Capítulo Único
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Temática: Love Actually Present
Fandom escogido: Fionna and Cake (Universo Alternativo y personajes semi of character)
Número de palabras:2.403
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No hay nada más hermoso que la nieve, y en épocas como estás, el suelo se impregna de ella. Por alguna extraña razón me causa cierta melancolía, pero es pasajero.
Salí de mi residencia abotonando mi chaqueta y cerciorarme de que no faltara nada, mi vivienda era una casa de fachada alta con ladrillos rojizos y chimenea, pero debido al desgaste, sus vivos colores eran opacos y terracotas. El frío del invierno hacía que mis anteojos se empañaran, por lo que luego de limpiarlos con un pañuelo me los puse, admirando el paisaje de la ciudad amaneciendo; decidido caminar unas cuantas cuadras rumbo a la tienda más cercana en busca del periódico.
- ¡Señor Simon! ¡Espéreme! -la voz de Fionna me hizo salir de mi trance, volteando me hacía ella un poco apenado, por un momento no la reconocía, puesto que usaba un gorro de lana blanco y una chaqueta índigo con unos pantalones marrón, estos hacían juego con sus zapatillas de bordes blancos-.
- Disculpa, es que con tantas cosas que tengo en la cabeza me ha sido imposible percatarme de tu presencia, -me excusé, aunque para ese momento pensaba en la llegada de Betty, solo así recordé no haber recogido los guantes en la mesa. -
Fionna había sido una de mis estudiantes en la universidad, pese a tener problemas en cuanto a la salud de su madre le apoyé como si fuese un padre, al parecer ella también lo veía así. Y desde la recuperación de su progenitora nos mantenemos en contacto.
- ¿De dónde viene tanto entusiasmo? - pregunté, llevando mis manos a los bolsillos, pese a frotarlas para entrar en calor, hoy parecía un día helado -
- Es sobre la cena de navidad - aclaró, sin dar más detalles debido al ruido de los autos que circulaban -
Entramos al cafetín, después de sentarnos en una de las sillas vacías, dejé que continuara la conversación. Examinando detenidamente el lugar; era de paredes beige y decoraciones alusivas a la venta del producto, luces cálidas e inmuebles de madera.
- Mis amigos y yo vamos a celebrar la navidad con una agradable cena, -hizo una breve pausa para pedir un café a la chica que tomaba los pedidos y continuó - puede invitar a su esposa aprovechando que esta tarde llega de su viaje, así ella puede conocer a los demás.
Le devolví una cálida sonrisa ante su propuesta, afirmando que iría y talvez podía llevar uno de los dulces que sé hacer para esta época.
- Le diré a Betty, seguro que irá.
Fionna llevó las manos a su boca en señal de sorpresa, me volví al ver que se trataba de ella, normalmente llegaba más tarde, pero esta vez fue la excepción
-¿Qué le dirás a Betty? -interrogó, pareciendo sonar amenazante, enmarcado una ceja-
Nos reímos a carcajadas, Betty tomó asiento y Fionna le siguió explicando al evento que pensaba invitarnos, los primeros rayos del sol se colaban por la ventana dando una sensación muy agradable a la conversación. Sobre todo a Betty, que permanecía cercana a mi puesto con una mirada angelical.
- Simon ¿Estás prestando atención? -preguntó ella moviendo mi hombro derecho, al parecer me sumergí en mis pensamientos que no presté atención a lo último que Fionna dijo. - Mañana a las siete de la noche será la cena, en su casa.
- Ah, sí - respondí, observando de reojo a la chica que, mantenía su vista fija en el café. -
Una vez que despedimos a Fionna, Betty entró a la casa, la sala estaba repleta de cosas que encontró en el trayecto y en parte las maletas del viaje; dejé un momento los abrigos en dónde correspondían sorprendido al sentir que me abrazaba por detrás.
- ¡Princesa! - reí, un tanto ruborizado por su acción, me volteé y la besé correspondiendo a su abrazo- ¿Qué tal te fue en Roma?
- No fue tan interesante como la vez pasada en nuestra luna de miel, pero pude conseguir unas cuantas cosas que seguro te encantarán - comentó mientras rodeaba sus brazos en mi cuello -
Hoy el clima había amanecido parcialmente nublado, luego de ayudar a Betty con su equipaje me dispuse a calentar el café en la estufa y colocar un pan en la tostadora, a diferencia de la sala, que estaba pintada de celeste e inmuebles grises, la cocina presentaba un piso de cerámica roja y blanca; recordé que todavía llevaba la ropa del trabajo, pero me cambiaría después, no quería que se quemara el pan como la última vez.
- No es necesario que calientes el café, sabes que puedo hacerlo por mi cuenta. -comentó Betty asomando su cabeza en el marco de la puerta.-
- Pero, también sabes que me gusta servirle a mi princesa. -respondí, depositando un corto beso en la mejilla derecha.-
Últimamente, había cierta tensión entre nosotros, aunque supuse que era por el estrés del trabajo, añadiendo el malestar de Betty, sin embargo, hace catorce semanas anteriores se manifestó mediante náuseas y otros síntomas que llegué a sospechar que fuese un embarazo.
Esa mañana decidí que ella debía descansar, opté por quedarme en casa; sirviendo en seguida el desayuno. Betty usaba un jersey azul marino y pantalones holgados, dio un leve bostezo antes de tomar asiento en el pequeño espacio para comer, me pareció adorable verla así respondiendo ante su mímica con una sonrisa.
- Al menos te puedo ayudar con la preparación del postre - comentó bostezando nuevamente, sonriendo con cierta timidez para luego reír un poco- qué raro, esta vez no se quemaron.
- Me parece bien, así tendríamos más tiempo para platicar sobre tu viaje, ¿Verdad? -respondí sirviendo más café en mi taza cuyo dibujo era una corona-
Una gota de sudor resbaló por su mejilla, quizás pensaba en decirme otra cosa en específico, sin embargo, logró cambiar su expresión a una más calmada; me intrigaba lo que llegara a decir.
- Bueno, pero me preparas mi comida favorita - se excusó, llevando las tazas vacías al fregadero - aunque ya te dije, no fue muy interesante estar por allá, lo único que logró captar mi atención fue la estatua de un hombre que se parecía a ti.
Me avergoncé con lo último que dijo, dando como reacción la risa nerviosa de Betty.
- ¿Y en qué aspecto se parecía a mí? - alcancé a preguntar -
Su cara, ahora roja como un tomate, se volteó concentrada para lavar los trastes.
- ¡Eso no te lo voy a decir! A demás - secando sus manos en su jersey continúo, comentando lo último con cierta vergüenza - ya debes saber a qué parte de ti me refiero.
Ahora los papeles se habían invertido, Betty permanecía secando en silencio las tazas mientras yo reía abochornado.
- Ya Simon - me sacudió, interrumpiendo sus palabras entre risas - no pienses que estaba hablando de tu pajarito, eran tus... Nalgas.
(...)
El día avanzaba con tranquilidad, ya llevaba la ropa para la casa; un conjunto conformado por una camisa a rayas amarillas y un pantalón café. Salí en dirección a la sala, todavía recordaba lo acontecido hace diez minutos sin apartar la mirada de ella, quien sacaba una figura de un monstruo, al parecer de una leyenda llamado Glorb¹.
- Mi estimado Rey helado - bromeó, levantando su vista sin dejar de reír-
- Bueno, hasta Cake cree que fue incómoda la situación ¿No? - pregunté, recibiendo una afirmación de nuestra gata blanca con manchas amarillas e iris azules. Era tan callada que resultaba difícil percatarse de su presencia -
Le ayudé con los objetos más pesados a Betty, ya que insistía en que ella sola podía organizarlos. Me resultó extraño, sin embargo, prefería conversarlo después de la cena de navidad; por lo que decidí hacer un poco de limpieza en la casa y cocinar el almuerzo. Encendí la radio de la sala, al instante la emisora fue a la sección de noticias, pese a leer el periódico y que esté diagnosticara un clima parcialmente nublado, éstas decían todo lo contrario: se esperaban ventiscas por todo el lado oeste de Ooo².
— Parece que hoy tendremos más tiempo en familia — sonreí, tomando sus manos y depositando un beso en ellas -.
- Tus manos son tan cálidas - murmuró llevándolas a su rostro, ahora con la mirada más dulce que el día de nuestra boda. -
No logré percatarme que, mientras avanzaba la ventisca, el locutor pronosticaba para mañana, veinticuatro de diciembre no se debía salir.
El tiempo transcurrió en un abrir y cerrar de ojos; cuando desperté me hallaba en uno de los muebles grises de la sala. Betty me había despertado apretando un poco mi nariz.
- ¡Ay! - exclamé, sonando un tanto gracioso por el tono de voz - ¿Princesa, qué estás haciendo?
Su cabello, ahora recogido en una cola de caballo y con unos pocos mechones sueltos, le daban una apariencia más joven, usando el delantal azul rey con encaje blanco, similar a copos de nieve.
- La Reina helada para ti - comentó, jugando con uno de los cojines con forma de pingüino -.
Reímos un rato, luego de hacer una pequeña carrera para ver quién llegaba antes a la cocina, ella ganó, finalizando por dejar a un lado el delantal en una de las sillas.
- Tengo que admitirlo, eres mucho más ágil que yo para las carreras - dije fatigado, pasando mi mano izquierda por la frente para limpiar el sudor - si hubiese una competencia de quién investiga mejor estaríamos empatados.
- Estamos empatados - confirmó, buscando uno de los paños del baño y pasármelo para secarme - Mejor sirvo la comida antes de que se enfríe.
Una vez que almorzamos decidí pasar el rato descansando en el mueble, Betty me pidió que arrimara uno de los muebles de su estudio (ubicado cerca de la cocina) de contextura blanda y relajante. Por lo que estuvimos un rato así hasta que ella decidió romper el hielo.
- Me hubiese gustado viajar contigo - confesó un poco desanimada - pero, trabajo es trabajo.
Suspiré pesadamente, una sensación de culpabilidad embargaba el ambiente. Sin embargo, recordando al instante una frase de un libro, la abracé.
- Tú escogiste esa oportunidad, y decidiste irte; yo te dejé ir sabiendo que me harías falta y que sería un bien para ambos. - le susurré- Eres una persona maravillosa y capaz, que no se te olvide eso.
- Sé que te sentiste peor que yo, Simon - contestó en el mismo tono- Recuerda que esa frase va para ambos.
Me sorprendí al escucharla decir eso, como me hallaba descansando, no cargaba los anteojos y menos mal que no los usaba; por el cristal de las lágrimas la veía sonreír amargamente.
Todo había salido a flote, una sensación de tranquilidad como si levitara me hacía sentir mejor y ella lo sabía, ambos aclaramos nuestras inquietudes; parecía que, en ese momento, todo movimiento terrenal se había congelado para darnos tiempo de sincerarnos.
- Nunca olvides que te amo - dijimos al unísono, sintiendo el apoyo de cada uno-
Ya eran como las seis y cuarto de la tarde, me levanté del mueble buscando mi chaqueta para quitar la nieve del jardín interno, Betty permanecía dormida por lo que preferí dejar que descansara, arrimando uno de sus mechones detrás de la oreja.
- Mi princesa...
El teléfono de casa sonó, instantáneamente contesté verificando que ella permaneciera dormida y, para mi sorpresa, lo estaba. Me sorprendió escuchar a Fionna informándome sobre la cancelación de la cena, ya que podía ser riesgoso salir en carro debido al clima.
- Quizás la cena del fin de año los pueda conocer - comentó, desde la otra línea se le oía muy desanimado -.
- ¡Tonterías! - contestó una voz, sorprendido al ver a Betty medio dormida y con el cabello enmarañado asomarse desde el teléfono- vamos a ir de otra manera, pero eso se puede resolver. Fionna, ¿En dónde te encuentras?
- Estoy en casa de un amigo, es el chico de la floristería - aclaró - creo que hoy y parte de mañana la pasaré aquí.
Betty parecía conocer los padres del chico, quedamos que, mañana, pasaríamos la cena de navidad juntos, puesto que ellos salieron de vacaciones y su casa quedaba a tres cuadras de la nuestra.
Luego que colgué la llamada Betty me abrazó animada, sus ojos reflejaban un entusiasmo desbordante de alegría, contagiándome de su ánimo con su hermosa sonrisa.
La cocina era un desastre, las paredes tenían la mezcla por todas partes, la harina cubría el mesón como si fuese nieve. Betty usaba mi delantal azul intenso y, por otro lado, yo usaba el suyo un tanto incómodo por su decoración tan femenina. Habíamos puesto manos a la obra en la preparación del dulce en la mañana del veinticuatro, aprovechando que días anteriores compré el material.
- ¡Ya casi terminamos Simon! - exclamó brincando de la emoción, yo le seguía el juego, era motivo de alegría verla así-.
Finalmente, el pudín navideño estaba listo, lo desmonté y Betty se encargó de los detalles que le faltaban. Todo había salido perfecto, al menos para mí.
Esa noche no nevó, aunque el locutor diagnosticó una fuerte nevada por todo Ooo, resultó un cielo despejado y con una luna tan brillante como una perla. Fionna y su amigo llegaron a la casa, aportando unas botellas de champán.
Después de la cena y el brindis, decidimos abrir los regalos de cada uno, Fionna se contentó al ver el regalo de su acompañante, pues era alguien que amaba a los animales; especialmente a los perros.
- ¡Vamos, señor Simon! ¡Abra su regalo, seguramente su esposa le tiene una grata sorpresa! - comentó entusiasmada Fionna, Cake no hacía más que jugar con el cachorro, pues eran casi contemporáneos. -
Quité ansiosamente la envoltura, una caja cuadrada de color rosa pastel estaba en mis manos, decidido a destapar la caja, me encontré con unos escarpines del mismo color junto a un gorro.
- Felicidades, Simon - dijo Betty - Vas a ser papá.
Definitivamente, un hermoso regalo después de tanto tiempo de espera y que haría fortalecer aún más la familia. Los presentes aplaudían eufóricos y yo sin apartar la vista de ella la abracé.
- ¿Cómo sabes que esperaba una niña? -pregunté, un tanto confundido -
- ¿Qué puedo decir? - respondió, dejándome inquietado con lo último que dijo - Tengo mis hechizos.
Y así, a pesar de todos los contratiempos, pasamos una hermosa navidad; fue un agradable compartir junto a la chimenea.
¹ •Bestia principal que aparece al comienzo de la serie, representada en una estatua que Simon tenía en su armario.
² • Ooo, reino donde transcurrió parte del primer capítulo de Fionna and Cake, solo que en este universo alternativo es una isla común y corriente.
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