Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 5

Eros

Las ansias me invaden el cuerpo mientras tengo a California desnuda sobre mi cama.

Sé que no es la primera vez que tendremos algo, pero sí lo es sin que esté en condiciones no muy sanas. Bebí un poco hace un rato, sin embargo los ligeros efectos que tuve se han desvanecido y ahora me encuentro prácticamente sobrio.

La castaña se me acerca y desabotona la camisa negra que aún llevo puesta.

Lo hace con cuidado, sin prisa y mirándome a los ojos.

Eso acelera mi corazón, su mirada me tiene hechizado y no puedo ver o pensar en algo que no sea ella.

Es hermosa, y lo he aceptado desde que me la topé en las escaleras por primera vez, pero demostró ser tan testaruda y valiente que no pude simplemente ignorarla y pasar de largo, tenía que ponerla a prueba, y eso desencadenó el peor caos que mis ojos han presenciado.

Cuando la camisa está abierta por completo la desliza por mis hombros y yo dejo que caiga por sí sola hasta quedar liberado.

Me desabrocha el cinturón con una agilidad digna de mi agrado, y en segundos estoy con los pantalones abiertos, pero no resbalan solos, pues me quedan ajustados y tengo que darles una mano para quitármelos.

—Este es tu momento para coronarte sobre el resto — anuncia con voz suave en demasía.

—¿Si lo hago vas a darme mi corona? — pregunto bajo pero mis labios se curvan hacia arriba.

—Ya la tienes — recuerda.

Me inclino para besarla y deshago de la ropa interior rápidamente, abrazo a California y la guío hasta la cama quedando sobre ella pero asegurándome de no recargar demasiado peso en su cuerpo.

Estoy por buscar un preservativo en el buró cuando recuerdo que ya no es necesario usar uno.

—¿Puedes imaginar que es nuestra primera vez? — interrogo.

—¿Te avergüenzas de las otras dos? — cuestiona con diversión.

—Me parece más romántico pensar que nuestra primera vez fue luego del baile de fin de año, y no en un ropero jugando siete minutos en el paraíso, o haciendo un trío con mi gemelo.

California se echa a reír ante mi idea y termino sonriendo mientras veo lo hermosa que se ve sonriendo.

De hecho, creo que jamás la había visto sonreír así conmigo.

—Creo que será mejor olvidar ese Halloween — piensa —. No me gustará pensar en el futuro que mi pequeño dios resultó de un trío con su padre y tío.

Ahora el que ríe soy yo.

—Eso va a quedar grabado en mi mente por siempre — digo —. Y creo que cada que mire al pequeño voy a recordarlo.

—¡No! No digas eso.

Vuelvo a sonreír y mi mano se mete entre sus piernas, dejándola sin aliento al principio, y luego su mirada busca la mía.

Mi corazón se detiene cuando se encuentran, siento un cosquilleo extraño en el estómago y luego las mejillas me arden.

—¿Eros Fenix acaba de sonrojarse? — inquiere jadeante pero sorprendida.

—Si se lo dices a alguien me aviento del ultimo piso — sentencio y oigo su risa otra vez.

—Será nuestro secreto, Fenix — susurra buscando mi rostro.

Vuelvo a besarla mientras mis dedos trazan suaves movimientos circulares, y las piernas tensas de la castaña me hacen saber que lo estoy haciendo bien.

Muerde mi labio inferior, y aunque no me ha hecho daño el ligero dolor que provoca me excita.

Mi cuerpo se restriega más contra ella, mis labios reprenden los suyos con necesidad y puedo sentir como se agita tanto como yo me encuentro.

La impaciencia que me cargo no me deja esperar, y California parece estar en la misma situación que yo, pues ambos nos movemos al mismo tiempo para comenzar.

No interrumpimos nuestro beso, me escabullo entre sus piernas y guío mi erección hacia ella. La punta roza su piel y mi corazón se acelera enloquecido del deseo.

Accedo cuidadoso y su humedad permite deslizarme fácilmente dentro.

Suelta un quejido en mi boca, acrecentando mi pasión y llevándome a embestirla más a prisa.

Separo nuestros labios y ataco su cuello, provocando que gimotee mientras doy suaves mordidas a su piel acompañadas de besos.

Sostiene mis brazos necesitada y se mueve en sincronía con mi cuerpo acompañando las embestidas.

Cuando la miro tiene los labios entreabiertos y la respiración agitada. Su expresión libidinosa no me provoca más que ganas de comerle la boca a besos.

Y en cuanto lo hago suelta un suave gemido que me eriza la piel.

Mi alma y cuerpo terminan hechizados por ella, y mi corazón se ha convertido en suyo. 

(...)

Un frío gélido y atroz me trae de los sueños.

Soy consciente apenas del fuerte sonido de la lluvia, y la luz tenue que ilumina la habitación indica que comienza a amanecer.

Giro la cabeza y veo a mi espalda.

La cama de un lado está vacía, así que supongo que luego de todo este tiempo, Zeus y Hera al fin se han reconciliado y seguramente está durmiendo en la habitación de la chica.

Me siento cuidadoso de moverme demasiado y no provocar que California despierte.

Tapo su espalda desnuda con la manta y me paro en busca de una cobija extra en el armario.

Y mientras tanto mi mente comienza a divagar.

Llevo menos de un día con conocimiento del embarazo, y ahora que no tengo nada a qué prestarle atención cientos de pensamientos me llegan a la cabeza. 

¿Qué va a pasar con California dentro de unos meses cuando la situación sea imposible de ocultar? Sé que ella no desea abandonar el instituto, pero no creo que le sea permitido asistir embarazada... o al menos es posible que a ella no le agrade hacerlo.

Y antes de que consiga darle una solución a la primera idea, una segunda me viene a la mente.

¿Cómo va a decírselo a sus padres?

No.

¿Cómo va a decírselo a su madre?

O por Dios, su madre.

Extiendo una cobija azul marino sobre la cama lo mejor posible y vuelvo a ella.

California se mueve y sus ojos verdes ubican los míos en segundos, sonríe adormilada y siento mariposas en el estómago.

—¿Te encuentras bien? Pareces asustado — habla.

—Pensaba en tu madre — respondo sin pensarlo y veo que frunce el ceño.

—¿Mi madre?

—B-bueno, es que... me refiero a que... yo pensaba... — me doy un momento para aclarar mi mente cuando noto que mi boca comienza a ser más estúpida de lo habitual —. Me refiero a que pensaba en lo que hará cuando se entere de todo.

—¿Y cómo sabes que no lo sabe ya? — solo está intentando engañarme, es notorio.

—Si lo supiera estaría aquí mismo gritándome mil insultos por minuto, con toda la policía de Nueva York y cuántas cosas retorcidas se le vinieran a la cabeza... y resulta que la única aquí eres tú y estás desnuda en mi cama.

Vuelve a sonreír y termina de girar hasta quedar frente a mí, se acerca como una pequeña y queda a mi merced para ser abrazada.

—Con razón tenías esa cara — dice —. Estoy aterrada de decírselo, va a querer asesinarme cuando se entere, y aunque no lo hará las palabras que suelte seguro lo harán por ella.

—No me gusta oírlo — confieso.

—Ni a mí pensarlo.

—Es sólo que, hace un momento estaba pensando... y creo que hay mucho por charlar y decidir.

—Lo sé, esto es una decisión difícil. O al menos aceptarlo lo es.

No considero que la aceptación me haya sido complicada en lo absoluto.

—Dado todo esto no sé si quieras seguir aquí en la residencia — comienzo —. Quizá no sea cómodo para ti, y de ser de esa manera no tengo idea de lo que quieras hacer entonces, supongo que ir a vivir con tus padres no será demasiado agradable...

—No lo había pensando — niega haciéndolo ahora —. Pero no suena bien ir allí.

—Y supongo que no tienes un lugar donde quedarte, eso significa que debemos buscar primero un sitio a donde mudarnos ya que no tenemos el tiempo de nuestro lado.

—Pero Ares...

—También hablaba de él, mudarnos juntos los tres — especifico.

Esto es más sorprendente, hace dos semanas vivir en el mismo piso que mi hermano era suficientemente desagradable como para que ahora esté pensando en mudarme a la misma casa con él.

—Ustedes pueden quedarse aquí — sugiere —. No es necesario que vayan conmigo a donde vaya. Sé que mi padre no va a darme la espalda por esto, puedo conseguir un apartamento cerca con su ayuda.

—Eso no hablaría muy bien de nuestras capacidades como padres — me refiero a Ares y yo —. Deja que nos hagamos cargo.

—Creo que es injusto que ambos dejen toda su vida ya hecha por mí. Deberían quedarse en la residencia si les gusta estar aquí.

—¿A ti te gusta estarlo?

Se queda pensativa por un momento. Uno que se prologa por largos e interminables segundos.

—Creo que... no ha sido tan malo, y podría ser mejor después de todo lo que ocurrió.

—¿Quieres quedarte aquí?

—¿Eso sería posible? Dudo que la escuela me lo permita.

—Solo tienes que pedirlo. Si quieres quedarte aquí me encargaré de ello.

Por favor, si quisiera una estrella sólo tendría que pedirla y tendría a la nasa en camino ya mismo.

—¿Cómo lo harías? — interroga curiosa.

—El decano es un idiota y hace cualquier cosa que digamos — respondo alzando los hombros.

—¿Y eso por qué? — ríe.

—Mi padre le opera las tetas a todas sus mujeres — explico.

Sí, a todas, el pendejo parece talibán con tanta mujer alrededor.

—¿Tu padre? — infiere.

—Sí.

—¿Es cirujano?

Quizá me había saltado ese pequeño detalle.

—Lo es — confirmo sin interés.

—Creí que sería un exitoso empresario — dice —. No un gran cirujano plástico.

—Pues eso es. Aunque en realidad siempre ha sido un tipo de dinero, mis abuelos también lo son — comento recordando todo el embrollo de mi familia acerca de la cantidad de abuelos que tengo ya que ambos están divorciados y vueltos a casar —. En fin, no lo sé, supongo que somos una familia de dinero con diferentes profesiones.

—Sí, puedo entenderlo — tranquiliza.

—Sea como sea, las vacaciones de invierno han comenzado. Tienes hasta mediados de enero para decidir qué hacer, y hablo de todo. De lugar donde desees vivir, y cualquier cosa que quieras hacer.

¿Un mes es suficiente para tomar tantas decisiones? Espero que lo sea.

—Está bien — acepta.

—¿Cuándo se lo dirás a tus padres?

—Cuando piense que es un buen día para morir — responde y me hace reír.

—Es una pena que sea algo que no podrás ocultar por siempre.

—¡Tengo una idea! — exclama repentina —. Puedo ir a otro país, dar a luz y volver. Sería una buena forma de mantenerlo en secreto.

Quiero burlarme de lo ridícula que esa idea es para venir de su mente.

—Vamos, California, no vas a ocultar a un niño toda tu vida.

—Solo hasta que mis padres me vean en edad para felicitarme y no matarme por estar embarazada.

—Tus padres van a amar a ese bebé más de lo que te amaron a ti.

—Tengo miedo de que mi madre le tenga un poco de odio solo por llevar tu sangre — piensa.

—Nadie podrá odiarlo — aseguro como si eso no fuera algo posible, o incluso predecible y seguro.

¿Un bebé de California y mío sin ser un pequeño pesado? No, no lo creo.

No soy consciente del momento en que una de mis manos se desliza sobre el vientre de California, y a pesar de lo pronto que es, la impaciencia por tener en mis brazos al pequeño dios comienza a matarme.

—¿Qué crees que sea? — consulto.

—No lo he pensado — contesta —. Pero no sé qué pueda ser peor.

______________________
Sigue leyendo. 👾

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro