornoso momento que pasó durante el trabajo.

Tranquilízate Takemicchi, se palmeó las mejillas con fuerzas, hasta ponerlas rojas. Diviso la entrada y ahí estaba la persona que más quería ver en el día. Cómo siempre, recostado sobre un muro y balanceando su cabeza de forma juguetona.

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Caminaron de forma silenciosa, uno al lado del otro, a pesar de eso no se sentían incómodos, todo lo contrario, estaban rodeados por una tranquilidad inigualable. Tanto así que Hanagaki olvidó por completo lo que lo tenía tenso momentos atrás.

— Mikey, ¿Qué es eso? —preguntó señalando el aparato en su mano. Lo llevaba trayendo consigo desde que dejaron la empresa y de vez en cuando lo llevaba a su boca para aspirar.

— ¿Esto? Es un cigarrillo electrónico, ¿No crees que es genial?

— Hum.

— ¿Qué?

— No lo sé, solo que fumar... vapear, yo podría jurar que no eres el tipo de chico que tiene afición por esas cosas, solo lo pensé — dijo honestamente. Cuando veía que Mikey fumaba sentía un aura diferente en el, una más adulta y severa — Lo digo porque creo que tú disfrutas mucho más las cosas dulces, creo yo...

Los oscuros ojos de Manjirou mostraron un leve brillo, dejándose influenciar por las palabras del más alto. Aunque estaba algo sorprendido no pudo evitar sentirse feliz porque se preocupaban por el. Agradecía que estaban caminando por una zona no tan transitada, no quería pensar que alguien podría verle el rostro en esos momentos.

— Entonces, prepárame algo dulce cuando lleguemos a tu casa. Sino me vas a dejar vapear al menos dame algo para llenar mi boca.— exclamó Mikey, lo último lo hizo con un tono diferente. Estaba claro que lo decía en doble sentido.

— ¡M-mikey! — Takemicchi se esforzó por ocultar su sonrojo. Todavía no estaba listo para eso. Pero la idea de comer dulces con Manjirou no le parecía mal, podrían comprar pasteles, de los dorayakis que tanto le gustaban al rubio y hacer un festín.

Solo ellos dos. El solo pensarlo le calentó el corazón y unas revoloteantes mariposas en el estómago.

Pero antes de que pudiera contestar, el teléfono de Mikey sonó. El rubio sacó el dispositivo del bolsillo de su chaqueta y se dispuso al colgar de inmediato, pero al ver el nombre de quién le había marcado dudo por unos segundos. Takemicchi notó aquello y le hizo una señal con la manos para que hable libremente.

— Espera un momento — se alejó un poco y recién entonces acepto la llamada, respondiendo un "¿Cómo va todo?"

Takemicchi se volteó para darle más privacidad y saco su propio celular para fingir que también hacia algo. No pudo evitar agudizar el oído para tratar de escuchar la conversación ajena, después de todo en un test de ¿Qué animal eres? le salió un gato, así que era curioso por naturaleza.

Solo logró identificar algunos "ajá" y afirmaciones vacías de Manjirou, no decía nada más. Salvo casi al final de la llamada. Escuchó algunas quejas del rubio de "¿Porque justo ahora?" y excusas parecidas, pero lo que más le llamó la atención fue el tono de voz de la persona detrás de la llamada. Era un hombre.

— Está bien Ken-chin, mándame la dirección — dijo como última frase antes de colgar y guardarse de vuelta el móvil. Soltó un suspiro de molestia y seguido de ello levantó la cabeza, regresando al lado del ojiazul con la misma alegre expresión de antes. Cómo si nada hubiera pasado. — Lo siento, surgió algo. Tengo que irme.

El pecho de Takemicchi se apretó inconscientemente. Su mente se inundó de diferentes tipos de razones por las que Mikey se fuera justo ahora y lo dejara abandonado, después de lo que habían estado planeando. Claro que, estaba la opción de preguntarle la razón, pero no estaba seguro si habían llegado a ese nivel de confianza. El rubio se había alejado para responder la llamada de otro hombre, así que estaba seguro que había algo que no quería que escuchara, sino abría respondido en dónde estaban, incluso le había dicho "Ken-chin". Se hizo tantas ataduras mentales que su cerebro ya se comparaba a la pizarra de un detective ante una escena del crimen. Solo que él no estaba llegando a ningún lado con esto.

— E-esta bien. No importa, me iré a casa...

Pasaron segundos en que ninguno de los dos se movió de su lugar. Takemicchi tenía una cara cachorrito abandonado y se sostenía con fuerza a su maletín, señal de estar inconforme. Para no alargar más aquel incómodo momento decidió darse la vuelta e irse primero, previamente haciendo una señal de adiós con la mano.

Mikey no era ningún tonto, sabía leer muy bien el ambiente. Aunque no tenía que ser ningún experto para notar que el otro se había desanimado al decirle que se iría. Seguro ya se hizo otras ideas, pensó. Y en efecto, eso era. Aquello le hizo soltar un largo suspiro, no quería admitir que su triste mirada le había dejado un hueco en el corazón.

— ¡Micchi!— gritó Sano. El ojiazul ya se encontraba algo alejado así que alzo la voz para asegurarse de que le escuchara. Y en efecto Takemicchi volteó, pero con la mirada algo confundida. — ¿Quieres venir conmigo?





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Actualización de los capítulos de forma interdiaria.

Las ilustraciones pertenecen a みや [https://twitter.com/sadaharu010]

Pues al paso que voy parece que me estoy explayando más de la cuenta, pero me gusta. Ya terminé con las bases y ahora si vendrá lo picante, espero que les este resultando interesante. Sus comentarios me alegran el día y me dan las ganas necesarias de seguir actualizando de forma puntual.^^

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