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Capítulo XVIII


Nota de autora: Este capítulo será narrado por el punto de vista de Willow ;)

¡Disfrutad!

Me sueno la nariz con uno de los múltiples clínex que tengo en el bolso.

Tengo que admitir que sigo algo enferma por la gripe que me dio hace dos semanas (es raro que aún no se me fuese, pero tampoco había hecho nada al respecto) pero, igualmente seguiré yendo a casa de Lilly.

Lilliet no ha tenido una vida fácil. Sabía mucho de su pasado, ya que nos conocemos desde los diez años. Una niña de ocho años no se merecía haber pasado por todo lo que pasó a su corta edad, ni tampoco nunca.

Ella siempre ha estado a mi lado cuando se murió mi madre. Nunca se separó de mí, y yo le agradezco mucho eso, porque llegué a pensar en el suicidio. Pero decidí quedarme en este mundo para acompañar a Lilly y a la gente que me quiere con ellos, y no causarles el daño que mi madre me causó a mi al quitarse la vida, ya que ella pensaba que no había otra salida.

Suspiro y salgo del metro de camino a la casa de Lilliet. Había salido para comprar un par de cosas al supermercado, y ella me llamó hace poco diciendo que no estaba en su apartamento y que volvería pronto. Tengo sus llaves, así que no me suponía un problema.

Como siempre, veo a algunos chicos babeantes girarse a verme por mi físico, lo que me causa cierta incomodidad.

Otra cosa que me molesta de la sociedad es que, los de hoy en día, no ven más allá del físico. Cada vez que salía de fiesta a emborracharme y a liarme con alguien, nadie me preguntaba cuál era mi música favorita, o cuáles eran mis amigos, ni siquiera se molestaban en presentarme a sus amigos o decirme con quién habían venido. Simplemente se dedicaban a tirarme piropos para "conquistarme". La única que realmente me había preguntado por mi vida personal había sido Ivy, la hermana de Ciro.

Otra prueba de que las mujeres somos mucho mejor que los hombres

La verdad es que cuando conocí a Ivy, la atracción hacia ella fue casi inmediata. Aparte de por el físico (que tampoco estaba nada mal), me encantaba la forma en la que se preocupaba por tus gustos nada más conocerte, su sonrisa y ese brillo en los ojos que tiene cuando le gusta de lo que está hablando.

Y el beso que nos dimos en casa de Ciro no hizo sino reafirmar que ella me gustaba mucho más de lo que me había gustado nadie.

A veces iba a verla a la cafetería donde trabajaba, que estaba en un club de voley. Me daba cuenta cada vez que iba de que era muy extrovertida, porque incluso se sentaba a hablar con sus clientes cuando tenía tiempo. Eso es otra cosa que me encanta de ella, que siempre tenga tiempo para escucharte y hablar contigo.

Hablamos todos los días por el móvil, y quedábamos de vez en cuando, pero de lo que yo tengo miedo es de que no me vea como algo más que una amiga. Lilly me asegura que no es así, pero ¿y si lo es?

Ese miedo es el que me impide dar el siguiente paso, declararme a ella. No quiero que la bonita amistad que hemos forjado se vaya a la basura por esto, a pesar de que yo anhele algo más.

Llego al edificio donde vive Lilliet, y entro a su apartamento. Guardo las cosas que he comprado mientras acaricio a sus gatas, quien me ronronean amablemente al sentir mi contacto.

Cuando termino de guardar todo, me desplomo en el sofá y prendo la televisión con las dos gatas en mi regazo. Las acaricio distraídamente mientras miro los canales en busca de algo que merezca la pena ver.

Al final encuentro una telenovela que tiene más culebrones que otra cosa, y decido verla un rato.

Tras unos minutos, escribo a Lilly para ver cuánto le queda. Como no le llegan los mensajes, supongo que estará sin cobertura, y me digo a mí misma que no tardará mucho en llegar.

Antes de apagar el móvil, recibo un mensaje de Ivy, lo cual me sorprende.

Ivy: Donde estás?

Me quedo algo confusa. ¿Le habrá pasado algo o simplemente quiere verme?

Ojalá sea lo segundo

Le escribo un mensaje breve de que en casa de Lilliet, y ella me responde con un "voy para allá".

Vaaale, esto ha sido bastante inesperado.

Antes de que llegue, me deshago el triste moño que tengo (que aguantaba a duras penas) y me peino un poco.

No tenía ni idea de qué quería Ivy de mí, pero lo aceptaba con gusto.

Pronto oigo el timbre sonar, y voy apresurada a abrir a Ivy. Pronto me topo con esos ojos ámbar que comparte con su hermano (que me parecen preciosos) y ese pelo castaño largo tan suave que tanto me gusta acariciar.

Tengo que bajar ligeramente la mirada, ya que soy más alta que ella. Le saco media cabeza.

Antes de que pueda decir nada, corre hacia mí y me abraza. Entierra su cabeza en mi cuello, y noto que aspira ligeramente mi aroma.

La rodeo con los brazos, y, sin despegarme de ella, cierro la puerta tras mi espalda.

Le acaricio el pelo y su olor me embarga por completo. Es un olor reconfortante, un olor que me hace sentir en casa, que me hace sentir que aquí es donde pertenezco.

Tras unos, segundos, ella se aparta, y veo que está muy sonrojada. Sinceramente, yo debo de estar igual. Esta chica pone mi mundo patas arriba.

No sé cómo me ha llegado a gustar tanto en tan poco tiempo. Ejerce un poder sobre mí que es innegable. Cada vez que estoy con ella, siento que puedo ser yo misma y que no me va a juzgar, y mi estómago se llena de mariposas que revolotean alocadas cada vez que la veo.

-Yo... Ehm..- tartamudea, y sonrío de medio lado. -Es que... yo...

-Dime- digo, prestando la máxima atención posible.

Ella coge aire, lo suelta lentamente, y, al final, dice:

-¿Puedo ver una película contigo?-.

La verdad es que no me esperaba eso para nada. Creo que quería decirme otra cosa, pero lo dejo pasar.

-Claro- le invito a sentarse en el sofá con un movimiento de cabeza, y ella se sienta, apresurada. -¿Qué te apetece ver?

-Algo que no sea triste, por favor- suplica, y yo me río ligeramente, con una sonrisa. Selecciono una película de romance (la portada me llamaba la atención), y le doy al botón de reproducir.

Pasan unos minutos, e Ivy se acurruca en mi regazo con una normalidad impactante. El estómago me da un vuelvo. A mí ese gesto me parece uno muy personal (no preguntéis) y que ahora mismo tenga la cabeza de Ivy en mi regazo no hace sino aumentar las mariposas (que ahora mismo parecen aves enfurecidas) en mi estómago y acelerar ligeramente mi pulso.

Le paso las manos por el pelo sin ver la pantalla. Verla a ella era mucho mejor.

La película termina, e Ivy no se ha despegado de mi regazo. Nos quedamos sin decir nada durante unos minutos, hasta que ella se incorpora y coge aire.

-Yo... Tengo que decirte algo-.

¡Lo sabía!

Asiento con la cabeza, animándola a que continúe, y ella traga saliva.

-Verás, yo...- coge aire de nuevo y se murmura algo a ella misma y continúa. -Desde que te conocí, he sentido algo que no he sentido nunca con nadie. Contigo me... Me siento libre. Y sobra decir que me siento muy atraída, pero eso es otro caso aparte- mi corazón se detiene. Esto no puede estar pasando, es demasiado bonito para ser verdad. -Pero lo que siento por ti va mucho más allá de atracción. Iré al grano. Me... me gustas. Mucho-.

Madre. Mía.

Ni en un millón de años habría pensado que a ella también le gusto.

Las manos me tiemblan de la emoción, y en mi interior todo mi ser está chillando de alegría, aunque por fuera parezco en shock.

Ivy espera ansiosa mi respuesta. Ha apartado su mirada de mis ojos, visiblemente nerviosa, y movía su pierna frenéticamente de arriba a abajo.

Sin embargo, yo sigo callada. Al final, su paciencia debe de agotarse, porque empieza a hablar rápidamente.

-Bueno, a ver, a lo mejor me he precipitado demasiado. Tal vez a ti ni siquiera te gusten las mujeres, yo lo entiendo perfectamente. Si quieres, podemos olvidar todo es...

-Ivy, para- la interrumpo, cogiéndola de la mano. Ella se detiene al instante, mirando nuestras manos unidas. -Tú... Tú también me gustas-.

Ivy me mira a los ojos. Puedo ver el alivio y la emoción reflejados en su linda cara. Luego, me dedica una sonrisa nerviosa, y se sonroja aún más.

-Bueno, entonces, em...- tartamudea nerviosa, apartando la mirada. -¿Te parece que... seamos...?- se calla al instante cuando la agarro con dos dedos del mentón y la obligo a mirarme.

-¿Algo más que amigas?- termino por ella.

No sé en qué momento me he vuelto la atrevida de las dos, pero ella traga saliva, con los labios entreabiertos.

-Sí, justo eso- susurra con un hilo de voz.

Sonrío de medio lado, mientras mi interior estalla cuando esas palabras salen de su boca.

-Sí- digo sin más, y junto nuestros labios en un gesto suave y tierno.

Al principio, ella no reacciona. Sólo abre los ojos como platos. Pero no tarda en sostenerme las mejillas y profundizar el beso.

Me aparto un momento para coger aire, y la vuelvo a besar, acariciando su cabello lentamente.

Ivy se separa de mis labios para dejarme besos cálidos por el cuello, y me arqueo ligeramente para estar más en contacto con su cuello.

Se separa de mí y le acaricio la mejilla. Sus labios están algo hinchados, y sus pupilas están dilatadas. Respira un poco acelerada.

Es mi turno de enterrar mi cabeza en su cuello y besarle en el lóbulo de su oreja. Lo atrapo con mis dientes y ella suelta un pequeño jadeo.

Nos separamos de nuevo y ella me abraza. Yo hago lo mismo.

Mi teléfono me indica que me ha llegado un mensaje, pero lo ignoro. Hasta que me llegan otros cuatro más, todos seguidos.

Suspiro, y suelto a Ivy para ver quién me escribe con tanto apuro.

Era Ciro.

Ciro: Has visto a Lilliet?

Ciro: Se fue a hablar con su hermana hace tres horas y no tengo noticias de ella

Ciro: Está contigo?

Frunzo el ceño. Ivy lo nota, y se pone en mi hombro para leer la conversación.

Tecleo una respuesta para Ciro, comenzando a preocuparme.

Yo: Aquí no está. No le llegan mis mensajes

Ciro: Mierda, los míos tampoco

Joder. Joder, joder, joder.

A lo mejor estaba siendo un poco paranoica, pero Lilliet me preocupaba.

Yo: Deberíamos decírselo a su hermana, ella es policía

Ciro: A ver, a lo mejor solo está por ahí y nos estamos pasando

Yo: Prefiero no arriesgarme. Nos vemos en la comisaría en quince minutos

-Voy contigo- afirma Ivy, y no me niego.

-Vale- digo sin más. Cojo mi abrigo y le dejo uno a Ivy (que no tenía) y salimos de camino a la comisaría.

Cuando llegamos ahí, reconozco a Ciro al instante. Se le ve alterado y nervioso.

Él me ve, y camina hacia mí con rapidez.

-Hola- me dice, y mira a su hermana con confusión. -¿Qué hace ella...?

-Es una larga historia- le interrumpe Ivy, mientras camina adentro de la comisaría.

Localizo a Kazumi al instante, aunque tampoco es tan difícil. El parecido con Lilliet es impresionante.

Ella me mira, claramente sorprendida, y se dirige hacia aquí.

-¿Qué pasa? ¿Y Lilliet?

-De eso queríamos hablarte. No aparece por ningún lado. Pensábamos que estaría aquí...

-Se fue de aquí hace dos horas- me interrumpe, mirando su reloj. Entonces, se paraliza.

Me tenso al instante. Algo gordo está pasando, y me da a mí que es grave. Muy grave.

-¿Qué? ¿Qué pasa?- insiste Ciro, impaciente.

-Creo... Creo que hay una posibilidad de que la hayan secuestrado- dice al fin.

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