Capítulo XXI
LILLIET
Había pasado una semana, o eso creo, desde que me había “instalado” aquí. Apenas había coincidido con Blake, pues casi siempre estaba en su cuarto.
Durante esa semana, nos habían ordenado tanto a mí como a Juno a limpiar la casa, preparar comidas y limpiar la ropa.
Éramos… Éramos como unas esclavas para ellos.
Ahora estábamos en el cuarto tras habernos dado una ducha rápida (sin jabón, porque no había). Disponíamos de cinco minutos diarios para asearnos, y no nos daba tiempo a mucho.
De pronto, Blake entra en el cuarto y nos ordena bajar al último piso.
Cuando le miro a los ojos, la rabia me atraviesa. ¿Cómo podía haber dejado que Juno sufriese tanto? ¿Cómo podía haberlo visto y no hacer nada? ¿Cómo…?
-Lilliet…- murmura Juno entre dientes mientras salía de la habitación. Vuelvo a la realidad y empiezo a andar a paso ligero hacia el umbral de la puerta, cuando Blake me retiene agarrándome el brazo. Respiro hondo para no gritarle todo lo que pienso y me doy la vuelta para quedar con él cara a cara.
Al verme, él frunce el ceño.
-¿Qué te pasa?
-¿Que qué me pasa?- espeto. -Me pasa que esto es una mierda. Me pasa que te encierras en tu cuarto y pasas de todo. Me pasa que has estado aquí dos meses con Juno, viendo como la trataban, y no has hecho nada.
-Lilliet…- Blake suspiró, pasándose una mano por la cara. -Yo…
-No intentes excusarte. Lo que has hecho es imperdonable. ¿Tienes idea de cuánto…?
-Lilliet, para- me pone una mano en la boca, haciendo que me calle. -Yo no la he hecho nada. Y si me encierro en mi cuarto es para planificar cómo cojones sacaros de aquí sin que nos maten, ¿vale? Si estoy aquí es por vosotras, ¿entiendes? Lo único que quiero es que os hagan daño- no sé cómo, pero sé que está diciendo la verdad. Aún así, seguía algo molesta.
Me cruzo de brazos y aparto la mirada.
-Aún así- mascullo de mala gana. Él se lleva dos dedos al puente de la nariz antes de mirarme de nuevo.
-Cambiando de tema, hoy ven a la una de la madrugada a mi cuarto. Te tengo una sorpresa.
-Pero, ¿y si…?
-No nos van a pillar, hazme caso. Ahora, baja abajo antes de que te digan algo-.
Le obedecí al instante, dándole vueltas a lo que podría ser la sorpresa que me daría.
☀
Esperaba ansiosa a que el reloj de pared que teníamos como única decoración del cuarto marcase la una de la madrugada mientras me retorcía los dedos con nerviosismo. Quedaba un minuto.
Juno comienza a moverse de un lado a otro. Me acerco a ella para ver qué ocurre y veo que está temblando, y tenía una capa de sudor en la espalda.
Supe enseguida lo que era. Una pesadilla.
-Hey- comienzo a murmurarle mientras le acaricio el pelo. -Estoy contigo, no estás sola-.
Ella busca mi mano en sueños y la aprieta con fuerza durante unos segundos hasta que deja de temblar y la suelta. Los ojos se me llenan de lágrimas. ¿Qué había hecho para merecerse esto?
Desvío la mirada hasta el reloj y veo que ya marca la una. Era la hora.
Abro con cuidado la puerta, temiendo que hiciese algún ruido. Cuando había un hueco lo suficientemente grande como para que yo saliese, me escabullí del cuarto.
Recuerdo las indicaciones que Blake me dio mientras camino despacio, intentando que ninguna baldosa cruja. Al final, llego a la habitación donde descansa Blake.
Llamo con cuidado, y él me recibe al instante.
-Te estaba esperado- murmura, y abre la puerta para dejarme entrar. Paso con cuidado y contengo el aliento.
Esta era mi antigua habitación. Lo recordaba a la perfección. Aún quedaban trazos de la pintura rosa con la que tanto tiempo soñé pintarla hasta que convencí a mi madre de ello.
Siento unas terribles ganas de llorar, y me paso el dorso de la mano por mis ojos para no hacerlo. Blake me mira con compasión antes de levantar el colchón y…
Espera, ¿eso es lo que creo que es?
Blake me mira sonriente y me tiende un móvil.
Un. Móvil.
-Tienes hasta que se acabe la batería para llamar a quien quieras. Tengo guardado el número de tu hermana, así que puedes preguntarle a ella por los teléfonos-.
Me quedo callada mientras mis lágrimas empapan la pantalla del móvil.
-Venga, Lilly, no tenemos mucho…- se calla cuando le doy un abrazo con todas mis fuerzas.
-Gracias. De verdad- digo con un hilo de voz en su pecho. Él esboza una sonrisa ladeada.
-No es nada, Venga, vamos, llama a tu hermana- me desbloquea el teléfono y la busco rápidamente en los contactos. Marco su número y ella descuelga al tercer tono.
-¿Blake? ¿Ha pasado algo?-.
Contengo el aliento al escuchar su voz. Esto está pasando. Es real
-Te echo de menos- gimoteo como respuesta.
Durante varios segundos, sólo escucho silencio. Entonces, escucho la voz quebrada de mi hermana.
-¿Lilliet? ¿Eres tú?
-Kazumi- sollozo. Me limpio las lágrimas con apuro, y escucho murmullos de lo que supongo que será la comisaría.
-Dios mío, Lilly. ¿Qué…? ¿Cómo…?
-Es Blake. Él me dejó tomar su teléfono- le explico rápidamente. -¿Qué tal estáis?
-Eso debería preguntárselo yo a ti. ¿Te han hecho daño? Blake me ha contado la situación, siento muchísimo que estés pasando por esto, cuando podamos sacarte de allí…
-Kazumi, tranquila. No es tu culpa. Debí haberte contado todo antes. Y estoy bien, no me han hecho nada.
-Está bien… Te echo mucho de menos. Ojalá no estuviese pasando esto.
-Lo sé- me miré los pies mientras movía los dedos. -Pero… Supongo que es lo que hay.
-Pero no debería de estarte pasando esto. Si pudiese cambiarme por ti, lo haría, no lo dudes.
-Te quiero- susurro, y casi puedo ver cómo ella sonríe.
-Yo también, muchísimo- me asegura.
-¿Qué tal está Willow? ¿Y Suki?- pregunto con voz temblorosa.
-Ah, cierto- murmura Kazumi, como si se diese cuenta de que había más gente además de nosotras dos. Suelto una risa nerviosa. -Están aquí, conmigo. Ambas se han empeñado en ayudarme a trazar el plan. Se quedan hasta altas horas de la noche conmigo, creo que están tomando un café…- Escucho algo de ruido y supongo que se está levantando para buscarlas. -Espera un momento…
-Hey- Blake me toma la mano, la cual está temblando como nunca antes. -Tranquila.
-Es que… No me creo que esto esté pasando. Todo esto. Esta situación. Yo…
-Shh- me acalla, rodeándome con los brazos.
-¿Hola?- escucho a Kazumi al otro lado de la pantalla. -Lilly, ¿sigues ahí?
-¿Lilly?- escucho un grito agudo proveniente de Willow, y el corazón me da un vuelco.
-¿Wi… Willow?- tartamudeo.
-Te la paso, ¿vale? Ahora hablamos- oigo algunos murmullos incomprensibles y luego a alguien llorando.
-¿Lilliet? ¿Eres… Eres tú?
-Dios, Willow- susurro, y escucho cómo ella llora.
-No me lo puedo creer. Yo… ¿Estás bien?- me dice entre llantos.
-Sí- le aseguro. -Te echo de menos. Mucho.
-¿Lilly? ¿Eres tú?- escucho a Suki en el teléfono, y asiento enérgicamente aunque no puedan verme.
-Os echo mucho de menos. Ojalá… Ojalá esto no estuviese pasando…
-¿Cómo has conseguido llamarnos?- me pregunta Willow con algo de miedo en la voz.
-Blake- digo como única respuesta.
-¿De verdad es Lilliet?- escucho una voz familiar que ahora mismo no reconozco.
-¿Quién es?- pregunto.
-Es Ivy. Ella y yo… No pude decírtelo, pero…- espera unos segundos hasta que por fin habla de nuevo. -Ahora salimos como una pareja oficial, y me ha estado acompañando aquí.
-Wow. Osea… Wow- maldigo en mi mente por estar perdiéndome tantas cosas por estar aquí. -Enhorabuena.
-Gracias- casi pude ver cómo esbozaba una sonrisita orgullosa.
-¿Y ha ido… Alguien más por ahí?- ojalá Ciro no se hubiese olvidado de mí. Lo extrañaba tanto…
-Sí. Ciro se acaba de ir hace cinco minutos. Es el que más tiempo ha estado, lleva dos días sin dormir. Hemos tenido que echarle- Willow suspira. -No sé qué le habrás hecho, pero está decidido a sacarte de allí lo antes posible-.
Mi ya demacrado corazón empieza a dar botes dentro de mi pecho.
-¿Y…?- me obligo a mí misma a aclararme la garganta para intentar q no me tiemble la voz. Dios, hoy no paro de llorar. -¿Tienes su número?
-Claro. Te lo paso- veo que una notificación del teléfono de Blake llega, indicándome q se ha enviado un mensaje desde el teléfono de Willow. Aprovecho para mirar la batería que le queda. Treinta por ciento.
-Gracias, Willow- digo con sinceridad, limpiándome por enésima vez las lágrimas de mi mejilla.
-No es nada-.
Hablamos un par de minutos más hasta que la batería desciende al veinte por ciento, y tengo que colgar si quiero hablar con Ciro.
¿He dicho ya que odio las despedidas? Porque las odio. Y más ahora que no sé cuándo podré volver a escuchar la voz risueña de Willow, o reírme a pesar de todo con Suki, o charlar con mi hermana de cualquier cosa.
Esto es una mierda.
Tras muchos llantos de parte de las dos partes de la línea, cuelgo, a pesar de que todo mi ser me impide hacerlo.
De pronto, escucho pasos por el pasillo, y el estómago me da un vuelco. ¿Nos han pillado? ¿He hablado demasiado alto?
-Escóndete en el armario- me dice Blake entre dientes, y lo hago sin rechistar. Me escondo todo lo rápido que puedo en su diminuto armario, que cruje un poco debido a mi peso, y Blake apaga la luz y se tumba en la cama.
Oigo que los pasos se detienen en la puerta, y mi corazón late tan fuerte que temo que el hombre lo escuche. Unos segundos después, escucho los pasos alejándose, y suspiro de alivio.
Tras asegurarnos de que no va a volver, salgo del armario con mucho cuidado de no hacer ruido, y Blake me dedica una mirada severa.
-Deberías volver a tu cuarto- el alma se me cae a los pies. Aún no he llamado a Ciro…
-Por favor, sólo una llamada más- digo, notando cómo las lágrimas se me agolpan de nuevo en los ojos. En serio, voy a acabar deshidratándome como siga llorando.
-Lilliet…
-Por favor, Blake. Te lo suplico- junto ambas manos en mi pecho, conteniendo el aliento mientras espero su respuesta.
Él suspira, mirándome a los ojos. Luego, se rinde, asintiendo lentamente con la cabeza.
-Está bien. Pero no hables alto. Como vuelva a venir…
-Hecho- prometo, y alcanzo el móvil que he tirado sin cuidado sobre su cama minutos antes. Me meto en el mensaje que me envió Willow antes, y marco el teléfono. Su teléfono.
Doy varias vueltas por la habitación, mordiéndome las uñas, esperando su respuesta. Al final, oigo que alguien descuelga y mi corazón se detiene.
-¿Diga?- escucho la voz algo ronca de Ciro, y me llevo la mano libre a la boca.
Me quedo en silencio varios segundos, sin saber qué hacer. Por el ruido, estaba por la calle, camino a su casa.
-Oiga, como no me responda, voy a…
-Ciro…
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