Capítulo 6
"California".
Mientras me ducho la cabeza no para de darme vueltas.
A pesar de que ahora los gemelos están enterados de la situación, sigo poniéndome de nervios cada que pasa por mi mente.
Hasta que mis padres no se hayan enterado no voy a sentirme en paz.
En realidad me siento como si fuera una adolescente de quince años embarazada.
Desde mi punto o posición todo se ve aterrador.
Cierro la llave del agua y estiro el brazo fuera de la ducha para tomar la toalla.
Pero mientras seco mi cuerpo continúo pensando.
Tengo el tiempo encima.
Si no fueran vacaciones tendría mucho más para pensar.
Una vez que me he puesto la ropa interior y una playera de Eros, me envuelvo el cabello húmedo en la toalla y salgo del baño.
El chico viene entrando a la habitación con una bolsa colgando de una mano mientras detiene un vaso de plástico con ella y otro en la mano libre.
Ambos con jugo de naranja dentro.
—Buenos días, muñeca — saluda muy cariñoso, y cuando llega a mi lado me besa la frente.
—Buen día — respondo volviendo a la cama y examino a Fenix.
Me da una de las bebidas y la otra la pone en el buró.
Se quita la chaqueta negra y la arroja a la cama sin mucha importancia. Viene vestido de botas, jeans negros y una playera negra con mangas largas y cuello ligeramente alto.
Una prenda que simplemente no habría imaginado suya.
Además, apenas me doy cuenta que se ha cortado el cabello. Y aunque sigue siendo todo un badboy, parece más formal.
—Te queda bien la camisa — admiro.
—A ti te queda bien mi playera — corresponde mirándome animado.
—Esa sonrisa también te queda bien — observo.
—Dos adulaciones en menos de un minuto son un nuevo récord en ti, California.
Bueno, es que creo que ahora ya me permito deliberadamente notar esos detalles, y también hacérselos ver.
—Bien, Cupido, pero esa cara bonita no te quita lo idiota — aclaro.
—Y ese rostro duro no te quita lo blanda, pequeña.
—No soy blanda.
—Lo eres. Más de lo que crees.
—Si yo fuera tú no hablaría de eso.
Se sienta frente a mí con un rostro muy agradable y relajado. Cosa que de verdad no había visto antes.
En realidad percibo a Eros muy diferente a lo que era. Menos mustio, misterioso y mentiroso.
Me parece más transparente y honesto que antes.
Incluso hasta más agradable.
—No sabía muy bien que elegirte de desayuno — dice abriendo la bolsa blanca —. Así que lo más acertado que conseguí ser fue esto.
Me da una caja plástica transparente con un emparedado dentro.
—Gracias — digo abriéndolo.
Está caliente todavía, y no demoro en comerlo.
Pero sigo pensado.
—¿Haz visto a Hera? — pregunto.
—Me dijo que se va a las once — brinda la información necesaria.
—¿Qué hora es? — interrogo en busca de algo donde mirar la hora.
—Diez y cuarto — informa.
—Debo alcanzarla — decido rápidamente y me paro de la cama.
Solucionaré todo de una vez.
(...)
Gracias a la ayuda de Hermes y el chofer Robert, las cosas de Hera estaban en la camioneta en media hora.
Y mientras son llevadas a casa nos hemos encontrado con mi padre en un restaurante.
Estoy muriéndome de los nervios, tengo presentes a mis padres, solo necesito tomar valor y soltarlo.
Pero me aterra.
Tengo muchas ganas de desmayarme, el estómago amenaza con vomitar en cualquier segundo y mi pobre corazón está sufriendo de taquicardias.
Respiro profundo, preparo rápidamente mis palabras y tomo mucho valor.
—Tengo que hablar con ustedes — suelto hacia mis padres para no dejarme escapatoria y hablar sí o sí.
Ambos intercambian mirada un poco confundidos.
—¿Todo bien, cariño? — cuestiona papá preocupado, pero seguro no tiene noción de lo que ocurre.
—Estoy embarazada — escupo, y aunque mi tensión llega a su límite, también siento alivio de haber soltado la bomba al fin.
Veo a mi padre sorprendido, pero no noto algo negativo en su expresión.
Pero detona al fin.
—¿¡Qué dijiste!? — mi madre gira en mi dirección tan abruptamente que retrocedo —. No puede ser. Esto tiene que ser una broma. ¡¿Cómo es esto posible?!
—Veronica, basta — mi padre la toma de la mano enseguida.
—¿Pides que pare? — riñe —. ¿Cómo puedes hacerlo?
—Dije que ya basta — escudriña —. Todo está bien.
—Pero...
—Todo está bien — interrumpe severo.
Comienzo a relajarme.
Finalmente lo he dicho, ya me esperaba esa reacción de mi madre, así que supongo todo ha resultado bien.
—¿Quién es el padre? — interroga mamá, y consigue ponerme tensa otra vez.
No respondo.
No sé qué responder.
No sé a quién culpar de esto.
—¿California? — llama de nuevo —. Sabes quién es el padre, ¿cierto?
¿Qué le digo?
¿Debería mentir?
—No lo sé — confieso y trago saliva.
—No puede ser — masculla.
Lo sé, es una estupidez, pero de verdad era imposible que esto pasara.
Hasta donde sabía sería imposible un embarazo sin un tratamiento antes.
Así que la más sorprendida de la noticia soy yo.
Mis padres han comenzado a discutir por el responsable de la paternidad del bebé, y conforme los segundos pasan y la riña cobra más intensidad, empiezo a sufrir de un ataque de nervios.
—¡Basta ya! — interrumpo con voz más alta que la de ambos, y agradezco que el resto de mesas a nuestro alrededor estén vacías —. Esto no es una discusión que ustedes deban pelear. El embarazo es mío, no de ustedes, y aunque a alguno no le parezca, tengo la edad suficiente para esto.
—Tan solo tienes... — comienza a abogar mi madre, pero la miro mal.
—¿Tengo cuántos? — cuestiono —. ¿Veintiuno? ¡No! ¡Esa es la edad que hiciste creer que tenía solo para encubrir errores del pasado! Te recuerdo que yo nací cuando tenías veintiún años, dos menos de los que tengo ahora. ¿Por qué hay un problema? ¿Porque no soy tan perfecta como tú? ¿O porque sea quien sea el padre es un tipo al que de todas formas no soportarás?
La dejo sin respuestas, y pese a que no sonríe ni le veo un gesto divertido, mi padre le mira con cierta satisfacción por haber sido derrotada.
—¿Sabes cuál es la diferencia? — inquiere rápidamente —. Que cuando tú llegaste al mundo tu padre y yo teníamos la vida resuelta, tú ni siquiera sabes con quién tienes que resolver este problema.
—Puede ser, pero yo no necesito de nadie para resolverlo sola.
—Las cosas están hechas — interviene mi padre un segundo antes de que se dé lugar la segunda riña —. Discutir no va a llevarnos a ningún lugar, ¿de acuerdo?
Veo a mi madre respirar profundo, se aclara la mente por un momento y habla:
—Está bien, esto tiene una solución fácil — pronuncia y me pongo tensa —. Abortarás, quedarás bien librada de este problema y no volveremos a hablar de ello después.
—¿Qué? — los tres saltamos al unísono por la decisión tan autónoma de la mujer.
—No vamos a permitir que California engendre una criatura de la cual ni siquiera sabemos quién es el padre — se dirige al mío —. Ha estado con malas compañías, no quiero al hijo de un pandillero como nieto.
—Mis amigos no son unos pandilleros — Hera sale a la defensa de los gemelos —. Y son buenas personas aunque no lo quieras ver.
Sí, son unos buenos malnacidos, ¿qué podemos decir de ello?
—Sé lo mucho que los quieres, cariño, pero es hora de abrir los ojos y aceptar que Eros y su otro amigo son un peligro.
—Se llama Ares — aclaro fastidiada.
—Pues ambos son un peligro — determina.
—Pues ambos son los posibles padres de tu nieto, si fuera tú comenzaría a acostumbrarme a sus caras. Vas a verlas lo que te resta de vida.
Eso le molesta.
Incluso parece que le ha molestado más que la propia noticia del embarazo.
No la culpo, creo que los hermanos Fenix son el terror de toda madre.
Y el deseo desmedido de todas las adolescentes que sueñan con tipos como ellos.
Y aquí estoy yo, viviendo su sueño, embarazada de alguno de los dos y sintiendo que realmente es una pesadilla.
—Ya he dicho lo que haremos — recalca.
—No has decidido nada — discuto —. La que decide qué hacer con el bebé soy yo.
—¡No quiero que eches a perder tu futuro!
—¿Mi futuro? ¡Este es el futuro! Ya estoy viviendo ese futuro, no soy una niña de quince años que salió embarazada en su primera vez con su primer novio, soy una mujer de veintitrés que hizo un trío con dos tipos y ahora no sabe quién es el padre de su bendición.
—Bendición no, el pequeño se dio en Halloween, búscale un apodo más apropiado — pide Hera y casi me echo a reír.
—Satanás me jugó chueco esta ocasión — musito y revienta en carcajadas.
______________________
¡No olvido entrar a nuestro grupo de WhatsApp! En el último aviso de mi tablero de mensajes podrán encontrar información acerca de.
Siguiente actualización, martes 26 de octubre. 🎃
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro