Harry Styles es un Alfa de treinta y dos años que ha quedado solo y con un pequeño cachorrito a su cargo, lo ama demasiado porque es su hijo, su bebé y ha logrado salir adelante con él, su pequeño Rhian Styles.

Su cachorrito tiene los ojos color azul cielo como su madre, tiene la piel blanquita, su naricita es finita y su boquita es pequeñita que la chupeta tapa su naricita y boquita.

La madre de Rhian murió cuando él nació, el parto se complicó y Harry se vio decidiendo si dejar vivir a su cachorrito o a su Omega, fue difícil, demasiado difícil, pero sabía que su Omega hubiera querido que el pequeño Rhian conociera el mundo.

Fue demasiado deprimente y difícil para Harry, pero logró levantarse por su bebé.

Ahora es padre soltero y está bien, su bebé tiene cuatro años y es la cosita más hermosa que Harry tiene en su vida. A veces quiere tener a alguien a su lado, un amor tal vez, alguien que le haga sentir amado, querido y que le enseñé de nuevo sobre el amor cómo lo sentía con su amado Jax, nunca podría reemplazar el amor de su omega, jamás.

Harry salió de su departamento con su pequeño bebé en brazos, llevaba un pantaloncito y una camisa de rayas rojas, se veía hermoso sumándole que tenía un pequeño gorrito de lana en su cabecita tapando sus oídos debido al frío. Su bebé está jugando con su collar.

──Dada. . . ──Harry besó la nariz de su cachorrito y acómodo mejor el gorrito en su cabeza──Tengo hambre.

── ¿De nuevo, Rhian? ──preguntó Harry suspirando. ──Vamos, Dada comprará algo en el camino para ti, cachorro.

Rhian sonrió, mostrando los pequeños hoyuelos en sus mejillitas, Harry le besó la frente y camino hasta llegar a su trabajo, el Alfa laboraba en una cafetería, era lo mejor que había podido conseguir y donde le permitían llevar a su pequeño hijo.
El niño era muy inquieto, pero siempre se había comportado bien en el trabajo de Harry.

──Llegamos, cachorro. Por favor, pórtate bien y hazle caso a Nani. ──pidió. Nani era una señora, madre del dueño de la cafetería que siempre estaba ahí vigilando a su hijo con el negocio.

Ella fue quién convenció al dueño de la cafetería en darle un trabajo al Alfa, todos trataba muy bien a Harry ahí. Y su pequeño cachorrito ya era parte de la tienda, Harry llegó y pidió un pedacito de pastel para darle a su pequeño hijo, se acercó a la señora mayor y sentó a Rhian a un lado de ella.

──Buenos días, cachorro ──saludo la señora, Harry sonrió. ── ¡Es el pequeño Rhian!, ¿cómo han estado ambos?

──Muy bien, nani, ¿está bien para ti que Rhian se quede contigo? ──preguntó Harry, Rhian tomó un poco de pastel con su mano y lo llevó a su boca. ──Hey, hey, cachorro, no. Para eso están los cubiertos, toma una cuchara. Hazlo así, ¿ves?

──Harry, sabes que no me molesta cuidar para nada de Rhian, es un cachorro muy bueno. ──Harry asintió.

──Ojalá fuese así de bueno en casa. Te quiero, cachorro. ──Harry dejó un besito en la cabecita de su cachorrito y se dirigió al baño para cambiarse a su uniforme, Harry se observó en el espejo.

Se sentía un poco cansado porque Rhian no sé había querido dormir anoche y Harry tenía que estar con él, así que jugaron hasta que el niño se cansó, y ese día Harry podía ver sus ojeras notorias, se ató su cabello rizado en un rodete y salió hacia la caja. Observó por última vez a Rhian que pintaba unos dibujos que su nani había traído y comía pastel.

──Buenos días. ──saludo el nieto de Nani a una clienta. Ella ordenó su desayuno y se sentó apartada de la entrada.

Harry veía todo con desinterés, tenía sueño, mucho sueño, pero tenía que trabajar, se dedicó a limpiar y acomodar los mostradores, la puerta sonó nuevamente y el olor hizo a Harry ronronear.

Sabía quién era. Louis.

Había conocido al Omega cuándo empezó a trabajar en la cafetería, iba todos los días sin falta y ordenaba siempre lo mismo: Un pedazo de pastel de vainilla y un café sin azucar.

No había día que Harry no anhelara verle, Louis era simplente el Omega más hermoso que Harry había visto, no sabía casi nada de él, solo lo que ordenaba a diario y su nombre.

Esperaba y deseaba saber más sobre el Omega, porque no iba negar que su Alfa se agitaba en su interior cada vez que ese aroma dulzón entraba en sus fosas nasales. Tal vez si Harry Styles tuviera un poco más de coraje pidiría el número de aquel ángel.

Al final, Harry solo se quedaba detrás de la caja registradora y dirigía de vez en cuándo su mirada hacía donde se encontraba aquel muchacho, solo para deleitarse desde lejos con su sonrisa o sus gestos que hacía cuándo leía algo que no le gustaba en el celular.

Está tan pérdido en esa mirada azul océano y ese olor delicioso a hogar.

Holaa, ¿cómo están?, espero que bien, acá les traigo un nuevo capítulo de mi bebé. Espero les guste.

All the love 💗