¿No habéis deseado alguna vez borrar recuerdos para no tener ni idea de lo que ha pasado? ¿Tener un borrador de memoria? Ya sea porque habéis vivido un momento vergonzoso, o porque tienes traumas que no quieres recordar. Necesito ese borrador mágico.

Cojo aire profundamente. ¿Realmente quería sumergirme en esos recuerdos para encontrar algo que ese hombre me hubiese dicho?

Cierro los ojos con fuerza y viajo al momento en que todo pasó.

-Más rápido, hija- dijo mi padre, agarrándome fuertemente de la muñeca. Mis mejillas estaban empapadas de tanto llorar.

Solo sabía que, si mi padre lograba su cometido, no le vería jamás, y tampoco a mi mami ni a Kazumi.

Por lo que había oído, papá iba a entregarme a un hombre por unos cuantos fajos de billetes. Como si fuera el juguete favorito de un niño pequeño y viniese ansioso a comprarme.

Solo era eso. Una cría inutil que no servía para nada. Eso me había dicho siempre papá cuando me golpeaba porque había hecho algo mal, o porque no seguía bien sus instrucciones. 

Trataba de resistirme, pero papá es mucho más fuerte que yo, así que me mete a la fuerza dentro de una casa abandonada.

-Tengo miedo, papi- dije, atemorizada.-¿Por qué no vamos a casa, con mami y la tata?

-Pequeña, si todo sale bien- dijo con tono arrogante.-No pisarás esa casa jamás en tu vida-.

Dejé de resistirme porque ya no tenía fuerzas de luchar y me puso frente a un hombre.

-Esta es mi oferta- repuso mi padre.-¿La tomas o la dejas?-.

El hombre era horroroso, con los dientes negros y muy mal olor. Parecía que no se había duchado en años.

-Es muy hermosa- dijo este, como si no estuviera yo ahí. Sacó un maletín y lo abrió. Estaba lleno de billetes de todos los tamaños.-Te doy esto por ella-.

Mi padre miró babeante el dinero. Yo seguía aterrada, tenía los ojos muy abiertos con temor y me fijaba en cada detalle de la casa, como si sintiese que me iban a atacar en cualquier momento.

Al comprender lo que sucedía, agarré de la manga a mi padre y tiré violentamente de ella. Mi padre se tambaleó y me miró con furia.

-¡No lo hagas, papi, no lo ha...!
-¡Lilliet, estoy hablando!- a pesar de su advertencia, seguí persistiendo.

-Papi, papi por favor, no lo hagas- chillé cuando mi padre, con un trozo de cristal que había en el suelo, me rajó la mejilla.

Me acaricié la herida y mis dedos se llenaron de sangre. Comencé a llorar.

-Cuando no te haga caso, pégale bien fuerte y se calla enseguida- el hombre sonrió e intercambió la maleta con mi padre.

Abro los ojos con la respiración agitada y una capa de sudor frío sobre mi frente. Es demasiado, no puedo seguir, era demasiado doloroso.

"No te rindas nunca. Hazlo por mi, ¿vale?" recuerdo las últimas palabras que mi madre me dedicó.

Tengo que seguir. Que continuar. Por ella.

El hombre me metió en una habitación con telarañas. Yo estaba aterrada.

-Quiero ir con papá- dije, llorando.- Por favor, lléveme con él.

-Oh, no, ahora eres mía, Lilliet, solo mía-.

Vuelvo a abrir los ojos sobresaltada.

No... no puedo respirar. Como en el cementerio.

Pongo las manos sobre mi pecho y trato de respirar, pero solo pequeñas cantidades de aire entran a mis pulmones.

Willow entra con una hamburguesa a mi habitación, pero al ver mi estado, la tira al suelo y se acerca a mi.

-¿Lilly? Respira, Lilly, respira.

-No.. puedo respirar. Willow...

-Shhh...- me acalla Willow.-Céntrate en tu respiración- me rodea entre sus brazos y apoyo mi mejilla en su pecho.-Venga, repite conmigo- Inhala profundamente y trato de hacer lo mismo, pero no puedo.

Las lágrimas de frustración se acumulan en mis mejillas. Willow acaricia mi pelo con lentitud, inspirándome calma.

Inhalo profundamente, emitiendo ese sonido que haces cuando llevas mucho tiempo bajo el agua. Aunque poco aire entra en mis pulmones, un alivio inmenso me recorre cuando compruebo que ha sido más o menos el doble de aire el que me ha entrado.

-Eso es, eso es...- en ese momento, Ciro entra rápidamente y me mira. Pero no me mira con lástima o con horror, sino con una mezcla de ternura y calma.

No piensa que estoy loca. O al menos eso creo.

Eso me pone más alegre de lo que debería.

Consigo superar el ataque y me vuelvo a quedar dormida. Es algo que me pasa a menudo tras un ataque de pánico.

Abro los ojos lentamente, y la luz del sol que se filtra por mi ventana me ciega por unos instantes.

Me incorporo y me froto los ojos. Seguro que tengo cara de zombi...

Los recuerdos vuelven a invadirme y respiro hondo para calmarme.

Voy al baño, me lavo la cara y me meto en la ducha. Tras darme una ducha relajante, me siento mucho mejor y me encamino al salón, no sin antes acariciar a Heidi. Ella ronronea en respuesta y salgo por la puerta, cerrándola tras de mi.

Nada más entrar, escucho unos sonoros ronquidos provenientes del sofá. Ahí, Willow y Ciro duermen a pierna suelta, literalmente. El zapato de Willow está en la cara de Ciro y la pierna derecha de este está por la parte de arriba del sofá.

Sonrío ligeramente. Se habían quedado ahí toda la noche, acompañandome.

Como un día mi madre me dijo, "Aprecia más dos manos que te abrazan en tus peores momentos, que mil que aplauden tus éxitos". Suspiro. Ojalá ella estuviese aquí, conmigo...

Les pongo una manta por encima y me voy a preparar el desayuno.

Bueno, "preparar". Cojo unas galletas y las pongo en una bandeja, y preparo café.

-¿Eso es café?- murmura Willow, adormilada. Le regalo una sonrisa y asiento con la cabeza. Se levanta al instante apartando su pie de la cara de Ciro y él se recoloca en sueños, adoptando una posición mucho más cómoda.

Tras eso, charlamos de todo y de nada, de tonterías si sentido, y nos fuimos a la universidad

Capítulo corto pero intenso. El siguiente será largo para compensar :)